Recordemos los nombres de Mariquita Sánchez de Thompson; las acciones valerosas de Martina Céspedes, de Ana Riglos y de Melchora Sarratea, a las que la búsqueda de la libertad política lleva a un protagonismo inusitado para el llamado sexo débil.
También destacó Magdalena Güemes, a la que le decían Macacha. Era hermana del prócer salteño Martín Miguel de Güemes. Mujer brillante en la batalla y en el campo diplomático y tuvo ella, como tantas otras, una influencia central en su hermano, al decidir opiniones en torno a amigos o enemigos.
Frente a este rosario de mujeres argentinas propulsoras de nuestra independencia política, hoy nos detendremos en destacar la vida y cualidades de Juana Azurduy, mujer que tiene un lugar enorme en la historia de la Independencia sudamericana.
Fue una patriota del Alto Perú (actual Bolivia), que acompañó a su esposo Manuel Ascencio Padilla en el liderazgo de grupos guerrilleros que, desde 1809, participaban en las luchas por la emancipación del Virreinato del Río de la Plata.
Ligados con las expediciones enviadas desde Buenos Aires una vez estallada la Revolución de 1810, al mando primero de Antonio González Balcarce y luego de Manuel Belgrano, combatieron a los realistas defendiendo la zona comprendida entre Chuquisaca y las selvas que mediaban hacia Santa Cruz de la Sierra. Vio morir a sus cuatro hijos y combatió embarazada de su quinta hija.
En ese contexto Azurduy lideró la guerrilla que atacó el cerro de Potosí, tomándolo el 8 de marzo de 1816. Debido a su actuación, y tras el triunfo logrado en el Combate del Villar, recibió el rango de teniente coronel por un decreto firmado por Juan Martín de Pueyrredón. Pueyrredón era entonces el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Poco después, el general Belgrano le hizo entrega simbólica de su sable.
Murió indigente el día 25 de mayo de 1862 cuando estaba por cumplir 82 años y fue enterrada en una fosa común.
Había nacido Juana Azurduy de Padilla en Sucre, el 12 de julio de 1780, ciudad entonces situada por fue sitiada por Tupaj Katari y Bartolina Sisa, alzados en armas en apoyo a Túpac Amaru, quien muchos años de nuestra independencia, comenzó por rechazar la presión insostenible de los españoles respecto a maltrato e impuestos a los aborígenes.
Tal vez este espíritu indómito de los pueblos originarios ya cansados de los españoles en el siglo XVIII, marcó para siempre el propio espíritu de Juana.
Con ese impulso, cuando en 1813 junto a su esposo se puso a las órdenes de Belgrano, llegaron a reclutar 10.000 milicianos para la causa de lo que serían más adelante una Argentina y una Bolivia libres. El 14 de noviembre de 1816 fue herida en la Batalla de La Laguna, y su marido acudió a rescatarla y en este acto fue herido de muerte.
En 1825, el Libertador Simón Bolívar, luego de visitarla y ver la condición miserable en que vivía, avergonzado la ascendió al grado de Coronel y le otorgó una pensión. Al salir, le comentó a Sucre, general que aseguró militarmente la independencia de Bolivia, lo siguiente:
"Este país no debería llamarse Bolivia en mi homenaje, sino Padilla o Azurduy, porque son ellos los que lo hicieron libre".
Sus restos fueron exhumados 100 años después, para ser guardados en un mausoleo que se construyó en su homenaje en la ciudad de Sucre.
viernes, 26 de febrero de 2021
martes, 23 de febrero de 2021
EL PADRE PEDRO, EL SUBLEVADO DE MADAGASCAR
Pedro Opeka vive desde hace 43 años en la gran isla de África
sobre los pasos de San Vicente de Paul. A la cabeza de una verdadera ciudad,
donde viven 20.000 desheredados que encuentran una vida digna gracias su
asociación Akamasoa, el religioso lazarista llama, entre la esperanza y el
enojo, a rechazar la «globalización de la indiferencia». «Don sobrenatural extraordinario otorgado a un creyente o a un
grupo de creyentes para el bien común de la comunidad», explica el diccionario
Tesoro de la Lengua Francesa en la entrada de carisma. Es este carisma llevado
por la religión y dirigido al prójimo que impacta cuando nos cruzamos en la ruta del Padre Pedro. A
los 69 años, este sacerdote lazarista, nacido en Argentina de padres eslovenos,
finaliza una gira europea para promover Akamasoa, «los buenos amigos» en
malgache, la asociación que fundó en 1989 para la lucha contra la pobreza en
Madagascar. Con su aire a la vez de patriarca y de aventurero, con su imponente
barba blanca y su mirada azul acero, resulta imposible no reconocerlo cuando
entra en una habitación.
