martes, 23 de febrero de 2016

SAMUEL RUIZ GARCÍA

(Irapuato, Guanajuato, 3 de noviembre de 1924 - Ciudad de México, 24 de enero de 2011) fue un religioso mexicano, obispo católico, defensor de los derechos de los pueblos indígenas de México y de América Latina. Era cariñosamente llamado por los pueblos indígenas "Tatik" o caminante.

Vivió su infancia en Irapuato, y a sus 13 años se fue al Seminario Diocesano de León. En 1947 fue enviado a Universidad Gregoriana, a estudiar teología. Ahí es ordenado sacerdote. En 1954 regresa a León, Guanajuato, y al poco tiempo es designado rector del seminario. En 1959 es designado Obispo de Chiapas, en el estado de Chiapas, México. Esta diócesis se caracteriza por su extrema pobreza y por tener una población mayoritariamente indígena. Durante años estableció un sistema de ayuda de la diócesis hacia la población indígena.

Samuel Ruiz García prestó su colaboración como mediador en varios conflictos latinoamericanos. En especial cumplió funciones de mediador en el conflicto de Chiapas entre el indigenista Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el gobierno federal mexicano. Ejerció de obispo en San Cristóbal de las Casas hasta 1999. En el año 2000 fue distinguido con el Premio Simón Bolívar de la Unesco por su especial compromiso personal y su papel en tanto que mediador, contribuyendo así a la paz y al respeto de la dignidad de las minorías. Su última sede parroquial fue la sagrada familia de Nazareth en la ciudad de Santiago de Querétaro.

El 2001 recibió el Premio Internacional de Derechos Humanos de Núremberg, por su infatigable defensa de los derechos humanos de los pueblos indígenas de Chiapas, México, durante más de dos décadas. Recibió el doctorado honoris causa por la Universidad Iberoamericana, en 1997 por la Universidad Autónoma de Barcelona y en 2001 por la Universidad Autónoma de Sinaloa. En abril de 2008 es nombrado por el Ejército Popular Revolucionario mediador, junto con otros intelectuales mexicanos ante el gobierno federal del presidente Felipe Calderón Hinojosa. 

Murió el 24 de enero de 2011 a las 10 de la mañana en el Hospital Ángeles del Pedregal, en la Ciudad de México. Fue señalado como uno de los autores de los ataques guerrilleros suscitados en el estado de Chiapas, en el año de 1994. El gobierno del entonces presidente mexicano Ernesto Zedillo (1994-2000) lo acusó de esgrimir "una ideología de la violencia" por su trabajo con las comunidades de las que surgió la guerrilla del Subcomandante Marcos y su apoyo a sus reivindicaciones sociales.

A Samuel Ruiz García se le relacionó ampliamente con la corriente llamada Teología de la Liberación. En la década de los años ochenta y noventa, en la pastoral social de Ruiz se formaron algunas de las primeras organizaciones no gubernamentales dedicadas a la protección de los derechos humanos en México, por ejemplo el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (1989).

LOS CRISTEROS

La Guerra Cristera también es conocida como Guerra de los Cristeros o Cristiada. Fue una lucha armada entre el Gobierno y la Iglesia de 1926 a 1929. Se peleó entre el gobierno de Plutarco Elías Calles y milicias de laicos, presbíteros y religiosos católicos que estaban en contra de las políticas públicas orientadas a restringir la autonomía de la Iglesia Católica. Se estima que murieron 250 mil personas entre civiles y militares. En 1926, las hostilidades entre la Iglesia y el Estado llegan a su punto de ruptura.

El enfrentamiento pospuesto desde las leyes de reforma lleva, en estos años de luchas intensas posrevolucionarias, a una de las rebeliones más controvertidas de la historia de México: el conflicto religioso. Una tensa conciliación entre la Iglesia y el Estado se había mantenido a partir de la promulgación de la Constitución de 1917. La Iglesia había recuperado el poder espiritual perdido durante la guerra de reforma y ejercía mayor influencia en la formación de sindicatos obreros y campesinos. Durante el gobierno de Álvaro Obregón, se verifica en 1923 el primer conflicto grave que auguraba las relaciones en los años posteriores a la llegada del delegado apostólico Filippi para bendecir el cerro del Cubilete en Silao, donde sería erigido el monumento a Cristo Rey.

