“…da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos caradura o polizón”
(Cambalache, Enrique Santos Discepolo, 1934)
Hace un tiempo, y desde que TELEFÓNICA acompaña al CANAL ORBE 21, el conocido “CANAL DEL PAPA”, sufrió un cambio en su anterior programación, donde se observa una mejora en la producción, en la escenografía y en la edición, incorporando muchas caras bonitas, que siempre sonríen y muestran un rostro más lindo en un canal que supongo, creo, es de orientación católica… Por qué digo esto… si me acompañan, les contaré una historia:
El Concilio Vaticano II en su decreto INTER MIRÍFICA, SOBRE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL, en el capítulo II del 4 de diciembre de 1963, dice entre otras cosas:
“Foméntense con todo interés las emisiones católicas que induzcan a los oyentes y espectadores a participar en la vida de la Iglesia y a empaparse de las verdades religiosas”.
Es decir, y para que se entienda la idea, sobre todo para los productores del CANAL ORBE 21, “EL CANAL DEL PAPA”, a continuación vamos a escuchar el extracto del final del programa “LO MEJOR DE TI” que conduce Silvina Chediek, periodista, conductora de Radio y TV, que el pasado 18 de Noviembre de 2015, entrevistó a la actriz y conductora de TV argentina Carina Liliana Zampini. Al término de la nota, Silvina siempre les hace una pregunta sobre si es creyente, si es devota o tiene alguna creencia en particular y esto es lo que Carina respondió:
“…Soy creyente, de todo y de nada, creo en todas las religiones, porque creo en la esencia del mensaje de todas las religiones que es el mismo. Creo en el amor por sobre todas las cosas, creo en la evolución, creo que venimos a aprender, que hacemos un camino de aprendizaje, creo que reencarnamos, creo que somos alma, que somos espíritu, y nos hacemos de los cuerpos para poder transitar y hacer nuestro aprendizaje que nunca es solo, por eso nos cruzamos con otras personas a lo largo del camino, porque el crecimiento, la evolución y el aprendizaje es con otros. Creo que todo se trata de uno con uno mismo, pero para llegar a uno, uno necesita a los demás. Creo en eso, la verdad es que no me siento sola, creo que hay algo superior a nosotros, pero no lo pongo en un nombre en especial, me gusta cuando puedo transmitir un mensaje con lo espiritual, no establecer nombres, porque desde esos lugares sectorizamos, y porque lo que necesitamos es unirnos, si yo creo en Dios, y entonces Dios, tal cosa, si vos no crees en Dios, si yo te antepongo la palabra Dios ya dejas de escuchar lo que te quiero decir…”
En una breve síntesis intentaré interpretarles lo que escucharon a continuación:
“Soy creyente, de todo y de nada, creo en todas las religiones, porque creo en la esencia del mensaje de todas las religiones que es el mismo…”
Está muy bien, ya que el amor está presente en todas las religiones, como nos dice Pedro en Gálatas 5,6: “…la fe que obra por medio del amor”, pero para los cristianos, en Cristo está la plenitud de la verdad de la salvación, como bien lo vemos en Hechos 4,12: “Porque no existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos alcanzar la salvación.”
Además, en la entrevistada manifestó: “…creo que reencarnamos…”.
A modo de información les cuento que la reencarnación es la creencia consistente en que la esencia individual de las personas (ya sea mente, alma, conciencia o energía) adopta un cuerpo material no sólo una vez, sino varias, según van muriendo. Esta creencia aglutina de manera popular diversos términos:
-metempsicosis, que viene del término griego meta (después, sucesivo) y psyche (espíritu, alma).
-transmigración (migrar a través).
-reencarnación (volver a encarnar).
-renacimiento (volver a nacer).
Todos estos términos aluden a la existencia de un alma o espíritu que viaja o aparece por distintos cuerpos, generalmente a fin de aprender en diversas vidas las lecciones que proporciona la existencia terrena, hasta alcanzar una forma de liberación o de unión con un estado de conciencia más alto.
La creencia en la reencarnación ha estado presente en toda la humanidad desde la antigüedad, en la mayoría de las religiones orientales, como el hinduismo, el budismo y el taoísmo, y también en algunas religiones africanas y tribales de América y Oceanía. En la historia de la humanidad, es la creencia de que una persona fallecida volverá a vivir o aparecer con otro cuerpo.
Hasta acá parecería que vamos bien, pero en 1 Pedro 3,18 dice que: “Cristo murió una vez por nuestros pecados –siendo justo, padeció por la injusticia– para llevarnos a Dios. Entregado a la muerte en su carne, fue vivificado en el Espíritu”; En la Constitución Pastoral Gaudium et Spes, 14, del Concilio Vaticano II se dice que “La fe y la esperanza en la glorificación de nuestro cuerpo nos harán valorarlo debidamente. El hombre no debe despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, debe tener por bueno y honrar a su propio cuerpo, como criatura de Dios que ha de resucitar en el último día”,
Además, no debemos olvidar que el cuerpo no es un mero instrumento del alma, aunque de ella recibe la capacidad de actuar y con ella contribuye a la existencia y desarrollo de la persona. Por el cuerpo, el hombre se halla en contacto con la realidad terrena, que ha de dominar, trabajar y santificar, porque así lo ha querido Dios, como bien lo relata el Génesis 1,22: “Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra”. Por él, el hombre puede entrar en comunicación con los demás y colaborar con ellos para edificar y desarrollar la comunidad social.
