Junípero Serra Ferrer nació el 24 de noviembre de 1713 en Petra, Mallorca (España). A los 16 años se convirtió en fraile.
En 1749 y motivado por su celo evangelizador partió, junto con veinte misioneros franciscanos, hacia el Virreinato de la Nueva España, nombre colonial de México.
Allí impulsó su labor misionera en el Colegio de Misioneros de San Fernando. Luego de seis meses recibió la aprobación del Virrey para iniciar su misión en Sierra Gorda, un territorio montañoso donde ya habían fracasado algunos franciscanos. En este lugar permaneció 9 años.
En 1767, Carlos III decretó la expulsión de todos los miembros jesuitas de los dominios de la corona, lo que incluía al Virreinato de Nueva España. Los jesuitas, que atendían la población indígena y europea de las Californias, fueron sustituidos por 16 misioneros de la orden de los franciscanos encabezados por fray Junípero.
La comitiva salió de la ciudad de México el 14 de julio de 1767 y embarcó por el puerto de San Blas rumbo a la península de Baja California. Tras una corta travesía arribaron a Loreto, sede de la Misión de Nuestra Señora de Loreto, que es considerada la madre de las misiones de la Alta y Baja California.
Una vez que llegó la comitiva a la península, determinaron seguir explorando la Alta California para llevar la luz del Evangelio a la población indígena. El 3 de julio se erigió la Misión de San Carlos de Borromeo.
En julio de 1771 se estableció la Misión de San Antonio de Padua y en agosto la de San Gabriel, que se encuentra en la actual área metropolitana de Los Ángeles.
El 1 de septiembre de 1772 fundó la misión de San Luis Obispo de Tolosa. Los misioneros catequizaban a los indígenas, les enseñaban nociones de agricultura, ganadería y albañilería, les proporcionaban semillas y animales y les asesoraban en el trabajo de la tierra.
Junípero Serra falleció en la Misión de San Carlos Borromeo (Monterrey, California), el 28 de agosto de 1784. Sus restos se encuentran en la Basílica de esta misma misión.
San Juan Pablo II lo beatificó en 1988 y fue proclamado santo el 23 de septiembre de 2015, por el Papa Francisco en Estados Unidos.
martes, 29 de septiembre de 2015
FRAY JUNÍPERO SERRA
en
23:43


martes, 22 de septiembre de 2015
VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE
Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, o la Virgen de la Caridad del Cobre, Caridad del Cobre o simplemente Cachita, es Patrona de Cuba, este solemne nombramiento fue proclamado por el Papa Benedicto XV en el año 1916. Posteriormente en un viaje realizado por Juan Pablo II a la isla de Cuba en el año 1998, coronó con gran dignidad a la Virgen como Patrona de la isla caribeña.
La imagen mariana se venera en la Basílica Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre en Santiago de Cuba. Benedicto XVI le otorga el 26 de marzo de 2012 la Rosa de Oro de la Cristiandad, con motivo del 400º aniversario de la aparición de la imagen.
Entre los años 1612 ó 1613, se realizó el hallazgo de la imagen de La Virgen de La Caridad, la historia narrada bajo juramento eclesiástico a los 85 años por Juan Moreno, "el negrito de La Caridad" nos cuenta como fueron en una canoa en busca de sal, el y dos hermanos indios, Juan y Rodrigo de Hoyos, cuando salían de Cayo Francés (en la Bahía de Nipe) observaron algo flotando en el mar, al acercarse vieron con asombro y alegría que se trataba de una imagen de la Virgen María sobre una tablilla donde se podía leer: "Yo Soy La Virgen de La Caridad".
La Historia se mezcla con la leyenda cuando, setenta y cinco años después de la aparición, el único testigo sobreviviente del "milagro", ya en plena senilidad, hizo una declaración jurada donde involucra en el relato de la milagrosa aparición al propio capitán Francisco Sánchez de Moya, quien había llevado la imagen a la isla.
En la actualidad, las personas que visitan el Santuario suelen volver a sus hogares con diminutas piedras donde brilla el cobre de la mina. Se dice que quienes las poseen tanto colocadas en vasos de agua, como en bolsillos o bolsos, poseen una especial protección contra los males, pues resultan metafóricos guardianes de un futuro noble en lo personal y familiar.
El hecho de que la fiesta de la Virgen de la Caridad se celebre en Cuba el 8 de septiembre, el mismo día que los cultos religiosos afrocubanos celebran la fiesta de su orisha o diosa Oshún (deidad del amor y la belleza), hacen que muchos piensen que el culto de la Virgen de la Caridad del Cobre sea un fenómeno de sincretismo, algo bastante común en Cuba, en el que los santos católicos se confunden o tienen su avatar en orishas con similares características del panteón religioso afrocubano.
La imagen mariana se venera en la Basílica Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre en Santiago de Cuba. Benedicto XVI le otorga el 26 de marzo de 2012 la Rosa de Oro de la Cristiandad, con motivo del 400º aniversario de la aparición de la imagen.
Entre los años 1612 ó 1613, se realizó el hallazgo de la imagen de La Virgen de La Caridad, la historia narrada bajo juramento eclesiástico a los 85 años por Juan Moreno, "el negrito de La Caridad" nos cuenta como fueron en una canoa en busca de sal, el y dos hermanos indios, Juan y Rodrigo de Hoyos, cuando salían de Cayo Francés (en la Bahía de Nipe) observaron algo flotando en el mar, al acercarse vieron con asombro y alegría que se trataba de una imagen de la Virgen María sobre una tablilla donde se podía leer: "Yo Soy La Virgen de La Caridad".
La Historia se mezcla con la leyenda cuando, setenta y cinco años después de la aparición, el único testigo sobreviviente del "milagro", ya en plena senilidad, hizo una declaración jurada donde involucra en el relato de la milagrosa aparición al propio capitán Francisco Sánchez de Moya, quien había llevado la imagen a la isla.
En la actualidad, las personas que visitan el Santuario suelen volver a sus hogares con diminutas piedras donde brilla el cobre de la mina. Se dice que quienes las poseen tanto colocadas en vasos de agua, como en bolsillos o bolsos, poseen una especial protección contra los males, pues resultan metafóricos guardianes de un futuro noble en lo personal y familiar.
