PROGRAMA Nº 1198 | 20.11.2024

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EL COMUNISMO

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El comunismo plantea en su perspectiva teórica la construcción de una sociedad sin clases sociales, en la que el Estado se disuelve, siendo la sociedad misma mediante sus trabajadores quien asume el ejercicio del poder. Del mismo modo, la propiedad privada, considerada ilegítima, no existe, asegurando una verdadera igualdad social y económica. Sus orígenes se encuentran en la Francia de la Revolución de 1789. Aunque con diferentes vertientes luego, la esencia de su doctrina nace del descontento de la clase trabajadora (o proletariado) que queda al margen del triunfo del Tercer Estado o burguesía. Así como la nobleza puso trabas a la clase pujante de entonces para no perder sus privilegios cortesanos, los burgueses intentaron poner freno a un sector que iba en aumento y que, a diferencia de los burgueses, no tenía poder económico, ni social y mucho menos político.

La consecución inmediata del triunfo de la burguesía fue la Revolución Industrial en sus dos etapas (algunos historiadores hablan de dos revoluciones: la primera, en la industria textil con Inglaterra como pionera y la segunda, con la industria de base o pesada). El término “revolución” indica un cambio tajante en los métodos de producción; ello permitió la producción a grandes escalas menores costos, caída en la demanda de mano de obra y/o abaratamiento de ésta y, en consecuencia, un empeoramiento en las condiciones de los trabajadores. Surge el “Socialismo Utópico” del inglés Robert Owen, quien propone llevar a la práctica sus ideas acerca de la división del trabajo y la distribución de la riqueza a través de sociedades comunitarias. Otros seguidores de esta corriente fueron Saint-Simon y Charles Fourier.

Posteriormente, en el siglo XIX, el comunismo se desarrolló a través de las Internacionales Comunistas y por razón de las ideas filosóficas de Carl Marx mediante el Socialismo Científico y el Comunismo. Para Marx, el comunismo constituye el estado natural del hombre. En este sentido, la propiedad privada es el resultante de la producción masiva a gran escala. Creador del Manifiesto Comunista (en colaboración con Engels, 1848) afirma que, en definitiva, sólo existe y ha existido la lucha de clases. En tanto que, en su origen, el comunismo se presenta como una sociedad basada en la propiedad común, que hasta puede rastrear sus primeros pasos en la filosofía platónica, para Marx y Engels, surge del enfrentamiento antagónico entre la burguesía y la clase trabajadora.

Las Internacionales Comunista fueron cuatro en total: la Primera Internacional reunió sindicatos y partidos representantes del proletariado. Con gran cantidad de adherentes, tuvo su primera sede en Londres, luego se trasladó a Nueva York y realizó su primer congreso en Ginebra en el año 1866. Surge la primera división entre la corriente marxista y anarquista. Si bien ambas proponían la disolución del Estado y una revolución social (una inversión en las relaciones sociales de un grupo humano dentro de un ámbito determinado), los marxistas hablaban de un proceso, mientras que los anarquistas tenían una postura del todo radical.

Asimismo, se plantea la legitimidad de la propiedad privada. Surge la figura de Pierre Joseph Proudhon, quien se propone demostrar que la propiedad privada constituye un robo y que la verdadera clase productora de la riqueza es la clase obrera, explotada por la burguesía. Decía Proudhon que, si la propiedad es un bien que por derecho le corresponde a todos los individuos, la concepción de renta es ilegítima y arbitraria, responsabilizando al Estado por su obligación jurídica como forma de legalización. La Primera Internacional se disolvió en el 1876. La Segunda Internacional no tuvo mayor trascendencia y la Tercera , disuelta al poco tiempo de comenzar la Primera Guerra Mundial, giró hacia la socialdemocracia.

La Cuarta Internacional, liderada por León Trotsky desde Francia, sufrió varias y constantes persecuciones por su enfrentamiento con Stalin. Mientras que Stalin habla de socialismo y revolución permanente por etapas, León Trotsky, en cambio, se opone a la burocracia que, según él, operaba dentro del Partido Comunista en la Unión Soviética. Creador de los planes quinquenales, posteriormente aplicados por Stalin, formó la “Oposición de Izquierda Internacional”, perseguida por el estalinismo. El trotskismo, considerado ilegítimo por la Unión Soviética, es la continuación de la Cuarta Internacional. Asimismo, en con Stalin en la Unión Soviética cuando triunfa verdaderamente el comunismo y llega al ejercicio del poder. Más tarde, China sigue esta corriente a través del Maoísmo.

La oposición natural del comunismo es el capitalismo, nacido a comienzos del siglo XVI, que basa su capital industrial en la propiedad privada. Entre sus variantes, se encuentra el Mercantilismo, las Democracias Liberales y el Estado de Bienestar. Las diferencias se hacen visibles por la forma en la que interviene, o no, el Estado: en el primero asume un papel fundamental en la conducción de la economía (régimen típico de la Francia absolutista), en el segundo, se apunta la libre regulación de los mercados y en tercero (programa puesto en marcha por Roosevelt tras la Gran Depresión de 1929 en Estados Unidos), el Fisco asume un papel paternalista, asegurando derechos básicos como seguridad social, educación, pensiones, etc. Los comunistas acusaron ésta última por considerarla solamente un paliativo contra la desigualdad social y económica de los pueblos.

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