En
su catequesis del pasado miércoles 22 de mayo, el Obispo de Roma reflexionó
sobre la unidad entre la fe en el Espíritu Santo y la fe en la Iglesia. “Ambas cosas van juntas –dijo-, pues el Espíritu Santo es quien da vida a la
Iglesia y guía sus pasos. Sin él, la Iglesia no podría cumplir su misión de ir
y hacer discípulos de todas las naciones.”
A
continuación afirmó que la misión de la Iglesia es de todos. “Todos deben ser evangelizadores, sobre todo
con la propia vida. Para ello es necesario abrirse sin temor a la acción del
Espíritu Santo”. Francisco explicó que el Espíritu infunde la valentía de
anunciar la novedad del Evangelio con franqueza, en voz alta y en todo tiempo y
lugar. Y que para esto debemos estar “bien
apoyados en la oración, sin la cual toda acción queda vacía y el anunciar
carece de alma, pues no está animado por el Espíritu”.
“Queridos hermanos y
hermanas:
En el Credo, tras la
profesión de fe en el Espíritu Santo, decimos: «Creo en la Iglesia, que es una,
santa, católica y apostólica». Ambas cosas van juntas, pues el Espíritu Santo
es quien da vida a la Iglesia y guía sus pasos. Sin él, la Iglesia no podría
cumplir su misión de ir y hacer discípulos de todas las naciones. Esta misión
no es sólo de algunos, sino la mía, la tuya, la nuestra. Todos deben ser
evangelizadores, sobre todo con la propia vida. Para ello es necesario abrirse
sin temor a la acción del Espíritu Santo. En Pentecostés, el Espíritu Santo
hizo salir de sí mismos a los Apóstoles y los transformó en anunciadores de las
grandezas de Dios, que cada uno entendía en su propia lengua. Así, la confusión
de las lenguas, como en Babel, queda superada, porque ahora reina la apertura a
Dios y a los demás, y lleva al anuncio de la Palabra de Dios con un lenguaje
que todos entienden, el del amor que el Espíritu derrama en los corazones. El
Espíritu, además, infunde la valentía de anunciar la novedad del Evangelio con
franqueza (parresía), en voz alta y en todo tiempo y lugar. Y esto, bien
apoyados en la oración, sin la cual toda acción queda vacía y el anunciar
carece de alma, pues no está animado por el Espíritu.
Saludo con afecto a
los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España,
Argentina, Chile, Ecuador, Guatemala, México, Perú y otros países
latinoamericanos. Que todos nos dejemos guiar por el Espíritu Santo, para ser
verdaderos discípulos y misioneros de Cristo en la Iglesia. Muchas gracias”