El hecho de que la fiesta de la Virgen de la Caridad se celebre en Cuba el 8 de septiembre, el mismo día que los cultos religiosos afrocubanos celebran la fiesta de su orisha o diosa Oshún (deidad del amor y la belleza), hacen que muchos piensen que el culto de la Virgen de la Caridad del Cobre sea un fenómeno de sincretismo, algo bastante común en Cuba, en el que los santos católicos se confunden o tienen su avatar en orishas con similares características del panteón religioso afrocubano.
en
22:59


EL PAPA FRANCISCO EN CUBA-SEPTIEMBRE 19 AL 22
Encuentro del Papa Francisco con los jóvenes de Cuba
El Papa Francisco sostuvo esta tarde un encuentro con unos cinco mil
jóvenes en el Centro Cultural Padre Félix Varela a quienes les dirigió el
siguiente discurso improvisado tras escuchar el testimonio del joven cubano
Leonardo Fernández en representación de los demás asistentes:
Ustedes están parados y yo estoy sentado, ¡qué vergüenza! pero ¿saben
por qué me siento? porque tomé notas de algunas cosas que dijo vuestro
compañero y sobre estas les quiero hablar. Una palabra que cayó fuerte: soñar.
Un escritor latinoamericano, decía que las personas tenemos dos ojos: uno de
carne y otro de vidrio. Con el ojo de carne vemos lo que miramos. Con el ojo de
vidrio vemos lo que soñamos. Está lindo ¿eh?
En la objetividad de la vida tiene que entrar la capacidad de soñar y un
joven que no es capaz de soñar está clausurado en sí mismo. Está encerrado en
sí mismo. Cada uno a veces sueña cosas que nunca van a suceder. Pero suéñalas,
deséalas, busca horizontes, ábrete, ábrete a cosas grandes. No sé si en Cuba se
usa la palabra, pero los argentinos decimos: no te arrugues, ¿eh? ábrete y
sueña, sueña que el mundo contigo puede ser distinto. Sueña que si tú pones lo
mejor de ti, vas a ayudar a que ese mundo sea distinto.
No se olviden. Sueñen. Por ahí se les va la mano y sueñan demasiado y la
vida les corta el camino, no importa, sueñen y cuenten sus sueños. Cuenten,
hablen de las cosas grandes que desean, porque cuanto más grande es la
capacidad de soñar y la vida te deja a mitad de camino, más camino has
recorrido. Así que primero soñar.
Tú dijiste una frasecita, que yo tenía escrita en la intervención de él
porque la subrayé y tomé alguna nota. “Que sepamos acoger y aceptar al que
piensa diferente”. Realmente nosotros a veces somos cerrados. Nos metemos en
nuestro mundito: o este es como yo quiero que sea o no. Y fuiste más allá
todavía: que no nos encerremos. Que no nos encerremos en los conventillos de
las ideologías o en los conventillos de las religiones, que podamos crecer ante
los individualismos.
Cuando una religión se vuelve conventillo pierde lo mejor que tiene, pierde
su realidad de adorar a Dios, de creer en Dios. Es un conventillo, es un
conventillo de palabras, de oraciones, de yo soy bueno, tú eres malo, de
prescripciones morales y cuando yo tengo mi ideología, mi modo de pensar y tú
tienes el tuyo, me encierro en ese conventillo de la ideología.
Corazones abiertos, mentes abiertas. Si tú piensas distinto que yo, ¿por
qué no vamos a hablar? ¿Por qué siempre nos tiramos la piedra sobre aquello que
nos separa, sobre aquello en lo que somos distintos? ¿Por qué no nos damos la
mano en aquello que tenemos en común? Animarnos a hablar de lo que tenemos en
común y después podemos hablar de las cosas que tenemos diferentes o que
pensamos, pero digo hablar, no digo pelearnos, no digo encerrarnos, no digo
‘conventillear’ como usaste tú la palabra (se dirige al joven que habló en
representación de los demás). Pero eso solamente es posible cuando uno tiene la
capacidad de hablar de aquello que tengo en común con el otro, de aquello para
lo cual somos capaces de trabajar juntos.
En Buenos Aires estaba en una parroquia nueva en una zona muy, muy
pobre. Estaban construyendo unos salones parroquiales un grupo de jóvenes de la
universidad y el párroco me dijo por qué no te vienes un sábado y así te los
presento, trabajaban los sábados y los domingos en la construcción. Eran chicos
y chicas de la universidad... entonces llegué y los vi y los fue presentando.
Este es el arquitecto, es judío, este es comunista, este es católico práctico,
todos eran distintos, pero todos estaban trabajando en común por el bien común.
Eso se llama amistad social, buscar el bien común.
La enemistad social destruye y una familia se destruye por la enemistad,
un país se destruye por la enemistad, el mundo se destruye por la enemistad. Y
la enemistad más grande es la guerra. Y hoy día vemos que el mundo se está
destruyendo por la guerra, porque son incapaces de sentarse y hablar. Bueno,
negociemos, ¿qué cosas podemos hacer en común? ¿En qué cosas no vamos a ceder?
Pero no matemos más gente. Cuando hay división, hay muerte. Hay muerte en el
alma porque estamos matando la capacidad de unir, estamos matando la amistad
social y eso es lo que yo les pido a ustedes hoy, sean capaces de crear la
amistad social.
Después salió otra palabra que tú dijiste (nuevamente se dirige al joven
que intervino antes que él)... la palabra esperanza. Los jóvenes son la
esperanza de un pueblo, eso lo oímos en todos lados, pero ¿qué es la esperanza?
¿Es ser optimista? ¡No! Optimismo es un estado de ánimo. Mañana te levantas con
dolor de hígado y no eres optimista, ves todo negro. O sea la esperanza es algo
más, la esperanza es sufrida, la esperanza sabe sufrir para llevar adelante un
proyecto, sabe sacrificarse ¿Tú eres capaz de sacrificarte por un futuro? ¿o
solamente quieres vivir el presente y que se arreglen los que vengan?
La esperanza es fecunda, la esperanza da vida. ¿Vos sos capaz de dar
vida? ¿o vas a ser un chico o chica espiritualmente estéril, sin capacidad de
crear vida a los demás, sin capacidad de crear amistad social, sin capacidad de
crear patria, sin capacidad de crear grandeza? La esperanza es fecunda.
