PROGRAMA Nº 1229 | 25.06.2025

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¿QUÉ ES LA FUMATA?

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Cada vez que la Iglesia Católica se encuentra en proceso de elegir a un nuevo papa, millones de ojos en todo el mundo se enfocan en un solo lugar: la chimenea que sobresale del techo de la Capilla Sixtina, en pleno corazón del Vaticano. Es ahí donde se produce la “fumata”, el humo que indica si los cardenales han alcanzado un acuerdo... o no.

Este antiguo símbolo es mucho más que una simple señal visual. Representa la culminación de una tradición que se remonta al siglo XIII, cuando el papa Gregorio X, tras el larguísimo cónclave que lo eligió, decidió establecer normas claras para futuras elecciones papales. Desde entonces, los cardenales deben reunirse en estricto aislamiento, sin contacto con el exterior, hasta lograr consenso sobre quién será el próximo sucesor de Pedro.

Pero, ¿cómo surgió la tradición del humo? En sus inicios, las papeletas utilizadas en las votaciones eran quemadas junto con paja para producir humo visible. Si querían emitir una fumata negra —que indica que no se ha alcanzado un acuerdo—, se añadía paja húmeda, generando un humo oscuro y denso. Por el contrario, la paja seca producía una fumata blanca, señal inequívoca de que se había elegido un nuevo Pontífice. Aunque era un sistema ingenioso, no estaba exento de fallos: durante la elección de Juan Pablo I en 1978, el humo fue tan ambiguo que muchos no pudieron distinguir si era blanco o negro. Algunos incluso lo describieron como gris.

Con el tiempo, para evitar confusiones, se introdujo un sistema mucho más preciso. Hoy en día se utilizan dos estufas distintas dentro de la Capilla Sixtina. En una se queman las papeletas de votación, mientras que en la otra se utilizan compuestos químicos específicos para colorear el humo. Así, ya no se deja nada al azar.

Cuando se desea generar humo blanco, se combinan clorato de potasio, lactosa y colofonia. Para obtener el humo negro, en cambio, se emplea una mezcla de perclorato de potasio, antraceno y azufre. Además, en la elección del papa Francisco en 2013, el Vaticano implementó un sistema electrónico que sincroniza ambas estufas, garantizando que la señal sea clara y al mismo tiempo que se queman las papeletas.

Cada sesión de votación en el cónclave concluye con una de estas señales. El humo negro comunica al mundo que los cardenales aún no han alcanzado los dos tercios necesarios. El humo blanco, sin embargo, provoca un estallido de emoción en la Plaza de San Pedro: es el anuncio silencioso de que el nuevo papa ha sido elegido y ha aceptado la misión.

Aunque el sistema ha evolucionado con el tiempo, la esencia sigue siendo la misma: la fumata es el lenguaje sin palabras que une a los fieles de todos los rincones del mundo en un momento histórico y solemne. En una era dominada por la inmediatez digital, este antiguo rito conserva su fuerza simbólica, recordándonos que, a veces, una simple columna de humo puede decirlo todo.

Equipo de Redacción
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