El 27 de octubre de 1782
nació en Génova una de las figuras más emblemáticas de la música clásica, se
trataba de Niccolo Paganini. Su singular personalidad, su especial talento
musical y la leyenda que giró en torno a su figura han sido el origen de, al menos,
30 estudios biográficos. La leyenda empieza a los 5 años, parece ser que en una
de las ensoñaciones de su madre aparece el demonio y le comunica que su hijo
Niccolo será un famoso violinista, a partir de ese momento su padre le obligó a
practicar diariamente al menos 10 horas.
A los 41 años dio un
concierto en LA SCALA, que siguió de once más durante las seis semanas
siguientes, viajó por gran número de ciudades europeas ofreciendo numerosos
conciertos; cuando su fama alcanzó la cima, incrementó sus honorarios en cuatro
o cinco veces, lo cual le generó una fama de avaro, que no es del todo exacta,
pues en cierta ocasión extendió un cheque a Berlioz, otro músico clásico, a
quien acababa de conocer, por valor de veinte mil francos, para ayudarle a
salir de su penuria económica.
A pesar de la gran fortuna
que consiguió amasar en pocos años, continuó vistiendo con pantalones negros y
abrigos largos y deshilachados, lo cual dio origen a un perfil inconfundible. Era
tan extraordinaria su habilidad con el violín que corría la leyenda que la
había alcanzado por medios no naturales, se rumoreaba que en cierta ocasión
había matado a un rival, siendo condenado por ello a presidio y que allí había
vendido su alma al diablo a cambio de conseguir estas dotes tan portentosas. Esta
leyenda guarda un gran paralelismo con Mefistófeles, uno de los personajes de
Fausto, creación del genial Goethe. Otra leyenda afirmaba que hallándose
encarcelado, por haber matado a su amante, interpretó bellas composiciones en
su celda con tan sólo una cuerda por habérsele roto las tres restantes, complejos
fragmentos violinísticos.
A pesar de ser “feo, descuidado y trasudado”, como lo
describe uno de los críticos de la época, su fuerte personalidad atrajo a
numerosas damas, entre sus amantes figuran Paulina y Elisa, las hermanas del
emperador Napoleón Bonaparte, y bailarinas como Antonia Bianchi, que fue madre
de su hijo Aquiles. Su dedicación musical llevó siempre pareja su vida
pendenciera y alocada y una afición por el juego que rozaba la ludopatía, se
cuenta que en varias ocasiones llegó a apostar su preciado violín.
Pocos músicos han causado
tanto furor en su vida y han llevado a cabo un dominio de la técnica como lo
hizo Paganini, a ello contribuyó enormemente su gran flexibilidad articular, el
Dr. Bennati lo atendió durante años e informó de algunos detalles de gran
interés: “... su mano tiene una gran
elasticidad, al igual que su hombro y su codo...” observó que cuando tocaba
su codo cruzaba por encima del otro codo; la flexibilidad de Paganini era tan
grande que la uña del dedo pulgar llegaba a tocar el dorso de su mano, esta
hiperlaxitud le permitía tocar tres octavas con poco esfuerzo. Se sabe que
voluntariamente podía flexionar lateralmente la articulación de sus falanges
distales; en varias ocasiones fue preguntado acerca de su mágico secreto, a lo
cual el genial compositor siempre respondía que lo revelaría cuando se
retirara, desgraciadamente se llevó tan codiciado secreto con él, sin duda sus
prodigiosas dotes interpretativas se debieron a un trastorno del tejido
conectivo como ahora podemos ver.
Sus contemporáneos lo
describen como un ser cadavérico, de ojos negros, piel blanca como la cera,
pelo largo y negro, nariz prominente y estatura media; la coloración de la piel
adoptaría, algunos años después, un tinte gris plateado, debido al tratamiento
mercurial que recibió para la sífilis. Dicho tratamiento también fue el
responsable de la pérdida de las piezas dentarias y de las molestias
estomacales que acompañaron al compositor a lo largo de sus últimos años. El SÍNDROME DE MARFAN es
el trastorno más frecuente del tejido conectivo, caracterizado por una
alteración del metabolismo del colágeno, entre sus manifestaciones musculo esqueléticas
se encuentran la aracnodactilia, la desproporción esquelética y una elevada
estatura. Como ya hemos citado, Paganini era de estatura mediana, en cuanto a
la aracnodactilia, en el Museo del Conservatorio de París se guarda un molde de
la mano de Paganini, el cual es de forma y dimensiones normales, su dedo índice
mide 10.1 cm y su dedo pulgar, en extensión, 6.7 cm. Estos hechos hacen poco
probable que el compositor sufriera una enfermedad de MARFAN.
De forma gradual fue
perdiendo su voz y permaneció afónico durante los dos últimos años de su vida,
entre los diagnósticos diferenciales se barajan la laringitis tuberculosa y la
lesión del nervio recurrente secundaria a un aneurisma aórtico; en cualquier
caso, falleció en Niza el 27 de mayo de 1840. La fama de endemoniado persiguió
a Paganini hasta la muerte, pues el obispo de Niza le negó sepultura
eclesiástica, al haberse negado a recibir la Extremaunción los días previos a
su fallecimiento por pensar que todavía no había llegado su hora. Su cuerpo fue
embalsamado durante dos largos meses y posteriormente, por espacio de un año,
fue depositado en el sótano de la casa de su hijo, finalmente fue enterrado en
el lazareto de Villefranche, pero aquí no termina la peregrinación, ya que años
después sería trasladado a otros cementerios, hasta alcanzar el de Parma, en
donde reposa actualmente. El excentricismo de Paganini y su “endiablada” habilidad
propiciaron que muriera sin fundar ninguna escuela musical.