La esperanza se da en el trabajo y aquí me quiero referir a un problema
muy grave que se está viviendo en Europa. La cantidad de jóvenes que no tienen
trabajo. Hay países en Europa que jóvenes de 25 años hacia abajo viven
desocupados en un porcentaje del 40 por ciento. Pienso en un país. Otro país el
47 por ciento, otro país el 50 por ciento.
Evidentemente que un pueblo que no se preocupa por dar trabajo a los
jóvenes; un pueblo y cuando digo pueblo no digo gobiernos, todo el pueblo... la
preocupación de la gente, de que nuestros jóvenes no trabajan, ese pueblo no
tiene futuro. Los jóvenes entran a
formar parte de la cultura del descarte y todos sabemos que hoy en este imperio
del Dios dinero se descartan las cosas y se descartan las personas.
Se descartan los chicos porque no se los quiere o porque se los mata
antes de nacer. Se descartan los ancianos... estoy hablando del mundo en
general, se descartan los ancianos porque ya no producen. En algunos países hay
ley de eutanasia pero en tantos otros hay una eutanasia escondida, encubierta.
Se descartan los jóvenes porque no les dan trabajo. Entonces ¿qué le queda a un
joven sin trabajo?
Un país que no inventa, un pueblo que no inventa posibilidades laborales
para sus jóvenes, a ese joven le queda o las adicciones o el suicidio o irse
por ahí buscando ejércitos de destrucción para crear guerras. Esta cultura del
descarte nos está haciendo mal a todos, nos quita la esperanza y es lo que tú
pediste para los jóvenes (se dirige al mismo joven).
“Queremos esperanza”, esperanza que sufrida, es trabajadora, es fecunda,
nos da trabajo y nos salva de la cultura
del descarte y esta esperanza que es convocadora, convocadora de todos, porque
un pueblo que sabe autoconvocarse para mirar el futuro y construir la amistad
social, como dije, aunque piense diferente, ese pueblo tiene esperanza.
Y si yo me encuentro con un joven sin esperanza... por ahí una vez dije
jovenes jubilados. Hay jóvenes que parece que se jubilan a los 22 años. Son
jóvenes con tristeza existencial, son jóvenes que han apostado su vida al
derrotismo básico, son jóvenes que se lamentan, son jóvenes que se fugan de la
vida.
El camino de la esperanza no es fácil y no se puede recorrer solo. Hay
un proverbio africano que dice “si quieres ir de prisa, anda solo, pero si
quieres llegar lejos, anda acompañado”. Y yo a ustedes jóvenes cubanos, aunque
piensen diferente, aunque tengan sus puntos de vista diferentes, quiero que
vayan acompañados, juntos buscando la esperanza, buscando el futuro y la
nobleza de la patria.
Y así empezamos con la palabra soñar y quiero terminar con otra palabra
que tú dijiste (el mismo joven) y que yo la suelo usar bastante: “la cultura
del encuentro”. Por favor, no nos ‘desencontremos’ entre nosotros mismos.
Vayamos acompañados, Uno, encontrados, aunque pensemos distinto, aunque
sintamos distinto, pero hay algo que es superior a nosotros, es la grandeza de
nuestro pueblo, es la grandeza de nuestra patria, es esa belleza, esa dulce
esperanza de la patria a la que tenemos que llegar. ¡Muchas Gracias!
Bueno, me despido deseándoles lo mejor. Todo esto que les dije se los
deseo. Voy a rezar por ustedes. Y les
pido que recen por mí. Y si alguno de ustedes no es creyente y no puede rezar,
porque no es creyente, que al menos me desee cosas buenas.
Que Dios los bendiga, los haga caminar en este camino de esperanza hacia
la cultura del encuentro evitando esos conventillos de los cuales habló vuestro
compañero.
Y que Dios los bendiga a todos.
Fuente:
en
22:46


EL PAPA FRANCISCO EN CUBA-SEPTIEMBRE 19 AL 22
El testimonio de este joven hizo cambiar de discurso al Papa Francisco
en Cuba
En el Centro Félix Varela en La Habana, uno de estos jóvenes le dirigió
unas sentidas palabras al Papa. Su nombre es Leonardo Fernández y, como el
Santo Padre, cuenta que aprendió el celo por hacer apostolado de su abuela, con
quien solía salir para evangelizar en las calles de Cuba. Su enérgico
testimonio llevó al Papa Francisco a dejar de lado el texto que tenía preparado
e improvisar un discurso.
Fernández, explicó el vocero del Vaticano, P. Federico Lombardi, es hijo
de un padre comunista y de una madre católica. Su padre recientemente aceptó
casarse por la Iglesia. Ahora el muchacho estudia el último año de la carrera
de historia en la universidad y tuvo la oportunidad de dirigirse al Pontífice
en representación de la juventud cubana.
“Querido Papa Francisco: Aquí
hoy estamos los jóvenes cubanos. Somos muchachos y muchachas de líos profundos
(…) a veces perdemos la fe (pero) a pesar de todos estos problemas, sabemos
superarlos”, dijo Leonardo al comenzar su intervención.
El muchacho resaltó luego la variedad de personas presentes, incluso no
creyentes, y resaltó que a pesar de las diferencias “lo que nos une es la esperanza de un futuro de cambios profundos para
Cuba, donde nuestro país sea un hogar que acoja a todos sus hijos, piensen como
piensen y estén donde estén”.
“Le queremos pedir algo
especial: que renueve en nosotros la esperanza de que se puede crecer, soñar
que se puede ser feliz en esta compleja realidad que nos tocó vivir”, dijo Fernández.
“Ayúdenos Santo Padre a ser
jóvenes que sepamos acoger al que piensa diferente, que no nos encerremos en
los conventillos de las religiones o las ideologías. Que podamos crecernos ante
el individualismo y la indiferencia, grandes males de la rutina cubana, que al
salir de aquí seamos capaces de interpretar los signos de nuestros tiempos y
nos tomemos de la mano para construir una Cuba como la quiso nuestro héroe
nacional José Martí: con todos y para el bien de todos”, pidió el joven.
Leonardo Fernández también instó al Papa para que “este encuentro con usted nos permita que nuestra patria sea una tierra
de reconciliación y un espacio para la cultura del encuentro y que conforme nos
enseñó nuestro Padre Félix Varela asumamos el reto de ser la dulce esperanza de
la patria”.
