La Iglesia Ortodoxa Rusa, liderada
por el Patriarcado de Moscú, es una Iglesia cristiana autocéfala integrada en
la comunión ortodoxa. Su cabeza es el Patriarca de Moscú y de toda Rusia, que a
su vez está en comunión con los otros 14 patriarcas y primados de las otras
Iglesias ortodoxas orientales. Es la mayor de las Iglesias ortodoxas orientales
del mundo. Incluyendo todas las iglesias autocéfalas bajo su supervisión, su
número de seguidores es superior a los 150 millones en todo el mundo, cerca de
la mitad de los 300 millones de fieles estimados de la Iglesia ortodoxa
oriental. Entre las Iglesias cristianas, la Iglesia ortodoxa rusa es la segunda
tras la Iglesia católica en cuanto al número de seguidores.
El cristianismo penetró en
la Rus de Kiev, según el relato de Néstor el Cronista, desde el siglo I, siendo
San Andrés el primer evangelizador del país. Este santo recorrió la región
situada al norte del mar Negro, llegando hasta el río Dniéper, lugar donde se
encuentra la ciudad de Kiev, la actual capital de Ucrania. En el siglo IV
existían varias diócesis en la Rusia meridional. La expansión definitiva del
cristianismo por todo el país tuvo lugar en el siglo IX, cuando los pueblos
bajo el mandato de Kiev iniciaron relaciones con las autoridades de
Constantinopla. Además en esta fecha comenzó el comercio entre el pueblo Rus y
los griegos.
Fue en el año 988 que
Vladimir I de Kiev, al contraer matrimonio con la hermana del emperador Basilio
II, se bautizó, adoptando oficialmente la confesión religiosa del Imperio
bizantino como religión estatal para el reino de Rus de Kiev. Por ello, en
1988, la Iglesia ortodoxa rusa celebró su milenario. Esta Iglesia en sus
inicios era dependiente del Patriarcado ecuménico de Constantinopla. Los
metropolitanos o metropolitas de la ciudad de Kiev, capital de la Rus de Kiev
en aquel tiempo, recibían su consagración del Patriarca Ecuménico; todos ellos
eran griegos. El primer metropolita ruso nombrado para la ciudad de Kiev fue
Hilarión de Kiev (1051).
Cuando la capital fue
trasladada a Moscú, en 1328, a causa de la invasión mongola de Rusia y
destrucción de Kiev, su metropolita usó el título de "Metropolita de Kiev
y Moscú", hasta que, en 1461, se convirtió en el jefe supremo de la
iglesia rusa con el título de "Metropolita de Moscú y toda Rus"
Durante el siglo XIV, la Iglesia ortodoxa tuvo un papel capital en la
supervivencia de la nación rusa. Destacadas figuras, como Sergio de Rádonezh o
el metropolita Alejo de Moscú, ayudaron al país a soportar los años de la
opresión mongola y a crecer tanto espiritual como económicamente.
Durante el siglo XVII tuvo
lugar un acontecimiento trascendental para la historia y cultura de Rusia: un
cisma en la Iglesia ortodoxa de aquel país. En 1652 el patriarca Nikon reformó
la liturgia y ritos de la Iglesia ortodoxa rusa para adecuarlos a la Iglesia
ortodoxa griega contemporánea. Esta reforma supuso también una subordinación
mayor del estamento eclesiástico al Estado, lo que impulsó una fuerte y tenaz
resistencia por la parte del pueblo que fue más tarde denominada Viejos
creyentes, autores del cisma religioso. Desde los tiempos de Pedro el Grande
hasta Nicolás II, tras la supresión de la institución del Patriarcado por
Pedro, la Iglesia ortodoxa rusa fue administrada por el Santísimo Sínodo
Gobernante bajo la estricta supervisión de la administración del Imperio ruso.
A pesar de este manejo secular de la Iglesia, en el siglo XIX hubo un fuerte
resurgimiento teológico, de la espiritualidad y de la vida monástica en toda
Rusia. Después de la Revolución
bolchevique de 1917, aproximadamente un millón de rusos tuvieron que marchar al
exilio, disgregándose en varios países. Aún más tuvieron que huir de Rusia
después de la derrota del Ejército Blanco (pro-zarista) en su intento por
destruir al nuevo régimen, junto a ellos debieron abandonar el país numerosos
clérigos. En 1917, el gobierno soviético, en aras de la separación de la
Iglesia del Estado, suprimió el Santo Sínodo Gobernante y restituyo la
institución del Patriarcado.
