Todos los cuadros, pinturas y estampas de Pentecostés suelen mostrar al Espíritu Santo bajando en forma de lenguas de fuego sobre la Virgen María y los Doce Apóstoles. Estas imágenes han hecho creer a la gente que sólo esas trece personas estuvieron presentes el día de Pentecostés. Incluso cuando rezamos el rosario, en el Quinto misterio glorioso, solemos meditar “la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y la Virgen María”. Pero ¿sólo María y los Apóstoles recibieron el Espíritu Santo el día de Pentecostés? Claro que no. Se trata de un lamentable error. Basta leer el capítulo 2 de Los Hechos de los Apóstoles, donde aparece este relato, para darnos cuenta de ello. Allí se dice: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que estaban. Y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les permitía que hablaran” (Hech 2,1-4).
La narración empieza diciendo que el día de Pentecostés estaban “todos” reunidos en la casa. Pero ¿quiénes eran esos “todos”? El texto no
lo dice. Pero podemos averiguarlo si retrocedemos al capítulo 1, en donde sí
aparecen mencionados “todos” los que
estaban reunidos aquel día. Sin embargo aquí encontramos un problema: el capítulo
1 nos presenta dos reuniones distintas, con dos grupos diferentes de
asistentes. La primera es una reunión habitual y ordinaria de algunos
cristianos de Jerusalén, que se habían juntado para rezar. El texto dice así: “En la habitación superior de la casa donde
se alojaban, estaban Pedro, Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé
y Mateo, Santiago el hijo de Alfeo, Simón el Zelota, y Judas, hijo de Santiago;
todos ellos perseveraban unidos en la oración, junto con algunas mujeres, con María la madre de Jesús, y con
sus hermanos” (Hech 1,13-14).
Luego el libro de Los Hechos relata una segunda reunión, esta vez
extraordinaria, en la que un grupo más amplio de cristianos se junta para
elegir al reemplazante de Judas, que había muerto. El párrafo dice: “Por aquellos días se reunieron los
hermanos, unas 120 personas, y Pedro les dijo: ‘Hermanos, era necesario que se
cumpliera la Escritura... sobre Judas. Éste hombre, que guió a los que
arrestaron a Jesús, era uno de los nuestros, y trabajaba con nosotros. Pero
fue, y compró un terreno con el dinero que le pagaron por su pecado. Luego se
cayó de cabeza, su cuerpo se reventó y se desparramaron sus entrañas. Esto lo
supieron todos los habitantes de Jerusalén, y a ese campo lo llamaron Acéldama,
que en su lengua significa Campo de Sangre. Debemos, pues, elegir a un
hombre... para que, con nosotros, atestigüe la resurrección de Jesús’.
Presentaron a dos: a José, llamado Barsabás, apodado Justo, y a Matías. Y
oraron así: ‘Tú, Señor, que conoces el corazón de todos, muéstranos a cuál de
los dos has elegido para ocupar este cargo’. Eligieron por sorteo entre ellos y
le tocó a Matías, que fue agregado a los once apóstoles” (Hech 1, 15-26). Y
a continuación viene el famoso relato de Pentecostés, en donde estaban “todos” reunidos.
Nos preguntamos entonces: ¿cuál de estos dos grupos estaba presente en
Pentecostés? Hay dos posibilidades. Una, es que aquellos “todos”, mencionados en Hechos, sean los de la primera reunión, es
decir, los de la reunión ordinaria. De ser así, los presentes en Pentecostés
serían: a) los “Once” Apóstoles nombrados (sin Judas, que ya había muerto); b)
algunas mujeres (que por el evangelio de Lucas sabemos que habían seguido a
Jesús desde Galilea. Entre ellas: María Magdalena, Susana, Juana la esposa de
Cusa, María la esposa de Santiago); y c) la familia de Jesús (es decir, su
madre María, con sus hermanos). La segunda posibilidad, es que “todos” los presentes en Pentecostés
sean los participantes de la reunión extraordinaria que eligió al sucesor de
Judas. Entonces la lista de los presentes sería aún mayor: los “Doce”, acompañados
de unas 120 personas. ¿Cuál de estas dos opciones debemos elegir? Del libro de
Los Hechos deducimos que la segunda. Porque esta reunión es la que figura
inmediatamente antes de la escena de Pentecostés; en cambio la reunión de los
Once está más lejana en el texto. O sea que, según Los Hechos, quienes
recibieron el Espíritu Santo en Pentecostés fueron los Doce Apóstoles más los
120 hermanos, y no los Apóstoles solos, como erróneamente decimos siempre.
Sin embargo, resulta difícil aceptar que ese grupo de los Doce más los
120 hermanos sea el que participó de Pentecostés. ¿Por qué? En primer lugar
porque, según el libro, en esa reunión Pedro les dice a los 120 hermanos que
Judas compró un campo en Jerusalén, que tuvo un accidente y se mató, que todos
se enteraron de la noticia, y que con el tiempo el lugar fue llamado “CAMPO DE SANGRE”. Ahora bien, para que
todo esto hubiera sucedido hacía falta mucho tiempo. No pudo haber sucedido
antes de Pentecostés (apenas a los 50 días de Pascua). Además, el hecho de que
hubiera 120 personas presentes en la reunión da a entender que la comunidad
había crecido. Es decir, supone que los apóstoles ya habían salido a predicar y
habían conseguido nuevos adeptos. En tercer lugar, porque Pedro llama a los
presentes “hermanos”. Y el término “hermano” entre los cristianos
se empezó a usar mucho después de Pentecostés, cuando ya estaba constituida y
formada la comunidad cristiana. Por lo tanto, este relato supone los recuerdos
de un episodio sucedido más tarde. En cuarto lugar porque en Pentecostés,
cuando los discípulos salen a predicar, la gente exclama: “¿No son todos estos
galileos?” (Hech 2, 7-8).
Ahora bien, si aquel día todos los discípulos eran galileos, es más
fácil suponer que se trata de la primera reunión (los Once apóstoles, las
mujeres, y la familia de Jesús, que efectivamente eran todos galileos).
Finalmente, resulta extraño que la reunión de los 120 para elegir al sucesor de
Judas se haga... ¡justamente cuando Jesús acaba de ascender al cielo y el
Espíritu Santo todavía no bajó! ¿En esos diez días de intervalo que hubo entre
la subida de Jesús y la bajada del Espíritu, cuando están sin Jesús y sin el
Espíritu, se van a reunir los apóstoles para elegir un reemplazante? Es más
factible que esa reunión haya sido después de Pentecostés, y no antes como dice
el libro de Los Hechos.
Ariel Alvarez Valdes
Biblista