Hace
200 años, cuando se declaró la Independencia de las Provincias Unidas en
América del Sur, se originaron algunos mitos respecto de tal período que
incluyen relatos sobre qué medios de transporte se usaban, hasta el extravío
del acta original y las imágenes que retratan ese momento histórico de
Argentina. Uno de los mitos que más llama la atención es el de esas láminas en
donde vemos al pueblo aferrado a las rejas de la ventana de la Casa Histórica de Tucumán desde la
calle, cuando en realidad todo ocurría en un salón que estaba mucho más adentro,
pasando un patio interno. Es decir, no había forma de ver desde la calle lo que
ocurría adentro. Las ventanas interiores no tenían rejas y solo por cuestiones
de seguridad las llevaban las de afuera. La designada Casa Histórica de Tucumán era una vivienda que pertenecía a FRANCISCA BAZÁN, casada con el
comerciante español MIGUEL LAGUNA,
que la construyó en la década de 1760. Todo el frente de la Casa se utilizaba
como negocio de venta de productos, como era habitual en aquella época.
Uno
alquilaba su frente para que alguien vendiera en un negocio productos de bazar
por ejemplo, que la parte que estaba alquilada por el gobierno de Tucumán era
la de atrás, el famoso salón. En este sentido, una de las creencias que también
ha circulado es que la casa se conservó cuando en realidad se tiró abajo en
1904 por un decreto del presidente Julio
Argentino Roca. Luego se construyó un magnífico templo para preservar el
salón y se hizo un frente más característico de comienzos del siglo XX. También
suele decirse que los diputados se trasladaban hacia Tucumán en galera, cuando
en realidad ése era uno de los carruajes más livianos y el más difícil de
utilizar en caminos que se podían embarrar con facilidad.
Otro
de los mitos tiene que ver con el Acta
Original de Declaración de la Independencia, que formaba parte de un
libro que se perdió. Se lo robaron al chasqui (mensajero), de nombre CAYETANO GRIMAU, que traía
papeles y libros del Congreso a Buenos Aires cuando cruzaba el territorio de
Córdoba. Le pusieron un trabuco (un arma de fuego antigua) en la cabeza y le
quitaron la valija donde traía todos esos papeles y nunca se recuperaron. Por
lo tanto, lo que nosotros vemos como documentos de la Declaración de la Independencia en realidad son copias manuscritas,
o luego impresos, pero no el acta original del momento en que la firmaron a
primera hora de la tarde el martes 9 de julio. Más
allá de los mitos que también forman parte de nuestra historia, la Declaración
de la Independencia el 9 de julio de 1816 fue fundamental para el naciente país
porque completó el ciclo revolucionario iniciado en 1810 y estableció la
liberación definitiva de la corona española.