PROGRAMA Nº 1229 | 25.06.2025

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LEÓN XIV

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Robert Francis Prevost nació en Chicago, Estados Unidos, el 14 de septiembre de 1955, siendo el menor de tres hermanos en una familia profundamente involucrada en la vida parroquial. Sus abuelos paternos y maternos, originarios de Francia y España, le transmitieron el legado de una fe vivida en la cercanía con la Iglesia. Creció en un entorno donde la vida religiosa y comunitaria ocupaban un lugar central. Fue en este contexto, rodeado de sacerdotes diocesanos y educadores, donde comenzó a forjarse su vocación. Recordando aquellos momentos, confesó que su deseo de convertirse en sacerdote surgió de la cercanía con las enseñanzas y el ejemplo de aquellos que compartían su vida.

A los 14 años, comenzó su formación en la Orden de San Agustín. Durante ese período, vivió una experiencia formativa de autodescubrimiento, que también fue un proceso de discernimiento vocacional. La vida comunitaria y la amistad con otros jóvenes agustinianos fueron aspectos fundamentales para cimentar su decisión de convertirse en religioso. Fue entonces cuando la inquietud de ser misionero se despertó en él, impulsado por un deseo de llevar su fe más allá de las fronteras de su país natal.

Prevost recuerda con cariño a su padre, con quien compartió importantes momentos de discernimiento vocacional. En sus conversaciones, su padre le hablaba con sabiduría sobre el valor de la intimidad con Cristo, un consejo que, aunque muchas veces escuchado en su formación, cobró un significado especial cuando venía de él. Estas reflexiones marcaron un antes y un después en su vida espiritual.

En cuanto a su formación académica, se licenció en Matemáticas en 1977 en la Universidad de Villanova y, en ese mismo año, ingresó al noviciado agustiniano en Saint Louis, donde dio los primeros pasos hacia su vocación sacerdotal. Tras sus votos solemnes en 1981, se dedicó a estudiar teología en la Catholic Theological Union de Chicago y luego Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino en Roma. Fue ordenado sacerdote en 1982.

En 1985, el joven fue enviado a la misión de Chulucanas en Piura, Perú, donde empezó a forjar su vocación misionera. Más tarde, obtuvo su doctorado en Derecho Canónico, y su carrera pastoral le llevó a Trujillo, donde desempeñó diversos roles de liderazgo y formación en la comunidad agustiniana. Fue durante su tiempo en Perú que su amor por la misión y la formación de nuevas generaciones de religiosos se consolidó.

En 1999, fue elegido prior provincial de la provincia “Mother of Good Counsel” en Chicago y, poco después, prior general de la Orden de San Agustín, cargo que ocupó hasta 2007. Durante este tiempo, continuó siendo una figura clave en la formación de futuros sacerdotes y misioneros. Su vocación y su liderazgo fueron reconocidos tanto dentro de su orden como en la Iglesia en general.

En 2014, el papa Francisco lo nombró administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo, Perú, donde asumió una nueva etapa en su ministerio pastoral, siendo consagrado obispo en 2015. Su lema episcopal, tomado de san Agustín, refleja su profundo deseo de promover la unidad en Cristo. Durante su tiempo en Perú, también desempeñó un rol importante en la Conferencia Episcopal Peruana.

El pontífice argentino continuó confiando en él, nombrándolo miembro de la Congregación para el Clero en 2019 y miembro de la Congregación para los Obispos en 2020. A lo largo de estos años, Prevost continuó trabajando en la formación de líderes eclesiales y en la promoción de la misión de la Iglesia en diversas partes del mundo.

El 30 de enero de 2023, el papa lo designó prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, consolidando su influencia en la Iglesia universal. En septiembre de 2023, fue creado cardenal, recibiendo la Diaconía de Santa Mónica.

El 8 de mayo de 2025, a las 18:07 horas, la fumata blanca anunció al mundo la elección de un nuevo papa, y en la cuarta votación del cónclave, Robert Francis Prevost fue elegido como el 267º sucesor de San Pedro, adoptando el nombre de León XIV. Su primera aparición como pontífice tuvo lugar a las 19:23 horas desde el balcón de la Basílica de San Pedro, donde pronunció su primer discurso y dio la bendición Urbi et Orbi, marcando el inicio de su pontificado.

León XIV, un hombre de profunda espiritualidad agustiniana y misionera, llega al trono de Pedro con una vasta experiencia pastoral y una visión clara de la Iglesia como comunión. Su vocación, forjada en la cercanía con Cristo y en la unidad de la Iglesia, guiará a los fieles hacia una vivencia más profunda de la fe, el servicio y el testimonio en el mundo actual.

Equipo de Redacción
ANUNCIAR Informa (AI)
Para El Alfa y la Omega

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