Fuente:
en
22:18


martes, 8 de septiembre de 2015
MAALULA
A
50 kilómetros
de Damasco, y a más de 1500
metros de altura, en dirección del Líbano, Maalula se
recuesta sobre los Montes Kalamun como si en realidad se tratara de una
gigantesca colmena al borde del precipicio. Este pueblo, excepcionalmente
acogedor, flota sobre una naturaleza implacable. El paisaje está ampliamente
impregnado de una luminosidad irreal. Una vasta extensión de verdes
relampaguean en la base de los montes... higueras, damascos en flor, álamos
incómodos por la presencia de minúsculos pájaros aguerridos, viñas... Una
suavidad de carácter que Maalula ha sabido preservar a lo largo de sus siglos.
Lejos de sus primeros pasos, cuando este caserio formaba parte del Reino de
Homs... o cuando durante la época romana se llamaba Seliócopolis.
Algunas
otras iglesias, quizá menos prestigiosas, atestiguan de un fervor religioso
intacto. Cabe también destacar la existencia de una mezquita. Los maalulis atesoran,
oralmente, un cancionero religioso-festivo único por su variedad e imaginacion.
Y desde luego un gran sentido comunitario y festivo. Tres grandes fiestas
folklóricas ritman la vida de los habitantes de este magnífico lugar. El 14 de septiembre en honor de la Santa Cruz.
El 22 de septiembre fiesta de Mar Tekla. Y el 7 de Octubre fiesta de Mar Sarkis.
Maalula
será siempre una auténtica cita con la historia. Hoy en día este pueblo cuenta con
unos 2000 habitantes. Una población pacífica y laboriosa entregada a la tarea
elemental de vivir dignamente. Una atmósfera de trabajo que no enturbia su
vocación primera, la de preservar su lengua, sus tradiciones; y su rica
historia. La manera menos misteriosa de salvaguardar un futuro necesario. Desde
su llegada el viajero tiene la sensación de haber sido transportado a un mundo
mágico donde los personajes se suceden unos a otros a una cadencia feroz. Lo
primero que viene al espíritu es la belleza de los rostros; el gran encanto de
ese Oriente. Pero luego son los gestos y la sonrisa que permiten adivinar la
natural disposición que poseen los maalulis para comunicar lo que es invisible
a simple vista. Maalula es ante todo un aspecto del mundo sensual. Maalula es
un espacio de imágenes. Imágenes que devoran, que trituran al observador.
Imágenes sin escapatoria, rudas, perfectas, sublimes.
Los
habitantes de Maalula son los herederos naturales de aquellas tribus semitas
que en el siglo XIV antes de nuestra era poblaban el desierto sirio y parte de
la Mesopotamia. Inscripciones antiguas dan cuenta de estas tribus bajo el
nombre de Aramu o Ahlamu. Los arameos estaban en realidad organizados en una
multitud de reinos sin lazos fuertes de unión. Hacia el año 1000 los arameos
ocupan un vasto territorio qua alcanza las orillas del Eufrates. Pero el
poderío de sus ejércitos es sistemáticamente debilitado por los asaltos de los
reyes de Assur. La decadencia comienza a llamar a sus puertas. Los diferentes
principados y reinos arameos, incapaces de coordinar sus esfuerzos, van siendo
derrotados uno a uno. Arpat, Cobah, Hamat pierden el control de sus posesiones.
Los asirios vencen. Prácticamente en el año 730 antes de Cristo la suerte queda
echada, Assur llama a la frontera de Egipto.
La
lengua aramea constituye en la antiguedad del Medio Oriente el lazo de
comunicación preponderante entre los pueblos semitas. Alrededor del siglo VIII
a. de C. prácticamente el imperio de la lengua aramea se extiende desde Egipto
hasta regiones muy apartadas de Asia. Los primeros testimonios en lengua aramea
se hallan sobre la tumba del rey Kilamu (siglos IX-VIII a. de C.), o en Neirab
sobre las estelas funerarias del dios Luna al sur de Alepo. A partir del siglo
VII a. de C. el arameo es
utilizado en todo el Imperio Asirio. Hacia el año 500 a . de C. también los
persas adoptan el arameo como lengua "oficial". La escritura con
caracteres alfabéticos se extiende rápidamente. El libro de Esdras nos muestra
que el arameo también es
utilizado en Palestina. Una vez que el Imperio Persa se extiende
el arameo se generaliza.
Documentos
encontrados en la India (siglo III a. de C.) nos muestran que el arameo se
utilizaba en toda Asia Menor. Los judios de Palestina utilizan el arameo hasta
el siglo II d. de C. Luego del hallazgo de los manuscritos de Qumran a orillas
del Mar Muerto la visión del arameo hablado y escrito se ha modificado
sensiblemente; y es posible que siga modificándose a medida que otros
descubrimientos de ese tipo salgan a la luz. En todo caso se trata de una
lengua en plena evolución, rica y dinámica. Nos queda claro que la palabra
cristiana fue difundida por Cristo y sus discipulos en arameo; idioma hablado y
escrito por ellos. Lo que hoy llamamos siriaco es en realidad un dialecto del
arameo hablado en Mesopotamia (y en lo que hoy es Urfa, Turquía), y que luego
se convirtió en la lengua de los cristianos de Siria. A su vez, el siriaco
sufre la presión de los invasores árabes sobre todo a partir del siglo V de
nuestra era. El siriaco termina por sucumbir.
Los
árabes ganan por esta vez la batalla. Ello no obstante algunos focos de
resistencia subsisten... Maalula es un ejemplo de ello. Es muy difícil
aventurarse sobre un pronóstico para saber si el siriaco (que unos llaman
siriani, arameo o neoarameo; y otros asirio) tendrá un futuro asegurado. En
todo caso es de esperar que el siriaco se convierta en la lengua del futuro. No
sorprende que un sentimiento de solidaridad entre gentes que hablan una misma
lengua se haga sentir actualmente. Entre los jacobistas de Turquía, los
montañeses asirios de Mosul (Irak), los nestorianos y caldeos que viven aún en
Irán... La distinción entre siriaco oriental y siriaco occidental (este último
hablado en Maalula) aparece también en la escritura. El siriaco oriental
utiliza los viejos caracteres unciales, es decir una escritura en mayúsculas; mientras que
la escritura del siriaco occidental es más bien cursiva. Lamentablemente en
Maalula asistimos actualmente a una pérdida casi por completo de la escritura
siriaca. Es de desear que algunos jóvenes impreganados de la cultura de sus
mayores asuman un día la
grata misión de reintroducir la escritura siriaca en la vida cotidiana.
