domingo, 26 de marzo de 2023

SIGNIFICADO E HISTORIA DEL DOMINGO DE RAMOS

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor: éste es el título que, después del Concilio Vaticano II, se atribuye al domingo último de cuaresma. Así ha quedado, sintetizando los dos aspectos más importantes conmemorados en la liturgia romana actual de este día.

Era difícil para los primeros cristianos concebir el domingo, aunque fuera el precedente a la fiesta de la Pascua, como formando parte de la semana del gran ayuno. Su carácter propio, pascual, no permitía que se le contara entre los días penitenciales. La liturgia romana se halla a ese respecto en una línea de equilibrio. Por una parte, ya desde el siglo V, centra la atención sobre los misterios de la Pasión del Redentor (la lectura evangélica es el relato de la misma según Mateo), abriendo así la semana en que se conmemorarán los hechos históricos más fundamentales del cristianismo. Por otra parte, no obstante, la visión global de la Pasión presentada en ese domingo incluye también la perspectiva de la Pascua. Particularmente la oración colecta y la segunda lectura de la Misa se refieren a todo el misterio pascual.

Mientras la liturgia romana conservó durante varios siglos el carácter severo del «domingo de Pasión», como llamaban a ese día los antiguos Padres, otros ritos elaboraron una liturgia cuyo núcleo era el acontecimiento de la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén, seguramente por influjo de la liturgia local de la Ciudad Santa, tan deseosa, como hemos podido observar, de seguir cronológicamente los pasos de Jesucristo durante los días de su Pasión. La peregrina Eteria describe detalladamente la procesión vespertina, que reproducía el acontecimiento: «Cuando se acerca la hora, se lee el pasaje del Evangelio en que los niños, con ramos y palmas, corrieron delante del Señor diciendo: "Bendito sea el que viene en nombre del Señor". Y en seguida el Obispo se levanta con todo el pueblo, y entonces, de lo alto del Monte de los Olivos, se viene yendo todo el mundo a pie. Todo el pueblo marcha delante del Obispo al canto de los himnos y de las antífonas, respondiendo siempre: "Bendito sea el que viene en nombre del Señor". Todos los niños pequeños llevan ramos, unos de palmeras, otros de olivos; y así se da escolta al Obispo de la manera como el Señor fue escoltado aquel día. Se camina muy lentamente para no fatigar a la multitud, y es ya de noche cuando se llega a la Anástasis. Llegados allí, aún siendo tarde, se hace el Lucernario; a continuación todavía una oración a la cruz, y se despide al pueblo».

Esta tradición pasó a las iglesias de oriente, y aunque en algunas cayó en desuso la procesión de las palmas, el hecho conmemorado sigue siendo el tema principal de la liturgia de ese domingo. Más tarde, en el siglo VII, las iglesias hispánicas, y probablemente también las francas, adoptan la costumbre de Jerusalén. Durante los siglos IX y X, se difunde por todo el imperio carolingio el rito de la procesión de las palmas, que se presentará como una gran manifestación religiosa y popular. También la liturgia romana adopta la costumbre. En el Medioevo la procesión fue revistiéndose de cantos, bendiciones y expresiones plásticas.

La reforma introducida por el Concilio Vaticano II simplificó los ritos de la procesión, aproximándolos más a los primitivos usos de la Iglesia en Jerusalén, y poniendo más de relieve su significado. No trata tanto de manifestar el simbolismo de las palmas, como de rendir un homenaje público y solemne al Hijo de David, al Mesías-Rey, imitando a quienes lo aclamaron Redentor de la humanidad. Por eso se ha reducido la bendición de las palmas a una sola plegaria, escogida entre las muchas existentes anteriormente, y se ha dado mayor amplitud a la procesión. Con la proclamación del mensaje evangélico que narra el acontecimiento de la entrada de Jesucristo a Jerusalén, por la que se inicia la procesión, y con las antífonas y salmos seleccionados para ser cantados durante el recorrido, se hace presente el hecho histórico, prefigurado por las visiones proféticas sobre las «entradas» o manifestaciones de Dios en su Santuario y en el mundo.

La entrada triunfal de Jesucristo a Jerusalén marca, en cierto sentido, el fin de lo que Jerusalén era para el Antiguo Testamento, y señala el principio de la plena realización de la nueva Jerusalén. Desde este momento Jesucristo insistirá sobre la destrucción de la Jerusalén terrenal, hablará de su juicio, de lo que ha de ser la Jerusalén futura. De Jerusalén nacerá la Iglesia, ciudad espiritual que se extenderá por todo el mundo, cual signo universal de la redención definitiva. No sin razón, Lucas presenta la vida de Jesucristo como una peregrinación hacia Jerusalén, y Jesucristo mismo calificará su entrada última a la Ciudad Santa de «su hora» (Jn 12,27; 17,1). Así la Semana Santa se inaugura con una «entrada» de la Iglesia, peregrina, acompañando a Jesucristo que va a padecer; y la Semana Santa finaliza con otra «entrada», con el «paso» de la Muerte a la Vida, celebrado en la Vigilia Pascual. Ambas "entradas" son un testimonio de la participación de la Iglesia en los misterios que ellas significan.

LA HISTORIA DEL ASNO QUE MONTO JESÚS

Aunque la mayoría de cristianos preferiría no preocuparse por algunos de los detalles más mínimos de la vida de Jesús que se registran en el Nuevo Testamento, cuando se nos reta a defender la inherencia del Libro que registra la historia hermosa de Jesús, hay momentos en que esos detalles requieren nuestra atención. Este es el caso con la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén durante la última semana de Su vida. Los que llevan el nombre de Cristo disfrutan leyendo acerca de los gritos de la gente antigua, “¡Hosanna!”, y meditando en el hecho que Jesús fue a Jerusalén para dar salvación al mundo. Por otra parte, los escépticos leen este evento y gritan, “¡Contradicción!”. Supuestamente, Mateo entendió mal la profecía de Zacarías, y por ende contradijo lo que Marcos, Lucas y Juan escribieron concerniente a la entrada final de Jesús a Jerusalén, Mateo registró lo siguiente:

“Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente, e inmediatamente encontrarán un asna atada, junto con su cría. Desátenla y tráiganmelos. Y si alguien les dice algo, respondan: «El Señor los necesita y los va a devolver en seguida». Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: "Digan a la hija de Sión: Mira que tu rey viene hacia ti, humilde y montado sobre un asna, sobre la cría de un animal de carga". Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado; trajeron la asna y su cría, pusieron sus mantos sobre ellos y Jesús se montó. Entonces la mayor parte de la gente comenzó a extender sus mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los árboles y lo cubrían con ellas. La multitud que iba delante de Jesús y la que lo seguía gritaba: « ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!” (Mateo 21, 1-9).

Los escépticos señalan rápidamente que los otros escritores del evangelio mencionan solamente que los discípulos adquirieron “un asno” sobre el cual Jesús se sentó. Marcos registró que Jesús dijo a los discípulos que ellos encontrarían “Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo” (11-2). Los discípulos entonces “…fueron y encontraron un asno atado cerca de una puerta, en la calle, y lo desataron. Algunos de los que estaban allí les preguntaron: « ¿Qué hacen? ¿Por qué desatan ese asno?». Ellos respondieron como Jesús les había dicho y nadie los molestó. Entonces le llevaron el asno, pusieron sus mantos sobre él y Jesús se montó” (Marcos 11-4,7). Notemos que Marcos, Lucas y Juan no dijeron que se consiguió solamente un asno para Jesús, o que solamente un asno viajó a Jerusalén con Jesús. Los escritores simplemente mencionan un asno. Ellos nunca niegan que otro asno (la madre del asno) estuviera presente. El hecho que Marcos, Lucas y Juan mencionaran un asno joven no significa que no hubiera dos. Si dos amigos suyos, José y Bernabé, vinieran a su casa el jueves en la noche, pero el próximo día usted mencionara a un amigo de trabajo que José estuvo en su casa el jueves en la noche (y excluyera a Bernabé de la conversación por alguna razón), ¿sería esa una mentira? Desde luego que no. Usted simplemente declaró el hecho que José estuvo en su casa. Similarmente, mientras que Marcos, Lucas y Juan declararon que un asno estaba presente, Mateo simplemente suplementó lo que los otros escritores registraron.

