En expedientes anteriores hablamos de lo que dice la Biblia sobre la Gran Tribulación y cómo la Iglesia interpreta estos tiempos según el Catecismo. Hoy nos centraremos en los mensajes de la Virgen María y cómo han guiado a los creyentes a lo largo de la historia. Es importante diferenciar entre revelación pública, que es obligatoria para la fe, y revelaciones privadas, que son devocionales y no añaden doctrina, pero pueden ser útiles para la vida espiritual.
Algunas apariciones marianas aprobadas han abordado la Gran Tribulación y la necesidad de conversión. En Fátima, la Virgen pidió oración y penitencia para evitar guerras y persecuciones, anunciando dificultades, pero también la protección y triunfo final de su Inmaculado Corazón. En Kibeho, en Ruanda, se advirtió sobre grandes sufrimientos si no había arrepentimiento, vinculando el mensaje con la tragedia nacional de los años siguientes. La Salette, en Francia, habló de lágrimas por los pecados de la humanidad y la necesidad de la conversión, mientras que Akita, en Japón, pidió oración, reparación y penitencia frente a divisiones internas y sufrimientos.
Existen también devociones difundidas, pero no aprobadas definitivamente, como Medjugorje y Garabandal. La Iglesia permite la devoción privada y peregrinaciones por sus frutos espirituales, pero advierte que no deben considerarse como Revelación pública ni sustituir la guía del Catecismo. La regla de oro es que cualquier mensaje mariano debe impulsar a volver al Evangelio, fomentar la oración y la conversión, y no generar miedo o especulación sobre fechas.
Con esto cerramos este tercer informe. En el próximo expediente analizaremos las normas actuales del Vaticano sobre discernimiento de apariciones y fenómenos sobrenaturales, y cómo podemos vivir nuestra fe con esperanza y claridad frente a la Gran Tribulación.
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