Dentro de las
cientos de páginas que contiene la Biblia, es muy fácil encontrar exactamente
una palabra o frase cualquiera en muy poco tiempo gracias al sistema de
capítulos y versículos que tiene, y que se emplea para citarlas. Pero a medida
que el estudio de la Biblia ganaba en precisión y minuciosidad, estas grandes
secciones de cada libro, llamadas capítulos, se mostraron ineficaces. Era
necesario todavía subdividirlos en partes más pequeñas con numeraciones
propias, a fin de ubicar con mayor rapidez y exactitud las frases y palabras
deseadas. Uno de los
primeros intentos fue el del dominico italiano SANTOS PAGNINO, el cual en 1528 publicó en Lyon una Biblia toda
entera subdividida en frases más cortas, que tenían un sentido más o menos completo:
los actuales versículos. Sin embargo no le correspondería a él la gloria de ser
el autor de nuestro actual sistema de clasificación de versículos, sino a ROBERTO STEFANO, un editor protestante.
Éste aceptó, para los libros del Antiguo Testamento, la división hecha por SANTOS PAGNINO, y resolvió adoptarla
con pequeños retoques.
Pero curiosamente
el dominico no había puesto versículos a los 7 libros deuterocanónicos (es
decir, a los libros de Tobías, Judit, 1 y 2 Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y
Baruc), por lo cual STEFANO tuvo que
completar esta labor. En cambio la división del Nuevo Testamento no fue de su
agrado, y decidió sustituirla por otra, hecha por él mismo. Su hijo nos cuenta
que se entregó a esta tarea durante un viaje a caballo de París a Lyon. STEFANO publicó primero el Nuevo
Testamento en 1551, y luego la Biblia completa en 1555. Y fue él el organizador
y divulgador del uso de versículos en toda la Biblia, sistema éste que con el
tiempo se impondría en el mundo entero. Esta división, al
igual que la anterior en capítulos, también fue hecha sobre un texto latino de
la Biblia. Sólo en 1572 se publicó la primera Biblia hebrea con los versículos.
Finalmente el PAPA CLEMENTE VIII
hizo publicar una nueva versión de la Biblia en latín para uso oficial de la
Iglesia, pues el texto anterior de tanto ser copiado a mano había sido
deformado. La obra vio la luz el 9 de noviembre de 1592, y fue la primera edición de la Iglesia Católica que apareció con la ya
definitiva división de capítulos y versículos.
De esta manera
quedó constituida la fachada actual que exhiben todas nuestras Biblias. Pero
lejos de ser afortunadas, estas divisiones muestran muchas deficiencias, que
revelan la manera arbitraria en que han sido colocadas, y que los estudiosos
actuales pueden detectar pero que quienes las hicieron entonces no estaban en
condiciones de saberlo. Por ejemplo, ESTEBAN
LANGTON en el libro de LA SABIDURÍA
interrumpe un discurso sobre los pecadores para colocar el capítulo 2, cuando
lo más natural hubiera sido colocarlo un versículo más arriba, donde
naturalmente comienza. Otro ejemplo más grave es el capítulo 6 del LIBRO DE DANIEL, que comienza en el
medio de una frase inconclusa, cuando debería haberlo puesto pocas palabras más
adelante. También los
versículos exhiben esta inexactitud. Uno de los casos más curiosos es el de
Génesis 2, en el que el versículo 4 abarca dos frases. Pero la primera
pertenece a un relato del siglo VI y la segunda a otro... ¡cuatrocientos años
antes! Y ambos forman parte de un mismo versículo. También en Isaías 22 tenemos
que la primera parte del versículo 8 pertenece a un oráculo del profeta,
mientras que la segunda, de otro estilo y tenor, fue escrita doscientos años
más tarde.
La disposición en
capítulos y versículos de la Biblia ha sido el comienzo de un cada vez más profundo
estudio de este libro. Hoy de la Biblia conocemos hasta sus más pequeños
detalles. Sabemos que sus capítulos
son 1.328. Que posee 40.030
versículos. Que las palabras en el texto original suman 773.692. Que tiene 3.566.480 letras. Que la palabra
YAHVÉ, el nombre sagrado de Dios,
aparece 6.855 veces. Que el SALMO 117 se encuentra justo en la
mitad de la Biblia. Que si uno toma la primera letra "T" hebrea en la primera línea del GÉNESIS, y luego anota las siguientes letras número 49 (49 es el
cuadrado de 7) aparece la palabra hebrea "TORÁ"
(= Ley) perfectamente escrita. El libro ha sido
puesto en la computadora, minuciosamente analizado, cuidadosamente enumerado en
todos los sentidos, al derecho y al revés, y descubierto las combinaciones y
las cábalas más curiosas imaginables. Se ha encontrado la frecuencia constante
de determinadas palabras a lo largo de los distintos libros, hecho misterioso
ya que quienes los escribían no sabían que iban a terminar formando parte de un
volumen más grueso. Ha sido sometida a cuantos estudios puedan hacerse. Ahora
sólo falta que nos decidamos a vivir lo que enseña, y a creer lo que nos
promete.