El
pasado, presente en cada rincón de Maalula encuentra en el Monasterio de Mar
Sarkis (San Sergio) un testigo de lujo. El monasterio fue construido en el
siglo IV sobre las ruinas de un templo pagano. De estilo bizantino y formas despojadas
guarda en su seno uno de los primeros altares cristianos. Desde su construcción
hasta la fecha este monasterio ha sido utilizado como lugar de culto; lo que le
confiere un soplo de misterio aún mayor. El monasterio es propietario de una
interesantísima colección de íconos religiosos de los siglos XVI al XVIII;
entre los que se destacan un bello ícono de la Santa Virgen Maria y otro de los
mártires Sergio y Bakhos. Además los monjes de monasterio han grabado algunas
oraciones en arameo occidental a la intención de los visitantes. Este
monasterio fue así llamado en honor de San Sarkis, caído en mártir durante el
reinado de Maximianos.
Saliendo
del pueblo; y a la derecha de la ruta, se encuentra un camino escarpado que
conduce a una terraza donde una pequeña cascada da la bienvenida al peregrino.
Estamos en el Convento de Mar Tekla, de rito ortodoxo. El edificio fue
construído sobre varios pisos lo que le confiere una presencia suntuosa.
Siguiendo las escalaras llegamos al último piso donde nos aguardan una iglesia
moderna con cúpula y una gruta que deja filtrar un agua que ha dado prueba de
prodigios. Curioso monumento religioso que recibe incesantes muestras de
devoción, no sólo de peregrinos cristianos; sino además de muchos musulmanes
convencidos de la santidad del lugar. El convento guarda celosamente los restos
de Santa Tecla, hija de un principe Seljukida, y adepto de San Pablo. Otros
vestigios de la vida religiosa pasada se atesoran en el convento. Pero lo que
sin duda atrae al curioso es
la paz del lugar. Una ocasión insuperable para meditar y
entrar en comunión con la belleza del paisaje.
en
0:01


VIRGEN DE LA ALMUDENA
En 1623,
Isabel de Borbón, primera esposa de Felipe IV, acudió a la iglesia de Santa
María para pedir a la Virgen de la Almudena dar a luz felizmente. Con este
motivo se trasladó la Virgen desde un altar lateral al altar mayor,
descubriéndose detrás de unos maderos que tapaban el retablo del altar mayor
una pintura de una Virgen, a la que bautizaron con el nombre de Nuestra Señora de Lis, por la flor que
lleva en la mano derecha.
Aunque se
cree que la imagen fue pintada al consagrarse la iglesia poco después de 1085,
año en que Alfonso VI conquistó Madrid, permaneciendo mucho tiempo en completo olvido tras
la aparición milagrosa de la imagen de la Virgen de la Almudena en un cubo de
la muralla, la imagen del fresco data del siglo XIII o XIV. En 1638, el trozo
de muro en que fue pintado se trasladó a los pies del altar y en 1834 a una capilla dentro de
la iglesia de Santa María. Desde 1911 se encuentra en la cripta de la Catedral
de la Almudena, siendo restaurada recientemente.
La leyenda cuenta
que tras la conquista de Madrid por el rey Alfonso VI en noviembre de 1085,
comenzó la búsqueda de la imagen de la Virgen que, casi cuatrocientos años
antes, en el año 712, había escondido un herrero para evitar que los musulmanes
la profanaran a su entrada en Madrid. Aunque nadie la había olvidado porque
sabían de su existencia por los antepasados, se ignoraba el lugar exacto donde
permanecía oculta.
Después de
nueve días de constantes plegarias y preces un cubo de la muralla se
resquebrajó dejando al descubierto la imagen de la Virgen flanqueada por dos
cirios que la habían alumbrado durante los 373 años de forzoso “exilio”. La
imagen fue trasladada hasta la entonces cercana y hoy desaparecida parroquia de
Santa María, demolida en 1868 para ampliar la calle de Bailén. Desde entonces
se la llamó “Virgen de la Almudena”,
en recuerdo de la "almudayna" o ciudadela, en la que fue encontrada.
Según la
tradición, la primitiva imagen fue tallada en vida de la Virgen por San
Nicodemo, pintada por Lucas y colocada en el trono por San Colocero o Colócero.
Algunos opinan que este Lucas no se refiere al evangelista (que era médico)
sino a un pintor del siglo V. Y sigue contando la tradición que fue traída a
España por el apóstol Santiago en el año 38.
De esta
primitiva imagen se desconoce lo que fue de ella ni cuando fue sustituida por
la actual. Y de ésta tampoco se tienen datos de cuando fue tallada ni quien fue
su autor. La imagen actual es de finales del siglo XVI o principios del XVII y
representa a la Virgen de pie, con el Niño en los brazos. Está realizada en
madera de pino, se halla en la Catedral de la Almudena, calle Mayor, 82 en
Madrid y se trata de un fresco de 1,53 x 0,92 cm .
en
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jueves, 3 de septiembre de 2015
TRAILER - 2ª TEMPORADA CATHOLIC STUFF
Catholic Stuff creatividad y buen humor al servicio de la Iglesia
Catholic Stuff, es un proyecto nacido en Santander, España. Producido por los Siervos del Hogar de la Madre y está enfocado a los jóvenes de hoy: los que comparten, intercambian y generan ideas en redes sociales. Su meta es generar conciencia y que los jóvenes sean testigos de la cercanía plena con Dios.
Conocemos bien que las redes sociales son un punto de encuentro de los jóvenes, son plataformas por las que se comparten muchos tipos de contenido. Sin embargo, ¿qué tipo de mensajes son los que se están intercambiando entre los usuarios? Por mucho que se intente encontrar contenido de la fe católica en la red, la marea de mensajes negativos calla cualquier esfuerzo actual. Esta es la realidad que el Hno. Brian de la Dolorosa notó junto a su amigo Brian Shields de Lumen Entertainment y fue la base para su proyecto digital: Catholic Stuff.