Aunque Mateo mencionó que Jesús y Sus discípulos fueron a Betfagé, Marcos y Lucas anotaron Betfagé y Betania. Marcos y Lucas indicaron que la cría de la asna que adquirieron para Jesús nunca había sido montado. Mateo omitió esta información. Mateo fue el único escritor del evangelio que incluyó la profecía de Zacarías. Marcos y Lucas incluyeron la pregunta que los dueños de la asna hicieron a los discípulos cuando fueron a conseguir el asno joven para Jesús. Mateo excluyó esta información en su relato. Como puede notar, en esta historia (y en el resto de los relatos del evangelio), los escritores suplementaron consistentemente los relatos de los demás. Este suplemento es evidencia de escritores diferentes—algunos de los cuales fueron testigos oculares. Es muy posible que Mateo fuera específico en su numeración de los asnos, debido a la probabilidad que él fuera uno de los testigos oculares de la entrada final de Jesús a Jerusalén. (Tenga en cuenta que Mateo fue uno de los doce apóstoles; Marcos y Lucas no lo fueron).

Segundo, en cuanto a la acusación que Mateo escribió dos asnos, en vez de uno porque supuestamente entendió mal la profecía de Zacarías, se debe notar primero que la profecía de Zacarías realmente menciona dos asnos (incluso cuando se declara que solamente uno transporta al Rey de Jerusalén). El profeta escribió: “¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno, sobre la cría de un asna”. (Zacarías 9-9). En este versículo, Zacarías usó paralelismo poético hebreo (un balance de pensamiento entre dos partes consecutivas en la poesía). Los términos asna, e cría designan al mismo animal.

Zacarías mencionó que este asno era el hijo de una asna. Se puede suponer que el profeta estaba simplemente declarando algo obvio cuando mencionó la existencia de la madre, sin embargo, cuando se considera el evangelio de Mateo, aparece la asna que Zacarías 9-9 apenas menciona. La cría y la asna fueron traídas a Cristo en el Monte de los Olivos, y ambos hicieron el viaje a Jerusalén. Ya que el asno joven nunca había sido cabalgado, o ya que nadie se había sentado en él (como Marcos y Lucas declararon), se entiende la dependencia en su madre (como Mateo implica). El punto principal del problema que el escéptico propone en cuanto a la entrada de Jesús a Jerusalén es cómo pudiera haber cabalgado en los dos asnos al mismo tiempo. Ya que Mateo 21-7 declara, “…trajeron el asna y su cría, pusieron sus mantos sobre ellos y Jesús se montó”, algunos han concluido que Mateo quiso que sus lectores entendieran que Jesús cabalgó como alguna clase de acróbata—entrando a Jerusalén más como un payaso que como un rey. Este razonamiento es absurdo. Mateo pudo haber querido decir que Jesús cabalgó en el asno joven mientras que la asna, su madre, caminaba al lado. Otra solución posible para este “problema” es que Jesús sí cabalgó en ambos asnos, pero que lo hizo en tiempos diferentes. Aunque algunos piensen que esta solución no es probable, no hay nada en la profecía de Zacarías o los relatos del evangelio que la prohíba. Tal vez una respuesta probable a la pregunta, “¿Cómo pudo Jesús sentarse encima (de los asnos) durante su marcha a Jerusalén?”, es que esto no hace referencia a los asnos en absoluto sino a los mantos.

Cuando Mateo escribió que Jesús “se sentó encima”, él pudo haber querido que sus lectores simplemente entendieran que esto se refería a los mantos, y no a los asnos. Si se colocaron los mantos de los discípulos sobre ambos asnos (como Mateo indicó), y luego Jesús cabalgó en el asno más joven, se pudiera concluir lógicamente que Jesús se sentó en los mantos (que se colocaron sobre la cría de la asna). Finalmente, para no dejar ninguna acusación sin responder concerniente a los pasajes que se discuten en este artículo, se debe enfatizar un punto más. Aunque se ha acusado a Jesús y a sus discípulos de “haber robado a la asna y su joven cría” en el desfile a Jerusalén, el texto nunca indica algún hurto. Jesús pudo haber hecho un arreglo en cuanto al uso de los animales. Sin embargo, ya que los dueños de los asnos no conocían quiénes eran los discípulos, había la necesidad de decir a estos lo que Jesús les dijo. Después que los discípulos declararon, “El Señor lo necesita”, los dueños dejaron que se los llevaran (Lucas 19:32-35). Esto fue voluntario. Jesús realmente no apoyó el hurto en esta ocasión, o en ninguna otra (Mateo 19-18; 1 Pedro 2-22; cf. Éxodo 20-15;). La Biblia no tiene la obligación de presentar cada detalle de cada evento, como nos cuenta Juan 21-25: “…pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían”

NAMASTÉ


Los orígenes de la palabra NAMASTÉ son muy remotos, ya que proviene de la ancestral cultura hindú caracterizada por la presencia de diversos idiomas. Uno de los tantos idiomas que se hablan en la India es el sánscrito, el cual es considerado como una lengua sagrada dentro de dicha cultura. El sánscrito es además un idioma perfecto y completo desde el punto de vista gramatical, de acuerdo con los lingüistas. Además, literalmente significa algo así como “perfectamente hecho”. Incluso, en algunas partes del sur de Asia, se utiliza NAMASKAR como sinónimo, sobre todo en Nepal para dirigirse a los mayores.

Los hindúes utilizan la palabra NAMASTÉ como forma de saludo y despedida, así como para dar gracias, para pedir como muestra de respeto y generalmente acompañándola con el gesto (o “MUDRA”) de juntar las palmas de las manos en forma de rezo, colocándolas en el centro del pecho. NAMASTÉ es una palabra compuesta. El término “NAMAS” significa “SALUDO” o “REVERENCIA”, y proviene etimológicamente de NAM, que quiere decir “POSTRARSE” o “INCLINARSE”. Por su parte, el sufijo “TE” es un pronombre personal, bastante parecido al equivalente en español, por cierto, que significa “A TI”.

Más allá del aspecto estrictamente semántico de la palabra NAMASTÉ, el aspecto filosófico-espiritual que posee el sánscrito, le otorga significados más profundos a esta palabra. Así, por ejemplo, el término “NAMAS” también puede ser interpretado como “NADA MÍO”, significando que mi ego se reduce a la nada, connotando una actitud de humildad frente al otro. Si este saludo se realiza desde el corazón, se establece una conexión genuina entre las personas, por encima de las expectativas y máscaras sociales. Otro matiz del significado de esta multifacética palabra está en la creencia en las religiones orientales de que existe una chispa divina en cada persona.

Entonces, cuando la palabra NAMASTÉ está acompañada del gesto, o MUDRA, de las manos en forma de rezo y la inclinación de la cabeza, esta tácitamente reconociendo esta presencia divina en uno mismo y en el otro. Si se expresa con palabras, sería algo así como: “La chispa divina que hay en mí reconoce la chispa divina que hay en ti”. NAMASTÉ es una forma de honrar a la otra persona, un modo de mostrar respeto y agradecimiento desde la parte más profunda de nuestro ser.

LA SOBERANÍA ARGENTINA SOBRE LAS ISLAS MALVINAS

DOCUMENTOS INÉDITOS DE 1767 RATIFICAN LA SOBERANÍA DE ARGENTINA SOBRE LAS ISLAS MALVINAS

Son tres cartas inéditas fechadas en 1767. Tres documentos escritos en español antiguo que incluyen un intercambio epistolar entre el primer gobernador de las Islas Malvinas y el entonces mandatario de Buenos Aires. Los tres escritos RATIFICAN LA SOBERANÍA GEOPOLÍTICA DE LA ARGENTINA SOBRE LAS ISLAS MALVINAS. El primer documento está fechado en Buenos Aires el 18 de febrero de 1767 y es una carta del entonces GOBERNADOR BONAERENSE FRANCISCO BUCARELLI Y URSÚA (expulsor de los Jesuitas) a FELIPE RUIZ PUENTE, primer mandatario de las Islas Malvinas. El texto que se halla bajo estricto resguardo en el Archivo General de la Nación, sostiene que desde Buenos Aires se enviarán ocho prisioneros "a ración y sin sueldo" como mano de obra para la flamante gobernación de las Malvinas, creada cuatro meses antes por orden del Rey Carlos III"Señor mío: con destino a servir en las Reales obras de las Islas Malvinas a ración y sin sueldo remito a Usted los individuos señalados en la adjunta relación para [que] disponga la conducción y permanencia allí de estos reos el tiempo de su condena", firma el gobernador de Buenos Aires al tiempo que da la lista de ocho presos.