El 31 de julio, después de rezos, sacudidas y tironeos a su fe, pierden el auxilio espiritual y sufren la brutalidad de la represión. Lejos de entenderlo, el Estado, la Iglesia católica y la Santa Sede no midieron la fuerza popular que estaban movilizando. El gobierno no creía en la sublevación; los católicos eran viejas beatas y ancianos fanáticos por lo que decide utilizar mano de hierro para detener los brotes de descontento. La Iglesia esperaba poder llamar a una guerra pacífica y al martirio si era necesario; pocos sacerdotes favorecían la lucha armada, si bien el Episcopado acepta, aunque no recomienda, la rebelión propuesta por la Liga. A partir del 31 de julio los enfrentamientos armados se suceden en diferentes poblaciones, los católicos están dispuestos a defender su fe contra el "césar " Calles.

La Liga organizada política y militarmente decide comandar la lucha; establece centros locales y regionales en toda la República, promete a los combatientes armas y dinero para apoyar la insurrección y derrocar al gobierno, pero esta ayuda no es suficiente. Esperanzados en el apoyo de las ligas católicas norteamericanas y los ricos católicos quienes en la medida que avanzaba el movimiento se fueron separando de la lucha. Finalmente en los primeros días de enero de 1927, después de brotes espontáneos de rebelión, de arengas de los curas para luchar por la iglesia y de violentas represiones por parte del ejército, el pueblo se subleva al grito de: "¡Viva Cristo Rey!".

Las primeras zonas del país que se levantan en armas son las controladas por la Unión Popular en Jalisco, las zonas limítrofes de Nayarit, Zacatecas, Guanajuato y Michoacán; al poco se unen Colima y Nayarit. Los Altos de Jalisco representan uno de los focos de insurrección más importantes; ahí luchan activamente tres de los cinco curas combatientes: el padre Aristeo Pedroza, el "tristemente célebre" padre José Reyes Vega y el padre Pérez Aldape. También por estos rumbos permaneció monseñor Orozco y Jiménez, quien rechazaba la lucha armada, pero prefirió permanecer con sus feligreses para llevarles la cura de almas. Con el tiempo monseñor Orozco es considerado la cabeza del movimiento y los rebeldes son conocidos por su grito de batalla como: los cristeros.

Una de las características importantes de los inicios del movimiento cristero fue que carecía de caudillo, los líderes salían del convencimiento de su misión cristiana, aún careciendo de armas y equipo. La lucha fue un enfrentamiento desigual. El ejército bien armado, comido y vestido, llamado por el pueblo: "los federales", se encontraba al mando del Secretario de Guerra y Marina Joaquín Amaro, conocido "comecuras" por su postura anticlerical. En 1927 el ejército contaba con 79 759 hombres; pero la desigualdad de hombres y armas no detuvo a los cristeros; donde la insurrección parecía ser aplastada, a los pocos días resurgía. La ferocidad de la milicia y el ensañamiento con la población civil, hizo que los cristeros fueran apoyados por la población y las autoridades políticas de la localidad. Tácticamente, el movimiento cristero superaba a las milicias regulares: organizados en pequeños grupos, por la falta de parque y armas, atacaban, intempestivamente, y después se retiraban a la sierra, en donde su profundo conocimiento del terreno y siendo excelentes jinetes, les permitía huir rápidamente; el ejército más desarrollado en la infantería se veías imposibilitado a proseguir la persecución.

Ante la imposibilidad de controlar la rebelión, el general Amaro organiza las "concentraciones", en las cuales se obligaba a los campesinos de la zona a reunirse en poblados determinados, en una fecha señalada; si esto no sucedía, las gentes que eran encontradas lejos de las zonas de concentración eran fusiladas sin previo juicio, lo que significó pérdida de cosechas, hambre y enfermedades para la población civil. La primera "concentración" es ordenada en mayo de 1927, en los Altos de Jalisco, para detener la insurrección y vengar el sangriento asalto al tren " la barca ", realizado por el padre Vega. Aunque en un principio la acción dio resultado, al poco tiempo la gente decidió, sin previo aviso, regresar a sembrar, y nuevamente, aún con mayor fuerza continuó la lucha. En junio de 1927, los cristeros sumaban alrededor de 20 000 hombres, lo que desmentía las partes militares de que la lucha estaba controlada por el ejército.

