PROGRAMA Nº 1229 | 25.06.2025

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CURIOSIDADES DE LEÓN XIV

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Robert Francis Prevost
, nacido en Chicago en 1955, ha sido elegido como el papa número 267 en la historia de la Iglesia Católica. Desde hoy, será conocido como León XIV, un nombre que no solo evoca la tradición, sino que también transmite un mensaje claro: un nuevo tiempo comienza, pero con raíces profundamente ancladas en el pasado. Su elección, además, marca un momento histórico. Es el primer pontífice nacido en los Estados Unidos y también posee nacionalidad peruana, lo que simboliza una conexión viva con América Latina y una Iglesia cada vez más global.

Este nuevo papa pertenece a la Orden de San Agustín, una comunidad religiosa que desde hace siglos promueve el amor a Dios como centro de la vida, la fraternidad, y la búsqueda de la verdad a través del diálogo. La espiritualidad agustiniana ha dado grandes santos a la Iglesia, y el propio Prevost fue superior general de su orden durante más de una década, lo que habla no solo de su madurez espiritual, sino también de su experiencia de gobierno y liderazgo.

Durante 30 años vivió como misionero en Perú, en contacto directo con comunidades humildes, con realidades difíciles, pero también con una fe viva. Su mirada pastoral, por tanto, ha sido moldeada por el contacto con pueblos sencillos, por los rostros concretos del sufrimiento y la esperanza. Eso le otorga una sensibilidad única, valiosa en un tiempo donde la Iglesia busca estar más cerca de las periferias humanas y existenciales.

Su primera aparición en el balcón de la Plaza de San Pedro fue serena, pero profundamente significativa. Vestía la muceta roja, la estola y una cruz dorada, signos que muchos consideraron una vuelta respetuosa a tradiciones que expresan la riqueza simbólica de la Iglesia. Sus primeras palabras fueron simples, pero profundamente bíblicas: “La paz esté con vosotros”. Fue el saludo de Cristo resucitado a sus discípulos y, también ahora, un mensaje urgente para un mundo herido por guerras, divisiones y angustias.

Habló del amor de Dios a cada persona y proclamó la centralidad de Cristo resucitado. En tiempos donde muchas personas viven heridas, sin esperanza ni sentido, su mensaje fue claro: el mundo necesita volver a escuchar el Kerygma, esa primera y esencial noticia del Evangelio: que Jesús murió y resucitó por amor a todos, y que en Él la historia humana puede encontrar sanación.

León XIV ha demostrado ser un hombre meticuloso y reflexivo. A diferencia de lo habitual, no improvisó su primer discurso, sino que lo leyó cuidadosamente. Esto sugiere que será un papa que pondera sus palabras, consciente de la responsabilidad de cada gesto y cada mensaje que transmite. En un mundo saturado de voces y opiniones, su estilo podría ofrecer claridad y profundidad, algo que muchos valorarán.

Ha sido hasta ahora prefecto del Dicasterio para los Obispos, el organismo encargado de seleccionar a quienes lideran las diócesis de todo el mundo. Esto significa que ya conoce a una gran parte del episcopado mundial, lo que facilitará la continuidad y el diálogo en su tarea como pastor universal.

Domina varios idiomas: habla inglés, italiano, español, portugués, francés y lee alemán y latín. Esta capacidad lingüística no solo facilita la comunicación, sino que lo acerca a los pueblos, lo vuelve accesible, cercano, capaz de hablar en el idioma del corazón de quienes le escuchan.

En un gesto que no pasó desapercibido, se le vio emocionado, incluso derramando una lágrima. Nadie puede juzgar lo que cruzaba su mente en ese instante. Ser elegido papa no es un honor, sino una carga inmensa. A partir de hoy, su vida ya no le pertenece, y como él mismo sabe, comienza un camino de entrega total.

Confiamos en que su pontificado será un tiempo de unidad, de fidelidad creativa, de firmeza y ternura. Escuchémoslo. Caminemos con él. Y, sobre todo, recemos por él.

Equipo de Redacción
ANUNCIAR Informa (AI)
Para El Alfa y la Omega

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