Al morir la madre de Teresita, su hermana Paulina fue por elección de la propia Santa su segunda mamá. Pocos años después en 1882, Paulina entra en el Carmelo para convertirse en la Madre Inés de Jesús. Esta partida Teresa la vive como un abandono y desde diciembre de ese año la niña cae con frecuencia enferma. La tarde de Pascua es atacada con temblores nerviosos que durarán seis semanas. Al vivir durante seis meses con la angustia de estar abandonada por su segunda madre, cae en un comportamiento regresivo, deseando ser "mimada como un bebé". Toda la familia se moviliza para obtener del cielo la curación de Teresa. Se hace celebrar un novenario de misas en el santuario parisiense de Nuestra Señora de las Victorias. El 13 de mayo de 1883, en fiesta de Pentecostés, Teresa se vuelve hacia la imagen que se encuentra al lado de su cama.
"De repente la Santísima Virgen me pareció bella, tan bella que nunca había visto cosa tan hermosa, su rostro respiraba una bondad y una ternura inefables, pero lo que llegó hasta el fondo de mi alma fue la arrebatadora sonrisa de la Santísima Virgen. En aquel momento todas mis penas se disiparon. Dos gruesas lágrimas brotaron de mis párpados y se deslizaron silenciosamente por mis mejillas, pero eran lágrimas de pura alegría... ¡La Santísima Virgen, pensé, me ha sonreído!"
Santa Teresita, el corazón que exclamó unos meses antes de su muerte: "En el Corazón de mi Madre, la Iglesia, seré el amor", no siempre supo que podía amar... no siempre se sintió libre para amar...Pero María le sonrió y fue sanada profundamente de sus sufrimientos espirituales, psicológicos, emocionales y corporales. Ella fue sanada por una sonrisa... una simple y poderosa “sonrisa”... La sonrisa de la Madre es un reflejo de su amor inmaculado y materno. Ella sonríe a lo más profundo de nuestros corazones, a las profundidades de nuestras heridas... a las carencias y sufrimientos más ocultas. Ella nos sonríe y conocemos su amor por nosotros. Ella sonríe y todo se transforma en paz, en calma en el océano de nuestros corazones...Ella sonríe y el amor florece en todo nuestro ser. Ella sonríe y los vacíos de nuestras vidas repentinamente son llenados... Ella sonríe y las deficiencias en nuestra humanidad son restauradas, son elevadas, son sanadas... Ella sonríe y la senda de la gracia se abre en nuestros corazones con una nueva libertad.
Ella sonríe y sabemos que somos amados, profundamente amados por el amor de una Madre. Ella sonríe y nuestros miedos se disipan. Ella sonríe y las dudas son iluminadas con su bondad... Ella sonríe y las faltas y excesos en nuestras vidas son elevadas a la medida perfecta del amor... Ella sonríe y nuestros corazones saben que hay mucho más... hay dulzura, hay valentía, hay libertad, hay fecundidad, hay comunión, hay vida, hay amor... y el amor nos hace fuertes, libres, joviales y gozosos. Ella sonríe y somos sanados... sanados en lo más profundo de nuestros corazones.