El segundo documento es una carta fechada en Malvinas el 25 de abril de 1767 enviada por el gobernador de Malvinas FELIPE RUÍZ PUENTE a su par bonaerense BUCARELLI Y URSÚA. En esa misiva le explica la necesidad de levantar una capilla en Malvinas "para todo el pueblo, pues solo se cuenta con una muy precaria, con una imagen de San Luis". Y solicita a la vez "un pequeño sagrario o tabernáculo con su copón correspondiente y una imagen de la Advocación que V.E determinare para Patrono de esta posesión". Cabe destacar que el Puerto Soledad se bautizó como Saint Louis cuando fue descubierto por los franceses. Sucede que las islas luego fueron transferidas a la corona española por Francia. Y el tercer documento hallado, que obra en poder del Estado en estos momentos, está datado en Buenos Aires el 2 de diciembre de 1767. También se trata de una carta dirigida por el gobernador de Buenos Aires al primer gobernador de Malvinas. Allí se sostiene que desde la capital argentina se enviarán los vasos sagrados y ornamentos para "erigir una nueva capilla en esa Colonia", así como una imagen de la Virgen de la Soledad para que sea declarada patrona de la población. Quizás esta sea la única pista para descubrir el origen del nombre de la Isla Soledad.

Los detalles más importantes de las cartas, menciona la enumeración de "reos" que fueron a trabajar ya que entre ellos sólo uno era de origen noble y de apellido Díaz. No sólo estos reos fueron a Malvinas, sino que comenzaron las primeras obras de la Capilla y está mencionado que fueron los Franciscanos quienes aportaron su asistencia espiritual al comienzo de dominio de la corona española. El documento está datado el 25 de Abril de 1767, la fecha del traspaso de dominio francés de las islas al reino español, y para los historiadores y el arco político, estos documentos revelan una posesión del territorio español, por lo que tras la independencia de la Argentina, pasó a ser la república poseedora de las islas Malvinas. "La particularidad del documento es el uso de la palabra 'Colonia', calificativo de los Borbones, reinantes en esa etapa en la península Ibérica. Ese término es vital para reconocer a las islas como dependientes de una gobernación bonaerense, luego del Virreynato del Río de la Plata, más tarde de las provincias Unidas y por último de la Nación Argentina", expresó el coleccionista privado que encontró los documentos y que se los donó al Estado. Por razones de seguridad, el anticuario prefirió denominarse con las iniciales N.L.D. a fin de no revelar su identidad.

El Gobierno tiene conocimiento de estos documentos que ahora están en poder del Archivo General de la Nación. Una fuente calificada de la Casa Rosada admitió que "hay altas posibilidades de que estas cartas puedan ser usadas para presentar en Naciones Unidas como nuevos elementos de defensa de la soberanía de la Argentina en las islas Malvinas". El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) terminó de analizar científicamente los documentos inéditos para autentificar su identidad y reveló que son reales. Se realizaron "análisis cual/cuantitativo de fibras mediante la observación con micropio optimo y microfotografias". El informe técnico es el SOTN 18-5230. "Se tomaron muestras con algunos escasos milímetros cuadrados en zonas de reborde y sin escritura tratando de no afectar las dimensiones originales ni su aspecto", dice el documento. A su vez, el Archivo General de la Nación avaló esa documentación y la resguardó en su poder bajo llave. Ahora espera que el Gobierno tome el tema y se avance con el reclamo político ante Gran Bretaña en el Comité de Descolonización de Naciones Unidas. Desde la Fundación Nuestra Historia y la Confederación de Entidades Patrióticas, dijo que "la validez de estos documentos es que tienen el peso político de que el reclamo argentino sobre las islas ya se sustentaba desde 1767 y no hay dudas de esto".

Fuente:

domingo, 19 de marzo de 2023

¿PORQUÉ LO MATARON A JESÚS?

Todos saben cómo murió Jesús: crucificado. Pero casi nadie sabe por qué lo mataron, cuál fue el motivo determinante de su muerte. Durante su vida pública, Jesús tuvo serios enfrentamientos con las autoridades de su tiempo por diversas razones. Porque no respetaba el sábado (Mc 2,27), no observaba las normas de pureza (Mc 7,1-23), modificaba la ley de Moisés (Mt 5,20-48), se rodeaba de gente excomulgada (Mc 2,13-14), comía con personas de mala fama (Mc 2,15-17), tocaba a los leprosos y a los muertos (Mc 1,41). Y varias veces las autoridades estuvieron a punto de apresarlo y darle muerte, pero no pudieron hacerlo por temor a la reacción de la gente. Sin embargo en cierto momento Jesús hizo algo que colmó la paciencia de los gobernantes, y los obligó a tomar la decisión de acabar con su vida. ¿Cuál fue ese incidente?

La versión de Mateo es diferente (Mt 21,12-17). Él escribe para lectores de origen judío, que esperaban la llegada de un futuro Mesías. Por eso adapta el relato a esta mentalidad. Ante todo, dice que Jesús expulsó a los vendedores del Templo el mismo día en que entró en Jerusalén, y no al día siguiente como indica Marcos. Se trata de un detalle muy importante. Porque el día de su entrada en Jerusalén es el día en que la ciudad entera lo había aclamado como Rey y Mesías. De este modo, Mateo quiere decir que el Jesús que acaba de ingresar en el Templo es el Mesías que ellos esperaban.

¿Y qué viene a hacer el Mesías al Templo? Según la creencia judía, el Templo de Jerusalén estaba impuro desde hacía muchos años. En efecto, en el año 167 a.C., un rey de Siria llamado Antíoco Epífanes había invadido Jerusalén y había ofrecido en su Santuario sacrificios a los dioses paganos. Desde entonces los judíos sentían que su Templo estaba manchado, y vivían consternados por eso, pero no podían hacer nada. Sólo les quedaba aguardar que, según una antigua profecía (Mal 3,1-3), llegara el Mesías a purificarlo (1Mac 4,44-46). Mateo, al presentar a Jesús como Mesías, y además purificando el Templo, sugiere que lo purifica no sólo de los vendedores y cambistas, sino de su antigua y vergonzosa mancha.

Para reafirmar esta idea, agrega dos detalles propios de él: a) refiere que luego de expulsar a los vendedores se le acercaron unos ciegos y paralíticos, y los curó; porque estas curaciones se esperaban del Mesías cuando viniera (Mt 11,5); b) señala que un coro de niños hebreos se puso a aclamarlo como Mesías; así, ya no quedaba duda alguna de su identidad. A Mateo no le interesa, como a Marcos, el atrio de los paganos (por eso no cuenta el detalle de que Jesús obstaculiza el paso de la gente por el Templo, ni dice que este será casa de oración para todas las naciones). Le interesa el Templo judío propiamente dicho, y mostrar a Jesús que se presenta como el Mesías que viene a tomar posesión de él y a purificarlo. Por eso decidieron matarlo.

La versión de Lucas es la más breve de todas. Apenas tiene dos versículos, y no cuenta casi nada (Lc 19,45-46). Sólo dice que Jesús echó fuera a los vendedores. No hay mesas volcadas, ni puestos de palomas derribados, ni gente bloqueada para que no pase. ¿Por qué Lucas lo acortó tanto? Porque él escribe para una comunidad cristiana formada por ex paganos y ex judíos, que está en crisis, y que amenaza con dividirse por problemas internos. Por eso busca eliminar de su Evangelio (y también del incidente del Templo) casi todas las escenas de violencia y agresión que pudieran aumentar aún más las tensiones que ya había entre sus lectores.

Y para Lucas, ¿que pretendió hacer Jesús aquel día en el Templo? Simplemente lo purificó para convertirlo en un lugar apto para sus enseñanzas (19,47), algo que no irritaba a ninguno de los lectores de su comunidad. Por eso, a partir de ese momento aparecerá Jesús enseñando permanentemente en el Templo (20,1; 21,37.38; 22,53). Y por ese motivo decidieron matarlo.

Aunque con matices distintos, los tres primeros evangelistas coinciden al menos en que la muerte de Jesús se debió a la expulsión de los vendedores del Templo. En cambio san Juan da una explicación totalmente diferente: lo que provocó la muerte de Jesús fue el haber resucitado a Lázaro (Jn 11,45-54). ¿Por qué? La resurrección de Lázaro es el último milagro que Jesús realiza en el cuarto Evangelio, y el más impresionante de todos. Jesús ya había curado a otros enfermos: a un niño con fiebre (4,52), a un paralítico que llevaba treinta y ocho años enfermo (5,5), a un ciego de nacimiento (9,32). Pero nunca había devuelto la vida a un muerto. Con este milagro, el más espectacular de todos, san Juan presenta a Jesús con el poder sorprendente de dar la vida a los muertos; él es la resurrección en persona que ha venido a visitarnos (11,25-26).

