La idea de los alemanes durante la Primera Guerra Mundial era avanzar rápidamente en el frente occidental para luego poder centrarse en el frente ruso. Bélgica y Luxemburgo fueron tomadas con facilidad, pero, a las puertas de París, en la llamada primera batalla del Marne, en septiembre de 1914, las fuerzas aliadas consiguieron parar la ofensiva alemana… gracias a la flota de taxis de la capital francesa. El avance del Primer y Segundo ejército alemán por tierras belgas hizo replegarse a las tropas francesas y a la Fuerza Expedicionaria Británica (FEB) hasta el sur del río Marne, a cuarenta y ocho kilómetros de París.
Ante el más que posible asedio a la capital, el gobierno francés se trasladó a Burdeos. Aunque los aliados no estaban en las mejores condiciones para combatir después de dos semanas batiéndose en retirada, JOSEPH JOFFRE, jefe del Estado Mayor francés, decidió que la mejor defensa era un ataque. Reagrupó sus tropas, el Quinto y el Sexto ejército francés, y ordenó atacar. El empuje inicial del Sexto consiguió abrir brecha en el flanco derecho del Primero alemán, y cuando el Segundo alemán maniobró para ayudarles, les cortaron el paso el Quinto y la FEB. Aun así, el Primero consiguió reagruparse y comenzó a recuperar el terreno perdido. JOSEPH JOFFRE no tenía más tropas en el frente y necesitaba a los reservistas de París, así que mandó un correo a JOSEPH GALLIENI, gobernador militar de París, para que le enviase refuerzos.
Cuando JOSEPH GALLIENI leyó el correo movilizó a los reservistas, unos diez mil, pero se encontró con un problema: no disponía de transportes suficientes. Cuatro mil fueron trasladados en camiones y para los seis mil restantes, uso el ingenio: ordenó a todos los taxistas de París que no recogiesen a ningún pasajero y que se reuniesen en la Esplanade des Invalides. Ante una flota de seiscientos taxis -casi todos Renault 8CV-, GALLIENI les explicó su plan y, aunque nadie se habría negado teniendo a los alemanes a las puertas, les ofreció una compensación económica del 27 por ciento de lo que marcase el taxímetro -nadie reclamó el importe de aquellas carreras-.
Haciendo varios viajes al día, fueron llevando a los seis mil reservistas al frente y en los viajes de vuelta traían a los soldados heridos y a las mujeres y niños que recogían por el camino. Y aunque consiguieron parar la ofensiva alemana, e incluso obligarles a retirarse hasta el río Aisne, allí el Primero y Segundo ejército alemán se hizo fuerte y se atrincheraron.