Nuevamente dos mujeres
policías fueron asesinadas por delincuentes. Tamara Ramírez, oficial de 26 años
que encontró a su padre peleando con un ladrón en el partido de Almirante Brown
donde vivía. El ladrón le disparó un tiro en la cabeza muriendo en el acto,
mientras fueron heridos su padre y su pareja. El otro caso es el de
Lourdes Espíndola, de 25 años que yace con muerte cerebral y a la cuál le
extraerán sus órganos.
Mientras tanto no
escuchamos a ninguna referente feminista ni a ninguna organización feminazi
salir a repudiar ambos hechos, ni convocar a una marcha por ellas. En cambio,
si lo hicieron por la asesina Nahir Galarza, demostrándose así que en la
defensa de los derechos por la mujeres carecen de la igualdad que reclaman, ya
que para este colectivo prima un método de selección a la hora de movilizarse.
Y las uniformadas asesinadas no están en esa selección.
La hipocresía del
feminismo es rampante, para ellas si un hombre piropea a una mujer en la calle
y le dice algo bonito dicen que les faltan el respeto, las invaden, que violan
su libertad, y por ello les desean la muerte a los piropeadores. Pero cuando son lapidadas
en los países musulmanes, les impiden vestirse libremente y son obligadas a
usar el burka, o el hijab. Cuando las matan en Venezuela o Nicaragua por
levantarse contra el régimen, cuando se mueren de hambre o desnutrición, o
cuando un "chorro" le disparan, ahí no hay derechos que reclamar, no son
mujeres que merezcan el interés de estas, que con sus panzas desnudas -en
cambio-, piden una ley para matar a sus hijos en el vientre, mientras levantan
sus pañuelos verdes orgullosas de su causa.
La imagen de vestirse de
víctimas donde colocan al hombre como los victimarios, no comprenden su cruzada
contra el machismo cuando se trata del patriarcado islámico, ni la violencia de
los delincuentes, ni la trata de blancas del crimen organizado. En esto hay
marchas ni voces que gritan en su defensa. Sino un silencio cómplice que
traspasa la coherencia de un mensaje que se aleja de toda igualdad en sus
voces, pero que se recorta hacia un diseño de intereses que solo comprende el
odio y el resentimiento en horizontalidad a los hombres.
Fuente:
La siguiente columna de opinión,
fue escrita por Maria Celsa Rodríguez Mercado, Directora de Chaco Realidades -
Analista del Circulo Acton Chile.
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