Frente a esto, los sumos sacerdotes y los fariseos no pueden tolerar más, y deciden matarlo. Que alguien devuelva la vida a los muertos ya es demasiado; se torna peligroso, y difícil de manejar. Por eso planean eliminarlo (11,45-53). Pero las autoridades no cuentan con una sorpresa: que precisamente matándolo hacen que Jesús devuelva la Vida a los muertos. La muerte de Jesús es la que inaugura los nuevos tiempos, la nueva era de la resurrección y la Vida eterna. A partir de ese momento, todo el que cree en él ya tiene la Vida plena. La gran ironía de san Juan es mostrar que a Jesús le quitan la vida para que él no dé más la Vida; y sin embargo así es como logran que él dé la Vida.

Si para Juan lo que llevó a la muerte a Jesús fue la resurrección de Lázaro, ¿qué pasó con el incidente del Templo? También él lo cuenta, pero al principio de su Evangelio, y con otra intención. Para Juan, al comienzo de su vida pública Jesús subió un día a Jerusalén y se dirigió al Templo. Allí se encontró con los vendedores de animales y los cambistas, y los expulsó (2,13-22). Pero en la versión de Juan, Jesús tiene una intención distinta a la que presentaron los otros tres evangelistas: lo que Jesús quiere hacer aquí es directamente eliminar el Templo, y reemplazarlo por su persona.

Por eso Juan añade detalles propios en su relato, que muestran esta idea. Por ejemplo, además de ahuyentar palomas (como decían los otros tres Evangelios), dice que Jesús también echó afuera bueyes y ovejas. Porque estos eran los animales empleados como sacrificios en el Templo, y al venir ahora Jesús, ya no hacen falta más animales ni más sacrificios que su muerte redentora. También dice Juan (y sólo él) que cuando le preguntaron a Jesús por qué hacía eso él respondió: "Destruyan este Templo y yo lo levantaré en tres días". Es decir, no sólo los sacrificios sino el mismo Templo ya no tienen sentido, con la llegada de Jesús. Todo debe ser eliminado.

Jesús murió para que no hubiera más excluidos (Marcos), para eliminar la impureza de las intenciones torcidas de los creyentes (Mateo), para que lo que enseñamos sea lo que vivimos (Lucas), y para que el mundo tenga una vida mejor (Juan). La muerte de Jesús fue un hecho tan lleno de significado, tan denso e inagotable en sus consecuencias, que aun con todas las explicaciones que los evangelistas nos den no llegamos a desentrañarla del todo. Pero una cosa es cierta: sólo quien se compromete con alguna de esas consecuencias demuestra haber experimentado la Vida que ella ha traído.

Extracto de la nota escrita por el biblista Ariel Álvarez Valdés
Revista Vida Pastoral
Editorial San Pablo

RAMADÁN

El RAMADÁN coincide con la fecha en la que el PROFETA MAHOMA recibió la primera revelación del CORÁN, el libro sagrado de los musulmanes que, entre otras muchas cosas, establece los límites en las relaciones entre individuos y entre el individuo y la comunidad. Durante el RAMADÁN, los musulmanes deben cumplir con el ayuno, uno de los cinco pilares del ISLAM, considerado como un método de auto-purificación por el que aprenden a tener fuerza y paciencia y, por lo tanto, a conocerse a sí mismos. De este modo, este mes sagrado tiene, además de una función religiosa, una sanitaria (purifica el cuerpo), mental (fortalece la voluntad) y moral (hacer comprender lo que sufren las personas privadas de alimento). Los musulmanes tienen su propio calendario: el ciclo lunar, cuyos días no coinciden de año a año. El RAMADÁN siempre es el noveno mes del calendario lunar, comenzando con la aparición de la luna nueva y acabando con la siguiente luna nueva. El RAMADÁN comienza unos 11 días antes cada año, lo que hace que no siempre coincida con el verano en occidente: por ejemplo, en 2020 será entre abril y mayo, con lo que el esfuerzo del ayuno será menor al haber más horas de oscuridad. Al basarse en ciclos lunares, el tiempo del RAMADÁN no es exactamente el mismo cada año, aunque siempre suele durar unos 29 ó 30 días.

El RAMADÁN es obligatorio para todo musulmán sano desde el momento en el que llega a la pubertad. Existen, no obstante, ciertas excepciones. Las niñas y las mujeres con la regla o que aún no se hayan recuperado de un parto reciente pueden saltarse el RAMADÁN, aunque éstas deberán "compensar" los días que no ayunen a lo largo del año. Lo mismo ocurre con los enfermos y aquellos que estén de viaje durante estas fechas: pueden retrasar su ayuno, pero deberán cumplirlo otros días antes de que acabe el año. La rutina durante los días de ayuno debe ser prácticamente la misma que la del resto del año, de ahí el sacrificio con el que deben cumplir los musulmanes. Pero hay ciertas diferencias: como sólo pueden comer cuando no ha salido el sol, los musulmanes suelen levantarse antes del alba para desayunar, pues no volverán a ingerir nada hasta la noche. Asimismo, el ayuno se rompe con la puesta de sol y la llamada al rezo, y es costumbre tomar un pequeño 'tentempié' antes de la cena.

Asimismo, este mes se considera el de la comunidad, y se pide a los musulmanes que ayuden a sus vecinos, especialmente los más necesitados, y que se posponga todo lo que no sea absolutamente indispensable para pasar más tiempo en familia. Durante el RAMADÁN la gente debe ser más generosa, cordial, amistosa y servicial con los demás. Por supuesto, la oración, otro de los pilares del islam, es esencial en esta fecha, en la que en las mezquitas se recita el Corán entero. En todo el mundo se celebra el AID EL FITR, la FIESTA DEL FINAL DEL AYUNO, que tiene, a su vez, dos momentos cumbre: la oración de la ruptura del ayuno y la entrega de una limosna en especies, generalmente comida, a personas necesitadas (ZAKAT AL FITR). Normalmente, el ZAKAT EL FITR consiste en el equivalente a cuatro manos llenas de pasas, dátiles, grano o queso; si no es posible dar alimento se puede entregar dinero. Ese día, los musulmanes también hacen regalos a los niños, les visten con ropa nueva y con ella acuden a la mezquita para la primera oración de la mañana. Al salir del rezo, toda la familia acude al cementerio a recordar a sus parientes fallecidos y por la tarde visitan a sus familiares y amigos.

MONSEÑOR ROMERO

Oscar Arnulfo Romero y Galdámez nació el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, Departamento de San Miguel. Su padre era telegrafista y su madre de oficios domésticos. Al terminar sus estudios básicos se dedicó al aprendizaje de carpintería y a la música. En 1930 y a los trece años de edad, que Oscar recibió su llamada al servicio de Dios. Ingresó al seminario menor en San Miguel y luego, en 1937, se mudó a Roma donde terminó sus estudios teológicos en la Universidad Gregoriana el 4 de abril de 1942.

Regresó a El Salvador en 1943, a su natal San Miguel y el obispo le confió la parroquia de Anamorós, un pueblo cerca de San Miguel donde se venera la patrona de El Salvador, Nuestra Señora de la Paz. Monseñor Oscar Arnulfo Romero En 1966, es nombrado Secretario de la Conferencia de Obispos en El Salvador, cargo en el cual permanece por once años más. Durante este tiempo, Oscar difundió centenares de sermones emotivos y espirituales a través de la radio a lo largo y ancho del país, ganándose así el respeto de la comunidad católica. En 1970, Oscar es nombrado Obispo y ejerce al lado del entonces Arzobispo de San Salvador, Monseñor Chávez y González. También desempeñó su oficio en 1974, en la parroquia de Santiago de María, en el Departamento de Usulután.

El 3 de febrero de 1977, la Iglesia Católica en el Vaticano bajo el mando de Pablo VI, le concedió el título de Arzobispo de San Salvador, sólo unas semanas antes de las elecciones presidenciales que trajeron al General Carlos Humberto Romero a la presidencia de la república. Sangre, tortura y persecuciones enmarcan los tres años que sirvió como Obispo de San Salvador Durante la guerra civil de este país que daba comienzo en 1979, Monseñor Romero se convirtió en la “voz de los sin voz” y en “el pastor del rebaño que Dios le había confiado” por su férrea defensa de los derechos de los pobres y marginados.