En julio de 1927, la liga, dividida internamente, decide contratar al general Enrique Gorostieta y al general Degollado para que tomen el mando militar del movimiento. Gorostieta, general porfirista y ex huertista, se encontraba exiliado en Cuba dedicado a actividades civiles. Acepta contratarse, y a pesar de no ser un fanático religioso, se le da el mando militar de la zona de Jalisco. Para febrero de 1928, Gorostieta logró organizar civil y militarmente la zona del norte de Jalisco, el sur de Zacatecas, donde combatían los cristeros al mando de Quintanar, Sandoval, Chema Gutiérrez y Felipe Sánchez y el noroeste de Michoacán al mando de Degollado y Guízar e Ignacio Sánchez. En octubre de 1928 la liga nombra a Gorostieta jefe supremo de la guardia nacional. El general ha hecho suya la causa cristera y tiene gran influencia en Nayarit, Aguascalientes, Zacatecas, Querétaro y Guanajuato. Con Gorostieta, experto en guerra de guerrillas y estrategia militar, el movimiento cristero se consolida.

Para finales de 1928 la guerra estaba en su apogeo, los cristeros se calculaban en 30 000 hombres. Las "concentraciones" solo provocaban el aumento de los levantamientos entre la población pacífica, y además los cristeros se organizaron para que los campesinos concentrados no perdieran sus cosechas, recolectando el maíz guardándolo en espera de sus dueños. En marzo de 1929, se desata una nueva rebelión contra el gobierno, esta vez encabezada por los generales Francisco Manzo y José Gonzalo Escobar con el apoyo de los jefes militares de Sonora, Chihuahua, Coahuila y Durango. Escobar y Manzo intentan encausar para sí al movimiento cristero, derogando las leyes de Calles en sus estados, pero Gorostieta, sabedor de las pugnas por el poder que existían entre el ejército, los acepta con reservas, que finalmente fueron justificadas, puesto que Escobar nunca entregó a los cristeros las balas prometidas. En esta ocasión Calles es nombrado por el Presidente Interino de México Emilio Portes Gil, Secretario de Guerra y Marina, y combate personalmente a los rebeldes. Al ser aplastada la rebelión escobarista el ejército toma nuevos bríos para atacar a los cristeros, que en esos momentos controlaban el oeste de la República. Las milicias cristeras se calculaban en 50.000 hombres: 25.000 al mando de Gorostieta y otro tanto en el resto del país. El ejército federal estaba formado por 70.367 hombres, más 30.000 auxiliares de las brigadas agraristas.

En 1929 la proximidad de las elecciones presidenciales representa la coyuntura política para que el conflicto se resuelva. Durante los años de lucha, el Estado y la Iglesia habían mantenido negociaciones secretas, después del fracaso de Obregón para mediar en el conflicto en 1926 y el intento fallido a causa de la intervención de la Liga en las negociaciones de Portes Gil con Gorostieta. La Santa Sede encarga a monseñor Ruiz y Flores las negociaciones. Por intermedio del embajador norteamericano Morrow, se establecen los convenios con Calles. En junio de 1929 llega Ruiz y Flores a México y entre el 12 y el 21 de junio se conjura la guerra.

Morrow redacta el memorándum y el día 22 son publicados los "arreglos": La ley de Calles era suspendida, pero no derogada; se otorgaba amnistía a los rebeldes; se restituían las iglesias y la Iglesia podía realizar nuevamente los cultos. Esta medida dio al traste con el apoyo popular que Gorostieta ofreció a Vasconcelos en su candidatura a la presidencia, y el general que vislumbraba en los " arreglos " una claudicación de la causa cristera, muere en junio de 1929 en circunstancias extrañas. La guerra se daba por terminada, sin el consentimiento de los que intervinieron en la lucha.

