Es una advocación a María Auxiliadora, que rastrea su nombre desde el año 345 con Juan Crisóstomo, tomó fuerza con el Papa Pío V en el siglo XVI y fue definitivamente popularizada con el desarrollo de las obras educativas y apostólicas de Don Bosco en el siglo XIX. Aunque comúnmente se la asocia a la Iglesia Católica Romana, la Iglesia Ortodoxa conoce también la advocación desde 1030 en Ucrania cuando el país logró defenderse de una invasión bárbara, hecho que la religiosidad de la época atribuyó al auxilio de la Virgen María.
La advocación Auxiliadora no es en realidad nueva y era ya conocida en
los primeros siglos de nuestra era por las primeras comunidades cristianas y
los Padres de la Iglesia. En numerosas inscripciones cristianas encontradas en
los territorios de hegemonía griega se encuentran dos títulos por medio de los
cuales se refería a la Virgen María: uno es (Teotokos, Madre de Dios) y el otro
es (Boeteia, Auxiliadora). Entre los Padres de la Iglesia que se refirieron
directamente a la Virgen María como "Boeteia" se encuentra Juan
Crisóstomo en una homilía del año 345, Proclo en el 476, Sebas de Cesárea en el
532. Después del tiempo patrístico, entendido este hasta el siglo V, otros personajes
hicieron mención de dicho título como Romano Melone en el 518, Sofronio,
arzobispo de Jerusalén, Juan Damasceno en el 749 y Germán de Constantinopla en
el 733.
Las luchas centenarias entre naciones cristianas y musulmanas tendrían
su culmen en el siglo XVI. El Islam había destruido ya el Imperio bizantino con
la Caída de Constantinopla el 29 de mayo de 1453 y se preparaba para entrar a
Europa. El Papa Pío V fue el principal promotor de una alianza europea con el
fin de contrarrestar el avance de los otomanos a la cual se denominó la Liga
Santa de 1571 (la segunda del siglo XVI) y que quedó conformada por España,
Venecia, Génova, Malta y los Estados Pontificios. El 7 de octubre de 1571 se
libró una de las batallas más importantes de la historia, la de Lepanto, en la
cual fueron vencidas de manera definitiva las huestes otomanas y Europa
occidental fue preservada de la invasión. Para el mundo euro católico de la
época, la detención de dicha invasión fue leída desde una perspectiva religiosa
de lucha entre el bien y el mal interpretado esta según los paradigmas
medioevales y los enfrentamientos entre las dos religiones monoteístas. En tal
caso, se concluyó que el éxito de los ejércitos católicos se debía a la
intervención de la Virgen María que había ido en auxilio de los cristianos.
El Papa Pío VII, quien gobernó la Iglesia Católica entre 1800 y 1823,
fue el segundo Pontífice romano que daría una gran importancia a esta
advocación mariana. Le correspondió los años de la consolidación del Imperio
napoleónico. Firmó con Napoleón Bonaparte un Concordato que parecía garantizar
la paz entre la Iglesia y Francia en 1801. En 1804 fue a París para la
coronación del nuevo emperador, pero sólo pudo ungirlo porque Napoleón se
impuso a sí mismo la Corona. Bien pronto las aspiraciones ambiciosas de
Napoleón entrarían en contraste con la influencia de la Iglesia. En 1806 el
Papa se negó a sumarse a la exigencia de Napoleón de bloquear a Inglaterra, lo
que condujo a una invasión francesa de los Estados Pontificios y puso en prisión
al anciano Papa de 77 años de edad, primero en Savona y luego en Fontainebleau
en 1809. En su cautiverio, situación esta que le causó un gran sufrimiento y
deterioró bastante su salud, el Papa prometió a la Virgen que si recuperaba su
libertad y volvía a Roma, declararía ese día como solemne en honor de María
Auxilio de los cristianos. Bien pronto la suerte de Napoleón cambió y Pío VII
recuperó su libertad. Llegó a Roma el 24 de mayo de 1814 y cumplió su promesa.
De este acontecimiento, viene la tradición de la Solemnidad de María
Auxiliadora cada 24 de mayo.
Pero la persona que más tendría que ver con la popularización de la
invocación de María como Auxilio de los cristianos sería el santo educador de
Turín, san Juan Bosco, quien veía el florecimiento de sus obras apostólicas y
educativas entre los jóvenes como obra de la Virgen María. Don Bosco comienza a
referirse a esta con el nombre de María Auxiliadora a partir de 1860, año en el
que relata que la Virgen le manifestó su deseo de ser honorada bajo dicho
título y su voluntad de que se le construyera un templo. Es posible que este
deseo de afinarse a María como "Auxilio de los cristianos" tenga su
razón de ser en la difícil época que la Iglesia Católica vivía en Italia con el
avance de los movimientos nacionalistas que abogaban por la Unificación de
Italia aún en contra de la existencia de los Estados Pontificios y por ende de
la autoridad del Papa. Don Bosco estuvo muy cerca del pontificado del Papa Pío
IX, el último Papa-Rey de los Estados Pontificios. Bien pronto la expansión de
las obras salesianas en los cinco continentes tendrían como consecuencia la
internalización de esta advocación de origen estrictamente europeo. Por otra
parte, fundó el Instituto Hijas de María Auxiliadora con el fin de llevar el
Sistema Preventivo Salesiano a las muchachas y de honorar a la Virgen bajo
dicha advocación.