Cierro con lo que expresa 1 Corintios 15, 12-18:
“Si se anuncia que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo algunos de ustedes afirman que los muertos no resucitan?
¡Si no hay resurrección, Cristo no resucitó!
Y si Cristo no resucitó, es vana nuestra predicación y vana también la fe de ustedes.
Incluso, seríamos falsos testigos de Dios, porque atestiguamos que Él resucitó a Jesucristo, lo que es imposible si los muertos no resucitan.
Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.
Y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil y sus pecados no han sido perdonados. En consecuencia, los que murieron con la fe en Cristo han perecido para siempre”.
Y termino el análisis de este extracto con esto que, a mi parecer, es muy pobre…
“…creo que hay algo superior a nosotros, pero no lo pongo en un nombre en especial, me gusta cuando puedo transmitir un mensaje con lo espiritual, no establecer nombres, porque desde esos lugares sectorizamos, y porque lo que necesitamos es unirnos, si yo creo en Dios, y entonces Dios, tal cosa, si vos no crees en Dios, si yo te antepongo la palabra Dios ya dejas de escuchar lo que te quiero decir…”
Sólo me limitaré a decirles que en Jeremías 1-9 el profeta expresó “Yo pongo mis palabras en tu boca”.
Como hombres y mujeres a veces nos resistimos a hablar de Dios, de lo que creemos porque pensamos que no sabemos hablar, no sabemos anunciarlo y que aquél que no conoce o no quiere escuchar hablar de Dios no nos escuchará. Pero el Señor, de la misma manera que con Jeremías, nos llama a hablar, a dar cuenta de nuestra fe. El Señor le dice a Jeremías que no tenga miedo, que estará con él. Yo pienso que el Señor también está con nosotros siempre y cuando estemos dispuestos a hablar, a manifestar nuestra de fe. Pero eso sólo será posible si somos capaces de ponernos en sus manos. El reconocer nuestras limitaciones, no necesariamente es un inconveniente sino el reconocimiento de la necesidad que tenemos de que el Señor nos dirija. Y en ese sentido, no tengo la menor duda, que nuestra vida estará llena de éxitos siempre que el Señor nos dirija…
El no querer ponerle nombre a la deidad y pensar que estamos sectorizando y así englobamos todo como en una gran “licuadora”, es un gran sincretismo religioso.
Esto es: en materia de antropología cultural y religión, el sincretismo es un intento de conciliar doctrinas distintas. Comúnmente se entiende que estas uniones no guardan una coherencia sustancial. También, se utiliza en alusión a la cultura o la religión para resaltar su carácter de fusión y asimilación de elementos diferentes, como es el caso de la Nueva Era o New Age, donde su sistema de creencias no está unificado sino que es un agregado de creencias y de prácticas (sincretismo) a veces mutuamente contradictorias. Las ideas reformuladas por sus partidarios suelen relacionarse con la exploración espiritual, la medicina holística y el misticismo. También se incluyen perspectivas generales en historia, religión, espiritualidad, medicina, estilos de vida y música.
Algunas de estas creencias son reinterpretaciones de mitos y religiones previas, aunque sin ser consistentes con ninguna de ellas. En esta línea hay así individuos que emplean un enfoque del tipo «hágalo usted mismo», otros grupos con sistemas de creencias establecidas recopilan religiones, y aún hay otros sistemas de creencias fijas, como los clubs u organizaciones fraternales. Por ejemplo, pueden compatibilizar el dogma cristiano de la divinidad de Jesucristo con el “karma” como mecanismo de justicia, y a la vez negar la existencia del infierno. Es frecuente que los conjuntos de creencias así adoptados rechacen los aspectos más negativos de las mitologías o religiones en que se basan, adoptando los más agradables.
Ahora, después de este breve análisis, ¿ustedes creen que el Papa Francisco pregona, anuncia y proclama esto?