Su rostro delgado, cuyas arrugas se encuentran marcadas por más de
cuarenta años de vida en la extensa isla de África, transmite una alegría
desbordante pero desprovista de toda indulgencia. Porque Pedro Opeka es un
hombre enojado. Un enojo que se siente volcánico, solamente contenido por una
esperanza que se la percibe aún más
grande. «Sublevación rima con resurrección», lanza el Padre Pedro en
alusión a la obra que acaba de publicar junto a Pierre Lunel, Sublévense
(Insurgez-vous! Ediciones Le Rocher) a la manera del exitoso manifiesto de
Stéphane Hessel. «Frente a la miseria, a la pobreza extrema, este deber de
sublevación concierne a todos, no solamente a los que detentan el poder,
continúa el religioso lazarista, todos debemos sublevarnos con las armas del
corazón. No hace falta esperar a ser perfectos para iniciar alguna cosa de
bien.»
Es el 20 de mayo de 1989. Pedro Opeka ya es misionero en Madagascar desde hace
14 años, oficia en la sabana en Vangaindrano en una de las aldeas más pobres de
la isla. «Caí enfermo, no me podía mantener en pie frente a tanta miseria y
sufrimiento. Me dije a mí mismo que me iría de Madagascar. Pero en ese momento
mi comunidad me propuso una nueva misión en la capital, Antananarivo», recuerda
el Padre Pedro. «Lo que ví en el basurero me hizo caer en el horror.» Desde
1985, el gobierno centraliza todos los
desechos en un inmenso vertedero a cielo abierto a la salida de la
ciudad, donde los pobres, en medio de los animales, vienen a rescatar el mínimo
pedazo de tela, pilas usadas o chatarra, cualquier objeto que pueda ser revendido en la calle.
Los niños con los pies descalzos recorren a trancos estos
desechos. «Recuerdo el
shock. No era posible que los niños pudieran vivir una vida tan inhumana.
Fueron ellos lo que me sublevaron. Esa noche no podía dormir, me puse de
rodillas sobre mi cama y le pedí ayuda a Dios».
Al día siguiente el Padre Pedro volvía al basurero, organizaba una merienda con
los niños y luego formaba una escuela bajo un árbol En diciembre de ese mismo
año lanzaba la asociación Akamasoa, «los buenos amigos» en malgache. «Hoy, cuando miro a esa ciudad desde la distancia, me pregunto ¿quién puede haber hecho eso? No
logro creerlo», dispara el religioso. Después de casi treinta años de
existencia Akamasoa ya no es una simple asociación de lucha contra la pobreza.
Los «buenos amigos» conforman ahora una verdadera ciudad, o mejor dicho un
conjunto de 18 ciudades que congregan más de 20.000 pobres de Madagascar, con
casas de ladrillos pero también con estadios, escuelas y dispensarios. «De esta
montaña de desechos hemos hecho un oasis de esperanza», dice el padre Pedro,
que recuerda las primeras casas construidas. «¡Todo comenzó con un ladrillo!»,
dice aquel cuyo padre, inmigrante esloveno, se convirtió en albañil en
Argentina.
Como en el Evangelio de
Mateo, «la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra
angular». «He aquí que un lugar de sufrimiento y de exclusión se transformó en
un lugar de reunión. Estoy sorprendido de ver cómo Dios sabe dar vuelta las cosas», dice el lazarista. El tema
de la piedra es desde el principio un símbolo. «Al principio, para construir
las casas comenzamos a trabajar en la montaña de al lado. Los dos huecos que
cavamos y que se parecen a cráteres de un meteorito se pueden ver en Google
Earth», explica orgulloso mientras precisa con alegría «En este lugar que llamamos la catedral
rezamos de vez en cuando». «Sacamos de esta montaña miles de metros cúbicos de granito. Las
mujeres lo llevaban apoyado en sus cabezas. Ellas ganan apenas un poco más de
un euro por día. Nunca instalamos una máquina, todo fue hecho a mano. Si no, ¿qué haría esta gente? No
tendrían más trabajo», cuenta el Padre Pedro. Y explica: « Es un combate sin
fin, como la piedra del castigo de Sísifo, pero tenemos fuerza». Allí, una vez
más, el tema de la piedra vuelve como un hilo conductor.
Después de la vivienda, el trabajo y la educación son las dos piedras angulares, ya que en
Akamasoa, «no prestamos asistencia, ayudamos». Los adultos trabajan, los niños van a la escuela. ¿La
filosofía? «Un techo, un trabajo, una educación para encontrar la dignidad».
«Cien veces se debe poner el trabajo sobre el yunque», como escribió el poeta Nicolás Boileau. Todo se debe
continuar todos los días, pero la energía desplegada no cae en un pozo sin
fondo. El trabajo no se frena nunca, pero el domingo también se lo dedica a la oración.