La persecución religiosa
en la Unión Soviética tomó formas diferentes en períodos diferentes;
virtualmente, todos los teólogos y demás líderes de la Iglesia ortodoxa rusa
fueron exiliados durante la década de 1920 o ejecutados en la década de 1930.
Para dar una idea cabal de la situación vivida por esta Iglesia, basta
mencionar que, entre 1917 y 1937, fueron detenidos 136.000 clérigos de los
cuales 95.000 fueron asesinados. En el período comprendido entre 1917 y 1939 de
80 a 85% de los clérigos de la época pre-revolucionaria desaparecieron. Los
templos como la Catedral de San Basilio y las catedrales del Kremlin de Moscú
fueron convertidos en museos. Algunos fueron demolidos como la Catedral de
Cristo Salvador (erigida en el siglo XIX en señal de gratitud por la victoria
sobre Napoleón) y la Catedral de Nuestra Señora de Kazán, del siglo XVII.
Las cosas mejorarían un
poco durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial: en efecto, la invasión
alemana del 22 de junio de 1941 hizo que el gobierno soviético
"olvidara" por un tiempo el ateísmo del Partido Comunista de la Unión
Soviética, cancelando la propaganda ateísta. Stalin autorizó a los obispos y
sacerdotes a bendecir en ceremonias públicas las banderas de los regimientos
que partían al frente; para que ellos sirvieran como capellanes en las Fuerzas
Armadas y les administraran los sacramentos a los combatientes. Los templos
fueron reabiertos. Muchos obispos y sacerdotes fueron liberados de los gulágs.
El 4 de septiembre de 1943
hubo una reunión de Stalin con los metropolitas, en el Kremlin para restablecer
el Santo Sínodo de Moscú y el patriarcado; la Iglesia colaboró con el gobierno
soviético haciendo colectas de dinero para la fabricación de armas, tanques,
cañones, etcétera. Muchos clérigos combatieron contra el enemigo. Toda esta
situación duró hasta la muerte de Stalin, ya que su sucesor Nikita Jrushchov
comenzó nuevamente a intensificar la persecución. Sin embargo, el 29 de abril
de 1988 hubo una reunión de metropolitas con Mijaíl Gorbachov, en el Kremlin,
para celebrar a inicios de junio de ese año el milenario de la cristianización
de la Rus de Kiev.
Las conversaciones para la
reunificación comenzaron tan pronto se desintegró la Unión Soviética el 25 de
diciembre de 1991 y terminaron el jueves 17 de mayo de 2007 con la firma del
"Acta de comunión canónica" entre el Patriarca Alexei II (Patriarcado
de Moscú y toda Rusia) y el Metropolitano Laurus (Iglesia rusa en el exilio).
Según esta Acta, el Patriarcado de Moscú reconoce la autonomía de la Iglesia
ortodoxa rusa en el exterior en asuntos pastorales, administrativos,
patrimoniales, pero en unidad canónica con toda la Iglesia ortodoxa rusa.
Eclesiásticamente, la
Iglesia Ortodoxa Rusa se organiza en una estructura jerárquica. El nivel más
alto de autoridad en la Iglesia ortodoxa rusa es ejercido por el Consejo Local,
que comprende a todos los obispos, así como representantes de los clérigos y
laicos. Otro órgano de poder es del Consejo Episcopal. En los períodos
comprendidos entre los Consejos de las más altas facultades administrativas son
ejercidas por el Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa, que incluye siete
miembros permanentes y está presidida por el Patriarca de Moscú y toda Rusia,
Primado del Patriarcado de Moscú. Aunque el Patriarca de
Moscú disfruta de amplias facultades de administración, a diferencia del Papa,
no tiene jurisdicción canónica directa fuera de la diócesis de Moscú, ni tiene
autoridad en solitario sobre los asuntos relacionados con la fe, así como
cuestiones relativas a toda la comunidad cristiana ortodoxa, tal como la
división entre católicos y ortodoxos.