PROGRAMA Nº 1168 | 24.04.2024

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LA EXTRAÑA MUERTE DE JUAN PABLO I

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JUAN PABLO I apareció muerto en su cama. Llevaba sólo 33 días de pontificado. Según el comunicado oficial, murió de un infarto agudo de miocardio. Aunque oficialmente se negó, un benedictino que trabajaba en la Secretaría de Estado dio a conocer a un amigo, el mismo día de la muerte, que hubo autopsia. Por ella se supo que murió por la ingestión de una dosis fortísima de un vasodilatador, que en la tarde anterior habría recetado por teléfono su médico personal de Venecia. El DR. DA ROS, médico personal del PAPA LUCIANI, en 1993, tras quince años de silencio, declaró que JUAN PABLO I estaba bien de salud y que aquella tarde no le recetó nada. Por tanto, un diagnóstico sin fundamento, una autopsia secreta, un medicamento que mata al papa y que no ha recetado su médico personal, muchas preguntas sin respuestas. El 14 de mayo de 1989, el CARDENAL PIRONIO, envía un informe a CAMILO BASSOTTO, amigo personal del PAPA LUCIANI y testigo principal de la fuente veneciana. El informe va firmado, pero debe publicarse sin firma: el puesto que ocupa el misterioso comunicante no le permite otra cosa. Según dicho informe, JUAN PABLO I tenía un programa de cambios y había tomado decisiones importantes, incluso arriesgadas: terminar con los negocios vaticanos, cortar la relación del Banco Vaticano con el Banco Ambrosiano, destituir al presidente del Banco Vaticano (MARCINKUS), hacer frente a la masonería y a la mafia.

Todo esto se ha intentado ocultar. Sin embargo, tiene clara relevancia judicial. Desde la primera investigación, las mayores sospechas recaen en la desaparecida logia Propaganda Dos, aunque hubiera colaboración interna dentro del Vaticano. El Banco Vaticano tuvo que pagar por la responsabilidad contraída en la quiebra del Ambrosiano más 240 millones de dólares. En el juicio por la quiebra, que concluye en 1992, las mayores condenas caen sobre los jefes de la logia P2: 18’5 años de cárcel para LICIO GELLI y 19 para UMBERTO ORTOLLANI. Sorprende la serie de asesinatos y atentados violentos relacionados de una u otra forma con la P2, con la mafia, con el Ambrosiano, con el Banco Vaticano: AMBROSOLI, ALESSANDRINI, CALVI, SINDONA, PECORELLI..., sin olvidar el atentado contra JUAN PABLO II, la desaparición de EMANUELA ORLANDI (hija de un empleado vaticano) y el triple crimen de la Guardia SuizaDON GERMANO PATTARO, sacerdote veneciano QUE JUAN PABLO I llevó a Roma como consejero, dejó en su momento a CAMILO BASSOTTO un testimonio fundamental sobre el PAPA LUCIANI, cuya figura ha sido injustamente distorsionada: “estaba en el camino de la profecía”. Esto no significa adivinar el futuro, sino hablar y actuar en nombre de Dios. Además, DON GERMANO atestigua algo realmente sorprendente, que también tiene relevancia judicial: JUAN PABLO I sabía a los pocos días de pontificado quién iba a ser (y, además pronto) su sucesor. Casi tres horas después del hallazgo del cadáver, el Vaticano dio el siguiente comunicado oficial: "Esta mañana, 29 de septiembre de 1978, hacia las cinco y media, el secretario particular del Papa, no habiendo encontrado al Santo Padre en la capilla, como de costumbre, le ha buscado en su  habitación y le ha encontrado muerto en la cama, con la luz encendida, como si aún leyera. El médico, DR. RENATO BUZZONETTI, que acudió inmediatamente, ha constatado su muerte, acaecida probablemente hacia las 23 horas del día anterior a causa de un infarto agudo de miocardio".

