PROGRAMA Nº 1162 | 13.03.2024

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LAS ALASITAS

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El término "Alasita" viene del aymara que quiere decir "comprame". Hasta mediados del siglo pasado (1950-1960), la llegada de esta fiesta era anunciada con el toque de pinquillos (flautines de caña hueca), que los niños hacían sonar, días antes de esta feria. En aquellos tiempos, los niños eran los que más esperaban su llegada, porque podían seguir comprando miniaturas a modo de juguetes, por entonces no había distracciones como la televisión, juegos cibernéticos, celulares y juguetes sofisticados.

Se celebra todos los años el 24 de enero en la ciudad de La Paz y se extiende por el lapso de aproximadamente tres semanas. Los visitantes compran miniaturas de toda clase de elementos del hogar: Dinero, automóviles, casas, materiales de construcción, ropa, electrodomésticos, comida, etc. que los asistentes encomiendan al Ekeko, para su conversión en realidad en el futuro. Al mediodía del 24 de enero, los que han adquirido las miniaturas, someten éstas a un ritual que puede variar según el celebrante, éste consiste básicamente en una ch´alla, rito andino que incluye una rociada con alcohol o vino, pétalos de flores, sahumerio, adornos coloridos y oraciones que mezclan tradiciones prehispánicas y católicas.

La tradición se inicia el año 1781 cuando el gobernador intendente de La Paz, Bolivia, José Sebastián de Segurola ordenó celebrar una fiesta anual en honor a la deidad pre-republicana denominada Ekeko, en agradecimiento porque la ciudad se salvó del cerco indígena de Túpac Katari. El Ekeko es un dios de la abundancia, fecundidad y alegría. Asimismo es una manifestación cultural de Bolivia, Perú, norte de Chile y Argentina. Todavía recibe cierto culto en el altiplano andino), donde ya se ha hecho costumbre rendirle culto. Es un ídolo que se cree provee de abundancia al hogar donde se le tributaba ofrendas de alcohol y cigarrillos.

Toma la forma de un varón sonriente, ligeramente obeso, vestido con ropas típicas del altiplano y cargando gran cantidad de bultos de alimentos y otros objetos de primera necesidad que cuelgan de sus ropas. Actualmente la estatuilla que lo representa tiene un orificio apropiado en su boca para poder introducirle cigarrillos encendidos, que la estatua «fumaría».

La Iglesia Católica intentó erradicar su culto en tiempos de la colonia, sin mayor éxito, aunque la imagen llegó a sufrir ciertos cambios: fue vestida y sus rasgos cambiaron a los de un mestizo. La figura del Ekeko tomó gran popularidad en la provincia de Buenos Aires (Argentina) durante el periodo hiperinflacionario de los años ochenta. Allí sus adeptos lo toman como una especie de patrono de la fortuna. En Chile, el nombre Ekeko se utiliza como apelativo coloquial para referirse a alguien que carga muchos objetos, como la deidad. Así mismo, es común que una persona que llegue a un lugar cargando muchas cosas durante su camino afirme que "parecía un ekeko" a los demás.

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