A partir de la promulgación de los llamados "arreglos", los cristeros empiezan a deponer las armas, pero tarda aún un mes en ser pacificado el país. El cruento saldo se calcula en 90.000 combatientes muertos: 56.882 oficiales, soldados y agraristas y 30.000 cristeros, más la población civil y los cristeros muertos por las razzias posteriores a los "arreglos".

martes, 16 de febrero de 2016

LAS OBRAS DE MISERICORDIA SON ACTUALES Y REALES

Esperanza es uno más de los miles de niños que viven en la calle en Nigeria. Muchos apenas aprendieron a caminar, de tan pequeños. Deambulan solos y se alimentan de lo que juntan en la basura o les arrojan los vecinos. Todos ellos fueron expulsados por padres convencidos de que habían traído al mundo brujos. La tradición dice que su permanencia en el hogar es un peligro y, por eso, el destino de esos bebés es el destierro familiar.

La danesa Anja Ringgren Loven creó, hace tres años, una ONG llamada African Children's Aid Education and Development Foundation. Su trabajo es, justamente, evitar la muerte de estos "NIÑOS BRUJOS". El 31 de enero, Loven encontró a un pequeño de 2 años. Estaba desnutrido y lleno de parásitos. Le dio agua de una botella, lo cubrió con una manta y lo tomó en sus brazos.

"Miles de niños están siendo acusados de ser brujos. Son niños torturados y asustados", escribió Loven en Facebook. Lo primero que hicieron en el hospital fue eliminar los gusanos de Esperanza. Luego le dieron transfusiones diarias de sangre para incorporar glóblulos rojos a su organismo.

"La condición de la Esperanza es ahora estable. Está comiendo por sí mismo y responde a los medicamentos que recibe. Hoy se ha sentado y nos sonríe, es un chico fuerte", escribió. Loven ha publicado las fotos de la evolución de Esperanza. Su rostro ha cambiado y se conecta con los juguetes que le acercan. Su mirada está viva. Incluso juega con el hijo de Loven. "No sé cómo describirlo en palabras. Esto es lo que hace la vida más bella y valiosa. Voy a dejar que las imágenes hablan por sí mismas", dijo.

Dos días después de hallar a Esperanza en la calle, Loven pidió desde Facebook ayuda para pagar los gastos médicos del niño. La respuesta ha sido abrumadora: 1 millón de dólares llegaron en donaciones desde todo el mundo.

Fuente:

DECLARACIÓN CONJUNTA DEL PAPA FRANCISCO Y DEL PATRIARCA KIRIL

"NO SOMOS COMPETIDORES, SINO HERMANOS"

1. Por la voluntad de Dios Padre, de quien procede todo don, en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, con la ayuda del Espíritu Santo Consolador, nosotros, Francisco, Papa y Obispo de Roma, y Kiril, Patriarca de Moscú y Toda Rusia, reunimos hoy en La Habana. Damos gracias a Dios, glorificado en la Santísima Trinidad, por este encuentro, el primero en la historia.

Con alegría, nos reunimos como hermanos en la fe cristiana que se encontraron para “hablar… personalmente” (2 Juan, 12), de corazón a corazón, y discutir las relaciones mutuas entre las Iglesias, los problemas palpitantes de nuestro rebaño y las perspectivas del desarrollo de la civilización humana.

2. Nuestro encuentro fraterno se llevó a cabo en Cuba, en la encrucijada entre el Norte y el Sur, el Este y el Oeste. Desde esta isla, un símbolo de esperanza del Nuevo Mundo y de los dramáticos acontecimientos de la historia del siglo XX, dirigimos nuestras palabras a todas las naciones de América Latina y de otros continentes.

Nos alegra el hecho de que hoy en día aquí la fe cristiana evoluciona dinámicamente. El potencial religioso de gran alcance en América Latina, sus tradiciones cristianas multiseculares, manifestadas en la experiencia personal de millones de personas, son clave para un gran futuro de esta región.

3. Al reunirnos a distancia de las antiguas disputas del Viejo Mundo, sentimos muy fuertemente la necesidad de colaboración entre los católicos y los ortodoxos, que deben estar siempre preparados para responder a cualquiera que les pida razón de la esperanza (1 Pedro 3, 15).

4. Damos gracias a Dios por los dones que hemos recibido a través de la venida al mundo de su Hijo Unigénito. Compartimos la Tradición espiritual común del primer milenio del cristianismo. Los testigos de esta Tradición son la Santísima Madre de Dios, la Virgen María, y los santos a quienes veneramos. Entre ellos están innumerables mártires que mostraron su fidelidad a Cristo y se convirtieron en “la semilla de cristianos”.

