Maalula
será siempre una auténtica cita con la historia. Hoy en día este pueblo cuenta con
unos 2000 habitantes. Una población pacífica y laboriosa entregada a la tarea
elemental de vivir dignamente. Una atmósfera de trabajo que no enturbia su
vocación primera, la de preservar su lengua, sus tradiciones; y su rica
historia. La manera menos misteriosa de salvaguardar un futuro necesario. Desde
su llegada el viajero tiene la sensación de haber sido transportado a un mundo
mágico donde los personajes se suceden unos a otros a una cadencia feroz. Lo
primero que viene al espíritu es la belleza de los rostros; el gran encanto de
ese Oriente. Pero luego son los gestos y la sonrisa que permiten adivinar la
natural disposición que poseen los maalulis para comunicar lo que es invisible
a simple vista. Maalula es ante todo un aspecto del mundo sensual. Maalula es
un espacio de imágenes. Imágenes que devoran, que trituran al observador.
Imágenes sin escapatoria, rudas, perfectas, sublimes.
Los
habitantes de Maalula son los herederos naturales de aquellas tribus semitas
que en el siglo XIV antes de nuestra era poblaban el desierto sirio y parte de
la Mesopotamia. Inscripciones antiguas dan cuenta de estas tribus bajo el
nombre de Aramu o Ahlamu. Los arameos estaban en realidad organizados en una
multitud de reinos sin lazos fuertes de unión. Hacia el año 1000 los arameos
ocupan un vasto territorio qua alcanza las orillas del Eufrates. Pero el
poderío de sus ejércitos es sistemáticamente debilitado por los asaltos de los
reyes de Assur. La decadencia comienza a llamar a sus puertas. Los diferentes
principados y reinos arameos, incapaces de coordinar sus esfuerzos, van siendo
derrotados uno a uno. Arpat, Cobah, Hamat pierden el control de sus posesiones.
Los asirios vencen. Prácticamente en el año 730 antes de Cristo la suerte queda
echada, Assur llama a la frontera de Egipto.
La
lengua aramea constituye en la antiguedad del Medio Oriente el lazo de
comunicación preponderante entre los pueblos semitas. Alrededor del siglo VIII
a. de C. prácticamente el imperio de la lengua aramea se extiende desde Egipto
hasta regiones muy apartadas de Asia. Los primeros testimonios en lengua aramea
se hallan sobre la tumba del rey Kilamu (siglos IX-VIII a. de C.), o en Neirab
sobre las estelas funerarias del dios Luna al sur de Alepo. A partir del siglo
VII a. de C. el arameo es
utilizado en todo el Imperio Asirio. Hacia el año 500 a . de C. también los
persas adoptan el arameo como lengua "oficial". La escritura con
caracteres alfabéticos se extiende rápidamente. El libro de Esdras nos muestra
que el arameo también es
utilizado en Palestina. Una vez que el Imperio Persa se extiende
el arameo se generaliza.
Documentos
encontrados en la India (siglo III a. de C.) nos muestran que el arameo se
utilizaba en toda Asia Menor. Los judios de Palestina utilizan el arameo hasta
el siglo II d. de C. Luego del hallazgo de los manuscritos de Qumran a orillas
del Mar Muerto la visión del arameo hablado y escrito se ha modificado
sensiblemente; y es posible que siga modificándose a medida que otros
descubrimientos de ese tipo salgan a la luz. En todo caso se trata de una
lengua en plena evolución, rica y dinámica. Nos queda claro que la palabra
cristiana fue difundida por Cristo y sus discipulos en arameo; idioma hablado y
escrito por ellos. Lo que hoy llamamos siriaco es en realidad un dialecto del
arameo hablado en Mesopotamia (y en lo que hoy es Urfa, Turquía), y que luego
se convirtió en la lengua de los cristianos de Siria. A su vez, el siriaco
sufre la presión de los invasores árabes sobre todo a partir del siglo V de
nuestra era. El siriaco termina por sucumbir.
Los
árabes ganan por esta vez la batalla. Ello no obstante algunos focos de
resistencia subsisten... Maalula es un ejemplo de ello. Es muy difícil
aventurarse sobre un pronóstico para saber si el siriaco (que unos llaman
siriani, arameo o neoarameo; y otros asirio) tendrá un futuro asegurado. En
todo caso es de esperar que el siriaco se convierta en la lengua del futuro. No
sorprende que un sentimiento de solidaridad entre gentes que hablan una misma
lengua se haga sentir actualmente. Entre los jacobistas de Turquía, los
montañeses asirios de Mosul (Irak), los nestorianos y caldeos que viven aún en
Irán... La distinción entre siriaco oriental y siriaco occidental (este último
hablado en Maalula) aparece también en la escritura. El siriaco oriental
utiliza los viejos caracteres unciales, es decir una escritura en mayúsculas; mientras que
la escritura del siriaco occidental es más bien cursiva. Lamentablemente en
Maalula asistimos actualmente a una pérdida casi por completo de la escritura
siriaca. Es de desear que algunos jóvenes impreganados de la cultura de sus
mayores asuman un día la
grata misión de reintroducir la escritura siriaca en la vida cotidiana.
El
pasado, presente en cada rincón de Maalula encuentra en el Monasterio de Mar
Sarkis (San Sergio) un testigo de lujo. El monasterio fue construido en el
siglo IV sobre las ruinas de un templo pagano. De estilo bizantino y formas despojadas
guarda en su seno uno de los primeros altares cristianos. Desde su construcción
hasta la fecha este monasterio ha sido utilizado como lugar de culto; lo que le
confiere un soplo de misterio aún mayor. El monasterio es propietario de una
interesantísima colección de íconos religiosos de los siglos XVI al XVIII;
entre los que se destacan un bello ícono de la Santa Virgen Maria y otro de los
mártires Sergio y Bakhos. Además los monjes de monasterio han grabado algunas
oraciones en arameo occidental a la intención de los visitantes. Este
monasterio fue así llamado en honor de San Sarkis, caído en mártir durante el
reinado de Maximianos.
Saliendo
del pueblo; y a la derecha de la ruta, se encuentra un camino escarpado que
conduce a una terraza donde una pequeña cascada da la bienvenida al peregrino.
Estamos en el Convento de Mar Tekla, de rito ortodoxo. El edificio fue
construído sobre varios pisos lo que le confiere una presencia suntuosa.
Siguiendo las escalaras llegamos al último piso donde nos aguardan una iglesia
moderna con cúpula y una gruta que deja filtrar un agua que ha dado prueba de
prodigios. Curioso monumento religioso que recibe incesantes muestras de
devoción, no sólo de peregrinos cristianos; sino además de muchos musulmanes
convencidos de la santidad del lugar. El convento guarda celosamente los restos
de Santa Tecla, hija de un principe Seljukida, y adepto de San Pablo. Otros
vestigios de la vida religiosa pasada se atesoran en el convento. Pero lo que
sin duda atrae al curioso es
la paz del lugar. Una ocasión insuperable para meditar y
entrar en comunión con la belleza del paisaje.