«Esta misa es un milagro», suelta el padre Pedro quien, emocionado, ve cada
semana a las seis de la mañana que varios miles de personas -hasta 10.000, de
los cuales una inmensa mayoría son jóvenes- se congregan en un hangar,
transformado en una gigantesca catedral a cielo abierto. El júbilo es la regla.
«¡Nos tomamos tres horas para celebrar la misa! Nos tomamos el tiempo para
rezar, cantar, mirarse», explica exaltado.
Hasta los turistas «que no sienten pasar el tiempo», ocupan el lugar.
Entre cincuenta y cien llegan cada semana.
Guide du routard y Lonely Planet citan a esta ceremonia semanal entre
los eventos que no se pueden perder en la isla
¿Se puede hablar de evangelización en este país que ya es
mayoritariamente cristiano y donde la tradición animista por otra parte se
encuentra aun enraizada? El religioso lazarista responde: «Cuando comencé a
trabajar con ellos me dijeron “Pero padre, vos sos sacerdote, porque no bautizás
a nuestros hijos?” Fui a ver al cardenal de Antananarivo, que me autorizó y me
dio esta parroquia donde mis parroquianos son todos los sin techo. Al principio
éramos cincuenta cada semana, hoy somos millares. » ¿De dónde proviene esta fuerza que anima el cuerpo y alma del
padre Pedro? «Aun siendo originario de Eslovenia, está ciertamente mi costado
argentino, esa alegría que se te pega al cuerpo», lanza, sin estar del todo
convencido. En realidad, está persuadido que son los Evangelios los que lo
sostienen. «Creo en un hombre que se llama Jesús, que dio su vida por sus
hermanos. Eso que él dijo, eso que él hizo, a ese hombre es a quien quiero
imitar, a quien quiero seguir», dice, sin tener la más mínima duda. «Se puede
dudar a veces, pero no de manera sistemática. Si no, no se avanza nada»,
explica.
Pedro Opeka tiene a quien salir y lo reconoce de buen grado:
«Vengo de una familia en la que mis dos padres eran creyentes. Un padre
honesto, una madre honesta. Siempre me dijeron que cuando un pobre golpea a
nuestra puerta, hay que ayudarlo. Mi padre y mi madre han sido mi ejemplo». Lo
que ahora no dice es que sus padres fueron ejemplos heroicos, atrapados,
sin quererlo, en la tormenta de la
historia. Después de la guerra, Luis Opeka fue arrestado y condenado a muerte
por los comunistas del mariscal Tito por sus convicciones cristianas. En junio
de 1945 escapó de la muerte, único sobreviniente de una matanza y huyó de
Yugoslavia. En un campo de refugiados en Italia conoció a María Marolt, con
quien se casó. Ambos se embarcaron en Nápoles hacia América del Sur el 31 de
diciembre de 1947. Su hijo Pedro nació el 29 de junio de 1948 en San Martín en
Argentina.
Con el paso del tiempo, el padre Pedro no ha perdido esa
esperanza, fijada en el corazón de un hombre que puede contemplar la obra de
una vida transcurrida bajo los auspicios de San Vicente de Paul, el fundador en
1625 de la Congregación de la Misión, que luego tomará el nombre de Lazaristas. En 1648, ¡los primeros lazaristas fueron
enviados a Madagascar! Tres siglos más tarde el padre Pedro, ordenado en 1975,
camina en la gran isla de África del Sur por los caminos de aquel a quien el
papa León XIII instituyó en 1885 como «patrono de todas las obras de caridad». Pero si la esperanza es manifiesta, el enojo no está nunca lejos. Con su manifiesto
Sublévense, el padre roza
la frontera entre lo religioso y
lo político. «La gente me dice: está bien lo que hace usted Padre, siga adelante.
¡Hasta los políticos! Ataco a la hipocresía. Cultiven la verdad porque sólo la
verdad los hará libres. Verdad, justicia, compartir, fraternidad, ser uno
mismo, ayudar a los niños, respetar a las mujeres, nunca bajar los brazos.
¡Sublévense por amor! Nunca con las armas de fuego sino con las del corazón»,
se irrita antes de decir: «En el hombre están el bien y el mal. Al mal se lo
recibe con mayor velocidad que al bien. El camino del egoísmo camina solo, es
un tobogán. Pero el bien es una cuesta ardua y en la cima tiene una
entrada estrecha. Aquel que elige el
juego sucio de del dinero está animado por el mal».