5. A pesar de tener la Tradición común de diez primeros siglos, los católicos y los ortodoxos, durante casi mil años, están privados de comunicación en la Eucaristía. Permanecimos divididos dado a las heridas causadas por los conflictos del pasado lejano y reciente, por las diferencias heredadas de nuestros antepasados, en la comprensión y la explicación de nuestra fe en Dios, un ser único que existe como tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Lamentamos la pérdida de la unidad, que era una consecuencia de la debilidad y la pecaminosidad humana, que se produjo a despecho de la oración del Primer Sacerdote, Cristo Salvador: “Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17, 21).

6. Conscientes de muchos obstáculos que hay que superar, esperamos que nuestro encuentro contribuya a la obtención de la unidad mandada por Dios, por la que Cristo había rezado. Que nuestro encuentro inspire a los cristianos de todo el mundo para invocar con el nuevo fervor al Señor, orando sobre la plena unidad de todos sus discípulos. Que ésta, en el mundo que espera de nosotros no sólo palabras, sino acciones, sea un signo de esperanza para todas las personas de buena voluntad.

7. Teniendo firmeza en hacer todo lo necesario para superar las diferencias históricas heredadas por nosotros, queremos reunir nuestros esfuerzos a fin de dar testimonio del Evangelio de Cristo y del patrimonio común de la Iglesia del primer milenio, respondiendo conjuntamente a los desafíos del mundo moderno. Los ortodoxos y los católicos deben aprender a llevar el testimonio común de la verdad en aquellas áreas, en las que es posible y necesario. La civilización humana ha entrado en un período de cambios epocales. La conciencia cristiana y la responsabilidad pastoral no nos permiten que permanezcamos indiferentes ante los desafíos que requieren una respuesta conjunta.

8. Nuestra atención está dirigida principalmente hacia aquellas regiones del mundo donde los cristianos están sometidos a persecución. En muchos países de Oriente Medio y África del Norte, se exterminan familias completas de nuestros hermanos y hermanas en Cristo, pueblos y ciudades enteros habitados por ellos. Sus templos están sometidos a la destrucción bárbara y a los saqueos, los santuarios – a la profanación, los monumentos – a la demolición. En Siria, Irak y otros países de Oriente Medio observamos con dolor el éxodo masivo de cristianos de la tierra donde nuestra fe comenzó a extenderse, y donde ellos vivían a partir de los tiempos apostólicos, junto con otras comunidades religiosas.

9. Hacemos un llamamiento a la comunidad internacional a tomar medidas inmediatas para evitar un mayor desplazamiento de los cristianos de Oriente Medio. Levantando nuestras voces en defensa de los cristianos perseguidos, también solidarizamos con sufrimientos de seguidores de otras tradiciones religiosas, que se han convertido en víctimas de la guerra civil, el caos y la violencia terrorista.

10. En Siria e Irak esta violencia ha cobrado miles de vidas, dejando sin hogares y medios de vida a unos millones de personas. Hacemos un llamamiento a la comunidad internacional a unirse para poner fin a la violencia y al terrorismo y al mismo tiempo, a través del diálogo, a contribuir a la pronta obtención de la paz civil. Se requiere una ayuda humanitaria de gran escala para el pueblo que sufre, y para muchos refugiados en los países vecinos.

Solicitamos a todos los que pueden, influir en el destino de todos los secuestrados, incluyendo a los Metropolitas de Alepo, Pablo y Juan Ibrahim, capturados en abril de 2013, para hacer todo lo necesario a fin de su pronta liberación.

11. Enviamos oraciones a Cristo, Salvador del mundo, sobre el establecimiento en suelo de Oriente Medio de la paz, que es producto de la justicia (Isaías 32, 17), sobre el fortalecimiento de la convivencia fraterna entre diversos pueblos, Iglesias y religiones situados en esta tierra, sobre el regreso de los refugiados a sus casas, sobre la curación de los heridos y el reposo de almas de las víctimas inocentes.