El proyecto inició como una propuesta en el marco de unos ejercicios espirituales que los Siervos del Hogar de la Madre organizaron para jóvenes. Con los frutos de la oración y el discernimiento tres jóvenes respondieron al proyecto. La meta fue evangelizar a través de los medios de comunicación para que cada vez más y más jóvenes católicos creen y difundan contenido para dar a conocer el mensaje de nuestra Madre Iglesia. Pablo Fernández, Luis Escandell, Isay Zuñiga, junto con la dirección del Hno Brian de la Dolorosa y el Hno. Kristian de la mirada de María conforman el equipo de Siervos HM Films donde se crea Catholic Stuff.
Si bien el producto visible para la red son videos con enseñanzas de la fe católica para jóvenes, atrás de este proyecto existe una amplia base de formación tanto espiritual como técnica. La base de esta estructura es enseñar a utilizar de forma correcta los miedos de comunicación teniendo una vida de oración y de este modo poder transmitir el mensaje de la fe desde la experiencia de encuentro personal con el Señor. Su programa de trabajo incluye clases de fotografía, iluminación y composición. Estas son reforzadas con la práctica realizando videos, aprendiendo a usar cámaras, luces y escribiendo guiones para finalizar con la edición de los mismos y el uso de efectos especiales.
El primero en apuntarse a esta iniciativa genial fue Pablo, quien hace poco tiempo discernió su vocación a la vida consagrada como candidato en los Siervos del Hogar de la Madre. Según nos comenta él: “no haces esto por hacer buenos videos ni aprender más, sino para dar gloria a Dios.”
Con varios videos grabados y editados, el equipo de Siervos HM Films irá presentando cada uno según se logren sus objetivos en las redes sociales. Por ejemplo, con el primer video ya en línea tienen como meta llegar hasta las 10.000 visitas para presentar la segunda parte. Luego de esto plantearán la publicación de los siguientes.
En palabras del Hno. Brian de la Dolorosa, la meta del proceso de formación que se da detrás de este equipo se resume en: “crecer en tu vida interior con Dios y evangelizar a través de los medios de comunicación con contenidos que tengan el espíritu de la Iglesia. Enseñarles a los jóvenes a que vivan en gracia, a ser santos ya que con tibieza no van a evangelizar.”
Hay otro elemento de esta iniciativa genial que queremos compartir con ustedes, y que es parte de uno de los tesoros que nos da la Iglesia: San Maximiliano Kolbe. Este clérigo franciscano conventual polaco inspira al equipo de Catholic Stuff con su vida al haber fundado varios medios de comunicación católicos, dos periódicos y ochos revistas, uno de los cuales llegó a vender casi un millón de ejemplares en su mejor época.
Los invitamos a todos a ver sus producciones en su canal en youtube: www.youtube.com/cosascatolicas y a quienes estén interesados a colaborar, contactarse con ellos al correo siervoshmfilms@gmail.com y sobre todo a tener en sus oraciones a Catholic Stuff y a todas las demás iniciativas geniales que difunden con cariño y alegría las enseñanzas de nuestra Iglesia.
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martes, 1 de septiembre de 2015
¿QUIÉN ERA REBECA?
Rebeca es otra mujer decisiva en el destino del pueblo hebreo, del pueblo escogido. Sin ella la historia bíblica habría sido muy diferente. Su peripecia vital, o al menos la que interesa para el destino de Israel, se lee en el libro del Génesis. Veamos con mayor atención estos acontecimientos. En el “Antiguo Testamento” (Génesis, 24) se incluye un relato, muy bien narrado y con gran lujo de detalles, en torno al “Casamiento de Isaac”. Al morir Sara, la madre de Isaac, éste se quedó desconsolado. Pasaron los años y seguía sin contraer matrimonio; tanto que Abraham, su padre, se inquietó y encargó a uno de sus siervos que le escogiera esposa, pero le hizo prometer que no la buscaría en Canaán, pues que allí eran paganas, sino en Mesopotamia, en la tierra de sus padres, en la suya propia:
“Abraham ya era un anciano de edad avanzada, y el Señor lo había bendecido en todo. Entonces dijo al servidor más antiguo de su casa, el que le administraba todos los bienes: "Coloca tu mano debajo de mi muslo, y júrame por el Señor, Dios del Cielo y de la tierra, que no buscarás una esposa para mi hijo entre las hijas de los cananeos, con los que estoy viviendo, sino que irás a mi país natal, y de allí traerás una esposa para Isaac". (Génesis, 24, 1-4).
El siervo, lógicamente, le presenta una serie de objeciones porque no le parece tarea fácil ésa:
El servidor le dijo: "Si la mujer no quiere venir conmigo a esta tierra, ¿debo hacer que tu hijo regrese al país de donde saliste?". "Cuídate muy bien de llevar allí a mi hijo", replicó Abraham. "El Señor, Dios del cielo, que me sacó de mi casa paterna y de mi país natal, y me prometió solemnemente dar esta tierra a mis descendientes, enviará su Angel delante de ti, a fin de que puedas traer de allí una esposa para mi hijo. Si la mujer no quiere seguirte, quedarás libre del juramento que me haces; pero no lleves allí a mi hijo". (Génesis, 24, 5-8).
El pobre siervo, desorientado, parte para la tierra de su señor y allí hace lo que él considera más lógico: le pide una señal a Dios:
“Luego tomó diez de los camellos de su señor, y llevando consigo toda clase de regalos, partió hacia Arám Naharaim, hacia la ciudad de Najor. Allí hizo arrodillar a los camellos junto a la fuente, en las afueras de la ciudad. Era el atardecer, la hora en que las mujeres salen a buscar agua. Entonces dijo: "Señor, Dios de Abraham, dame hoy una señal favorable, y muéstrate bondadoso con mi patrón Abraham. Yo me quedaré parado junto a la fuente, mientras las hijas de los pobladores de la ciudad vienen a sacar agua. La joven a la que yo diga: "Por favor, inclina tu cántaro para que pueda beber", y que me responda: "Toma, y también daré de beber a tus camellos", esa será la mujer que has destinado para tu servidor Isaac. Así reconoceré que has sido bondadoso con mi patrón”. (Génesis, 24, 10-14).
