
El tema de tapa de la edición de marzo de 2025 está dedicado a la mujer. En la actualidad, vivimos en una sociedad en la que el concepto de equidad de género ha sido utilizado en muchas ocasiones para fomentar divisiones en lugar de propiciar el diálogo y el consenso. El empoderamiento femenino, lejos de estar ligado a discursos extremistas o a la confrontación, es un proceso individual y colectivo mediante el cual las mujeres asumen el control de sus vidas, desarrollando sus habilidades y confianza para alcanzar sus metas.
El término "empoderamiento" ha sido adoptado del inglés "empowerment" y se refiere a la capacidad de un grupo históricamente desfavorecido de asumir su situación y gestionarla de manera autónoma para mejorar sus condiciones de vida. A nivel individual, una persona empoderada es aquella que confía en sus capacidades, reconoce su responsabilidad sobre su propia existencia y trabaja en su desarrollo personal sin perder de vista que hay factores externos que escapan a su control.
Sin embargo, en un mundo altamente consumista y dominado por la imagen en redes sociales, este concepto ha sido desvirtuado. Se ha reducido muchas veces a una simple expresión de rebeldía sin sustancia o a una excusa para fomentar el odio, perdiendo de vista su verdadero propósito: el crecimiento personal y la independencia.
A lo largo de la historia, muchas mujeres han demostrado que el empoderamiento no necesita pancartas ni consignas agresivas, sino determinación, inteligencia y liderazgo. Un claro ejemplo es Isabel I de Castilla, quien, a pesar de no estar destinada al trono, asumió con firmeza su papel como reina, consolidando el poder de Castilla y dejando un legado imborrable. Su inteligencia y astucia la convirtieron en una de las figuras más influyentes de su tiempo, destacándose por su visión estratégica y su capacidad de gobernar con determinación.
Otra figura emblemática es la Madre Teresa de Calcuta. Su labor altruista trascendió fronteras, brindando ayuda a los más necesitados con un liderazgo indiscutible. Su misión no solo se basó en la compasión, sino también en una extraordinaria capacidad de gestión, logrando construir hogares y escuelas para los marginados. A pesar de las críticas, su postura firme en cuestiones éticas y morales la convirtió en una de las mujeres más influyentes del siglo XX.
Por último, Lady Di, la Princesa de Gales, desafió las normas establecidas dentro de la realeza británica, acercándose al pueblo con una autenticidad que la convirtió en un ícono mundial. Su cercanía con causas humanitarias y su manera de criar a sus hijos con valores alejados de los protocolos tradicionales marcaron un antes y un después en la monarquía.
Conmemorar el Día Internacional de la Mujer no debería centrarse en generar odio o división, sino en reconocer el valor de la mujer en todos los ámbitos, promoviendo el respeto, el diálogo y el trabajo conjunto. La verdadera fortaleza radica en el crecimiento personal y en la capacidad de transformar la sociedad desde la integridad y el ejemplo.