Dirigimos a todas las partes que puedan estar involucradas en los conflictos, un ferviente llamamiento para manifestar buena voluntad y llegar a la mesa de negociación. Al mismo tiempo, es necesario que la comunidad internacional haga todos los esfuerzos posibles para poner fin al terrorismo mediante acciones comunes, conjuntas y sincronizadas. Hacemos un llamamiento a todos los países involucrados en la lucha contra el terrorismo, a las acciones responsables y prudentes. Hacemos un llamado a todos los cristianos y a todos los creyentes en Dios para rezar al Señor Creador y Providente que cuida el mundo, que guarde su creación de la destrucción y no permita una nueva guerra mundial. Para que la paz sea duradera y fiable, se requieren esfuerzos especiales destinadas al regreso a los valores comunes, que nos unen, basados en el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.

12. Admiramos la valentía de aquellos que entregan sus vidas por haber dado testimonio de la verdad del Evangelio, prefiriendo la muerte ante la abjuración de Cristo. Creemos que los mártires de nuestros tiempos, procedentes de diferentes Iglesias, pero unidos por un sufrimiento común, son la clave para la unidad de los cristianos. A vosotros, los que sufren por Cristo, dirige su palabra el Apóstol del Señor: “Queridos hermanos,… alegraos de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también os llenéis de alegría cuando su gloria se manifieste” (1 Pedro 4, 12-13).

13. En esta época turbadora se necesita el diálogo interreligioso. Las diferencias en comprensión de las verdades religiosas no deben impedir que las personas de diversas religiones vivan en paz y armonía. En las circunstancias actuales, los líderes religiosos tienen una responsabilidad especial por la educación de su rebaño en el espíritu de respeto por las creencias de aquellos que pertenecen a otras tradiciones religiosas. Los intentos de justificar actos criminales por consignas religiosas son absolutamente inaceptables. Ningún crimen puede ser cometido en el nombre de Dios, “porque Dios es Dios de paz y no de confusión” (1 Corintios 14, 33).

14. Atestiguando el alto valor de la libertad religiosa, damos gracias a Dios por el renacimiento sin precedentes de la fe cristiana que ahora se lleva a cabo en Rusia y muchos países de Europa del Este, donde por décadas han gobernado regímenes ateos. Hoy en día, las cadenas del ateísmo militante cayeron, y en muchos lugares los cristianos son libres de profesar su fe. Durante un cuarto de siglo, aquí se erigieron decenas de miles de nuevos templos, se abrieron cientos de monasterios y escuelas teológicas. Las comunidades cristianas realizan amplias actividades caritativas y sociales, prestando diversa asistencia a los necesitados. Los ortodoxos y los católicos a menudo trabajan hombro con hombro. Ellos defienden la base espiritual común de la sociedad humana, dando testimonio de los valores evangélicos.

15. Al mismo tiempo, nos preocupa la situación que tiene lugar en tantos países, donde los cristianos enfrentan cada vez más la restricción de la libertad religiosa y del derecho a dar testimonio sobre sus creencias y a vivir de acuerdo con ellas. En particular, vemos que la transformación de algunos países en las sociedades secularizadas, ajenas de cualquier memoria de Dios y su verdad, implica una grave amenaza para la libertad religiosa. Estamos preocupados por la limitación de los derechos de los cristianos, por no hablar de la discriminación contra ellos, cuando algunas fuerzas políticas, guiadas por la ideología del secularismo que en numerosos casos se vuelve agresivo, tienden a empujarles a los márgenes de la vida pública.

16. El proceso de la integración europea, que comenzó después de siglos de conflictos sangrientos, fue acogido por muchas personas con esperanza, como prenda de paz y seguridad. Al mismo tiempo, advertimos en contra de aquella clase de integración que no respeta la identidad religiosa. Respetamos la contribución de otras religiones a nuestra civilización, pero estamos convencidos de que Europa debe mantener la fidelidad a sus raíces cristianos. Hacemos un llamamiento a los cristianos en Europa Occidental y Europa Oriental a unirse a fin de dar testimonio conjunto sobre Cristo y el Evangelio, para que Europa mantenga su alma formada por dos mil años de la tradición cristiana.

