No nos referimos aquí a la radio usada para transmitir sonidos, sino al elemento radioactivo. Las “CHICAS DEL RADIO” fueron un grupo de trabajadoras industriales en los Estados Unidos que tuvieron que experimentar de primera mano los nefastos efectos de la radiación en el cuerpo humano. La historia ocurrió en tiempos de la Primera Guerra Mundial cuando una empresa comenzó a producir radio de manera industrial por sus propiedades luminosas.
Era un gran negocio, pues podía usarse para pintar relojes que luego se vendían a los soldados y así estos no tenían problema para saber la hora en la noche. La US RADIUM CORPORATION contrató 70 mujeres para trabajar en su fábrica, con la misión casi exclusiva de terminar los relojes pintando de radios sus manecillas. Lamentablemente para ellas, sus pinceles perdían rápidamente la punta y por esta razón los dueños de la empresa les habían indicado que debían lamerlos o presionarlos con los labios para que volvieran a funcionar. Al ingresar, muchas mujeres habían preguntado los peligros potenciales del radio y se les había indicado que no había ninguno, por lo que jugaban con él e incluso lo usaban para pintarse la ropa o la cara en los descansos.
Pero el asunto no era de ignorancia. Los dueños de la empresa, así como algunos empleados de alto nivel, conocían a fondo los peligros de la radiación y evitaban a toda costa el contacto con el material, usando barreras protectoras y otro tipo de objetos. Las trabajadoras, sin embargo, estaban en contacto constante con el radio. Afortunadamente para nosotros vivimos en una época en la que la radiación parece ser un evento del pasado. Aún los desastres recientes, como Fukushima, afectaron una población relativamente pequeña y no tuvieron mayor impacto en las densas ciudades japonesas.
Salvo por casos aislados, la radiación no es el peligro que fue hacia mediados del siglo XX. Sin embargo, sigue siendo temida. Quienes han vivido envenenamiento por radiación (como el espía ruso ALEKSANDR LITVINENKO) son prueba de que hay pocos destinos más horribles y muertes más desesperanzadoras. Si actualmente el asunto nos preocupa menos esto se debe principalmente al hecho de que la energía nuclear ha sido sustituida por otras alternativas, así como al final de la Guerra Fría y, por lo tanto, de los temores de un ataque nuclear a gran escala. En 1920 apenas si se estaba comenzando a entender el funcionamiento de la radiación, pero ya se sabía que era peligrosa. El radio, al ser un material radioactivo, debe ser manipulado con cuidado, algo de lo que eran conscientes las directivas de la empresa.
Las enfermedades pronto comenzaron a cobrar su cuota entre los empleados (principalmente mujeres) de la US RADIUM CORPORATION. Todo comenzó con casos de anemia y fue empeorando gradualmente, terminando en necrosis de la mandíbula (un efecto conocido de varias sustancias radioactivas). Originalmente, por petición de la empresa, los médicos y odontólogos de las mujeres mantuvieron la información sobre su enfermedad privada, llegando incluso a afirmar que habían muerto de sífilis (una manera de minar su legitimidad).
Al final, sin embargo, las pocas supervivientes lograron ganar una batalla legal con la empresa, obligándola a pagar tratamiento médico y una indemnización de por vida. No les serviría de mucho. Las mujeres morirían poco después. Sin embargo, su caso legal las convirtió en celebridades y dejó claro, al menos en los Estados Unidos, que una empresa sería responsable de cualquier daño que sufrieran sus empleados, en particular si ocurría mientras ejecutaban sus labores. En total fueron 5 las mujeres que dirigieron la batalla legal: GRACE FRYER, EDNA HUSSMAN, KATHERINE SCHAUB, AND SISTERS QUINTA MCDONALD Y ALBINA LARICE. Serían ellas quienes vendrían a conocerse como las “CHICAS DEL RADIO”.