La
gente suele pensar que los pactos con el demonio sólo existen en la literatura.
Están equivocados. Hay personas que conscientemente, con toda advertencia,
pactan con el Diablo y le entregan el alma con tal de conseguir algo en esta
vida. La idea de un pacto formal con el demonio aparece por primera vez en el
siglo V en los escritos de San Jerónimo. Este padre de la Iglesia cuenta como
un joven para obtener los favores de una bella mujer fue a un mago, el cual le
impone como pago por sus servicios el renunciar a Cristo con un escrito.
Tenemos en el siglo VI, una segunda aparición de este tipo de pacto en la
leyenda de Teófilo, quien accede a ser un servidor del Diablo y firma un pacto
formal. Esta leyenda se extendió por Europa en la Edad Media.
¿Es
posible un pacto con el demonio? Por supuesto uno puede firmar un papel, pero
no se le va a presentar el demonio ni para entregarle el papel, ni para
recogerlo. Cuando uno hace un pacto de este tipo siempre espera que se aparezca
alguien, pero es uno mismo el que tiene que escribir los términos, y tampoco
aparece nadie una vez firmado el pacto, con lo cual uno se queda con el papel
en la mano. Todo lo cual suele ser bastante desilusionante para el que se
esperaba que sucediera algo. Aun así, si uno invoca al Diablo muchas veces
pueden suceder cosas, lo mismo que en el espiritismo. Pero no necesariamente. A
esta escena tan poco teatral, para el que creía que iba a haber alguna
aparición, hay que añadir:
1º
Que firmar ese pacto no significa obtener una vida de riqueza, honor y lujuria
desenfrenada. Yo he conocido personalmente a dos personas que hicieron ese
pacto y, francamente, su nivel de vida era peor incluso que el mío. Tampoco
parece que en aspecto carnal el Diablo fuera especialmente generoso con ambos.
Eso se debe a que el Diablo no es Dios y no puede dar lo que quiera.
2º
El alma puede arrepentirse siempre que quiera con un simple acto de su
voluntad. Arrepintiéndose, el pacto queda en papel mojado fueran cuales fueran
los términos del contrato. Incluso aunque se excluyera la posibilidad del
arrepentimiento, esta clausula no sirve de nada. Dios que nos ha dado la
libertad para hacer lo que queramos, no nos ha dado libertad para renunciar a
la libertad. Esto es válido también en la eternidad, en el cielo o en el
infierno seguiremos siendo libres. Sólo que en el cielo ya no querremos pecar,
y en el infierno ya no querremos arrepentirnos.
Muchos
piensan que el triunfo en los negocios o la profesión sí que la puede dar el
Diablo. Pero la razón por la que el mismo Diablo no puede conceder ni siquiera
eso a sus siervos es porque el éxito de una empresa o en una profesión depende
de la concatenación de muchas causas y factores. El demonio sólo puede tentar,
así por ejemplo puede tentar a un jefe a que escoja a un empleado en vez de a
otro. Pero la tentación se puede superar, y por tanto ni una cosa tan simple
como esa es segura ni con un pacto con el demonio.
El
gran poder del pacto con el demonio es hacer pensar a la persona que ya está
condenada haga lo que haga. Es difícil hacer entender a una persona que ha
firmado tal trato que sigue siendo tan libre como antes. Pero es así.
Extracto
del libro
“Tratado de
Demonología y Manual de Exorcistas”
Del
P. José Antonio Fortea