Tras el asesinato de su colega y buen amigo, el sacerdote Rutilio Grande, Monseñor Romero cita las enseñanzas de su Papa favorito, Pío XI: “La misión de la Iglesia no es desde luego política, pero cuando la política toca el altar, la Iglesia defiende el altar” Es por esto que Monseñor intervino en el conflicto social que estaba destruyendo a su país y a su gente. Monseñor Romero recurrió a las palabras de San Agustín y Santo Tomás para justificar a quien se levanta contra las leyes opresoras. La defensa de los pobres siempre fue su criterio para juzgar la política. Monseñor Romero, luego de luchar por los derechos humanos de los pobres y de los oprimidos por el gobierno, cae asesinado por un certero disparo de calibre 25 directo al corazón, el 24 de marzo de 1980, mientras celebraba una misa en la capilla del Hospital de la Divina Providencia en San Salvador.

Para muchos, la imagen de Monseñor Romero es el símbolo religioso más grande del país y, desde su asesinato, su legado ha traspasado fronteras y se ha convertido en un símbolo universal de la justicia y de la paz. Ahora le conocen como “El Profeta y Mártir de la Américas”.

PALESTINA EN TIEMPOS DE JESÚS

Los cristianos confesamos que en la persona de Jesús de Nazaret se ha revelado plenamente el misterio de Dios. La grandeza y el escándalo de nuestra fe se hallan en la humanidad y en la concreción de Jesús; él vivió en un país concreto, Palestina; con una geografía y una cultura particular; en una época también muy concreta, el siglo I.

Si queremos comprender la riqueza del mensaje de Jesús, la grandeza de su persona, su lenguaje, sus comparaciones, hemos de estudiar e intentar conocer cómo era el país de Jesús, cómo era la religión de entonces, qué grupos sociales y religiosos había, qué problemáticas políticas y económicas existían... De este modo entenderemos mejor no sólo la persona y el mensaje de Jesús, sino cómo él desborda y transciende a su misma época, para convertirse en centro y clave de la historia humana.

Palestina
Significa "tierra de los filisteos", ha recibido diversos nombres a lo largo de la historia: Canaán, Israel, Judea, Tierra Santa... Es un territorio de Asia Occidental, situado entre el Mediterráneo (Oeste), Siria (Norte), el desierto de Arabia (Este) y la península del Sinaí (Sur). El clima de Palestina se caracteriza por tener veranos calurosos y secos e inviernos templados y no demasiado lluviosos.

Galilea
Es una región montañosa, al norte de Palestina, con una fértil llanura bordeando el mar de Genesaret. En su parte montañosa están las poblaciones de Naín, Nazaret y Caná. La llanura del mar de Genesaret era abundante en cereales, fruta, olivos y vid, así como en pesca y derivados. Allí estaban las ciudades de Cafarnaún, Corozaín y Betsaida.

De Galilea era originario Jesús y en Nazaret vivió hasta el comienzo de su vida pública. De ahí que el lenguaje de Jesús esté plagado de comparaciones agrícolas y pesqueras. También gran parte de sus discípulos eran de esta región. En Cafarnaún Pedro tenía su casa, en ella descansaba el Señor a menudo, después de sus viajes recorriendo todas las aldeas. Por haberse fusionado la población con extranjeros, no judíos de religión, los galileos no eran bien vistos por los judíos fervientes, que llamaban a la región "Galilea de los gentiles", algo así como "el distrito de los ateos".

Samaría
Está situada entre Galilea y Judea. Es fértil y con alto nivel urbano. Sus habitantes nunca fueron auténticamente judíos de religión, ya que muchos de ellos descendían de colonos extranjeros. Los samaritanos eran seguidores de la Ley: admitían sólo el Pentateuco, rechazaban el resto de los libros del Antiguo Testamento y no reconocían a Jerusalén como centro religioso. Ellos tienen su templo en el monte Garizín, en Síquén. Entre ellos y los judíos existía un odio mutuo.

Judea
Es la región sur de Palestina, la más extensa y la más despoblada y pobre. La ciudad principal de Judea es Jerusalén. Su importancia es, en primer lugar, religiosa: allí está el único templo judío del mundo, al que todos deben peregrinar. A este motivo hay que añadirle su importancia política, ya que es la sede del sanedrín, cuya competencia se extiende a todos los judíos del mundo. Los dos motivos anteriores producían un tercero: su importancia económica. La afluencia de peregrinos la hacía centro de grandes negocios monetarios, de banqueros, recaudadores de impuestos, mercaderes de esclavos y de ganado. Otras ciudades importantes de Judea son Hebrón, Belén, Emaús, Betania y Jericó (la ciudad residencial de los sacerdotes de Jerusalén).

La dominación romana
En el año 63 a.C., Pompeyo conquista Jerusalén, y Palestina pasa a depender del poder de Roma. Cuando nace Jesús gobierna en Roma el emperador Octavio Augusto (del 31 a. C. al 14 d.C.). Cuando Jesús muere, es el emperador Tiberio (del 14 d.C. al 37 d.C.). En los territorios conquistados, Roma procura conservar las costumbres locales. Se reserva la política exterior, controla la moneda y los caminos y exige un tributo elevado. Para conseguir estos fines se sirve de hombres fieles.

El judío Herodes el Grande es uno de esos hombres. Roma lo utiliza para gobernar la Palestina ocupada. Fue puesto por el Senado romano como rey vasallo para toda Palestina. Gobernó desde el año 37 a.C. al 4 a.C. Estaba obsesionado por mantener su soberanía mediante dos métodos: estar siempre al lado del que mandaba en Roma y eliminar a los que podían aspirar a su puesto. De hecho hizo ejecutar a dos de sus hijos acusados de tramar su destitución. Hizo muchas obras públicas, entre las que se encuentran la reconstrucción del templo y la edificación de un teatro y de un anfiteatro en Jerusalén. En el terreno económico su reinado fue próspero.

¿QUÉ ES UNA PROFECÍA?

La profecía consiste en anunciar con anticipación de una manera cierta un acontecimiento cuya realización depende de la libre voluntad de Dios o del hombre. Por lo tanto puede definírsela: La predicción cierta de un acontecimiento futuro que no puede ser conocido en sus causas naturales por ninguna inteligencia creada. Por lo tanto, los acontecimientos que dependen de causas naturales y por lo mismo están al alcance del hombre, no son ni pueden llamarse profecías.

Tal sería, por ejemplo, la predicción de un eclipse o cualquier otro fenómeno astronómico, para el astrónomo, o un cambio político para un hombre de Estado. Por lo dicho se ve que la profecía es una especie de milagro, y por lo mismo la ha dado Dios como una prueba auténtica de la Revelación.

En cuanto a la posibilidad de la profecía basta considerar que Dios, inteligencia infinita, no sólo se conoce a sí mismo, sino que abarca con su mirada todos los acontecimientos que han de desenvolverse en el tiempo, no menos que todas las determinaciones libres de las criaturas racionales y los resultados futuros de todas las causas naturales. Y como puede manifestar al hombre todo cuanto conoce, de aquí la posibilidad de la profecía.

De lo dicho resulta que la profecía no sólo es un milagro, sino que es exclusiva de solo Dios, y por lo tanto una especie de revelación divina que sólo puede venir en ayuda y confirmación de la verdad, ya que Dios jamás puede enseñar el error.

De los griegos a los egipcios, pasando por los cristianos y los mayas, todas las grandes civilizaciones se han preocupado por controlar su destino prediciendo el futuro. Leonardo Da Vinci, Nostradamus, Newton, Rasputín, son algunos de los nombres propios que, junto con expertos anónimos de diferentes culturas y credos, han realizado sus propias predicciones a lo largo de los siglos. ¿Cuánto hay de imaginación y cuánto de realidad en cada una de ellas? ¿Cuáles tienen base científica? ¿En qué casos se han cumplido?

- Extinción 2012
El 21 de diciembre de 2012 será el último día sobre la Tierra según varios oráculos. El calendario maya termina misteriosamente en el solsticio de invierno de ese año. Pero no son los únicos. En la actualidad, algunos investigadores señalan extrañas convergencias entre diversas culturas antiguas que fechan nuestra desaparición en 2012.

- Jeroglíficos del Juicio Final
Algunos historiadores creen que entre las piedras de la Gran Pirámide de Guiza, en El Cairo (Egipto), se oculta un código matemático que predice el día del Juicio Final y que según las profecías de los faraones tendrá lugar en este siglo.

