El Sagrado Corazón es una devoción que en la Iglesia católica se refiere al corazón físico de Jesús de Nazaret, como un símbolo de amor divino. Esta devoción al enfocarse en el corazón de Jesús, de forma metafórica se refiere a la vida emocional y moral de Jesús, especialmente a su amor por la humanidad. Es simbolizado por una corona de espinas y heridas, simboliza en gran parte el amor y el dolor de Cristo hacia las personas que él no pudo salvar.
Tiene su origen medieval, siendo los escritos de santa Matilde de Hackeborn, santa Gertrudis de Helfta y la beata Ángela de Foligno uno de los testimonios más antiguos. Sin embargo la fuente más importante de la devoción en la forma en que la conocemos ahora, fue Santa Margarita María Alacoque de la Orden de la Visitación de Santa María, a quien Jesús se le apareció. En estas apariciones Jesús le dijo que quienes oraran con devoción al Sagrado Corazón, recibirían algunas gracias divinas.
El confesor de Santa Margarita María Alacoque fue San Claudio de la Colombiere, quién creyendo en las revelaciones místicas que recibía, propagó la devoción. Los jesuitas aportaron lo suyo y propagaron la devoción por el mundo a través de los miembros de la compañía. A pesar de las controversias y de los opositores, entre ellos los jansenistas. A mediados del Siglo XX, el capuchino Italiano San Pío de Pietrelcina, y el Beato León Dehon promovieron y revivieron el concepto de la oración dirigida al Sagrado Corazón de Jesús.
Siguiendo una revisión teológica, el Papa León XIII en su encíclica Annum Sacrum (25 de mayo de 1899) dijo que la humanidad en su totalidad debería ser consagrada al Sagrado Corazón de Jesús, declarando su consagración el 11 de junio del mismo año. Pío XII desarrolla en su encíclica Hauretis Aquas el culto al Sagrado Corazón que queda en parte plasmado en el siguiente punto del Catecismo de la Iglesia Católica:
En el punto 478 que "Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, el sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación (cf. Jn 19, 34), "es considerado como el principal indicador y símbolo...del amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres" (Pío XII, Encíclica"HAURIETIS AQUAS")
Siguiendo una revisión teológica, el Papa León XIII en su encíclica Annum Sacrum (25 de mayo de 1899) dijo que la humanidad en su totalidad debería ser consagrada al Sagrado Corazón de Jesús, declarando su consagración el 11 de junio del mismo año. Pío XII desarrolla en su encíclica Hauretis Aquas el culto al Sagrado Corazón que queda en parte plasmado en el siguiente punto del Catecismo de la Iglesia Católica:
En el punto 478 que "Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, el sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación (cf. Jn 19, 34), "es considerado como el principal indicador y símbolo...del amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres" (Pío XII, Encíclica"HAURIETIS AQUAS")