El padre Pedro pasó parte de su juventud con grupos de hippies y
en las villas miseria de Buenos Aires. Su primer combate fue junto a los indios
matacos y mapuches, en los confines de la Argentina. Ya entonces Pedro Opeka,
que había aprendido de su padre los oficios
de la construcción, trabajó junto con estudiantes católicos para concebir
una casa en la que los indios se pudieran inspirar. Al pie de los Andes, el
joven descubre su vocación de ayudar a los pobres. «Descubrí la verdadera
felicidad, la de escuchar resonar en lo más profundo de mi interior las
palabras de Jesús: Lo que hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo
hicieron conmigo». En el continente de su juventud,
donde la tradición revolucionaria está profundamente enraizada, el Padre Pedro aprende a manejar conceptos que
en el tablero político lo ubicarían sin dudas en la izquierda. «La globalización de las finanzas y
de los bienes alimenta como nunca los egoísmos, resulta urgente movilizar a la
familia humana y sublevarse en nombre de la fraternidad», lanza. Un combate político que inscribe de buen
grado en los pasos del Papa Francisco. «Hemos entrado en la globalización de la
indiferencia, dice el Papa, es contra esa indiferencia que hay que alzarse,
contra esa pobreza del corazón que nos
vence». Y continúa: «Vayan hacia el pobre, ayuden al pobre. El Papa está
en el cima de la Iglesia. Nosotros estamos más abajo, no se puede estar más
abajo que en un basurero. Cuando todos escuchamos el mismo mensaje del
Evangelio, estamos felices».
Un Papa con quien ya se ha cruzado en el camino. «Estuvimos en el
mismo lugar durante dos años cerca de Buenos
Aires, en el edificio de filosofía y teología del Colegio Máximo de San Miguel.
Yo soy once años más joven que él, yo estaba en propedéutica de filosofía y él
estaba terminando sus estudios y enseñaba teología. Su nombre, Jorge Mario
Bergoglio, ya resonaba en los pasillos de la Facultad», recuerda. El Padre Pedro no duda en llevar
su críticas a la Iglesia. «La institución debe siempre renovarse para
poder hablarle a la gente. Es por eso que la Iglesia se muere. Lo digo por amor
a ella y al Evangelio. Felizmente, el Papa quiere hoy limpiar esta institución,
pero cambiar todas esas mentalidades no es fácil. La Iglesia debe ser siempre joven, porque
Dios no puede ser viejo», no duda en proclamar. Sin embargo, el religioso
lazarista no es crédulo. »Fuera de la Iglesia nunca podría haber hecho esto. Un
partido político me hubiera impedido hacer lo que hice».
El Padre Pedro lo sabe, el mundo no cambiará, la pobreza no desaparecerá.
«Seguiré empujando mi roca como Sísifo, ¡pero no puedo callarme!» Nuestros
largos años de actividad nos han dado el derecho, a mí como a todos mis
hermanos misioneros, de alzar nuestro murmullo para decirles las cosas más simples.
No tengo ninguna varita mágica, solamente he vivido entre los pobres. Juntos
nos hemos sublevado contra esta fatalidad, lo que me permite decirle a mis
hermanos: ¡Sí, se puede!». En el enojo del padre Pedro aflora una pizca de incomprensión:
¿por qué los hombres no sacrifican su vida para dársela a quienes más la
necesitan? La cosa le parece tan evidente, este sacrificio en su caso se acompaña de una felicidad tal que
su incomprensión resuena como un reproche, incluso como una condena severa
hacia los países del Norte que permanecen sordos a la miseria de aquellos del
Sur. «La gente habla pero no actúa, éste el drama de lo políticamente
correcto», se subleva.
Paradoja de cualquier figura (demasiado) ejemplar, el Padre Pedro
puede dar la impresión de vivir una lucha y una fe fuera del alcance del común
de los mortales. Esta incomprensión que surge de su ejemplaridad se expresa en
la dureza de su rostro. Pero cuando, de repente, el enojo de su sublevación se
calma, dice evocando el recuerdo de sus padres:
“La
bondad, hermano mío, salvará al mundo”, no solamente la bella imagen de este
desierto de esperanza que es Akamasoa y que sin él, no existiría.
Fuente:
en
0:15


MEFISTÓFELES EL DEMONIO QUE RECHAZA LA LUZ
La celebridad de
Mefistófeles es principalmente literaria, a pesar de que su nombre es
mencionado en varios grimorios y libros prohibidos de la Edad Media. Esa
historia literaria de Mefistófeles comienza con la leyenda del doctor Fausto,
científico y ocultista alemán cuya vida forjó los parámetros culturales del
pacto satánico. Este pacto satánico fue realizado entre Fausto y Mefistófeles,
quien a cambio de concederle sabiduría, fama, dinero y placeres durante veinticuatro
años consecutivos, se aseguró la adquisición de su alma una vez cumplido el
plazo.
