Periodista,
autora, industrialista y trabajadora voluntaria. Nellie es la creadora del
periodismo de investigación y pionera en el trabajo secreto de investigación
periodística. Elizabeth Jane Cochran
nació en un hogar pudiente, pero la muerte de su padre seis años más tarde,
cambió radicalmente su vida y la de su familia. Aunque un hombre prominente, su
padre el Juez Michael Cochran, no había testado sus bienes, por lo que fueron
subastados, sin darle a su familia derecho a reclamación. La familia se mudó a
un hogar más modesto y Elizabeth ayudó a cuidar de sus hermanos. Para asegurar
el bienestar de sus hijos, su madre volvió a casarse al poco tiempo de la
muerte de su marido. Desafortunadamente, su padrastro era un hombre violento y
abocado al alcoholismo. Seguramente esta experiencia traumática, tanto para su
madre como sus hijos, fue la que impulsó a Elizabeth a luchar por los derechos
de la mujer.
Haciendo
uso de su imaginación fértil, Elizabeth buscó una manera de expresarse y salir
al mundo. A los 18 años escribió una carta anónima al director del Pittsburgh Dispatch como
respuesta a un artículo sexista. El director quedó tan impresionado, que puso
un aviso en el diario pidiéndole que se presentara. Al día siguiente, Elizabeth
fue a las oficinas del diario y obtuvo su primer trabajo como periodista. Al
considerarse indecoroso que una mujer escribiera para un periódico bajo su
propia identidad, Elizabeth tuvo que buscar un seudónimo con que firmar su
trabajo. Nellie Bly nació
para el lector, con un artículo sobre derechos de la mujer trabajadora, el tema
central en su trabajo.
Nellie
ideó nuevos métodos periodísticos para cubrir temas delicados y exponer
verdades sociales molestas. Se hizo pasar por una pobre trabajadora explotada
para exponer la crueldad y las condiciones extremas en que trabajaban las
mujeres en una serie de artículos reveladores. Cuando los dueños de las
empresas amenazaron con dejar de anunciar en el Dispatch, transfirieron a Nellie para que cubriera la
sección de modas. Fue entonces, con veintiún años, que Nellie decidió trabajar
como corresponsal extranjera en México, desde donde continuó escribiendo
artículos para el periódico, denunciando la pobreza y la corrupción política
del dictador Porfirio Díaz. Finalmente, molesto por la realidad que Nellie
exponía, el gobierno de México decidió expulsarla del país.
A su
regreso a USA, Nellie pasó por Nueva York, donde aspiraba a trabajar para uno
de los principales periódicos, The New York World de Joseph Pulitzer. Cuatro
meses más tarde, todavía no había conseguido trabajo y no tenía un centavo.
Decidida a no regresar a Pittsburgh, Nellie convenció a los guardias que la
dejaran pasar y obtuvo una entrevista con el director ejecutivo del New York
World. Allí expuso sus ideas sin vacilar y consiguió su atención y el interés
de Joseph Pulitzer. En septiembre de 1887, Nellie se unió al personal del New York World. Su primer
trabajo periodístico significó investigar informes de brutalidad y negligencia
en un manicomio de mujeres. Nellie entonces decidió fingirse una mujer
perturbada y logró que la internaran allí. Al cabo de diez días espeluznantes,
la información que obtuvo abrió paso a una investigación judicial y
subsiguientes cambios, que incluyeron un aumento en el presupuesto para dichos
establecimientos. Además, esta audaz y aventurada maniobra periodística lanzó a
Bly a la fama dentro del periodismo neoyorkino, y fue pionera en “la edad de las maniobras periodísticas”,
en la que las mujeres arriesgaban tanto su reputación como sus vidas para
entrar al mundo masculino de la prensa.
Nellie
continuó con este estilo periodístico secreto para el New York World hasta el otoño de 1888, cuando en una reunión
ejecutiva del periódico, se decidió enviar a un hombre alrededor del mundo en
80 días. Enfurecida, Nellie amenazó que lo haría en menos tiempo para otro
periódico, si no le permitían hacerlo. El 14 de
noviembre de 1889, Nellie Bly
comenzó su viaje alrededor del mundo. Nunca recibió un trato especial durante
su recorrido tanto en tren, barco o cualquier medio de transporte a la mano.
Las experiencias de su viaje se publicaban diariamente en el New York World, y sus artículos
eran esperados por todos con ansiedad. Setenta y dos días, seis horas y once
minutos más tarde, Nellie regresó. Fue recibida con bandas, fuegos
artificiales, desfiles y ovaciones, y alcanzó fama mundial.
Abatida y
contrariada por la falta de reconocimiento de los directores del periódico,
Nellie presentó su renuncia. Las historias en su vuelta al mundo aumentaron la
circulación del periódico de manera tan contundente, que esperó recibir alguna
bonificación, que nunca llegó.
En 1893, Nellie regresó al New York World. En sus artículos tocaba diversos temas relacionados con
los derechos de la mujer y la lucha contra la injusticia. Sus jefes la adoraban
porque sus historias vendían, pero también aumentaban la conciencia pública
sobre los problemas sociales. Nellie expuso la corrupción en los sectores
público y privado, y los ciudadanos comenzaron a pedir reformas sociales. Dio a
conocer la lucha de las madres solteras y se convirtió en portavoz de la mujer. En 1895,
Nellie se casó con el industrial millonario, Robert Livingston, un hombre 40
años mayor que ella y, por fin, dejó la carrera periodística. Luego de su muerte,
10 años más tarde, Nellie quedó al frente de la compañía de su marido, donde
implementó cambios radicales, que incluyeron la eliminación del trabajo a
destajo, la construcción de un centro de recreación, el establecimiento de
clubes de caza y pesca, una biblioteca para los empleados, entre otras cosas.
Desgraciadamente, sus buenas intenciones y su reforma radical no pudieron
sortear un manejo financiero deficientemente que llevó a la compañía a la
bancarrota.
En 1914,
Nellie viajó a Inglaterra para alejarse de sus dificultades financieras durante
unas semanas, sin esperar que estallara la Primera Guerra Mundial. Durante su
estadía, aprovechó la oportunidad para cubrir la guerra y permaneció en Europa
hasta 1919, cuando le llegó la noticia de que su madre estaba enferma. Regresó
a casa, y retomó su carrera periodística, esta vez para el New York Evening Journal. Nellie Bly murió de neumonía en Nueva York, y todos los
periódicos cubrieron el hecho con elaboradas notas necrológicas.
“¿Qué cosa, además
de la tortura, instigaría la locura con mayor rapidez que los tratamientos en
este establecimiento? A estas mujeres se las confina para curarlas. Si los
médicos que aquí me tienen, tomaran a una mujer sana y saludable y la
encerraran y la obligaran a sentarse en duros bancos de madera, desde las 6 de
la mañana hasta las 8 de la noche, sin dejarla hablar ni moverse todo ese
tiempo, sin dejarla leer o saber del mundo exterior, y además la alimentaran
mal y le dieran un tratamiento severo, ¿cuánto tiempo creen que esa vida la
llevaría a la locura. En dos meses esta mujer estaría desquiciada y enferma.”
Nellie Bly
(De sus
observaciones durante la experiencia en el manicomio)