LA PROFECÍA DEL ÁGUILA Y EL CÓNDOR
La mayoría de los pueblos indígenas del mundo tienen profecías que les ayudan a explicar el pasado en el contexto del futuro, con el fin de darle sentido al presente. Muchas culturas presentan profecías similares: un buen ejemplo de ello es la Profecía del Águila y el Cóndor. Esta no es solo una leyenda, sino que más bien constituye una mirada a nuestro pasado, a nosotros mismos y a nuestro futuro. Cada quinientos años, existe una era denominada Pachakuti. La Cuarta Pachakuti comenzó en la década de 1490 y la Quinta se inició en la década de 1990. Esta línea de tiempo es importante, ya que Cristóbal Colón abrió el mundo del Oeste al mundo “civilizado” en 1492, y en 1990 comenzó el tiempo de la comunicación universal como nunca antes había ocurrido: un interés de los pueblos de las naciones industriales por las enseñanzas indígenas y una apertura de los pueblos indígenas a compartir sus conocimientos.
La leyenda del Águila y el Cóndor probablemente provenga del Amazonas y se remonta a más de 2000 años, aunque desconocemos cuándo y dónde se originó la historia. Me he encontrado con versiones en los Andes, a través de América Central y he observado su influencia en los mayas, los aztecas, los hopis y los navajos. La profecía sirve como una forma de clasificar y comprender los cambios en el mundo, del norte al sur, del este al oeste. Es una explicación de los dos caminos diferentes que ha recorrido la raza humana a lo largo de la historia. Estos dos caminos se han separado una y otra vez; sin embargo, la profecía señala que es ahora el momento para que estos caminos puedan converger en uno solo. Esta es una historia de división y de conflicto, pero también de unión y de paz.
La profecía relata que desde tiempos inmemoriales, las sociedades humanas decidieron tomar dos rutas separadas y convertirse en dos pueblos diferentes: el pueblo del Águila y el pueblo del Cóndor. El pueblo del Águila se ha orientado principalmente a lo intelectual, a lo industrial y a la energía relacionada con lo masculino, y a menudo se le identifica con la ciencia y la tecnología. Aquí se encuentran los exploradores, los colonizadores y los agresores en los registros históricos. Por su parte, el pueblo del Cóndor es intuitivo, creativo, sensible y primordialmente relacionado con la energía femenina. Los pueblos indígenas se identifican en general con este camino, puesto que priorizan en sus culturas el corazón por sobre la mente y el misticismo por sobre el racionalismo.
La profecía señala que durante muchos años ambos caminos no se cruzarían para nada. Luego, en el Quinto Pachakuti, se encontrarían y el Águila sería tan fuerte que prácticamente conduciría al Cóndor a la extinción, pero no del todo. Y bien sabemos que, luego de Cristóbal Colón, esto es lo que ha ocurrido en muchos continentes. Sin embargo, el Quinto Pachakuti crearía un portal para que el Águila y el Cóndor pudiesen volar juntos en un solo cielo, para unirse y dar lugar a una nueva “cría”: una conciencia humana superior. Algunos dicen que esta “cría” está representada por el quetzal de Centroamérica, el ave maya que simboliza la unión del corazón y la mente, del arte y la ciencia, de lo masculino y lo femenino. La realidad de esta nueva descendencia se ha trabajado en talleres, libros y conferencias en todo el planeta.
Es importante reconocer que a lo largo de la historia los líderes sabios –a quienes podríamos denominar chamanes, cambiaformas- nos han enseñado que lo personal y lo comunitario son interdependientes. En los últimos tiempos, las culturas occidentales (que podemos denominar las culturas del Águila), a menudo han dado mayor énfasis a lo personal en detrimento de lo comunitario. Nuestra necesidad de satisfacer los intereses personales ha sembrado el caos en la comunidad global que compartimos entre todos. La profecía reúne al individuo con la comunidad. De esta forma, podemos considerar al Águila y al Cóndor como dos aves individuales o dos pueblos individuales que aúnan sus esfuerzos. Podemos verlos cómo se unen sobre la base de individualidades, que avanzan hacia una vida conjunta como familia o como compañeros en el trabajo. También podemos verlos como parte de esta comunidad más grande, que tiene dos lados, y donde se reúnen el lado que entiende la ciencia del mundo, la tecnología, la industria y la innovación, con el lado que comprende el alma humana, nuestra conexión con la naturaleza y la Tierra misma, y de esta manera, podemos saber cómo avanzar hacia una forma de vida saludable y en paz. Entonces, nos damos cuenta de que estamos en el proceso de demoler la Tierra y reconocemos el impacto de nuestras acciones. El Cóndor nos señala, con su gran intuición, “Efectivamente, estamos generando una pesadilla en la actualidad.”
Cada uno de nosotros, y nuestras respectivas culturas, posee estos dos aspectos que hemos mencionado como masculino y femenino, o del Águila y el Cóndor. La mayoría de nosotros creció en la cultura del Águila. Ahora, nos enfrentamos cara a cara con la cultura del Cóndor, que está representada por los pueblos indígenas, en una danza que comenzó efectivamente en la década de los 90. Hemos superado la revolución tecnológica y seguimos avanzando en esa área, pero al mismo tiempo, estamos en proceso de crear una Economía de la Muerte, una economía basada en la guerra, que además esquilma y saquea a la Madre Tierra y destruye sus recursos. Cuando observamos el daño causado, nuestro lado Cóndor nos advierte que en nuestros corazones sabemos que no podemos continuar con esto. Es el momento de cambiar; es tiempo de crear una Economía de la Vida.
Ha existido y sigue habiendo un deseo por parte de los pueblos del Águila de comprender a los pueblos del Cóndor, y un interés por parte de los pueblos del Cóndor por compartir sus conocimientos. Los chamanes han dado un paso al frente, ahora dispuestos a ofrecer su sabiduría. También están interesados en aprender más sobre los pueblos del Águila y su ciencia. Este interés y educación mutua es una manifestación de la profecía. Sin embargo, y esto es muy importante, la leyenda dice que Nosotros, el Pueblo, debemos lograr que ocurra; necesitamos seguir insistiendo para que el Cóndor y el Águila se unan y den paso a una conciencia de nivel superior. En ningún caso es un proceso automático. Se necesita a todos nosotros, desde ambos lados del camino.