- El manuscrito de la Guerra
En 1947, en el desierto de Judea, dos beduinos encontraron siete rollos de manuscritos de más de 2000 años de antigüedad que decían saber cómo sería la última gran guerra.

- El oráculo de Delfos
Durante miles de años fue uno de los enigmas más desconcertantes del mundo antiguo. Filósofos, comerciantes, campesinos y reyes subían sus escaleras para conocer qué les deparaba el destino. Se creía que los dioses hablaban y que sus palabras surgían de una burbujeante grieta en la roca.

Profecías bíblicas
- El Séptimo Sello
El 7 es el número más recurrente en la cultura ya que aparece con frecuencia como el número mágico, sagrado, del destino. Pero también se considera un número de mal augurio porque marca el principio de la cuenta atrás hacia el final de los tiempos. El libro del Apocalipsis establece una escalofriante cronología para el plan maestro de Dios que pondrá fin al mundo: los siete sellos, que podrían estar empezando a romperse.

- Las tribulaciones
La Biblia anuncia siete años de calamidades, cada vez más intensas, que culminarán con el fin de los tiempos. La barbarie, el desconcierto y la anarquía se esparcirán por el mundo.

- El tercer Anticristo
Según la Biblia, un carismático líder vendrá para seducir a la humanidad, pero no será un salvador, sino un ‘rey del terror’ que traerá consigo el Armagedón.

- El ejército de Satanás
Las profecías bíblicas nos hablan de que Satán se hará con el poder total y aglutinará su maléfico ejército para destruir a la humanidad. Hay quienes ven en la inestabilidad social y la violencia actual señales de que ha llegado su tiempo.

- Los secretos de Fátima
El 1917, tres niños pastores vieron a la Virgen a las afueras de su pueblo en Portugal. María compartió con ellos tres secretos en clave sobre el oscuro futuro que esperaba a la humanidad. La tercera profecía se mantuvo oculta en el Vaticano durante casi cinco décadas, y haría referencia al cataclismo definitivo, a una Tercera Guerra Mundial o a la llegada de fenómenos devastadores que acabarían con el mundo tal y como lo conocemos.

- La guerra de Irak
La antigua ciudad iraquí de Babilonia es legendaria. Hace casi tres mil años algunos profetas anunciaron su destrucción, y en el Apocalipsis hay numerosas referencias a un final catastrófico, una guerra nuclear, en este lugar. ¿Es posible que el Antiguo Testamento predijera el fin del mundo precisamente en Irak?

Profecías modernas
- El juramento de sangre de Hitler
¿Sigue el Führer inspirando la creencia en un nuevo orden mundial? ¿Podría hacerse realidad su deseo oculto de renacer de las cenizas de su destrucción para liderar el denominado Reich milenario?

- Autenticidad en las predicciones bíblicas
Muchos investigadores insisten en que es científicamente demostrable la existencia de una clave digital entre las páginas de la Biblia, que describiría los acontecimientos pasados y futuros. Los secretos ocultos durante siglos han sido desvelados y han dejado perplejos y frustrados a teólogos, investigadores y matemáticos.

- Amenazas al planeta
Escasez de recursos, calentamiento global, desaparición de especies, maremotos, enfermedades, crisis económica... Hoy en día el mundo está siendo testigo de una nueva ola de fervor apocalíptico.

- Los cometas, profetas del destino
Los cometas llevan componentes básicos de vida en el carbono congelado de su interior. Actualmente, los científicos buscan en estos misteriosos vagabundos celestes información que pueda revelar nuestro pasado y predecir el futuro.

- 2012: el Juicio Final en los oráculos modernos
Algunos expertos actuales dicen que basta con mirar a nuestro alrededor para comprobar que las fuerzas predominantes del mundo moderno no están en equilibrio. Las predicciones de los mayas, aseguran que algo ocurrirá en el siglo XXI.

LINGUA DIABOLI EL LENGUAJE DEL DIABLO

Existen pocas referencias acerca del LINGUA DIABOLI, o LENGUAJE DEL DIABLO, básicamente el idioma en el que Satanás y el resto de los demonios que pueblan el infierno utilizan para comunicarse entre sí. De acuerdo a Dante y su obra literaria, LA DIVINA COMEDIA, el infierno está repleto de dialectos impronunciables, generalmente hablado por los réprobos. No se trata de un lenguaje articulado, sino más bien de una alucinada combinación de gritos, aullidos y ululaciones de los condenados. En el segundo recinto del infierno, donde habitan los aduladores, se habla un lenguaje hecho únicamente de términos vulgares. De hecho, Dante aclara que los que pueblan este recinto están sumergidos en excrementos, producto de las palabras que ellos mismos produjeron a lo largo de la vida.

Si bien es cierto que Dante no menciona directamente la LINGUA DIABOLI, podemos hallar evidencias de su sintaxis en la pronunciación obscena y grotesca de todas las lenguas humanas que se hablan en el infierno. Las palabras que allí se utilizan son las mismas que empleamos en la tierra, pero con una acentuación diferente, llena de ira, rencor y agonía. Algunos sostienen que la LINGUA DIABOLI, el lenguaje del diablo, no puede ser pronunciado por los humanos, sencillamente porque carecemos de las herramientas vocales para articularlo. Las palabras de esa lengua están tan cargadas de odio y resentimiento que para poder pronunciarlas es necesario sentir el mismo impulso insensato, y acaso exagerado, que las forjó en primer lugar.

De todas formas, algunos grimorios y libros prohibidos aclaran que el propio LUCIFER se encargó de diseñar una versión degradada del LINGUA DIABOLI para ser representada durante las misas negras. Se la conoce como TRANSITUS FLUVII: el lenguaje de las brujas, también utilizado por la nigromancia y la magia negra. El primero en denunciar esta variante, fue CORNELIO AGRIPPA en su obra: DE OCCULTA PHILOSOPHIA. Allí delata que el TRANSITUS FLUVII —del latín, cuyo significado en español es «CRUCE DEL RÍO»— consta de 22 caracteres que, a su vez, también son una deformación de la LENGUA ADÁNICA: el idioma en el que Dios le habló a Adán por primera vez.

Otros libros prohibidos sostienen que la LINGUA DIABOLI desciende en realidad del Enoquiano, el idioma de los ángeles, descrito en El libro de Enoc y hablado tanto por los humanos como por los ángeles caídos antes del desastre de la Torre de Babel; esencialmente, el primer y único idioma universal. En este sentido, Satanás habría empleado una versión desmejorada del Enoquiano; sin embargo, esta misma tradición explica que no fue exactamente el príncipe de las tinieblas su verdadero creador. Más allá de estas tradiciones, mitos y leyendas, es realmente poco lo que se sabe con certeza sobre la LINGUA DIABOLI; lo cual ha llevado a ciertos exégetas a preguntarse si realmente existe, o bien si su construcción y estructura responden a cuestiones que van más allá de la necesidad de comunicarse.

Es probable que la LINGUA DIABOLI esté hecha únicamente de silencios, y que cuando uno accede a las estancias infernales, ya sea como simple invitado, como Dante, o quizá como injusto condenado, como Virgilio, descubra que no hay expresión más desoladora, más indescifrable pero también más elocuente, que el imperturbable y absoluto silencio que impera en el abismo.

domingo, 12 de marzo de 2023

JOSÉ EL PADRE ADOPTIVO DE JESÚS

"…María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados". Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros". Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa, y sin que hubieran hecho vida en común, ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús". (Mateo 1,18-25)

Tal y como narran los evangelios, a José lo recordamos como descendiente del linaje de David (Mt 1,20 y Mt 13,55), la estirpe humana de la que nació Jesús. Pero por encima de todo lo tenemos en el recuerdo por su fe, por su fidelidad y por el deseo de querer seguir los deseos de Dios por muy difíciles e increíbles que parecieran.


José de Nazaret aparece en la historia evangélica a punto de casarse con una muchacha joven que se llamaba María, la cual sabemos los nombres de sus padres gracias a los evangelios apócrifos: Joaquín y Ana; pero de José únicamente conocemos algo de su padre, y aún con ciertas dudas, ya que aparece con dos nombres distintos en los evangelios. Según Mateo se llamaba Jacob (Mt 1,16) y según Lucas Helí (Lc 3,23).

Algunos exegetas han afirmado que Jacob y Helí eran hermanos y que por la "ley del levirato" uno era el padre biológico y el otro el legal. La "ley del levirato" nos sale descrita en el libro del Deuteronomio (Dt 25,5-6) y consistía en que si dos hermanos vivían juntos y uno de ellos moría sin hijos, su hermano se casaría con la esposa de éste, o sea, con su cuñada. Pero la verdad es que no se sabe con certeza si el padre de José era el de Jacob o el de Helí y lo de la "ley del levirato" son simples hipótesis.

