Tolkien, el icónico caballero de Oxford, es recordado por su apariencia distinguida y su amor por la comodidad. A menudo vestía con camisetas y chalecos debajo de su chaqueta de lana, pero lo más característico era su constante compañera, una pipa que apenas dejaba su boca, lo que hacía que su voz fuera ininteligible para muchos.
Sin embargo, detrás de esta imagen mundana se escondía un genio literario. Tolkien forjó la Tierra Media a través de su fértil imaginación, creando lenguajes ficticios y una historia rica y compleja. A lo largo de su vida, escribió y reescribió episodios de esta historia, pero nunca se sintió completamente satisfecho con ellos. Su obra póstuma, “El Silmarillion”, publicada por su hijo Christopher, se convirtió en la piedra angular de la narrativa de la Tierra Media.
Uno de los aspectos más destacados de esta narrativa es la saga del Anillo, un objeto de gran poder que corrompe a quienes lo poseen. Esta historia sentó las bases para sus obras más célebres: "El Hobbit" y "El Señor de los Anillos"
La fe católica desempeñó un papel fundamental en la vida de Tolkien, brindándole consuelo en momentos de melancolía y desesperanza. La Eucaristía fue un bálsamo especial para él, especialmente durante tiempos de cambio en la Iglesia Católica con el Vaticano II.
La influencia de su madre, Mabel, fue innegable en su educación y desarrollo. Ella lo introdujo a la lectura a una edad temprana y lo estimuló a aprender múltiples idiomas. Esta educación le valió una beca en una prestigiosa escuela privada de Londres.
La amistad con Lewis fue una de las más significativas en su vida intelectual. Compartieron un amor por la mitología nórdica y fundaron la sociedad literaria “Inklings”. Estos encuentros inspiraron a ambos a crear obras maestras literarias.
Ambos compartían una visión cristiana, pero tenían enfoques diferentes en sus escritos. Lewis buscaba evangelizar a través de su fe anglicana en, “Las Crónicas de Narnia”, mientras que para Tolkien, la Tierra Media era una "sub-creación" que glorificaba a Dios a través de su autenticidad y riqueza.
Su deseo era que la Tierra Media se convirtiera en la mitología nativa de Inglaterra, preservando un legado cultural único y advirtiendo contra los errores de la modernidad. Su obra maestra, “El Señor de los Anillos” trasciende la literatura y se convierte en un testimonio duradero de la creatividad humana y la profundidad de la fe. Sin saberlo, Tolkien, el caballero de Oxford, dejó un legado que perdura como una joya en la corona de la literatura mundial.