Realmente, pocas cosas quedan en pie de las afirmadas en dicho comunicado. Sólo una: se le encontró muerto en la cama, con la luz encendida, como si aún leyera. No fue el secretario, sino una religiosa quien encontró muerto a JUAN PABLO I. La forma en que se encuentra el cadáver no encaja con el cuadro típico del infarto: todo está en orden, no ha habido lucha con la muerte. La hora de la muerte ha sido anticipada. Según diversas fuentes, el papa murió en la madrugada del día 29. De forma tajante, el CARDENAL ODDI, que asistió al CARDENAL VILLOT durante el periodo de sede vacante, afirmó que no habría investigación alguna: “He sabido con certeza que el Sagrado Colegio cardenalicio no tomará mínimamente en examen la eventualidad de una investigación y no aceptar el menor control por parte de nadie y, es más, ni siquiera se tratará de la cuestión en el colegio de cardenales” CAMILO BASSOTTO, testigo principal de la fuente veneciana, da esta versión del hallazgo del cadáver, la versión que le dio la religiosa que lo descubrió: “Hablé en dos ocasiones con SOR VINCENZA. La primera, con la provincial delante. La segunda, a solas. En esta ocasión, la religiosa se echó a llorar desconsoladamente. Yo no sabía qué hacer, entonces me dijo, que la Secretaría de Estado le había intimidado a no decir nada, pero que el mundo debía conocer la verdad. Ella se consideraba liberada de tal imposición en el momento de su muerte (ya acaecida, en 1983). Entonces podría darse a conocer. Según SOR VINCENZA, el Papa estaba sentado en la cama, con las gafas puestas y unas hojas de papel en las manos. Tenía la cabeza ladeada hacia la derecha y una pierna estirada sobre la cama. Iniciaba una leve sonrisa. La frente la tenía tibia. Cuando DIEGO LORENZI, SOR VINCENZA y otra religiosa fueron a lavar el cadáver, al volverle, tenía la espalda también tibia. El Papa pudo morir entre la una y las dos de la mañana”

DIEGO LORENZI, secretario de JUAN PABLO I, vio así el cadáver: “Tenía dos o tres almohadones a la espalda. La luz de la cama estaba encendida. No parecía que estuviera muerto. Y las hojas de papel estaban completamente derechas. No habían resbalado de sus manos ni habían caído en el suelo. Yo mismo las tome de su mano” El DR. FRANCIS ROE, que fue jefe de cirugía vascular en el HOSPITAL LONDON DE CONNECTICUT, dice que hay algo verdaderamente sospechoso en la forma en que se encuentra el cadáver de JUAN PABLO I“Los cuerpos muertos no están sentados sonriendo y leyendo. Conozco gente que muere durante el sueño, pero no conozco de nadie ni he visto morir a nadie en medio de una actividad como la lectura. Realmente, encuentro difícil creer que estuviera leyendo en el momento justo anterior a su muerte. Pienso que habría tenido tiempo suficiente para notar que algo estaba pasando. Habría sentido seguramente un dolor, y habría hecho algún esfuerzo para respirar, o para salir de la cama y pedir auxilio... He visto muchas muertes de esta clase, pero nunca he conocido a nadie que muriese sin inmutarse ante lo que le estaba pasando” Un testimonio fundamental es dado once años después de los hechos por el CARDENAL PIRONIO, que, con fecha de 14 de mayo del 89, Fiesta de Pentecostés, y firmada a mano, envía a CAMILO BASSOTTO una carta con unos apuntes. Entre otras cosas, dice: “Los apuntes que le adjunto son para usted. Había pensado tenerlos para mí. Me vino también la idea de publicarlos, pero el puesto que ocupo no me lo permite, al menos por ahora. El PAPA LUCIANI me gratificaba con su benevolencia y, me atrevo a esperar, también con su estima. Por qué quiso hacerme partícipe de algunos pensamientos expresados por él al CARDENAL VILLOT, no lo sé. Ellos constituyen un auténtico compromiso, vivo y presente en su corazón hasta el último día. Yo sostengo que se debe hacer justicia y dar testimonio de JUAN PABLO I”

Como consta en el documento del CARDENAL PIRONIO, JUAN PABLO I era consciente del riesgo que corría. Dijo al CARDENAL VILLOT: “Eminencia, usted es el Secretario de Estado y es también Camarlengo de la Santa Romana Iglesia, usted sabe mejor que nadie que el papa tiene que actuar con prudencia y con paciencia, pero también con coraje y confianza. El riesgo lo ponemos todo en las manos de Dios, del Espíritu Santo y de Cristo Señor. Estos pensamientos que le confío, de momento brevemente, los llevo muy en el corazón. Usted me ayudará a realizarlos de forma adecuada” JUAN PABLO I pensaba tomar abierta posición, incluso delante de todos, frente a la masonería y frente a la mafia. En el informe del CARDENAL PIRONIO, le dijo al CARDENAL VILLOT: “No se olvide que la masonería, cubierta o descubierta, como la llaman los expertos, no ha muerto jamás, está más viva que nunca. Como no ha muerto esa horrible cosa que se llama mafia. Son dos potencias del mal. Debemos plantarnos con valentía ante sus perversas acciones. Debemos vigilar todos, laicos, curas, y especialmente los párrocos y los obispos. Debemos proteger a las gentes de nuestras comunidades. Es un tema que un día afrontaremos con más claridad delante de todos” Muy importante es el testimonio de DON GERMANO PATTARO, sacerdote y teólogo veneciano, llamado por JUAN PABLO I a Roma como consejero. De su testimonio emerge la figura de un papa profeta, que quiere hablar y actuar en nombre de Dios: un papa que no quiere ser jefe de Estado, que no quiere escoltas ni soldados, que se abandona totalmente al Señor, pase lo que pase; un papa que quiere la renovación de la Iglesia, sin olvidar las razones profundas que hicieron necesario el Concilio; un papa que no quiere gobernar solo, sino con los obispos; un papa que pide perdón por los pecados históricos de la Iglesia, como la Inquisición, el poder temporal de los papas, el odio a los judíos y la tolerancia ante las masacres de los indios, el racismo y las deportaciones de los pueblos africanos; un papa que reivindica la figura profética de quienes valientemente denunciaron el genocidio de aquellos pueblos.