Tras asumir la paternidad de Jesús con todas sus consecuencias, enseguida se encuentra frente a otra decisión, igualmente difícil: marcharse de Belén para salvar a Jesús ante la ira de Herodes que ordena matar a todos los niños cuando él cree que el niño que ha nacido (Jesús) le va a tomar el trono. El Evangelio de Mateo lo narra así:

"Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo". (Mt 2,13) Una vez fallecido Herodes, un ángel del Señor se apareció de nuevo a José y le invitó a regresar a su Tierra, más concretamente en Nazaret. A partir de entonces, José sale muy poco en los evangelios, el caso más flamante es el de la peregrinación a Jerusalén, donde va acompañado de su esposa y de Jesús. En aquellos momentos, Jesús solo tenía 12 años. Sus padres solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Es aquél conocido relato en el que Jesús se queda en el templo de Jerusalén a discutir con los doctores de la ley, que podemos leer en el Evangelio de Lucas (Lc 2,41-59).

Muchos se preguntan: ¿Cuándo murió José? Según historiadores, biblistas y exegetas creen que José habría muerto antes del relato evangélico de la bodas de Caná, ya que en dicho fragmento no se menciona a José y si en cambio a María. Sería lógico que si María y Jesús estaban invitados a una boda, José también estuviera con ellos, pero el evangelista no lo menciona, de allí dicha suposición. Lo más probable, por tanto, es que José muriese antes de que Jesús abandonase Nazaret para iniciar su predicación.

Pero... también hay otros historiadores de la Biblia que creen que José habría muerto dada su anciana edad. La edad de José es un tema muy discutido, hay unos que creen que era joven y otros que dicen que era un hombre de edad avanzada. Estos últimos se basan en los llamados "Evangelios Apócrifos", textos no reconocidos como oficiales por la Iglesia Católica, y que en algunas ocasiones han servido, para saber curiosidades, como los nombres de los padres de María entre otras cosas. Según el evangelio apócrifo titulado "HISTORIA COPTA DE JOSÉ EL CARPINTERO", José habría muerto a la edad de 111 años, y este libro incluso nos afirma la fecha, el 20 de julio.

En el mismo evangelio apócrifo, afirma que José, antes de casarse con María, era un hombre viudo y que ya tenía cuatro hijos varones y dos mujeres:

“Había un hombre llamado José, natural de la villa de Bethlehem, la de los judíos, que es la villa del rey David. Era muy instruido en la sabiduría y en el arte de la construcción. Este hombre llamado José desposó a una mujer en la unión de un santo matrimonio, y le dio hijos e hijas: cuatro varones y dos hembras. He aquí sus nombres: Judá, Josetos, Jacobo y Simeón. Los nombre da las muchachas eran Lisia y Lidia. Y la mujer de José murió, según ley de todo nacido, dejando a su hijo Jacobo de corta edad. Y José, varón justo, glorificaba a Dios en todas sus obras. E iba fuera de su villa natal a ejercer el oficio de carpintero, con dos de sus hijos, porque vivían del trabajo de sus manos, según la ley de Moisés. Y este hombre justo de que hablo es mi padre carnal, a quien mi madre María fue unida como esposa”.

María, según el apócrifo, era una muchacha que vivía en el Templo de Jerusalén sirviendo a Dios en toda santidad, y con doce años de edad. Había pasado sus tres primeros años en la casa de sus padres, y los nueve restantes en el templo. Pero al acercarse la edad de la menstruación, no podía quedarse allí porque según las leyes de entonces, provocaría la impureza del recinto sagrado.

Es por este motivo que los sacerdotes del templo decidieron convocar a la tribu de Judá y tomaron de ella a doce familias (12 hombres) para buscar a un varón y desposarlo con ella. La suerte recayó sobre José, y según el apócrifo, María tenía 15 años de edad cuando dio a luz a Jesús, mientras que José tenía 92. Aclaramos que estos datos son extractados del evangelio apócrifo "HISTORIA COPTA DE JOSÉ EL CARPINTERO", texto no reconocido como "oficial" por la Iglesia Católica.

Encontramos en este libro un momento donde Jesús consuela a los hijos de José:

“Y volví cerca del cuerpo de mi padre José, que yacía como un cesto. Le bajé los ojos y se los cerré, así como la boca, y quedé contemplándolo. Y dije a la Virgen: Oh María, ¿qué se hicieron los trabajos del oficio que José realizó desde su infancia hasta ahora? Todos han pasado en un solo momento. Es como si no hubiese venido nunca al mundo. Cuando sus hijos e hijas me oyeron decir esto a María, mi madre, me dijeron con profusión de lágrimas: Malhaya nosotros, ¡oh nuestro Señor! Nuestro padre ha muerto, ¡y nosotros no lo sabíamos! Yo les dije: En verdad, ha muerto. Mas la muerte de José, mi padre, no es una muerte, sino una vida para la eternidad. Grandes son los bienes que va a recibir mí muy amado José. Porque desde que su alma ha dejado su cuerpo, todo dolor ha cesado para él. Está en el reino de los cielos por toda la eternidad. Ha dejado tras sí este mundo de penosos deberes y de vanos cuidados. Ha ido a la morada de reposo de mi Padre, que está en los cielos, y que nunca será destruida. Cuando yo dije a mis hermanos: Ha muerto vuestro padre José, el viejo bendito, se levantaron, desgarraron sus vestiduras, y lloraron mucho rato”.

José es por excelencia el patrono de los carpinteros, ya que ejerció esta profesión según nos narra el Evangelio de Mateo (Mt 13,54-55) y por extensión, lo es también de todas aquellas personas que trabajan en oficios manuales. Así mismo, el Papa Pío IX lo declaró en 1870, patrono de la Iglesia Católica. En 1955 otro Papa, en este caso Pío XII, instituyó la fiesta de San José Obrero el día primero de mayo para cristianizar la Fiesta del Trabajo que había nacido en 1889. Es por tanto, patrono de todos los trabajadores.

SAN JOSÉ Y LAS RAZONES DE SU DIVORCIO-Primera Parte

Mateo nos cuenta, al relatar la infancia de Jesús, cómo san José estuvo a punto de divorciarse de su esposa María cuando se enteró de que ella estaba embarazada y que el hijo que esperaba no era suyo. Los cristianos siempre se han sentido desconcertados por el dramático momento que le tocó vivir a la sagrada familia, y se han preguntado: ¿Dudó realmente José de la honestidad de su esposa? ¿Pensó que le había sido infiel con otro hombre? ¿Cuánto tiempo vivió torturándose en silencio, sin saber que el niño que ella llevaba en las entrañas venía del Espíritu Santo, hasta que un ángel le contó la verdad? ¿Y por qué María no se lo dijo, si nadie le había prohibido hacerlo? ¿Por qué Dios sólo le anunció a ella lo del embarazo virginal, y no a José? ¿Sólo para mortificarlo? ¿Y por qué José quiso abandonarla en secreto?

Sin entrar a plantearnos la veracidad de este episodio (que así como está contado puede ser o no histórico), sí podemos intentar responder a estas preguntas suscitadas por el relato de Mateo. Para ello debemos tener en cuenta las costumbres matrimoniales de aquella época. Los judíos solían casarse temprano: a los 18 años los varones y a los 13 las niñas. Los mismos rabinos aseguraban que “Dios maldice al joven que a los 20 años aún no se ha casado”. Y por tratarse de una edad tan prematura, la elección de la pareja corría por cuenta de los padres. Para justificar esa costumbre los israelitas decían que era el propio Dios, en el cielo, quien concretaba las uniones matrimoniales cuarenta días antes del nacimiento de cada niño y que luego las comunicaba a sus padres. Pero sí se daban algunos casos en los que los jóvenes elegían a sus futuras novias.

Concretada la elección, se realizaba la primera fase del matrimonio, llamada por los rabinos “quidushín” (que significa consagración). Era una especie de compromiso formal, en el que la muchacha quedaba consagrada para siempre a su novio, pero todavía no podían vivir juntos debido a la corta edad de la joven, y a que los esposos casi no se conocían. El período del“”quidushín” duraba generalmente un año, y los jóvenes eran considerados ya verdaderos esposos, a tal punto que si ella llegaba a unirse en este tiempo a algún otro hombre se convertía en adúltera; y si llegaba a morir, el muchacho era tenido por viudo. Transcurrido el año del“”quidushín” se efectuaba la segunda parte del matrimonio, llamada el “nissuín”, en la que luego de una gran fiesta que duraba varios días, la joven era conducida en procesión a la casa de su esposo para que comenzaran a vivir juntos.