Aunque el mito de la
compra del almas y prebendas espirituales es notoriamente antiguo y aparece en
diversas culturas, ninguno es comparable al modelo establecido por Mefistófeles
y Fausto, que culminaría en tres obras cumbres de la literatura: el Fausto del
dramaturgo isabelino Marlowe, el Fausto de Goethe, y finalmente el de Thomas
Mann; además de contar con otros múltiples testimonios basados en su copiosa tradición
oral. Mefistófeles (también llamado Mefisto) no proviene de los mitos hebreos,
y mucho menos de los mitos bíblicos, sino de la copiosa y antigua mitología
nórdica, aunque su nombre parece relacionarlo directamente con los mitos
griegos.
Efectivamente,
Mefistófeles fue un demonio prácticamente desconocido en la antigüedad clásica.
Su nombre proviene del griego mephostophiles, que significa "el que
rechaza la luz"; apodo extraño para un representante del aspecto
luciferino del mal y, en consecuencia, un dador del conocimiento al que le
agrada tentar y hacer propuestas a los lúcidos, a los artistas y a los
intelectuales. Sin embargo, existen otras interpretaciones. Algunos señalan que
su nombre verdadero era Mefaustofiles, es decir, "el enemigo de Fausto";
o bien Mefiz-Tofel, que en hebreo significa "destructor-mentiroso".
La personalidad de
Mefistófeles es bastante ambigua. Por un lado se lo presenta como una figura
trágica; un ser obsesionado con desviar a los hombres geniales del camino de la
justicia. Por el otro, aparece como un representante refinado y exquisito del
mal, dueño de una mente fría, calculadora, racional, con una poderosa lógica
discursiva. Tal vez por eso, a lo largo de toda su historia, Mefistófeles se
inclina por todos aquellos que no se conforman con la rigidez de los dogmas o
las estrechas paredes de la verdad revelada.
en
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EL GRITO DE ASENCIO
Al producirse la
Revolución de Mayo en Buenos Aires, Montevideo permaneció, fiel al gobierno
español. Sin embargo, entre la población, y fundamentalmente de la campaña, se
comenzó a generar un movimiento de opinión favorable a la revolución (no
olvidemos la conspiración de Casa Blanca en Paysandú). En enero de 1811,
Francisco Javier de Elio llego a Montevideo desde España con el título de
Virrey, y desde ese momento inicio los preparativos para declarar la guerra a
Buenos Aires, lo que hizo el 12 de febrero. Para hacerse de recursos,
tomo una serie de medidas fiscales: regularización de títulos de propiedad de
tierras para el pago de la contribución, solicitud de donativos patrióticos,
impuestos a las importaciones de cuero y tabaco, control del contrabando
permitiendo el comercio solo a buques autorizados y a través de intermediarios
nacionales. Estas medidas perjudicaban a hacendados, comerciantes, barraqueros
y navieros en su actividad mercantil que venía decayendo por la situación de
crisis y el control español del comercio, ya que impedía el comercio con los
ingleses.
A estas medidas fiscales
se sumaron los empréstitos forzosos a los sacerdotes, empleados, propietarios,
artesanos, hacendados, comerciantes, y el uso de la fuerza para coaccionar a
los pueblos a reconocer la autoridad de Montevideo. En consecuencia, algunos
jefes militares al servicio del gobierno español; pero con gran asidero en la
campaña oriental, se pasaron al bando revolucionario, como fue el caso de
Artigas. En ese clima de disconformidad y resistencia fue que se generó el
levantamiento armado de Asencio. Los preparativos
revolucionarios habían comenzado en diciembre de 1810, cuando el alférez Justo
Correa fue enterado de la posible presencia de tropas porteñas en el territorio
de la Banda Oriental. Inmediatamente dio paso a la convocatoria de desertores y
paisanos a levantarse en armas. Desde todos los rincones se movilizaron los
hombres, acudiendo al llamado de los caudillos locales.
Incitado por el comandante
militar de la región, Ramón Fernández, en enero de 1811 Pedro José Viera,
conocido como “Perico El Bailarín”, se sumó al llamado de Correa con 28
hombres. En febrero lo siguió Venancio Benavides. El día 24 de febrero llego la
esperada noticia, la declaración de guerra por parte de Buenos Aires. Para el
día 26 los patriotas, ocultos en un bosque cercano al arroyo Asencio, en al
actual departamento de Soriano, eran unos trescientos. El 28 de febrero el
contingente de revolucionarios decidió emprender las primeras acciones. En el
amanecer de ese día dieron el grito de libertad resolviendo levantarse en armas
contra los españoles. Se dirigieron posteriormente a Mercedes y tomaron la
cercana población, haciendo luego lo mismo con Santo Domingo de Soriano y Dolores.
Importancia
del Grito de Asencio
Implico la desobediencia
al poder de los españoles, impuesto desde Montevideo.
