Afirmar que la ciencia ficción del período clásico era un género misógino puede ser una exageración. Toda la literatura de aquella época reflejaba, en gran medida, los prejuicios y estereotipos de su tiempo. Las mujeres eran representadas principalmente como princesas cósmicas a rescatar o como villanas seductoras, y casi nunca como protagonistas inteligentes o científicas. Al leer estas historias, es interesante notar cómo reflejan las ansiedades sociales de la época proyectadas en un futuro imaginado. Y una de las preocupaciones recurrentes en estos relatos era el Feminismo.
Un ejemplo claro de este temor al avance de los derechos de las mujeres se encuentra en la obra de David Keller, un autor que no es muy conocido en español. A diferencia de otros escritores de ciencia ficción, no se centraba tanto en los avances tecnológicos, sino en cómo los cambios sociales podrían afectar las relaciones humanas. Su experiencia como psiquiatra influenció su manera de escribir, presentando sus historias casi como estudios de casos clínicos más que como ficción tradicional.
Keller compartía una visión conservadora sobre el papel de la mujer, al igual que su contemporáneo Lovecraft. En sus relatos, imaginaba un futuro donde el Feminismo se convertía en una amenaza para la sociedad tal como él la concebía. Esto es evidente en su cuento de 1928, "Un experimento biológico", donde presenta un mundo en el que las mujeres han logrado la igualdad social, política y económica con los hombres.
En este escenario, explora el miedo a lo que sucedería si hombres y mujeres tuvieran igual responsabilidad en la crianza de los hijos. En su historia, los hombres se ven obligados a participar de manera equitativa en la crianza, algo que, según Keller, llevaría a una sociedad sin alegría ni amor, regresando finalmente al patriarcado y los roles de género tradicionales. Su final "feliz" retrata un mundo en el que los roles tradicionales son restaurados, lo que puede parecer irritante para muchas feministas.
No obstante, Keller solo refleja un temor social común en muchos hombres de su época: la idea de que el avance de los derechos de las mujeres podría significar una pérdida de los beneficios que la sociedad patriarcal les había otorgado a los hombres. Mientras que Lovecraft y sus seguidores dirigían sus miedos hacia los inmigrantes y lo desconocido, Keller y otros autores de ciencia ficción estaban más preocupados por el avance del Feminismo y su impacto en el orden social. En su obra, satirizaba personajes femeninos que, en su opinión, descuidaban las responsabilidades familiares tradicionales para perseguir una carrera.
En su visión de un futuro feminista, Keller imagina una sociedad donde tanto hombres como mujeres son iguales, pero también despojados de muchas responsabilidades tradicionales. Este mundo está libre de enfermedades, hambre y pobreza, y todos son libres de perseguir sus intereses personales. Sin embargo, el matrimonio es abierto, y el divorcio es un trámite burocrático sin mayor importancia. En este contexto, utiliza el Feminismo como una herramienta para mostrar un mundo donde el Estado tiene control absoluto sobre la reproducción y la crianza de los hijos. Los niños son creados en laboratorios, mediante un proceso similar a la partenogénesis (reproducción asexual), y las mujeres ya no pueden quedar embarazadas de manera natural. Según esta visión, el Feminismo lleva a una sociedad andrógina, donde hombres y mujeres pierden sus características biológicas distintivas, lo que obliga al Estado a implementar la esterilización.
En su relato, dos jóvenes protagonistas, que desean vivir como Adán y Eva, escapan a las montañas para llevar una vida "natural". En esta utopía patriarcal, el hombre caza y la mujer cuida del hogar y los hijos. Pero la mujer muere poco después de dar a luz, y el hombre, desesperado, regresa a la ciudad para mostrar a su hija ante la Sociedad Nacional de Mujeres Federadas. En un giro inesperado, el discurso del hombre, en el que relata su vida en la naturaleza siguiendo los roles tradicionales de género, conmueve profundamente a las feministas presentes, quienes sienten nostalgia por los antiguos roles de ama de casa y madre. Este final refleja la creencia de Keller y otros autores de ciencia ficción de que el Feminismo, en última instancia, fracasará y que las mujeres desearán volver a los roles tradicionales.
El grito final de la líder de las feministas en la historia, pidiendo "¡Devuélvanos nuestros hogares, nuestros esposos y nuestros bebés!", es recibido con entusiasmo por la multitud, mostrando una irónica nostalgia por el regreso al pasado patriarcal. Este relato, aunque exagerado y provocador, nos permite reflexionar sobre cómo las preocupaciones y los miedos del pasado siguen influyendo en nuestras ideas sobre el futuro. Nos muestra que, más allá de los temores y prejuicios de su época, la ciencia ficción sigue siendo un espejo fascinante de nuestras propias ansiedades sociales.