Parece que el viejo criado pide mucho, no sólo busca a una mujer caritativa, que le haga la merced de darle de beber a él, un extranjero, sino que además pide que sea capaz de sacar ella misma el agua necesaria para los camellos. La mujer que haga eso bien puede ser la esposa de Isaac:
“Aún no había terminado de hablar, cuando Rebeca, la hija de Betuel - el cual era a su vez hijo de Milcá, la esposa de Najor, el hermano de Abraham - apareció con un cántaro sobre el hombro. Era una joven virgen, de aspecto muy hermoso, que nunca había tenido relaciones con ningún hombre. Ella bajó a la fuente, llenó su cántaro, y cuando se disponía a regresar, el servidor corrió a su encuentro y le dijo: "Por favor, dame un trago de esa agua que llevas en el cántaro". "Bebe, señor", respondió ella, y bajando el cántaro de su hombro, se apresuró a darle de beber”. (Génesis, 15-19).
Muy contento con su suerte, el viejo siervo aún quiere saber más y le pregunta de quién es hija. No sale de su asombro cuando Rebeca le contesta quién es, es la sobrina nieta del propio Abraham: “Ella respondió: "Soy la hija de Betuel, el hijo que Milcá dio a Najor” (Génesis, 24, 24).
Y no sólo eso, sino que le invita a ir a casa de su padre a pasar la noche, dando muestras de tener un corazón limpio y puro. El siervo entiende que era la señal que esperaba y da las gracias, ante el asombro de Rebeca:
“El hombre se inclinó y adoró al Señor, diciendo: "Bendito sea el Señor, Dios de mi patrón Abraham, que nunca dejó de manifestarle su amor y su fidelidad. El ha guiado mis pasos hasta la casa de sus parientes". Entretanto, la joven corrió a llevar la noticia a la casa de su madre” (Génesis, 24, 26-28).
A continuación nos enteramos de que a Labán, el hermano de Rebeca, le llaman la atención el anillo y los brazaletes que el siervo le ha dado a la joven y acude a la fuente para rogarle al hombre que vaya a su casa y ofrecerle la hospitalidad, que era sagrada en la época.
El propio Labán atiende a los camellos y le sirve de comer al siervo, aunque éste primero quiere contar su misión. Le cuenta, de una manera muy sencilla, pero didáctica para el lector, toda la historia que ya sabemos. El viejo siervo de confianza de Abraham está inquieto y quiere saber si ha concluido su búsqueda o no. Todos se apresuran a contestar que la voluntad de Dios es lo primero:
“Labán y Betuel dijeron: "Todo esto viene del Señor. Nosotros no podemos responderte ni sí ni no. Ahí tienes a Rebeca: llévala contigo, y que sea la esposa de tu patrón, como el Señor lo ha dispuesto. Cuando el servidor de Abraham oyó estas palabras, se postró en tierra delante del Señor. Luego sacó unos objetos de oro y plata y algunos vestidos, y se los obsequió a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre.” (Génesis, 50-53).
La historia prosigue con elementos de carácter práctico. A la mañana siguiente, el siervo pretende llevarse ya a Raquel, pero, para su familia, la noticia ha sido precipitada y se resisten a dejarla ir tan pronto. Rebeca soluciona el conflicto diciendo que quiere partir. Parece intuir que la misión que la aguarda es de suma importancia y no puede demorarse. Su familia le bendice con estas sencillas palabras:
“…y la bendijeron, diciendo: "Hermana nuestra, que nazcan de ti millares y decenas de millares; y que tus descendientes conquisten las ciudades de sus enemigos".” (Génesis, 24, 60).
Rebeca no parte sola, como era natural en una joven de casa adinerada. La acompañan sus doncellas y su nodriza. Y aquí la historia cambia de escenario y vuelve de nuevo a Isaac quien, hasta ahora, había permanecido ajeno a su propio futuro:
“Entretanto, Isaac había vuelto de las cercanías del pozo de Lajai Roí, porque estaba radicado en la región del Négueb. Al atardecer salió a caminar por el campo, y vio venir unos camellos. Cuando Rebeca vio a Isaac, bajó del camello y preguntó al servidor: "¿Quién es ese hombre que viene hacia nosotros por el campo?". "Es mi señor", respondió el servidor. Entonces ella tomó su velo y se cubrió. El servidor contó a Isaac todas las cosas que había hecho, y este hizo entrar a Rebeca en su carpa. Isaac se casó con ella y la amó. Así encontró un consuelo después de la muerte de su madre.” (Génesis, 24, 62-67).
En la época era costumbre que el marido no viera la cara de su esposa hasta la noche de bodas, así no es de extrañar que Rebeca se cubra la cara con premura al ver a Isaac. Nada más se dice de la impresión que tuvieron el uno del otro, pero queda claro que Isaac se consoló con Rebeca de la muerte de su madre, Sara.
A todo eso, Abraham volvió a tomar mujer y tuvo varios hijos más, aunque los envió a oriente, lejos de su hijo primogénito, Isaac. Abraham murió a los 175 años. Tras su muerte, Isaac fue bendecido por el Señor y siguió viviendo junto al pozo de Lajai Roi.
Entendemos, por los datos que nos da la historia, que Rebeca era mucho más joven que Isaac, cuando se desposaron. Isaac tenía 40 años. Al principio Rebeca tardó en quedarse embarazada y las malas lenguas decían que era estéril. Cuando, por fin, concibió, tuvo un embarazo difícil:
“Como los niños se chocaban el uno contra el otro dentro de su seno, ella exclamó: "Si las cosas tienen que ser así, ¿vale la pena seguir viviendo?". Entonces fue a consultar al Señor, y él le respondió: "En tu seno hay dos naciones, dos pueblos se separan desde tus entrañas: uno será mas fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor". (Génesis, 25, 22-23).
Estas palabras la indican que los dos hermanos serán el origen de dos pueblos que siempre tendrán problemas para convivir, como son los edomitas (descendientes de Esaú) y los israelitas (descendientes de Jacob).