La sublevación se
generalizo a partir de este acontecimiento configurando lo que Artigas llamo
“la admirable alarma”…
Fue un gran impulso para
la revolución oriental en la campaña. Vamos a compartir un fragmento
de la carta escrita por Artigas a la junta Gubernativa de la provincia del
Paraguay el 7 de diciembre de 1811…
“(…) 28 de febrero de 1811: día memorable que había
señalado la providencia para sellar los primeros pasos de la libertad en este
territorio, y día que no podrá recordarse sin emoción, cualquiera que sea
nuestra suerte"
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martes, 16 de febrero de 2021
DÍA MUNDIAL DE LA RADIO 2021
Día Mundial de la Radio 2021
"Nuevo Mundo, Nueva Radio" fue el lema propuesto para la celebración del Día Mundial de la Radio 2021 celebrado el pasado sábado 13 de febrero. Esta celebración fue proclamada por los Estados Miembros de la UNESCO en el 2011 y adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2012 como Día Internacional.
Este lema nos recuerda cómo este medio forma parte de la historia de la humanidad al seguir los diversos acontecimientos de nuestra sociedad y adaptar sus servicios. A medida que el mundo cambia, también lo hace la radio. Durante la pandemia de Covid 19, la radio permitió, asegurar la continuidad de la educación, luchar contra la desinformación y promover formas de protección.
La celebración de este año es un homenaje a la capacidad permanente de la radio para adaptarse al ritmo de las transformaciones de la sociedad y de las nuevas necesidades de los oyentes. La radio se destaca por su accesibilidad en cualquier lugar y en cualquier momento, la radio llega a una amplia audiencia. Se presenta como un medio donde pueden ser expresadas todas las voces, representadas y escuchadas, sigue siendo el medio más consumido en todo el mundo hoy en día.
Las emisoras de radio deben servir a comunidades diversas, ofreciendo una amplia variedad de programas, puntos de vista y contenidos, y reflejar la diversidad de audiencias en sus organizaciones y operaciones.
Con motivo del Día Mundial de la Radio 2021, la UNESCO hizo un llamamiento a las emisoras de radio para que celebren el décimo aniversario de este evento y los 110 años de la radio. La propuesta para la celebración de este año es comunicar a partir de alguno de los tres subtemas principales que ilustran el tema general de este año: EVOLUCIÓN - INNOVACIÓN - CONEXIÓN.
RADIO VATICANO CELEBRA 90 AÑOS DE COMUNICACIÓN, SERVICIO Y FRATERNIDAD.
Un 12 de febrero, de 1931, el Vaticano inauguraba su radioemisora, que fue instalada por el propio inventor de la radio, el italiano Guillermo Marconi. En esta ocasión, el papa Pío XI pronunció su primer radiomensaje en latín, dirigido "A toda la creación".
La inauguración de Radio Vaticana contó con la presencia del inventor de la radio, Guillermo Marconi, del cardenal Secretario de Estado, Eugenio Pacelli (futuro Pío XII) y del primer director de la emisora, el jesuita Giuseppe Gianfranceschi.
En el acto inaugural, Guillermo Marconi anuncia el Mensaje del Papa: "Tengo el altísimo honor de anunciar que dentro de pocos instantes, el Sumo Pontífice Pio XI inaugurará la estación de Radio del Estado de la Ciudad del Vaticano", luego de lo cual el Papa Pío XI pronunció su primer radio mensaje "Qui arcano Dei" con el cual, por primera vez en la historia, las ondas eléctricas transportaron a todo el mundo sus palabras y su bendición.
Esta es la Primera parte del Radio mensaje de Pío XI, dirigido «A toda la creación»:
Siendo, por arcano diseño de Dios, Sucesores del Príncipe de los Apóstoles, de aquellos cuya doctrina y predicación por divino mandato está destinada a toda la gente y a toda criatura (Mt., 28, 19; Mc., 16, 15), y pudiendo en primer lugar valernos desde este lugar de la admirable invención de Marconi, nos dirigimos primeramente a todas las cosas y a todos los hombres, diciéndoles, aquí y en adelante, con las mismas palabras de la Sagrada Escritura: «Escucha, cielo, y hablaré, oiga la tierra las palabras de mi boca». (Deuteronomio, 32, 1). «Oigan esto, todos los pueblos; escuchen, todos los habitantes del mundo: tanto los humildes como los poderosos, el rico lo mismo que el pobre». (Salmo, 48, 1). « ¡Escúchenme, costas lejanas, presten atención, pueblos remotos! » (Isaías, 49, 1).
