Los
miembros que conformaban el conjunto de órdenes hospitalarias dedicaban su
vida, al menos en teoría, no a la sanación de enfermedades, sino a una labor de
servicio espiritual, cuidado y socorro de los más necesitados, realizando para
ello un cuarto voto de hospitalidad, además de los tradicionales de obediencia,
castidad y pobreza. Las órdenes hospitalarias que estuvieron presentes en la
América española fueron la de la Caridad o de San Hipólito; la de San Juan de
Dios; la de San Antonio Abad; la de San Camilo y la de Nuestra Señora de Belén.
La
Orden de Nuestra Señora de Belén (Bethlemitas) fue fundada por San Pedro de San
José Betancourt (1626-1667; popularmente llamado “Hermano Pedro”) en 1658, en
Guatemala. Su objetivo era la asistencia de los enfermos desamparados y la
educación de los niños pobres. El Hermano Pedro, que pertenecía a la Orden de
Terciarios Franciscanos, fue reuniendo entorno a sí a un grupo de terciarios,
hombres y mujeres, deseosos de servir a Cristo Enfermo en los hermanos. Vivían
prácticamente como una comunidad religiosa, por lo que el Hermano Pedro les
redactó un reglamento de vida específico. A su muerte, estos discípulos
tuvieron problemas con los Terciarios Franciscanos y tuvieron que dejar esta
Orden. Cambiaron de hábito religioso y buscaron la protección del obispo Payo
Enríquez de Ribera (1667). Eran Agustín de San José, Francisco de la Trinidad y
Rodrigo de la Cruz.
Reconocidos
como una nueva familia religiosa a partir del año de 1667, con la aprobación de
sus primeras constituciones, se dedicaron al cuidado de la convalecencia
–actuando desde una dirección corporal, espiritual y socioeconómica– además de
la educación de niños pobres. Construyeron una propuesta original y simbiótica,
la cual rápidamente ganó adeptos, expandiéndose a lo largo y ancho de América.
Junto
al hospital de Guatemala, sus dos principales hospitales fueron el de Nuestra
Señora del Carmen, en la ciudad de Lima, y el de San Francisco Javier, en la
ciudad de México, fundados en 1671 y 1675 respectivamente. A la ciudad de
Puebla llegaron el año de 1682 a instancias del obispo Manuel Fernández de
Santa Cruz y del ayuntamiento (por conducto del alguacil mayor, Miguel Raboso
de la plaza y del regidor Nicolás de Victoria Salazar). Los hospitalarios
nombraron a Francisco de Sales como patrón de su hospital, a petición del
obispo Santa Cruz.
Las
librerías contaron con un espacio propio dentro de los hospitales betlemitas.
Para el caso de Puebla, 242 obras conformaron el fondo de origen de su
hospital. En 1706 contaba con 327 libros, y para 1768 el número se incrementó a
826. En la actualidad la Biblioteca Histórica “José María Lafragua” resguarda
487 libros procedentes del hospital de convalecientes de Puebla, identificados
por medio de su marca de fuego. Esta marca era la misma utilizada para el
ganado de sus haciendas.
La
Orden de Belén es la primera y única Orden religiosa fundada en América. Los
Bethlemitas pronto se propagaron por el continente, desde México hasta Argentina.
Atendían toda clase de necesidades espirituales y materiales: fundaron
hospitales, colegios, orfanatos, iglesias… y asistieron a indios y negros (una
novedad en la época). Fuera de América abrieron casas en Canarias (España) y
Roma. Tristemente, las Cortes liberales de Cádiz de 1820 suprimieron la Orden
por haberse dado refugio y hospitalidad en los conventos bethlemitas a los
independentistas de las colonias españolas.
Felizmente,
el 16 de enero de 1984, el Siervo de Dios Juan Pablo II restaura con su
autoridad apostólica esta venerable Orden religiosa. La restauración inicia en
Canarias, en La Laguna (Tenerife), donde actualmente está situada la Casa
General y el centro de formación. También han fundado en Guatemala.