"Quiero compartir con ustedes una reflexión personal sobre “La alegría del Evangelio”. Inspirado en la exhortación “Evangelii Gaudium” de Francisco, este texto nos invita a pensar en la alegría de manera más profunda. Durante la Cuaresma, solemos enfocarnos en la penitencia, el ayuno, la oración y la abstinencia. Pero es importante recordar que la alegría no está separada de estos temas".
La Alegría del Evangelio
"No pretendo explicar las palabras del papa, sino compartir las reflexiones que surgieron en mí al leerlas.
Hace tiempo que escuchamos sobre la necesidad de evangelizar, y muchos documentos se han escrito al respecto. “Evangelizar” significa, para la Iglesia, llevar la Buena Nueva a todos los rincones de la humanidad y, con su influencia, transformar y renovar desde dentro a la misma humanidad. Para salir y anunciar esta Buena Noticia, debemos preguntarnos: ¿cuál es esa noticia, para qué la compartimos, a quién se la dirigimos y cómo lo hacemos? Aunque no voy a responder todas estas preguntas aquí, quiero dejar la inquietud.
Francisco nos habla sobre la vida interior, señalando que el mundo está en riesgo por-que muchas veces cerramos nuestra vida interior, llenándonos de placeres superficiales que, en lugar de liberarnos, nos enferman. Como dice el papa, "La sociedad tecnológica ha multiplicado las oportunidades de placer, pero le resulta difícil engendrar alegría".
En nuestra sociedad, particularmente en Argentina, el reclamo por mayor seguridad y menos violencia es cada vez más fuerte. El papa hace una reflexión profunda, llamándonos a una conversión personal, y también a transformar las estructuras sociales y las relaciones económicas, tanto dentro de un país como entre diferentes naciones.
Él nos recuerda que, mientras no se reviertan la exclusión y la inequidad, será imposible erradicar la violencia. “El sistema social y económico es injusto en su raíz”, dice Francisco. Y, aunque se intente mantener la tranquilidad con programas políticos, recursos policiales o inteligencia, no será suficiente si el mal está enquistado en las estructuras sociales injustas.
Lamentablemente, muchos en nuestra sociedad viven con tristeza, individualismo y re-sentimiento. Parecen atrapados en una eterna Cuaresma, sin la alegría de la Pascua. Estos son los destinatarios de nuestra evangelización, al igual que las estructuras que atentan contra la justicia y la equidad, incluso dentro de la Iglesia.
El objetivo de la evangelización es la conversión, y esa conversión solo puede darse a través de un encuentro personal con Jesús, quien siempre sale a nuestro encuentro. Aun en los momentos más difíciles, siempre queda un “brote de luz” cuando nos sentimos amados por Dios. Nuestra tarea como evangelizadores es hacer que los demás sientan ese amor de Dios a través de nosotros, un amor que se ofrece sin reservas, sin miedo.
Francisco nos invita a “primerear”, a salir al encuentro del otro, a involucrarnos, a acompañar y a esperar. La evangelización es un “banquete deseable”, al que todos es-tamos invitados. Como evangelizadores, debemos tener una “intimidad itinerante” con Jesús, una relación que crece día a día.
En “Evangelii Gaudium”, Francisco nos da una clave para saber si estamos evangelizando correctamente: “nunca” podemos hacerlo con “cara de funeral”. La evangelización siempre debe llevarnos a descubrir la verdadera felicidad. Debemos aprender de Jesús, que rompió las estructuras que impedían la realización del ser humano. Debemos ser creativos y romper los esquemas aburridos en los que hemos encerrado a Jesús.
Como mencioné al principio, mi objetivo no es hacer un análisis exhaustivo del documento, sino despertar en ustedes el deseo de leerlo, reflexionarlo, y, sobre todo, de llevar la Buena Noticia de Jesús a todos los hombres y pueblos, para que nazca o se desarrolle la justicia y la felicidad.
Juan Carlos Pisano".
"Hasta aquí llega este formidable escrito de Juan Carlos Pisano. Mi nombre es Tito Garabal, soy periodista, conductor de Claves para un Mundo Mejor y director de Radio Grote. Al leer este artículo, en el magnífico programa que Alfredo Musante y todo su equipo están presentando, descubrí lo que quería transmitir cuando leía Evangelii Gaudium. Porque ciertamente, en ese texto del papa Francisco, se describe la alegría de la evangelización, una alegría que, en estos tiempos de sinodalidad, nos convoca a todos a ca-minar juntos. Pero siempre transmitiendo las cosas con la rigurosidad necesaria y, al mismo tiempo, con la alegría que implica ser capaces de evangelizar.
Estoy convencido de que este texto de Juan Carlos Pisano es otra muestra de su capacidad catequética para iluminar los tiempos. No hay duda de que Juan Carlos Pisano era un hombre de alegría, un evangelizador, y, por, sobre todo, un catequista. Quienes tu-vimos el privilegio de compartir muchos momentos con él, no tenemos ninguna duda de agradecer a Dios por esos tiempos compartidos. Y también, podemos decir hoy que Juan Carlos fue, es, y seguirá siendo un auténtico ministro de la catequesis.
Tito Garabal"