PROGRAMA Nº 1199 | 27.11.2024

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EL TRÁGICO FINAL DE LOS CABALLEROS TEMPLARIOS

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En la rica y tumultuosa historia medieval, uno de los episodios más oscuros y trágicos es el proceso y la persecución de los Caballeros Templarios. Estos formidables guerreros habían amasado riquezas y poder a lo largo de las Cruzadas, pero su auge se vio eclipsado por una serie de eventos que culminaron en su detención, tortura y ejecución. Aunque las acusaciones de herejía, sodomía y adoración a ídolos paganos se utilizaron como pretexto, la motivación detrás de su persecución era doble: económica y de poder. Francia estaba endeudada con la orden debido a un préstamo que Luis IX, abuelo de Felipe IV, había pedido para pagar su rescate después de ser capturado en la séptima Cruzada. Además, el Rey buscaba consolidar su poder absoluto y reducir la influencia de la Iglesia en Francia, especialmente después de la negativa de Jacques de Molay a fusionar las órdenes militares bajo un único rey.

El Papa Clemente V, a pesar de ser francés y antiguo arzobispo de Burdeos, inicialmente se mostró reacio a apoyar la guerra de Felipe IV de Francia contra los templarios, ya que necesitaba su ayuda militar para una nueva Cruzada en Palestina. Sin embargo, la negativa del último Gran Maestre, Jacques de Molay, a unir las órdenes militares bajo un solo rey soltero o viudo, conocido como el proyecto Rex Bellator, cambió la postura del Papa.

En 1307, Jacques de Molay, siguiendo los deseos papales de una Cruzada, llegó a Francia para reclutar tropas y abastecerse de suministros. Allí se encontró con las calumnias difundidas por el rey francés y su espía Esquieu de Floyran. Ofendido por estas acusaciones, solicitó un examen formal para desacreditarlas, y el Papa accedió a ello. Sin embargo, Felipe IV actuó rápidamente y ordenó la detención de todos los templarios y la confiscación de sus bienes en la noche del 12 de octubre de 1307.

La resistencia fue mínima debido a la avanzada edad de los guerreros que quedaban en Francia, ya que los jóvenes estaban preparando una cruzada en Chipre. El Rey trató de implicar al Papa en esta decisión para mitigar el escándalo. Cuando Clemente V se enteró de la detención, envió cardenales para reclamar a los templarios y sus bienes. A pesar de pactar condiciones con el Papa, Felipe IV llevó a cabo un proceso irregular, los templarios debían ser juzgados según el Derecho canónico y no la justicia ordinaria de Francia.

Clemente V, nombrado Papa gracias a Felipe IV, promulgó la bula "Pastoralis praeminen", que ordenaba la detención de todos los templarios en territorios cristianos. En el Concilio de Vienne (1311-1312), se emitió la bula "Vox in excelso," que suprimió la Orden del Temple.

En agosto de 1308, Clemente V escribió el pergamino de Chinon, que mostraba su intención de absolver a los templarios de las acusaciones de la Inquisición. Debido a las presiones de los reyes cristianos, especialmente Felipe IV, nunca se publicó oficialmente.

La trágica historia de Jacques de Molay culminó con su arresto, tortura y ejecución. Bajo tortura, admitió los cargos, pero se retractó posteriormente y se declaró inocente. Mientras ardía en la hoguera el 18 de marzo de 1314, proclamó la inocencia de la Orden del Temple y maldijo a Felipe IV y Clemente V. Esta maldición pareció cumplirse con las muertes posteriores de ambos: 

“¡Pagarás por la sangre de los inocentes, Felipe, rey blasfemo! ¡Y tú, Clemente, traidor a tu Iglesia! ¡Dios vengará nuestra muerte, y ambos estaréis muertos antes de un año!”

Clemente V murió de diarrea, como consecuencia de un cáncer de píloro –válvula inferior que conecta el estómago con el duodeno–. El deceso se produjo la noche del 19 al 20 de abril de 1314, antes de los 40 días que predijo Jacques de Molay. Según las crónicas, el asco que produjo a sus asistentes el cadáver del Papa provocó que permaneciera abandonado y desnudo toda la noche. Durante el duelo del cadáver cayó una vela encima del catafalco y una parte del cadáver quedo carbonizado.

Por lo que respecta a Felipe IV, su muerte se produjo por un accidente de caza al caerse del caballo. La causa fue fiebre y gangrena. El óbito tuvo lugar el 29 de septiembre de 1314, seis meses después de la muerte de Jacques de Molay. Según se dice el olor que desprendían sus llagas era tal que resultaba repugnante y nauseabundo acercarse a su lecho de muerte.

A la muerte de Felipe IV heredó el trono de Francia su hijo Luis X. Este falleció el 5 de junio de 1316. Su mujer estaba embarazada. Al cabo de cinco meses, el 14 de noviembre de 1316 nació un niño varón llamado Juan. Este falleció a los cinco días. Su única hija, Juana, por la ley sálica, no pudo heredar la corona de Francia. A Luis lo sucedió su hermano Felipe V, que falleció el 3 de enero de 1322, sus hijos Felipe y Luis Felipe, que vivieron ocho y un año, respectivamente. A Felipe le sucedió su hermano Carlos IV. Este falleció el 1 de febrero de 1328, sin descendencia varonil. Teniendo en cuenta lo explicado, con la muerte de Carlos IV se extinguió la línea directa de la dinastía de los Capetos. Al heredar el trono de Francia Felipe VI, sobrino de Felipe IV, recayó el destino de Francia en la dinastía Valois.

En junio de 2011, el Papa Benedicto XVI se disculpó por el asesinato del último gran maestre de la orden del temple, Jacques de Molay, y reconoció que fue víctima de falsas acusaciones. Siglos después de la tragedia, el Vaticano admitió que el Papa Clemente V, había apoyado los asesinatos, aunque no eran culpables. Este episodio trágico de la historia medieval sigue siendo un recordatorio de los peligros del poder, la ambición y la injusticia, y de cómo las maldiciones pueden resonar a lo largo del tiempo.

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El PELADO Investiga
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