Adónde voy con esto: quiero dejar en claro una cosa y que se entienda; cada uno de nosotros, todos, hombres y mujeres de este mundo, tenemos la libertad para creer en lo que queramos… ¿está claro no? Pero por qué un canal que debería (digo “debería” porque no lo tiene), a mi entender, una línea, una columna vertebral que debe ser la evangelización, se habría convertido en un medio secular más…
Quitamos minutos de aire televisivo a la evangelización, cuando con entrevistas a personas que lamentablemente se pierden lo maravilloso que es vivir, sí, vivir la fe en Cristo, en conocerle, en compartirla con los otros… donde se deja de lado un mensaje que por no llamar por su nombre a Dios, a Cristo o a la Virgen, pensamos que sectorizamos… ¡Cuánto hay que rezar para que el amor misericordioso del Padre les llegue al corazón y se den cuenta en la “pavada” en que viven y puedan decir como San Agustín en Confesiones: “¿Y dónde estaba yo cuando Te buscaba? Tú estabas, ciertamente, delante de mí, más yo me había apartado de mí mismo y no me encontraba”
Existen muchos canales de televisión, donde estas personas son entrevistadas y pueden hablar, decir y manifestar todo lo que quieran y lo que piensan, pero no “confundamos el ganado”, no inundemos con el agua de la confusión y el error, al “Canal del Papa”, porque parece que se malinterpreta lo que el Papa Francisco intenta hacer todos los días. Esto es, el Papa da a entender que debemos respetar todo y ser hermanos en Cristo, pero en ningún momento habla de reencarnación, o que no nombremos a Cristo cuando hablemos al hermano para no sectorizarlo, como lo expresó la actriz Carina Zampini, o asimismo en lo referente a las “frases ancestrales”… o en el “esoterismo”, en otra entrevista realizada al actor argentino Martín Slipak…
Por ejemplo, en el último programa de “Lo mejor de ti”, a tres días del pasado -- Domingo de Resurrección, se pregona una ayuda al enfermo terminal sólo en su naturaleza humana, como el caso del entrevistado Tomás Olivieri Acosta que, si bien en su Asociación están unidos por la vocación de acompañar emocionalmente a las personas que se encuentran atravesando las etapas más avanzadas de una enfermedad y se ponen a disposición para compartir con ellas uno de los momentos más íntimos y transcendentales de la vida (lo cual es muy loable), en dicha entrevista no se hizo hincapié en la asistencia al moribundo desde una perspectiva cristiana, que va encaminada y sustentada en la resurrección y la vida eterna.
A partir de los ejemplos mencionados recordemos nuevamente lo que dice el Concilio Vaticano II:
“Foméntense con todo interés las emisiones católicas que induzcan a los oyentes y espectadores a participar en la vida de la Iglesia y a empaparse de las verdades religiosas”.
Por eso lo repito (y lo haré hasta el hartazgo): no confundamos a las personas televidentes. Si queremos captar a la audiencia televisiva, llevando al CANAL ORBE 21, rostros de actores y profesionales conocidos en los medios masivos, sin importar ni cuidar lo que dicen y piensan, estamos cortando el hilo primordial, como la arañita del cuento del Padre Mamerto Menapace, que tiene un desenlace bastante triste y trágico: la tela de araña se cierra sobre sí misma, asfixiándose sobre sus propias víctimas…
Este canal fue concebido para evangelizar. Que no se confunda que, como es “para la familia”, vale todo y no importa lo que se diga, mientras no se “muestren culos, tetas y escenas de amor o sexo desenfrenado”, el resto, ¿está todo bien?...
Esto también llama a la reflexión y podemos preguntarnos: ¿alguien mira el Canal Orbe 21? ¿Tiene una audiencia cautiva? La Iglesia de Argentina, sobre todo los Obispos, ¿Están informados de lo que se difunde por televisión, en el “Canal del Papa”? ¿La Comisión Episcopal de Comunicación Social, que depende del Episcopado Argentino, observa lo que he comentado?
Antes de terminar quisiera dejar muy en claro un concepto para no herir susceptibilidades. Nadie habla mal ni está defenestrando a las personas en cuestión. Sólo insisto: creo que el testimonio en audio que he extractado, y que ustedes han escuchado, habla por sí solo y que las autoridades del canal deberían afinar más la puntería, sobre todo en la producción de cada programa, porque pueden ser muy buenos profesionales (no lo dudo), pero les falta ese “plus”, ese conocer más sobre el Evangelio, el Magisterio de la Iglesia y su doctrina.
Tito Garabal, periodista y conductor televisivo del programa CLAVES PARA UN MEJOR, una vez me dijo: “Alfredo, la Iglesia necesita periodistas catequistas, si no hacemos fuerte esa área, estamos perdidos, el mensaje del Evangelio, jamás va a llegar a la gente en su plenitud”.
Tengo la esperanza que algún día, alguien diga o haga algo, que llame la atención a la reflexión sobre el modo en que se está administrando UN INSTRUMENTO DE LA IGLESIA TAN VALIOSO COMO LO ES UN CANAL DE TELEVISIÓN ABIERTA, IMPRESCINDIBLE PARA LA EVANGELIZACIÓN EN ESTOS TIEMPOS PROVIDENCIALES, ESPECIALMENTE a través de sus CONTENIDOS.
Cuando eso sea una realidad, podríamos decir que sería adecuado llamar al CANAL ORBE 21, “El CANAL DEL PAPA”.
Alfredo Musante