17. Nuestra atención está destinada a las personas que se encuentran en una situación desesperada, viven en la pobreza extrema en el momento en que la riqueza de la humanidad está creciendo. No podemos permanecer indiferentes al destino de millones de migrantes y refugiados que tocan a las puertas de los países ricos. El consumo incontrolado, típico para algunos estados más desarrollados, agota rápidamente los recursos de nuestro planeta. La creciente desigualdad en la distribución de bienes terrenales, aumenta el sentido de la injusticia del sistema de las relaciones internacionales que se está implantando.

18. Las Iglesias cristianas están llamadas a defender exigencias de la justicia, del respeto a las tradiciones nacionales y de la solidaridad efectiva con todos los que sufren. Nosotros, los cristianos, no debemos olvidar que “para avergonzar a los sabios, Dios ha escogido a los que el mundo tiene por tontos; y para avergonzar a los fuertes ha escogido a los que el mundo tiene por débiles. Dios ha escogido a la gente despreciada y sin importancia de este mundo, es decir, a los que no son nada, para anular a los que son algo. Así nadie podrá presumir delante de Dios” (1 Corintios 1, 27-29).

19. La familia es el centro natural de la vida de un ser humano y de la sociedad. Estamos preocupados por la crisis de la familia en muchos países. Los ortodoxos y los católicos, compartiendo la misma visión de la familia, están llamados a testificar acerca de la familia como de un camino hacia la santidad, que se manifiesta en la fidelidad mutua de los cónyuges, su disponibilidad para dar a luz a los niños y formarles, en la solidaridad entre las generaciones y el respeto hacia los enfermizos.

20. La familia es fundada sobre el matrimonio que es un acto libre y fiel de amor entre un hombre y una mujer. El amor fortalece su unión, les enseña a aceptar uno a otros como a un don. El matrimonio es la escuela del amor y de la fidelidad. Lamentamos que otras formas de convivencia se equiparan ahora con esta unión, y la visión de la paternidad y la maternidad como de especial vocación del hombre y de la mujer en el matrimonio, santificada por la tradición bíblica, se expulsa de la conciencia pública.

21. Hacemos un llamamiento a todos para respetar el derecho inalienable a la vida. Unos millones de bebés están privados de la propia posibilidad de aparecer a la luz. La sangre de los niños no nacidos pide a gritos a Dios que haga justicia. (Génesis 4, 10). La divulgación de la así llamada eutanasia conduce al hecho de que los ancianos y enfermos comienzan a sentirse carga excesiva para su familia y la sociedad en conjunto. Expresamos nuestra preocupación por el uso cada vez más extendido de las tecnologías biomédicas de reproducción, porque la manipulación de la vida humana es un ataque contra los fundamentos del ser de la persona creada a imagen de Dios. Consideramos que nuestro deber es hacer acordarse sobre la inmutabilidad de los principios morales cristianos, basados en el respeto por la dignidad de la persona que está destinada a la vida de acuerdo con el plan de su Creador.

22. Queremos hoy dirigir unas palabras especiales a la juventud cristiana. Vosotros, los jóvenes, no debéis esconder dinero en la tierra (Mateo 25, 25), sino usar todas las dotes dadas por Dios, para afirmar la verdad de Cristo en el mundo, realizar los mandamientos evangélicos del amor a Dios y al prójimo. No tengáis miedo de ir contra la corriente, defendiendo la verdad de Dios, con la que no siempre se ajustan las normas seculares modernas.

23. Dios os ama y espera de cada uno de vosotros que seáis sus discípulos y apóstoles. Sed la luz de este mundo, para que otros, viendo el bien que hacéis, alaben todos a vuestro Padre que está en el cielo (Mateo 5, 14-16). Educad a los niños en la fe cristiana para entregarles la perla preciosa de la fe (Mateo 13, 46) que recibisteis de vuestros padres y antepasados. No olvidéis que “Dios os ha comprado por un precio” (1 Corintios 6, 20), el precio de la muerte en la cruz de Dios Hombre, Jesucristo.

24. Los ortodoxos y los católicos están unidos no sólo por la Tradición común de la Iglesia del primer milenio, sino también por la misión de predicar el Evangelio de Cristo en el mundo contemporáneo. Esta misión requiere respeto mutuo entre los miembros de las comunidades cristianas, excluye cualquier forma del proselitismo.