Debió de haber sido entre el “quidushín” y el “nissuín”, es decir, entre la primera y la segunda fase del matrimonio, cuando María quedó embarazada del Espíritu Santo. Así lo especifica Mateo: María estaba comprometida con José. Pero antes de que ellos empezaran a vivir juntos, ella se encontró encinta por el poder del Espíritu Santo (Mt. 1, 18-19). ¿Qué sucedió entonces entre los santos esposos? No lo sabemos. Mateo no lo dice. Sólo podemos imaginar el drama que vivió José, atormentado por las sospechas de infidelidad de su esposa, angustia ésta que Dios no tuvo la bondad de ahorrarle. Y las penurias de María, que veía sufrir a su esposo, pero callaba porque tenía miedo de no ser comprendida. Este período de la vida de José y María impresionó tanto el ánimo y la imaginación de los cristianos, que algunos buscaron ampliar aquellos dramáticos momentos mediante nuevos relatos.

Uno de estos relatos se halla en el evangelio apócrifo titulado El Proto Evangelio de Santiago, compuesto hacia el año 150. En él se cuenta cómo María, hallándose de visita en casa de su pariente Isabel, notaba que su vientre iba creciendo día tras día. Afligida, emprendió el camino de regreso a su ciudad y se escondió. Transcurridos unos siete meses de su embarazo, volvió José de un largo viaje de trabajo y encontró a María embarazada. Llorando amargamente le reprochó: “¿Por qué has hecho esto? ¿Por qué manchaste así tu alma, tú que te has criado en el Templo de Dios, y recibiste tu alimento de las manos de un ángel?” Pero ella llorando le contestó: “Yo soy pura. No he tenido relaciones con ningún hombre”. José le dijo: “¿De dónde ha salido entonces lo que hay en tu vientre?” Y ella respondió: “Te juro por la vida del Señor, mi Dios, que no sé de dónde me ha venido esto”. Pero las cosas se complicaron más todavía para el pobre José, porque al día siguiente un amigo suyo, enterado del estado de María, lo denunció ante el Sumo Sacerdote diciendo: “José ha violado a la virgen que tenía que custodiar, y en secreto ha consumado el matrimonio”.

El Sumo Sacerdote ordenó que ambos esposos fueran conducidos al Templo y allí, con palabras duras, los acusó de haber faltado a su palabra. Pero como ellos lloraban y juraban por Dios que eran inocentes, resolvió someter a María a la prueba de las “aguas amargas”. ¿Qué eran las aguas amargas? El libro de los Números (5,11-31) mandaba que, si algún marido sospechaba de la fidelidad de su esposa y no había forma de averiguar la verdad, éste debía llevar a la mujer al Templo para someterla a una prueba. Allí, en presencia de testigos, se le soltaba la cabellera (que toda mujer decente en Israel llevaba recogida para que nadie se la viera), como una manera de avergonzarla en público. Después el Sumo Sacerdote tomaba un vaso con agua y lo mezclaba con tierra levantada del suelo. Luego escribía en una hoja una serie de maldiciones y juramentos con tinta, la diluía haciendo correr el agua del vaso sobre el papel, y recogiendo otra vez el líquido se lo daba de beber a la mujer diciéndole: “Si has sido infiel a tu marido, si has tenido relaciones con otro hombre y te has vuelto impura, que Dios te convierta en ejemplo de maldición ante el pueblo, y haga que se te caigan los muslos y se te hinche el vientre”.

Se trataba, evidentemente, de una legislación machista, que terminaba siempre dando la razón al marido, ya que con semejante bebida cualquier mujer acababa intoxicada y con el vientre hinchado. Pero cuentan los apócrifos, cuando María bebió del vaso un imprevisto resplandor apareció sobre su rostro y su cara se transfiguró de tal manera que los testigos que presenciaban el juicio no podían mirarla de frente. De ese modo todos supieron que María era inocente. Este largo relato de los apócrifos nos muestra hasta qué punto se estimuló la imaginación de los primeros cristianos frente al paradójico episodio que ponía a José dudando injustamente de su virginal esposa. Llegamos, así, al punto más oscuro y misterioso de todo el relato. ¿Por qué José decide abandonar a María, dejándola sola y expuesta en el peor momento de su vida? Mateo dice que porque él era justo. Pero ¿qué tiene que ver su justicia con el hecho de abandonar a su mujer?

Se han propuesto dos teorías para explicar la justicia de José. Según la primera, José cree que María ha cometido adulterio. Ahora bien, la Ley de Moisés ordenaba que “la mujer adúltera debía ser repudiada por su marido” (Dt 22, 20-21). Como José era “justo”, es decir, cumplidor de la Ley, decide repudiarla (abandonarla) para cumplir con la Ley. O sea que, según esta teoría, justo significaba cumplidor de la Ley. Pero esta hipótesis choca con un inconveniente. La Ley ordenaba al marido repudiar “públicamente” a la mujer infiel. Y José decide repudiarla en secreto. Por lo tanto no estaría cumpliendo la Ley de Moisés. ¿Cómo entonces se lo puede llamar justo?

Biblista
Ariel Alvarez Valdez

LA VALKIRIA DURMIENTE

El relato, la película de Disney y la música de THAIKOVSKY que convirtió la narración de notas musicales para el ballet que se estrenó en San Petersburgo el 3 de enero de 1890, como muchos otros cuentos populares, lo que ahora conocemos de la Bella Durmiente es una evolución de distintas historias cuyo origen se pierde en los oscuros años medievales. La SAGA VOLSUNGA es un relato escrito en Islandia en el siglo XIII que rescata historias aún más antiguas que se remontan al año 800 a.C. aproximadamente. La saga recoge la historia de dos personajes míticos que podrían ser aun más lejanos en el tiempo. Se trata de SIGURD y BRUNILDA.

El relato nos presenta a una Valkiria, una deidad femenina que tiene su origen en la mitología nórdica, de nombre BRUNILDA, como todas las Valkirias, debía recoger a los héroes que habían muerto en el campo de batalla para trasladarlos al gran salón de la ciudad de ASGARD conocido como EL VALHALA, allí vive el dios principal de la mitología nórdica, ODÍN. Este le pide a BRUNILDA que elija a quién debe salvar en la batalla entre los reyes AGNAR y HJALMGUNNAR. BRUNILDA no escoge al segundo, quien era el favorito de ODÍN y este la condena a un sueño eterno después de despojarla de su naturaleza de diosa.

BRUNILDA duerme su largo sueño en el MONTE HINDARFJALL, en los Alpes, hasta donde llega un caballero llamado SIGURD enviado por su rey, GUNNAR. Este rey, conocedor de la historia y la maldición de BRUNILDA, espera conseguir su mano por mediación de SIGURD quien se disfraza con las ropas de su rey para despertar a BRUNILDA con un beso. El final de SIGURD y BRUNILDA es dramático y no conseguirán vivir su amor prohibido. En el siglo XVII, el italiano GIAMBATTISTA BASILE escribió un cuento titulado SOL, LUNA Y TALIA que narraba la historia de TALIA, hija de un rey maldita por una profecía que asegura que se pinchará con una astilla envenenada oculta entre el lino.

A pesar de los intentos del desdichado rey de evitar la presencia de lino en su reino, TALIA encuentra una rueca de hilar lino y se clava una astilla que la fulmina. El rey, desolado, deja el cadáver de su hija dentro del palacio que termina abandonando sumido en una profunda tristeza. Poco tiempo después un noble llega por casualidad a aquel extraño palacio abandonado y encuentra el cuerpo de TALIA que no está muerta, sino atrapada en un profundo sueño. Prendado de su belleza sucumbe a ella, la besa y tiene relaciones con ella. TALIA da a luz a dos gemelos, niño y niña, Sol y Luna, nueve meses después, los niños son cuidados por unas hadas que velan también el cuerpo de la princesa durmiente que despertará gracias al beso de su hijo en el dedo herido por la astilla.

En el mismo siglo XVII, CHARLES PERRAULT, y un siglo después los HERMANOS GRIMM escribieron sus propias versiones de una princesa que terminaba durmiendo por algún maleficio. Fueron estos dos cuentos los que inspirarían el clásico de Disney y el ballet clásico al que puso música THAIKOVSKY.