Más
conocida como Orden de la Merced, fue fundada en 1218 por Pedro Nolasco, para
la redención de los cristianos cautivos en manos de musulmanes. Los mercedarios
se comprometen con un cuarto voto, añadido a los tradicionales de pobreza,
obediencia y castidad de las demás órdenes, a liberar a otros más débiles en la
fe, aunque su vida peligre por ello. Así, desde la
restauración de la Orden en 1880 por el Maestro General P. Pedro Armengol
Valenzuela, se produjo una reflexión para profundizar en cuál debía ser la
tarea de los mercedarios en los nuevos tiempos.
En
España, la conquista de la Península Ibérica por los árabes en el año 711 y la
subsiguiente resistencia cristiana, llevó a un conflicto de más de siete
siglos. En el marco del mismo, ya sea en batallas o razzias los dos bandos
hacían cautivos que eran reducidos a servidumbre y estaban en peligro de perder
la fe. Frente a esta situación las autoridades públicas cristianas intentarán
crear sistemas de redención de esos cautivos. Ante esta situación la misma
Iglesia se sentía concernida, llegando a ofrecer indulgencias de Cruzada a
quienes defiendan a los cristianos de las razzias musulmanas. Es en este contexto histórico en el que va
a surgir la Orden de la Merced.
De
Pedro Nolasco, el fundador de la Orden conocemos poco. Un joven mercader de
telas de Barcelona, intentó poner remedio a esta situación. Pronto empezó a
actuar en la compra y rescate de cautivos, vendiendo cuanto tenía. La noche del
1 de agosto de 1218 se le apareció la Virgen María, le animó en sus intentos y
le transmitió el mandato de fundar la Orden Religiosa de la Merced para la Redención de los Cautivos. Esta advocación mariana, que nace en España, se
difundirá por el resto del mundo. Fue aprobada por la Santa Sede en 1265. Fue
así como Pedro Nolasco funda una orden dedicada a la "merced"
(realización de una buena acción sin esperar nada a cambio). Su misión era,
pues, la misericordia para con los cristianos cautivos en manos de los
musulmanes. Muchos de los miembros de la orden canjeaban sus vidas por la de
presos y esclavos.
El
reconocimiento oficial de la Iglesia vino de la mano del Papa Gregorio IX,
quien aprobó la orden el 17 de enero de 1235, dándoles la regla de San Agustín.
Estaba compuesta por religiosos y caballeros (frailes legos o coadjutores) que
recibieron la institución canónica del obispo de Barcelona y la investidura
militar del rey Jaime I el Conquistador. Basándose en toda la experiencia
acumulada sobre los rescates de cautivos, el Rey Alfonso X de Castilla, yerno
del rey Jaime I el Conquistador, recoge en las Siete Partidas, cómo habían de
producirse dichos rescates.
Desde
1259 los padres Mercedarios empezaron a difundir la devoción a la Virgen de la
Merced (o de las Mercedes), extendiéndola por el mundo. El culto se difundió
muy pronto por Cataluña y por toda España, Francia e Italia a partir del siglo
XIII. Llegarán al continente americano y pronto la devoción a la Virgen de la
Merced se propaga ampliamente. En República Dominicana, Perú, Argentina,
Venezuela y muchos otros países, la Virgen de la Merced es muy conocida y
venerada.