La radio que inauguró Pío XI, en 1931, se ha replanteado en la actualidad como una emisora al servicio del Papa y de la fraternidad entre los pueblos, particularmente en el periodo de la pandemia, según destaca el Director de la Dirección Editorial del Dicasterio para la Comunicación, el periodista Andrea Tornielli, en un artículo conmemorativo por el aniversario de Radio Vaticano, publicado en el portal Vatican News. Para Tornielli, la Radio Vaticano "está al servicio del pensamiento y de la voz del Papa, para difundir sus ecos con rapidez y eficacia oportunas; y es una elocuente afirmación de la independencia de la Sede Apostólica, un instrumento de difusión del magisterio pontificio".
"Desde el principio, este fruto de la tecnología moderna estuvo también al servicio de la mutua unión entre los pueblos, por su significado universal de fraternidad". Las palabras pronunciadas el 12 de febrero de 1961 por San Juan XXIII mantienen intacta su actualidad en los días en los cuales Radio Vaticano celebra sus noventa años y la Iglesia está asimilando el mensaje de la Encíclica del Papa Francisco, “Fratelli Tutti”.
"Este especial cumpleaños de la emisora querida por Pío XI, construida por Guglielmo Marconi y confiada a los padres jesuitas, cae en un momento difícil de la historia de la humanidad a causa de la pandemia. La lucha contra el coronavirus que infecta los pulmones, y contra el virus de la indiferencia que a menudo nos impide reconocer que todos somos hermanos, han redefinido los programas, los horarios y el significado de una misión. En el año del Covid-19, la emisora del Papa ha buscado crear redes y poner en contacto a las personas aisladas a causa del confinamiento. Ha narrado las numerosas experiencias creativas del bien que han surgido en el mundo", comenta.
Cotidianamente, Radio Vaticano "difunde el mensaje del Sucesor de Pedro y las narraciones de la vida de la Iglesia en el mundo, en las diferentes lenguas y culturas, sin la obsesión de la audiencia, de los likes o del protagonismo autorreferencial. Riesgos de los cuales el Papa Francisco había advertido en septiembre de 2019, al Dicasterio para la Comunicación: “¿Cómo debe ser la comunicación? Una de las cosas que no deben hacer es publicidad… No deben hacer como las empresas humanas que intentan tener más gente... Me gustaría que nuestra comunicación fuera cristiana y no un factor de proselitismo”, dijo Andrea Tornielli, Periodista digital de Vatican News.
Las fuentes de esta información son Vatican News y otras agencias católicas de comunicación.
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LA BATALLA DE SALTA

Belgrano había aprovechado la victoria de Tucumán para reforzar el ejército a su mando. En cuatro meses logró mejorar la disciplina de las tropas, proporcionarles instrucción y reclutar suficientes efectivos como para duplicar su número. El parque y artillería abandonados por Tristán en la anterior batalla le había permitido organizarse con mucha mayor soltura. A comienzos de enero, buscando marchar tranquilamente para no fatigar a las tropas, emprendió la vanguardia la marcha hacia Salta. El 13 de febrero, a orillas del río Pasaje, el ejército prestó juramento de lealtad a la Asamblea Constituyente que había comenzado a sesionar en Buenos Aires pocos días antes, y a la bandera albiceleste diseñada por Belgrano. La bandera fue conducida por el mayor general Díaz Vélez, a quien llevaba en medio el coronel Martín Rodríguez y el general Belgrano escoltados por una compañía de granaderos que marchaban al son de música. La ocasión —cuya solemnidad fue empleada hábilmente por Belgrano, como lo había hecho en la bendición de la bandera en Jujuy antes del Éxodo Jujeño— dio lugar al rebautismo del río con el nombre de Juramento.
Tristán, entretanto, había aprovechado la ocasión para fortificar el Portezuelo, el único acceso a la ciudad a través de la serranía desde el sudeste; la ventaja táctica que esto le suponía hubiera hecho el intento imposible, de no ser por el superior conocimiento de la zona que los lugareños conscriptos aportaran. El capitán Apolinario Saravia, natural de Salta, se ofreció a guiar el ejército a través de una senda de altura que desembocaba en la Quebrada de Chachapoyas, que les permitiría empalmar con el camino del norte, que llevaba a Jujuy, a la altura del campo de la Cruz, donde no existían fortificaciones semejantes. Aprovechando la lluvia que disimulaba sus acciones, el ejército emprendió la marcha a través del áspero terreno, avanzando lentamente a causa de la dificultad de transportar los pertrechos y la artillería. El 18 se apostaron en el campo de los Saravia, ubicado en esa zona, mientras el capitán, disfrazado de indígena arreador, llevando mulas cargadas de leña hasta la ciudad, con la intención de informarse de las posiciones tomadas por la tropa de Tristán.
