PROGRAMA Nº 1198 | 20.11.2024

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Dicen que en la vida los sueños se cumplen. Particularmente en mi historia personal, aún tengo algunos pendientes que estoy muy próximo a llevar adelante, pero hay uno que en este 2023 está cumpliendo un aniversario muy especial.

Quiero invitarlos a que me acompañen a realizar un breve recorrido de mi historia donde a la edad de 20 años veía la vida desde una mirada más juvenil, inocente, si así lo quieren, conociendo gente, haciendo amigos, escuchando nuevos sonidos musicales, y siempre en mi interior sentía (sin saberlo) que una cosa me faltaba, en ese momento no sabía cómo describirlo, hoy si: la necesidad de comunicarme con los demás.

Aquellos que me conocen saben que soy un autodidacta y que me gusta investigar, escudriñar, leer eso si muchísimo. En esa época escuchaba mucha radio en AM, pero no noticias, deportes, música, sino programas de realismo fantástico, de misterio y temas sobrenaturales. Hasta que un día descubro la radio FM y en ese nuevo universo, hallo un vasto caudal de emisiones de la temática que les mencionaba y una en particular que venía resonando en mi interior cuando tenía 8 años y me veía raro escuchando ese contenido, ¿no se los dije? …religioso.

Pero la vida tiene sendero extraños, me conduce a que incursione en el maravilloso mundo de la astronomía, y por añadidura en la investigación del fenómeno OVNI y la vida extraterrestre. En todo caso, sin darme cuenta con la vista al cielo, indagando, buscando respuestas…

Esto me llevo a que de mis primeros pasos en una radio de FM barrial, pequeña con muchas deficiencias, donde un amigo tenía un espacio de entretenimiento, al enterarse en lo que andaba, me pidió que fuera a contar mi experiencia y mis “investigaciones”. Debo confesar que era fascinante estar por primera vez en un estudio, ver los micrófonos, la pecera (espacio donde el operador técnico de la emisora hace su magia) y responder a las preguntas de los oyentes. Era fascinante. Pero cómo todo en la vida se termina. Y me quede con ese gusto agrio en la boca.

Por cuestiones personales y familiares, mi existencia fue tomando un rumbo diferente, nos es que abandonara ese espíritu de “Indiana Jones” explorando y probando en otros ámbitos comunicacionales. Y en esas vueltas que da la vida, un amigo me invita a que escriba una brevísima columna para un humilde pasquín, un boletín impreso del club del barrio. De pronto me encontré que tenía un espacio de una página y podía hablar de astronomía, ovnis, etc. Pero, al leerlo me dijeron que era muy elevado para el público al que iba dirigido, así que nuevamente me seguí quedando con ese gusto de amargura que se hacía interminable.

Al poco tiempo otro amigo, al ver la locura informativa que tenía en mi cabeza y que no podía darle cause, me plantea porque no realizo mi propio programa de radio, sobre estos temas y otros. Así nos ponemos a trabajar, preparando en dos hojas de papel, con mucha deficiencia, pero pasión, la escaleta del nuevo proyecto. Cargados con una gran ilusión, salimos a buscar emisoras que nos quisieran en su grilla. Pero nuevamente después de días, semanas, y meses yendo y viniendo visitando, proponiendo, quedo simplemente en, lo que hoy yo denomino, “en carpeta” para nunca más ver la luz.

Cansado y desanimado, un día recibo una llamada telefónica de una compañera, y me comenta que me inscribió en un seminario de catequesis, y para que no dijera que no, me había pagado la cuota del primer mes. Con esos parámetros, inicie otra etapa formativa personal, esta vez exclusivamente religiosa, espiritual. Unos meses después, comienzo a cruzar palabras con un joven un poco usual, diferente. Su persuasión se encontraba a la altura de los profesores, de los docentes. Un día saco coraje de mi interior y entablo una conversación, temiendo que se mofara. El diálogo se hizo ameno y sin darnos cuenta, comenzamos a construir una linda amistad, donde, para mi sorpresa, descubro que no solo sabía de religión, sino de historia en general, y en particular de la primera y segunda guerra mundial. Sin pensarlo me hice su fan, como se dice hoy.

Al ver la simbiosis de ambos, un día le propongo esa idea que tenía dando vueltas en mi cabeza desde los 8 años, su respuesta es: “¿te parece que puede funcionar?” y yo con mucha ansiedad le respondo: “Por supuesto, si a ellos le da resultados, porque no a nosotros” Sé saco los lentes, los limpio con su pañuelo, se los volvió a colocar, me miro y me dijo: “entonces no perdamos tiempo, hagámoslo como sea”

Pasaron unos meses, donde me tome más serenamente todo lo que queríamos mostrar. Y así en una carpeta con solo una hoja, convoque a un amigo que estaba sin empleo. De mi propio bolsillo le pagaba el día, el transporte y el almuerzo. El objetivo simple, buscar una emisora que le interesara una propuesta como esta, diferente, nueva, que interpelaba cambios significativos con los contenidos, su desarrollo y el modo de comunicarlos.

Así, Jorge Flamenco, (ese es su nombre) luego de 20 días de exhaustivo peregrinar, solo consiguió una entrevista, la fecha aún la recuerdo, sábado 30 de octubre a las 11.30 de la mañana. Con temor, pero seguros de lo que deseábamos, mi amigo y este servidor, estábamos el día y la hora señalada en esta radio. Al entrar a la oficina de los directivos, había 4 personas, dos eran los responsables, un abogado y su socio un juez, los otros dos, el coordinador de contenidos y el operador técnico artístico. Luego de unos 45 minutos intercambiando palabras, respondiendo dudas y planteado cosas, se cierra el trato.

Propongo si nuestro debut podría ser en marzo del año entrante, pero ante mi sugerencia, uno de los gerentes, el letrado, me mira, se sonríe y pronuncia esta proclama que si cierro los ojos, me parece escucharlo: “nunca me propusieron un programa como este, en mis 35 años de estar en el mundo de la radio. Es maravilloso en todo sentido, y estoy seguro que traerá un cambio elocuente en este tipo de producciones. En marzo de 1994 no saldrá al aire, lo hará en noviembre de 1993, tres veces por semana de 23 a 24, lunes miércoles y viernes. La radio cubrirá el costo del espacio. Apostamos por ustedes…”

Al salir de la reunión, nos abrazamos con mi amigo, que no recuerdo si les dije su nombre, sino fue así perdonen, Claudio Fernando García (falleció el 11 de agosto de 2002) Con muchas ilusiones preparamos todo para comenzar el 8 de noviembre de 1993, un camino que en ningún momento pensé que hoy llegaría a transitar 30 años después, este programa, que no les dije cómo se llamaba: El Alfa y la Omega, esta es su historia...

Alfredo Musante

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