Junto
con el Obelisco Esquiliano y Quirinal, el Obelisco de la Plaza de San Pedro del
Vaticano, son los tres únicos de Roma que carecen de inscripciones en sus
caras, por lo que se desconoce por orden de quien se mandó construirlo o
erigirlo. Algunos creen que salió de las canteras de Aswan y que data del
reinado de Amenemhat III, mientras que otros se decantan por el Emperador de
Roma, Octavio Augusto, quien lo erigió en el Foro Juliano de Alejandría,
Egipto. Sobre
el año 37 o 40 d.C. es llevado a Roma por el Emperador Calígula, eligiendo para
su emplazamiento el Circo de Calígula, posteriormente llamado Circus Gai et
Neronis, o Circo del Vaticano, en donde fue dedicado al sol y a los Emperadores
Augusto y Tiberio, tal y como reza la inscripción de su pedestal. En 1586, el
Papa Sixto V decide trasladarlo y colocarlo frente a la Basílica de San Pedro,
Sobre el año 37 o 40 d.C. es llevado a Roma por el Emperador Calígula,
eligiendo para su emplazamiento el Circo de Calígula, posteriormente llamado
Circus Gai et Neronis, o Circo del Vaticano, en donde fue dedicado al sol y a
los Emperadores Augusto y Tiberio, tal y como reza la inscripción de su
pedestal.
La
ubicación original del obelisco está marcada con una placa cerca de la
sacristía en la parte sur de la Basílica de San Pedro, donde permaneció hasta
el año 1586 cuando el Papa Sixto V lo movió a su ubicación actual momento en
que se añade la cruz superior. En el año 1818, se le añaden los cuatro leones
de la base. Durante la Edad Media se creía que la esfera de bronce en la punta
del obelisco contenía las cenizas de Julio Cesar. Cuando se cambió la ubicación
del obelisco, se cambió el globo de bronce por una cruz y una estrella de
bronce de la Familia Chigi. Por
poco este obelisco se hace pedazos mientras era cambiado de lugar. Por órdenes
del Papa, nadie podía hablar o hacer ruido y cualquiera que lo hiciera sería
excomulgado, esto para procurar una concentración y coordinación entre todos
los que participaron en la hazaña. Sin embargo, un marinero desobedeció y gritó
que las cuerdas necesitaban agua o se quemarían y haría pedazos el obelisco. El
Papa perdonó a este personaje por salvar al obelisco y en gratitud se hizo
costumbre que las palmas usadas en el domingo de ramos fueran traídas del
pueblo original del marinero, Bordighera.