Por alguna oscura negociación que ningún grimorio o libro prohibido
revela, GAMIGÍN es el único demonio
que tiene libre acceso al Purgatorio. Esta licencia demoníaca para moverse
libremente fuera del infierno no es novedosa, aunque solo puede acceder al
Purgatorio. Otros demonios poseen órbitas de acción menos extraordinarias,
aunque igualmente asombrosas.
Ahora bien, se ignora si GAMIGÍN de
hecho trabaja en el Purgatorio para captar indecisos y llevarlos al infierno; o
si su filosofía del desgano y la apatía lo convierte en un insólito apologista
de las virtudes celestiales. Otra característica poco heterodoxa de este
demonio es que jamás deja de acudir a la convocatoria de sus fieles. En
realidad, GAMIGÍN nunca deja de
complacer los pedidos que se le hacen.
Paradójicamente, este régimen de aceptación incluye también a los
exorcistas, quienes saben que sólo basta pedírselo gentilmente para que este
demonio abandone sin demora el cuerpo del poseso. Este exceso de camaradería
convirtió a GAMIGÍN en escolta de
las almas del Purgatorio, a quienes acompaña bajo la forma de un caballo
imposible.