La primera mujer de Adam, conocida como Lilith, es mencionada en varios textos, incluyendo la tradición judía y mesopotámica. Su nombre se asocia con el verbo "Leyalel", que significa llorar, indicando tristeza y amargura. Además, se cree que ataca durante la oscuridad, simbolizada por la noche. El origen de esta figura se encuentra en el libro de Isaías, donde se menciona a Lilith junto con bestias y animales en un contexto de desolación: “Las fieras del desierto se juntarán con las hienas, los sátiros se llamarán unos a otros. Allí también descansará Lilith y tendrá un lugar de reposo”, Isaías 34-14. Algunos comentaristas sugieren que representa fuerzas malévolas presentes en tierras arruinadas.
El midrash revela una interpretación más profunda de la creación de la primera mujer de Adam. La primera vez, este, la vio nacer conscientemente, pero su rechazo la convirtió en la reina de los demonios. La segunda vez, la creó durante un sueño, reconociendo no solo su aspecto físico sino también su dimensión espiritual. La conexión entre un hombre y una mujer solo a nivel material puede llevar al odio y al rechazo, como se ilustra en el caso de Amnon y Tamar. Por el contrario, la conexión espiritual y material resulta en una unión armoniosa. La energía sexual, mal utilizada, puede convertirse en dañina y destructiva.
El fracaso de la revolución sexual se examina en el contexto de una sociedad híper sexualizada desde los años 60. A pesar de la promesa de plenitud, la realidad muestra una creciente depresión y frustración sexual. La desconexión entre lo espiritual y lo material contribuye a este fenómeno. Para alejarse de la influencia negativa de Lilith, se sugieren consejos prácticos. Evitar lugares y plataformas que solo valoran lo material y lo carnal, como la pornografía o redes sociales centradas en la apariencia física. Cultivar relaciones estables y comprometidas que incluyan una conexión espiritual. Cuidar la energía sexual, canalizándola de manera positiva y evitando su uso egoísta.
Lilith, se presenta el Salmo 19 como una herramienta esencial para contrarrestar las energías sexuales negativas asociadas con su figura. Este salmo, con un poder especial de protección, se destaca por su capacidad para alejar fuerzas destructivas y promover la sanación espiritual. Conocido por su riqueza poética y espiritual, se convierte en un componente fundamental para comprender y enfrentar las energías sexuales negativas que afectan a las personas en la sociedad actual. Se introduce la idea de que, al contar cada 50 letras en el Salmo, surge la palabra que representa la primera mujer de Adam. Este descubrimiento numérico, específicamente en la letra 51, revela el valor numérico "na", que significa "por favor" en la petición "na refá na la" (por favor, sánale a ella).
La elección de la palabra "na" en el Salmo 19 es significativa, ya que encierra una petición de sanación y alejamiento de las energías negativas. Se establece una conexión simbólica entre el número 51 y la necesidad de pedir a Dios que sane a aquellos afectados por estas fuerzas destructivas, mostrando cómo esta práctica puede ser una herramienta espiritual poderosa. El Salmo 19, conocido como un cántico que celebra la gloria de Dios manifestada en la creación y la revelación divina, se transforma en un escudo espiritual contra las influencias perniciosas de la primera mujer de Adam. Al recitar este salmo, se invoca una petición especial de curación, utilizando la vibración numérica como un medio para canalizar la protección divina.