El primer papa
latinoamericano ha pronunciado más de mil discursos en cinco años, durante los
cuales ha hablado de pobres y pobreza en 1.300 ocasiones, mucho más que todos
sus predecesores, inclusive de Juan Pablo II que reinó 27 años, según un
estudio para la revista italiana Il Venerdi del diario La Repubblica. “Su sensibilidad hacia la
pobreza ha caracterizado todo su camino como pastor de la Iglesia y testigo de
Cristo”, reconoció el cardenal Piero Parolin, Secretario de Estado, en el
prólogo del libro “El otro Francisco” publicado por la cuestionada editorial
InfoVaticana.
En sus mensajes al mundo y
especialmente a América Latina, región que ha visitado en cinco ocasiones,
Francisco se ha mostrado sumamente sensible a los problemas sociales y ha
denunciado sin cesar uno de los grandes males de la sociedad moderna: el
aumento de la brecha entre ricos y pobres. Para muchos vaticanistas y
autores de cientos de libros sobre Francisco es seguramente el mayor legado que
deja Francisco, tal como lo prometió durante los primeros días de su
pontificado: “quiero una iglesia pobre para los pobres”, un “hospital de
campaña” vecina a los pecadores, en diálogo con el mundo de hoy.
Un modelo de Iglesia que
se inspira a las enseñanzas de Pablo VI, el papa que modernizó la Iglesia en
los años 60 y que propone como ejemplo al arzobispo salvadoreño Oscar Romero,
la “voz de los sin voz”. A los dos proclamará santos este año. Duramente cuestionado por
los sectores más conservadores después de la publicación de su exhortación
apostólica Amoris Laetitia, donde los divorciados vueltos a casar pueden
acceder a la comunión en algunos casos, el pontificado de Francisco ha perdido
en estos cinco años el impulso y entusiasmo inicial que suscitaba.
Según el vaticanista Marco
Politi, el pontífice argentino da “dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás”
y sus esfuerzos a favor de las reformas internas así como sus aperturas
doctrinales han generado también malestar y críticas abiertas, entre ellas del
ex prefecto para la Doctrina de la Fe, el cardenal alemán Gerhard L. Muller. “Su magisterio nunca es
claro, sino que se presta a interpretaciones”, sentenció el veterano
vaticanista Sandro Magister, entre los mayores críticos de Francisco.
Si bien reformar la Curia
romana resulta una labor titánica, “limpiar el Vaticano es como limpiar la
esfinge de Egipto con un cepillo de dientes”, como reconoció el mismo papa, es
evidente que Francisco está dejando su huella: de los cerca de 120 cardenales electores
en caso de cónclave, casi 50 han sido designados por él. Es decir que la iglesia
del futuro estará marcada por su visión, la de un hombre que viene del sur del
mundo, que desprecia los palacios, preocupado por los conflictos olvidados del
planeta y gran defensor de la paz.