Fueron
los protestantes franceses de los siglos XVI y XVII, muchos de los cuales
murieron por su fe. La pronunciación de la palabra hugonote puede derivarse del nombre personal Hugues, un líder del
movimiento de Ginebra llamado Besançon Hugues (muerto en 1532). Tras el inicio
de la Reforma en Alemania, el movimiento se difundió rápidamente por Francia,
especialmente en lugares que habían sufrido depresión económica y entre los
descontentos con el orden establecido. Pronto se desató la persecución y el
primer mártir protestante francés, Jean Vallière, fue quemado en la hoguera en
agosto de 1523.
A
pesar de la persecución el movimiento progresó aunque se tomaron medidas contra
el mismo tras el incidente de los 'Placards' en octubre de 1534, cuando
pósteres que atacaban la misa fueron pegados por todo París y hasta en la
puerta del dormitorio del rey Francisco I en Amboise. Muchos refugiados
protestantes huyeron a Estrasburgo, que entonces era una ciudad libre del
imperio. En esa ciudad Martín Bucero había organizado una Iglesia Reformada. El
más famoso de esos exiliados era Calvino, quien salió para Basilea en 1534 y
allí escribió su célebre Institución de la Religión Cristiana, cuyo prólogo
escribía al rey Francisco I intercediendo por los reformadores en Francia. En
1538 Calvino visitó Estrasburgo atendiendo una invitación de Bucero,
organizando la comunidad francesa en dicha ciudad.
La
primera comunidad hugonote en territorio francés, fue la de Meaux fundada en
1546 según el modelo de la comunidad de Estrasburgo. La iglesia hugonote en
París fue fundada en 1555 y a pesar de la persecución se incrementó su número.
Esta iglesia celebró su primer sínodo en 1559 al que asistieron 72 delegados
representando a todas las provincias del reino y elaborando una confesión de fe
que estaba influenciada por las ideas de Calvino. Este sínodo contribuyó, de
manera notoria, a incrementar el número de los reformados en Francia. Mientras
que en esa ocasión había 15 iglesias representadas, en el de 1561 había 2.150.
La conspiración de Amboise, constituida por hugonotes con el objetivo de
secuestrar al rey-niño Francisco II en marzo de 1560 acabó con la muerte de
todos los conspiradores menos Luis de Borbón, príncipe de Condé.
Tras
la masacre de Vassy, donde una congregación de hugonotes reunidos
clandestinamente para adorar fue masacrada por los soldados de la familia Guisa, Condé
declaró que no había esperanza sino en Dios y las armas. En Orleans el 12 de
abril de 1562 los dirigentes hugonotes firmaron un manifiesto en el que
señalaban que como leales súbditos eran empujados a tomar las armas por la
libertad de conciencia y a causa de la persecución. De esta manera comenzó en
Francia un periodo convulso, conocido como las Guerras de Religión, que duraron
hasta finales de siglo. El incidente más famoso fue la Matanza del Día de San Bartolomé, cuando en la noche del 24 al 25
de agosto de 1572, tras un consejo en el que estuvieron presentes Catalina de
Médicis, reina madre, el rey Carlos IX, el duque de Anjou (más tarde Enrique
III) y los Guisa, se desató una masacre, en la cual Coligny y casi todos los
dirigentes hugonotes fueron asesinados en París.
También
por toda Francia se sucedieron los altercados y los hugonotes fueron asesinados
por miles. Los supervivientes resolvieron presentar resistencia y un partido
político hugonote se formó cerca de Nimes en 1573. Al principio, los hugonotes
pensaron que la corona de Francia pasaría a un hugonote, pero cuando se dieron
cuenta de que tal cosa no iba a suceder lucharon por la libertad religiosa y
civil. La guerra se reinició tras la Matanza de San Bartolomé y continuó, con
breves intervalos, a través del todo el reinado de Enrique III, que sucedió a
Carlos IX en 1574. Las vacilaciones de Enrique provocaron la formación de una Liga
Santa contra los hugonotes.
Tras
el asesinato de Enrique III en 1589 la corona recaía en Enrique IV,
protestante, quien pudo alcanzar el trono tras abjurar del protestantismo y
aceptar el catolicismo, privando así a la Liga de su pretexto para rechazarlo.
Tras 40 años de luchas, los hugonotes obtuvieron la declaración de libertad
religiosa, promulgada por Enrique IV en el Edicto de Nantes (1593). Sin
embargo, las guerras civiles se sucedieron otra vez durante la década de 1620
en el reinado de Luis XIII, cuando los hugonotes fueron derrotados, firmándose
la Paz de Alès en 1629 por la que a los hugonotes se les reconocía libertad de
conciencia, aunque perdían sus ventajas militares. Sus derechos del Edicto de
Nantes fueron confirmados por una declaración real en 1643 hecha en nombre del
rey infante Luis XIV. Pero el clero católico francés no aceptaba a los
hugonotes y maquinó para desposeerlos de sus derechos.
Durante
varios años, hubo coerciones y muchos protestantes fueron obligados a
convertirse. Finalmente, en octubre de 1685 Luis XIV revocó el Edicto de
Nantes, lo que provocó para Francia la pérdida de más de 400.000 ciudadanos
franceses que eran hugonotes. Muchos emigraron a Inglaterra, Prusia, Países
Bajos y América, convirtiéndose en buenos ciudadanos de esos países. Como
muchos de ellos eran comerciantes e industriosos, su ausencia significó una
pérdida para Francia en la Revolución Industrial. Hacia principios del siglo
XVIII los hugonotes parecían haber sido eliminados, proclamando Luis XIV que se
había terminado con todo ejercicio del protestantismo en Francia.
Pero ese
mismo año una asamblea de protestantes celebró una conferencia en Nimes con el
fin de restaurar la Iglesia protestante. Aunque muy reducidos en número, los
protestantes persistieron en Francia. Entre 1745 y 1754 la persecución se
reavivó, si bien la opinión pública francesa comenzó a oponerse a las
persecuciones. A pesar de la firme oposición del clero católico, un edicto de
1787 restauró en parte los derechos civiles de los hugonotes. En 1789, con la
Revolución Francesa, la Asamblea Nacional afirmó la libertad de religión y
otorgó a los protestantes el derecho de ejercer cualquier oficio y profesión.