ENOC fue un hombre de notable santidad
que disfrutó de íntima comunión con Dios (Gn. 5-22, 24: por la expresión "caminó con Dios", Gn. 6-9;
Mi. 6-8; Mal. 2-6). Como Elías (2 R. 2-11), fue recibido en la presencia de
Dios sin que viera la muerte. Es probable que el lenguaje de Sal. 49-15; 73-24
refleje la historia de ENOC. En ese
caso el ejemplo de la asunción de ENOC
tuvo que ver con el origen de la esperanza judaica relacionada con la vida
junto a Dios después de la muerte. En el Nuevo
Testamento, He. 11-5 atribuye la asunción de ENOC a su fe; la expresión "haber agradado a Dios" es
la traducción en la LXX de "camino con Dios" (Gn.
5.24). Judas 14 cita una profecía atribuida a ENOC en 1 ENOC 1-9. En
el período inter testamentario ENOC
se convirtió en figura popular: véase Ecl. 44-16; 49, 14-16. Probablemente la
leyenda de ENOC se elaboró en la
diáspora babilónica por oposición a los sabios antediluvianos de las leyendas
mesopotámicas. Así se convirtió en el iniciador del arte de escribir y el
primer sabio, que recibió revelaciones celestiales de los secretos del universo
y las transmitió por escrito a las generaciones posteriores.
En la
tradición primitiva ocupa lugar prominente su sabiduría científica, adquirida
en viajes a través de los cielos con guías angelicales. Dicha sabiduría incluía
información astronómica, cosmográfica, y meteorológica, como también el
calendario solar de Qumrán. Era también el profeta de Dios enviado a oponerse a
los ángeles caídos. La tradición posterior (siglo II a.C.) recalca su enseñanza
ética, y especialmente sus revelaciones apocalípticas del curso de la historia
del mundo hasta el último juicio. En las Similitudes (1 Enoc 37-71) se lo
identifica con el Hijo del hombre
mesiánico (71, 14-17), y algunas tradiciones judaicas posteriores lo
identificaban con la figura casi divina de Metatrón.
Escritos apocalípticos cristianos primitivos frecuentemente predicen su regreso
a la tierra con Elías antes del fin. El texto
completo existe únicamente en etíope, pero hay secciones en griego, y se
dispone de fragmentos importantes del original arameo entre los materiales de
Qumrán. ENOC comprende cinco libros:
EL LIBRO DE LOS VIGÍAS (1–36), LAS SIMILITUDES (37–71), EL LIBRO ASTRONÓMICO (72–82), EL LIBRO DE LOS SUEÑOS (83–90) y LA EPÍSTOLA DE ENOC (91–105). Los
manuscritos de Qumrán incluyen fragmentos de todos estos excepto de LAS SIMILITUDES, y en consecuencia
generalmente ya no se fechan antes del siglo I d.C. También de Qumrán proceden
fragmentos de un LIBRO DE GIGANTES,
anteriormente prácticamente desconocido, que probablemente constituía el quinto
LIBRO DEL PENTATEUCO de ENOC, el que posteriormente fue
sustituido por LAS SIMILITUDES.
Los
manuscritos de Qumrán contribuyen a aclarar las fechas de estos libros. Las
secciones más antiguas son el LIBRO
ASTRONÓMICO y 6–19: estos datan de una fecha no posterior al comienzo del
siglo II a.C. y pueden pertenecer al siglo V. EL LIBRO DE LOS VIGÍAS (que incluye 6–19) no puede ser posterior a
mediados del siglo I y probablemente pertenece a mediados del siglo III a.C. EL LIBRO DE LOS SUEÑOS corresponde al
165 ó 164 a.C. LA EPÍSTOLA DE ENOC y
EL LIBRO DE GIGANTES pueden datar de
fines del siglo II a.C. Otras obras con el nombre de ENOC pertenecen a la era cristiana. LAS SIMILITUDES (1 Enoc 37–71) (importante porque quizá ilustra el
trasfondo del uso de "HIJO DEL
HOMBRE" en los evangelios) parecería ser una obra judía, aun cuando
algunos piensan que puede ser de origen cristiano.