
Existe una antigua predicción que ha intrigado a creyentes y estudiosos durante siglos. Se trata de la llamada Profecía de los Papas, atribuida a san Malaquías, un arzobispo irlandés del siglo XII. Según la tradición, este texto fue hallado siglos después en los archivos secretos del Vaticano y desde entonces ha sido asociado, por muchos, con visiones apocalípticas y el destino final de la Iglesia.
Este manuscrito está compuesto por una serie de 112 frases breves escritas en latín. Cada una, en teoría, describe a un papa desde el año 1143, cuando fue elegido Celestino II, hasta un último líder espiritual, conocido como Pedro el Romano. A este último se le atribuye el gobierno de la Iglesia en medio de enormes dificultades y crisis, justo antes del colapso de Roma y el Juicio Final.
El fragmento final de la profecía dice que, durante la última persecución de la Iglesia de Roma, Pedro el Romano pastoreará a sus fieles en medio de grandes pruebas. Después de eso, la ciudad de las siete colinas será destruida y el Juez Supremo juzgará a la humanidad. Así concluye el texto con una declaración que ha sido interpretada como el anuncio del fin de los tiempos.
Para algunos, el número 112 representa al último papa, y muchos han identificado esta figura con quien suceda al actual pontífice, el papa Francisco. De ahí el interés que despierta este tema cada vez que se menciona una posible renuncia o fallecimiento del pontífice en funciones.
A lo largo del tiempo, la profecía ha sido objeto de numerosos análisis. Investigadores de temas bíblicos han planteado que el punto medio de la lista fue alcanzado en 1585, durante el papado de Sixto V. Dado que eso ocurrió 442 años después de la primera entrada, algunos proponen que el final se produciría 442 años más tarde, en 2027. Esta hipótesis sitúa el posible juicio final a poco más de un año de distancia. Las primeras descripciones, que llegan hasta el año 1590, parecen ser particularmente exactas. A partir de ese punto, las frases se vuelven más generales, aunque algunas aún hoy generan asombro.
Por ejemplo, al papa Benedicto XVI se le asoció con la expresión "la gloria del olivo", lo cual muchos vincularon a su afinidad con la Orden Olivetana. De igual manera, Juan Pablo II fue identificado con la frase "del eclipse del sol", hecho que coincidió con que nació y fue sepultado bajo eclipses solares.
Aunque no se puede comprobar con certeza si esta profecía es genuina o si se trata de una obra escrita con intenciones políticas, lo cierto es que sigue despertando fascinación. Cada nuevo cónclave y cada cambio de papa reavivan el interés por este enigmático texto que, para algunos, podría encerrar el relato del final de los tiempos.
Equipo de Redacción
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Para El Alfa y la Omega