Un papa que quiere hacer justicia a todos aquellos que en tierras de misión, en el Este y en América Latina, han sido encarcelados, torturados, exiliados o asesinados por causa de Cristo; un papa que denuncia fuertemente el sistema económico internacional; un papa que se pone al lado de quienes, de cualquier raza y religión, defienden los sacrosantos derechos del hombre; un papa que quiere promover en el Vaticano un gran instituto de caridad, donde poder hospedar a quienes duermen por las calles; un papa que quiere diez discursos menos y un testimonio más; un papa que sabe, a los pocos días de pontificado, quién será (y, además, pronto) su sucesor; un papa que no se deja intimidar, a pesar de las dificultades encontradas. JUAN PABLO I tenía planeado promulgar una encíclica para consolidar las reformas del Concilio Vaticano II, que calificó como "un extraordinario acontecimiento de gran alcance histórico y de crecimiento para la Iglesia", y para reforzar la disciplina de la Iglesia en la vida de los cargos eclesiásticos y de los fieles. Como reformista, también lanzó algunas iniciativas como la devolución del 1% de los ingresos de cada iglesia para destinarlo a las iglesias del Tercer mundo. La visita del dictador JORGE RAFAEL VIDELA, presidente de Argentina, a la Ciudad del Vaticano, también causó gran controversia, especialmente cuando el papa le recordó las violaciones a los derechos humanos ocurridas en Argentina durante la llamada GUERRA SUCIACon fecha 12 de septiembre de 1978, el periodista MINO PECORELLI publicó en su revista OSSERVATORE POLÍTICO un artículo titulado LA GRAN LOGIA VATICANA. En él se decía que el 17 y el 25 de agosto la agencia de prensa EUROITALIA había dado los nombres en código, el número de matrícula y la fecha de iniciación a la masonería de cuatro cardenales considerados papables: BAGGIO, PAPPALARDO, POLETTI, VILLOT. “Nos hemos hecho, decía PECORELLI, con una lista de 121 masones: cardenales, obispos y altos prelados indicados por un número de matrícula y nombre codificado. Ciertamente, la lista puede ser apócrifa, incluso la firma de un cardenal hoy puede ser falsificada”. En cualquier caso, “el PAPA LUCIANI tiene ante sí una difícil tarea y una gran misión. Entre tantas, la de poner orden en las alturas del Vaticano”

Dos semanas después, el 26 de septiembre, MINO PECORELLI publica el artículo titulado SANTIDAD, ¿CÓMO ESTÁ? Pregunta enigmáticamente por la salud del papa y habla de la reacción que suscitan los cambios que pensaba hacer: “Hoy en el Vaticano muchos tiemblan, y no solamente monseñores y sacerdotes, sino también obispos, arzobispos y cardenales” Para el Vaticano la desaparición de JUAN PABLO I es un caso cerrado el 29 de septiembre de 1978. JUAN PABLO I fue el primer papa en suprimir la coronación papal, y también el primero en elegir un nombre compuesto (JUAN PABLO). Su sucesor, el cardenal KAROL WOJTYŁA, escogió el mismo nombre en su honor. El proceso de canonización de Juan Pablo I comenzó formalmente en 1990 con la petición de 226 obispos brasileños, entre ellos cuatro cardenales. El 26 de agosto de 2002, cuando se cumplían 24 años de la elección de JUAN PABLO I, el Mons. Vincenzo Savio anunció el inicio de la fase preliminar de reunión de documentos y testimonios para comenzar el proceso de canonización. El 8 de junio de 2003, la Congregación para las Causas de los Santos dio su aprobación y el 23 de noviembre, el proceso se inauguró formalmente en la Basílica Catedral de Belluno, a cargo del CARDENAL JOSÉ SARAIVA MARTINSLa investigación en la diócesis concluyó el 11 de noviembre de 2006 en Belluno. En junio de 2009, la Santa Sede comenzó la fase "romana" del proceso de beatificación de JUAN PABLO I, basándose en el de GIUSEPPE DI ALTAMURA DENORA, que afirmó haber sido curado de cáncer. Ante lo expuesto en este informe, han quedado numerosas dudas sin resolver sobre la muerte del Sumo Pontífice, sobre JUAN PABLO I, que para muchos fue un mártir de la purificación y renovación de la Iglesia.

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