Hoy es una cosa común ver la cerveza en botellas y latas, pero no
siempre fue así. Antiguamente la cerveza se vendía sólo en botella y en
barriles, lo que obligaba al productor a vender en una zona cercana a su
fábrica, pues el peso y el precio del traslado eran muy altos. El formato de
cerveza en lata llegó para modificar esta industria, como un empaque económico
que permitía llegar más lejos con el producto en buenas condiciones. Fue
Gottfried Krueger, un alemán que vivía en Estados Unidos quien comercializó la
primera cerveza en lata. Las latas ya existían para bebidas desde 1909, pero no para las
cervezas. El problema era que hasta entonces las latas no podían soportar la
presión del gas carbonatado y si se pasaban de un cierto límite, explotaban.
Pero para suerte de los cerveceros en 1934 la Compañía Americana de Latas
desarrolló una técnica donde recubriendo el interior de la lata, al igual que
un barril de cerveza lograban que esta no tuviera riesgo de explotar. Lo que
sí, nadie se atrevía a introducirla en su negocio, pues si no resultaba no
sería bueno para la compañía. Sin embargo, Krueger se atrevió a experimentar
con la primera cerveza enlatada, claro que la compañía de latas también tomó el
riesgo con él, si no resultaba, Krueger no tendría que pagar nada.
La fecha oficial de la primera cerveza en lata es el 24 de enero de 1935
cuando la cervecería Krueger's las pone a la venta y de inmediato este formato
fue un éxito entre los consumidores. Las latas de cerveza trajeron otros
beneficios para los productores, sobre todo la disminución de costos.
Comparadas con las botellas de vidrio, las latas eran más ligeras, baratas y
fáciles de almacenar y de trasladar a distancias lejanas. Y además, no había que
pagar un reembolso por el envase de la botella. En seis meses, la cervecería de Krueger estaba comprando en promedio 180
mil latas diarias a la Compañía Americana de Latas y debido a su éxito, 37
otras cervecerías también adoptaron este formato. Las primeras latas eran
planas arriba y hechas de un grueso acero. Para abrirlas había que hacer un
orificio en la tapa con un abrelatas. Desde entonces las latas fueron
evolucionando con tapas más redondas y luego en 1958 se introdujeron las latas
de aluminio, que son las que se ocupan actualmente. Hasta el día de hoy este
formato beneficia a la cerveza, pues no deja que la luz entre en contacto con
la cerveza, disminuyendo el riesgo de que ésta se eche a perder, desarrollando
un gusto amargo.