José de Arimatea aparece mencionado en
los cuatro evangelios en el contexto de la pasión y muerte de Jesús. Era
oriundo de Arimatea, una población en Judá, la actual Rentis, a 10 km al nordeste de Lydda,
probablemente el lugar de nacimiento de Samuel (1 S 1,1). Hombre rico (Mt
27,57) y miembro ilustre del sanedrín (Mc 15,43; Lc 23,50), tenía un sepulcro
nuevo cavado en la roca, cerca del Gólgota, en Jerusalén. Era discípulo Jesús,
pero, como Nicodemo, lo mantenía en oculto por temor a las autoridades judías
(Jn 19,38). De él dice Lucas que esperaba el Reino de Dios y no había
consentido en la condena de Jesús por parte del sanedrín (Lc23, 51).
En los momentos crueles de la
crucifixión no teme dar la cara y pide a Pilatos el cuerpo de Jesús. Concedido
el permiso por el prefecto, descuelga al crucificado, lo envuelve en una sábana
limpia y, con ayuda de Nicodemo, deposita a Jesús en el sepulcro de su
propiedad, que todavía nadie había utilizado. Tras cerrarlo con una gran roca
se marchan (Mt 27,57-60, Mc 15,42-46, Lc 23,50-53 y Jn 19,38-42). Hasta aquí
los datos históricos. Algunas leyendas, sin fundamento histórico, muestran la
importancia que se daba a los primeros discípulos de Jesús. Esos relatos pueden
estar vinculado a polémicas de algunas regiones con Roma, pero nada tienen que
ver con la verdad histórica. A partir del siglo IV surgieron tradiciones
legendarias de carácter fantástico en las que se ensalzaba la figura de José.
En un apócrifo del siglo V, las Actas de Pilato, también llamado Evangelio de
Nicodemo, se narra que los judíos reprueban el comportamiento de José y
Nicodemo a favor de Jesús y que, por este motivo, José es enviado a prisión.
Liberado milagrosamente aparece en
Arimatea. De allí regresa a Jerusalén y cuenta cómo fue liberado por Jesús. Más
fabulosa todavía es la obra Vindicta Salvatoris del siglo IV, que tuvo una gran
difusión en Inglaterra y Aquitania. En este libro se narra la marcha de Tito al
frente de sus legiones para vengar la muerte de Jesús. Al conquistar Jerusalén,
encuentra en una torre a José, donde había sido encerrado para que muriera de
hambre. Sin embargo, fue alimentado por un manjar celestial. En los siglos
XI-XIII, la leyenda sobre José de Arimatea fue coloreándose de nuevos detalles
en las islas británicas y en Francia, insertándose en el ciclo del santo Grial
y del rey Arturo. Según una de estas leyendas, José lavó el cuerpo de Jesús y
recogió el agua y la sangre en un recipiente. Después, José y Nicodemo dividieron
su contenido.
Otras leyendas dicen que José, fue el
encargado de guardar el cáliz donde se recogió la sangre que mano del costado
derecho de Jesús, se cuenta que José llevo este relicario, evangelizó Francia
(algunos relatos dicen que habría desembarcado en Marsella con Marta, María y Lázaro), España (donde
Santiago lo habría consagrado obispo), Portugal e Inglaterra. En esta última
región, la figura de José se hizo muy popular. La leyenda le hace el primer
fundador de la primera iglesia en suelo británico, en Glastonbury Tor, donde mientras
estaba dormido su báculo echó raíces y floreció. Glastonbury Abbey se convirtió
en un importante lugar de peregrinación hasta que ésta fue disuelta con la Reforma en 1539.