Este texto, meticulosamente extractado del programa número 348, emitido el martes 05.08.2008, restaurado por inteligencia artificial, ve la luz después de 30 años de silencio en la historia de EL ALFA Y LA OMEGA.
—(...) “En este mundo, los hombres y las mujeres se casan, pero los que sean juzgados dignos de participar en el mundo futuro y de la resurrección, no se casaran. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza cuando llama al Sr el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, porque El no es un Dios de muertos sino de vivos. Todos, en efecto, viven para El.
Palabras extractadas del evangelio de Lucas y tiene que ver con lo que quería plantearles en esta editorial. Habitualmente, tratamos de tomar una noticia que sea vigente algo que haya sucedido en este tiempo en estos días, no es el caso este, no es algo de lo que ya otros no hayan hablado, no es algo que sea absolutamente común, pero hoy tenía ganas de ponerme a pensar en vos alta “que es la muerte para cada uno de nosotros” y sobre todo para mí.
Y lo traigo a cuento de esta historia, que ustedes seguramente han escuchado, la de este profesor universitario Randy Pausch, que falleciera hace poco de una enfermedad bastante cruel. Este hombre que dignifico la vida, honro la vida, le dio sentido a la vida. Y pensar en la muerte me obliga a reflexionar en ese momento que cada uno de nosotros deberá atravesar, tarde o temprano, esa puerta que vamos a transponer en un momento de nuestra vida finita.
Entonces dice la historia reciente de que con el mayor de ellos lo llevo a un lugar donde pudo disfrutar de nadar muy cerca de los delfines, a otro de ellos tuvo oportunidad de llevarlo a Disney y a la menor, como era una niña apenas de un año, le dejo grabado un video donde decía que él era el primer hombre que la había amado. Y recordar eso me hizo acordar el día que yo conocí a mi hija, como cada día que conocí a mis tres hijos en particular. Y muchas veces, pierdo tiempo en tantas cosas que no son importantes, que no son urgentes, que no son necesarias y me distraigo tal vez en no compartir un rato mas, en no disfrutarlos un poco más intensamente, disfrutar a Marisa, mi esposa, a aquella mujer que me regalo la vida y que Dios la puso en mi camino hace muchísimos años.
Pensar en la muerte es algo que a veces nos produce dolor, tristeza, angustia, desolación. Pero si lo pensamos profundamente, la reflexión sobre la muerte, es un poco nuestra actitud de vida. Me pesaría irme de este mundo sin poder hacer muchas de las cosas que me gustaría hacer. Bueno no debo tratar de evitarlas sino de que sucedan. De decir te quiero a quien corresponda, de hacer un servicio a quien se lo merece, de estar al lado del que me necesita, del reírme, del gozar, del disfrutar.
La muerte es un paso, es un paso hacia la eternidad, es un paso hacia una nueva posibilidad de entender que aquí, tenemos un tiempo, ese tiempo que nos ha dado Dios para que podamos trascender. Y nuestra vida, podrá ser muy efímera y pasajera, pero la trascendencia la vamos a poner nosotros con nuestros valores, con nuestras actitudes, con nuestra disponibilidad, con nuestro amor, con nuestro abrazo. No perdamos un instante, no perdamos un minuto más de los que nos quedan en valorar todo lo que tengo, en abrazar a todos los que amo, en acercarme y llamar a todos aquellos a los que necesito, a los que quiero ver, a los que tengo algo que compartir.
La muerte es un paso, pero la vida es la trascendencia. Y yo puedo hacer que mi vida sea trascendente, u opaca, gris y sin ningún tipo de razón. Por lo tanto me propongo seria y firmemente, retomar esto que nos propone este hombre, y vivir intensamente cada uno de los momentos que a partir de hoy la vida me regale”.
Carlos Guzmán
EDICIÓN DISTÓPICA
30º ANIVERSARIO
08.11.2023