No somos competidores, sino hermanos: debemos arrancar de este concepto ejecutando todas actividades relacionadas con nuestros lazos y contactos con el mundo exterior. Instamos a los católicos y a los ortodoxos de todo el mundo para aprender a vivir juntos en paz, amor y armonía unos con otros (Romanos 15, 5). Es inaceptable el uso de medios incorrectos para obligar a los fieles a pasar de una Iglesia a otra, dejando de lado su libertad religiosa y sus propias tradiciones. Estamos llamados a poner en práctica el mandamiento de San Pablo Apóstol y “anunciar el evangelio donde nunca antes se había oído hablar de Cristo, para no construir sobre cimientos puestos por otros” (Romanos 15, 20).

25. Esperamos que nuestro encuentro contribuya a la reconciliación donde hay tensiones entre los greco-católicos y los ortodoxos. Hoy en día es obvio que el método de “la unión” de los siglos pasados que implica la unidad de una comunidad con la otra a costa de la separación de su Iglesia, no es la manera de restaurar la unidad. Al mismo tiempo, las comunidades eclesiásticas que han aparecido como resultado de circunstancias históricas tienen derecho a existir y hacer todo lo necesario para satisfacer menesteres espirituales de sus fieles, buscando la paz con sus vecinos. Los ortodoxos y los greco-católicos necesitan la reconciliación y la búsqueda de formas de convivencia mutuamente aceptables.

26. Lamentamos el enfrentamiento en Ucrania que ya cobró muchas vidas, causó sufrimientos innumerables a los civiles, hundió la sociedad en una profunda crisis económica y humanitaria. Hacemos un llamamiento a todas las partes del conflicto a tener prudencia, mostrar la solidaridad social y trabajar activamente para el establecimiento de la paz. Instamos a nuestras Iglesias en Ucrania a trabajar para lograr la armonía social, abstenerse de participar en la confrontación y de apoyar el desarrollo del conflicto.

27. Esperamos que la división entre los creyentes ortodoxos en Ucrania sea vencida sobre la base de las normas canónicas existentes, que todos los cristianos ortodoxos de Ucrania vivan en paz y armonía, y que las comunidades católicas del país contribuyan a ello, para que nuestra hermandad cristiana sea aún más evidente.

28. En el mundo de hoy, multifacético y al mismo tiempo unido por el destino común, los católicos y los ortodoxos están llamados a colaborar fraternamente para anunciar el Evangelio de la salvación, dar testimonio común de la dignidad moral y la auténtica libertad humana, “para que el mundo crea” (Juan 17, 21). Este mundo, en el que se están socavando rápidamente los fundamentos morales de la existencia humana, espera de nosotros el fuerte testimonio cristiano en todos los ámbitos de la vida personal y social. ¿Podremos en la época crucial dar testimonio conjunto del Espíritu de la verdad? De esto depende, en gran medida, el futuro de la humanidad.

29. Que Jesucristo, Dios Hombre, Nuestro Señor y Salvador, nos ayude en el anuncio valiente de la verdad de Dios y de la Buena Noticia de salvación. El Señor nos fortalece espiritualmente con su promesa infalible: “No tengáis miedo, pequeño rebaño, que el Padre, en su bondad, ha decidido daros el reino” (Lucas 12, 32).
Cristo es una fuente de alegría y de esperanza. La fe en él transfigura la vida del ser humano, la llena de significado. Lo han vivido por su propia experiencia todos aquellos de los que se puede decir con las palabras de San Pedro Apóstol: “Antes, ni siquiera erais pueblo, pero ahora sois pueblo de Dios; antes Dios no os tenía compasión, pero ahora tiene compasión de vosotros” (1 Pedro 2, 10).

30. Llenos de gratitud por el don de comprensión mutua que se manifestó en nuestra reunión, nos dirigimos con esperanza a la Santísima Madre de Dios, haciendo solicitud con las palabras de la antigua oración: “Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios”. Que la Santísima Virgen María con su amparo fortalezca la hermandad de todos que la veneran, para que ellos, en un momento determinado por Dios, se junten, en paz y concordia, en el único pueblo de Dios, ¡sea glorificado el nombre de la Trinidad Consustancial e Inseparable!

Francisco
Obispo de Roma,
Papa de la Iglesia Católica
Kiril
Patriarca de Moscú y Toda Rusia

12 de Febrero de 2016
La Habana (Cuba)