El día 19, gracias a la inteligencia de Saravia, el ejército marchó por la mañana con la intención de acometer las tropas enemigas al amanecer del día siguiente. Tristán recibió noticia del avance, y dispuso sus tropas nuevamente para resistirlo; alineó una columna de fusileros sobre la ladera del cerro San Bernardo, reforzó su flanco izquierdo, y organizó las 10 piezas de artillería con que contaba. En la mañana del 20 Belgrano ordenó la marcha del ejército en formación, disponiendo la infantería al centro, una columna de caballería — al mando de José Bernaldez Polledo — en cada flanco y una nutrida reserva al mando de Manuel Dorrego.
La herida de bala que al inicio de la batalla recibiera Eustoquio Díaz Vélez, segundo jefe de las fuerzas y jefe del ala derecha, mientras recorría la vanguardia de la formación, no fue obstáculo para que volviera al campo. El primer choque fue favorable a los defensores, ya que la caballería del flanco izquierdo encontraba dificultad para alcanzar a los tiradores enemigos por lo empinado del terreno.
Poco antes de mediodía, Belgrano ordenó el ataque de la reserva comandada por Dorrego sobre esas posiciones, mientras la artillería lanzaba fuego granado sobre el flanco contrario. Al frente de la caballería, condujo él mismo una avanzada sobre el cerco que rodeaba la ciudad. La táctica fue exitosa; columnas de infantes al mando de Carlos Forest, Francisco Pico y José Superí rompieron la línea enemiga y avanzaron sobre las calles salteñas, cerrando la retirada al centro y ala opuesta de los realistas. El retroceso de los realistas se vio dificultado por el mismo corral que habían erigido como fortificación; finalmente, se congregaron en la Plaza Mayor de la ciudad, donde Tristán decidió finalmente rendirse, mandando tocar las campanas de la iglesia de La Merced.
Un enviado a parlamentar negoció con Belgrano que al día siguiente los soldados abandonarían la ciudad en marcha, con honores de guerra, y depondrían las armas; Belgrano garantizaba su integridad y libertad a cambio del juramento de no empuñar nuevamente las armas contra los patriotas, un gesto inusual que ganó para su causa a no pocos de los combatientes enemigos. El mismo Tristán eventualmente tomaría el bando independentista en Bolivia. Los prisioneros tomados antes de rendición serían liberados a cambio de los hombres que José Manuel de Goyeneche retenía en el Alto Perú.
La generosidad de Belgrano, que abrazó a Tristán y lo dispensó de entregar sus símbolos de mando —los unía una estrecha amistad personal; habían sido condiscípulos en Salamanca, convivido en Madrid y amado allí a la misma mujer—, atraería sorpresa en Buenos Aires, pero la resonante victoria silenció las críticas y le granjeó un premio de 40.000 pesos dispuesto por la Asamblea. Belgrano declinaría recibirlo, disponiendo que el dinero se destinara a crear escuelas en Tucumán, Salta, Jujuy y Tarija; el libramiento de los fondos sería una deuda histórica durante 185 años, hasta que en 1998 finalmente se equipó en Tarija la última destinataria de los mismos.
La fosa común donde se enterraron los 480 caídos realistas y los 103 independentistas fue decorada por el gobernador Feliciano Chiclana con una cruz de madera y la inscripción "A los vencedores y vencidos". Hoy el lugar lo ocupa el monumento del 20 de febrero, proyectado por Torcuato Tasso y erigido en piedra de los cerros y un bronce alegórico. Los relieves que cubren los lados fueron diseñados por la también salteña Lola Mora. El monumento posee cuatro esculturas de bronce en honor a la actuación del general Manuel Belgrano, del mayor general Eustoquio Díaz Vélez, del teniente coronel Cornelio Zelaya y del comandante Manuel Dorrego.
El ejército de Belgrano continuaría camino hacia el norte, para hacer frente a las fuerzas de Joaquín de la Pezuela. Dos derrotas sucesivas, en Vilcapugio y Ayohuma, pondrían fin a la primera campaña del Ejército del Norte.
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martes, 2 de febrero de 2021
REEL MARATÓN 1000
Reel de la MARATÓN 1000, EMISIÓN ESPECIAL, 1000 PROGRAMAS de EL ALFA Y LA OMEGA, este compilado en audio de los 27 años de historia de nuestro programa estrella. 12 programas, 12 horas. La Dupla responsable de la MARATÓN 1000, (BUCSINSZKY y NORIEGA) cuentan lo que la Dupla GUZMÁN y MUSANTE han realizado a lo largo de todo este tiempo, con un estilo muy particular –que puede gustar o no- su modo eficaz de comunicar, sin hipocresías ni mentiras o caretas llegando a las nuevas generaciones de oyentes y cibernautas de este nuevo siglo con el mensaje de la Buena Nueva del Evangelio.
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