Finalmente dio a luz dos gemelos, el mayor Esaú y el menos Jacob. Sabido es que los nombres no se ponían en balde, sino que significaban algo. Así Esaú vendría a significar “el velludo o peludo” y Jacob parece ser que significa “Dios proteja”, aunque la etimología popular relaciona su nombre con el hecho de su curioso nacimiento. Isaac tenía entonces 60 años:
“El que salió primero era rubio, y estaba todo cubierto de vello, como si tuviera un manto de piel. A este lo llamaron Esaú. Después salió su hermano, que con su mano tenía agarrado el talón de Esaú. Por ello lo llamaron Jacob. Cuando nacieron, Isaac tenía sesenta años.” (Génesis, 25, 25-26).
Estos muchachos crecen y se dedican a labores distintas, a Esaú le atrae la caza porque es fiero y fuerte; a Jacob le atrae más la vida tranquila y el hogar. Los padres estaban divididos, aunque Rebeca muestra claramente sus inclinaciones hacia el pequeño. Se narra el episodio conocido de la venta de la primogenitura por un plato de lentejas como podemos leer:
“En cierta ocasión, Esaú volvió exhausto del campo, mientras Jacob estaba preparando un guiso. Esaú dijo a Jacob: "Déjame comer un poco de esa comida rojiza, porque estoy extenuado". Fue por eso que se dio a Esaú el nombre de Edóm. Pero Jacob le respondió: "Dame antes tu derecho de hijo primogénito". "Me estoy muriendo", dijo Esaú. "¿De qué me servirá ese derecho?". Pero Jacob insistió: "Júramelo antes". El se lo juró y le vendió su derecho de hijo primogénito. Jacob le dio entonces pan y guiso de lentejas. Esaú comió y bebió; después se levantó y se fue. Así menospreció Esaú el derecho que le correspondía por ser el hijo primogénito.” (Génesis, 25, 29-34).
A todo esto, hay un inciso en la historia y Rebeca vuelve a cobrar protagonismo. Se declara un episodio de hambre y se dirigen a Guetar por indicación del Señor, que no quiere que vuelvan a Egipto. En ese momento el Señor hace la promesa a Isaac igual que la hubiera hecho a su padre:
“...Ahora residirás por un tiempo en este país extranjero, pero yo estaré contigo y te bendeciré. Porque te daré todas estas tierras, a ti y a tu descendencia, para cumplir el juramento que hice a tu padre Abraham. Yo multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y le daré todos estos territorios, de manera que por ella se bendecirán todas las naciones de la tierra. Haré esto en premio a la obediencia de Abraham, que observó mis órdenes y mis mandamientos, mis preceptos y mis instrucciones"....” (Génesis, 26, 3-5).
El rey de Guetar es Abimelec, rey de los filisteos quien, en el pasado, se encaprichó de Sara por un episodio similar al que vamos a referir. Isaac no quiere decir que Rebeca es su esposa por miedo a que lo maten, ya que Rebeca es muy hermosa.
Abimelec, que ya está escarmentado de la otra vez, observa en secreto a Isaac y Rebeca y ve que él la acaricia, con lo cual deduce que no es su mujer y lo hace llamar para pedirle explicaciones. Finalmente, el rey ordena que nadie los toque y que los dejen vivir en paz.
Tanto es así que su hacienda se engrandece en demasía y sufre la envidia de los filisteos quienes le ciegan continuamente los pozos para impedir que abreven sus animales. La tensión va en aumento, pero Isaac porfía una y otra vez, abriendo nuevos pozos. Al final, el propio rey pacta con él, dadas sus riquezas, y han de aprender a vivir en paz.
En la propia familia hay también problemas, porque Esaú contrae matrimonio con mujeres del país que no gustan a sus padres, antes al contrario, “Ellas fueron una fuente de amargura para Isaac y Rebeca.” (Génesis, 26, 35).
Por último, llegamos al episodio crucial del relato que es cuando Isaac, ya anciano, sin apenas vista, decide bendecir a su hijo mayor antes de morir. Ruega a Esaú que salga al campo y le prepare un buen guiso antes. Rebeca que ha estado muy antena corre a decírselo a Jacob y no sólo eso, interviene y cambia el destino. Ordena a su hijo Jacob que le traiga dos cabritos para que ella misma haga el guiso:
“Ahora, hijo mío, escucha bien lo que voy a ordenar. Ve al corral y tráeme de allí dos cabritos bien cebados. Yo prepararé con ellos una buena comida para tu padre, de esas que le agradan a él, y tú se la llevarás para que la coma. Así él te bendecirá antes de morir".” (Génesis, 27, 8-10).
Jacob pone obstáculo porque él es lampiño y su hermano velludo y su padre lo reconocerá al tacto; pero Rebeca se muestra con una voluntad indomable, dispuesta a beneficiar a su hijo pequeño a toda costa:
“Que esa maldición caiga sobre mí, hijo mío", le respondió su madre. "Tú obedéceme, y tráeme los cabritos". (Génesis, 27, 13).
Sigue Rebeca siendo la protagonista de este momento decisivo:
“Después Rebeca tomó una ropa de su hijo mayor Esaú, la mejor que había en la casa, y se la puso a Jacob, su hijo menor; y con el cuero de los cabritos le cubrió las manos y la parte lampiña del cuello. Luego le entregó la comida y el pan que había preparado....” (Génesis, 27, 15-17).
Isaac sospecha al principio, pero acaba por bendecir a su hijo pequeño, como si fuera el primogénito. Cuando ha acabado su bendición llega Esaú, pero ya no se puede dar marcha atrás porque las palabras han sido pronunciadas. Esaú se desconsuela y ruega una bendición, la que sea, porque ya se sabe sin nada y le duele. Isaac entonces pronuncia estas palabras que más que bendición parecen una maldición:
“Isaac le respondió, diciéndole: "Tu morada estará lejos de los campos fértiles y del rocío que cae del cielo. Vivirás de tu espada y servirás a tu hermano. Pero cuando te rebeles, lograrás sacudir su yugo de tu cuello".” (Génesis, 27, 39-40).
Es comprensible, desde un punto de vista humano, que Esaú comience a odiar visceralmente a su hermano, aunque no se priva de decirlo e incluso de advertir que lo matará algún día. Rebeca, en ese momento, vuelve a intervenir para torcer el curso de los acontecimientos y le ordena que parta a su tierra, a casa de su hermano Labán con la pretensión de que tome mujer allá:
“Cuando contaron a Rebeca las palabras de Esaú, su hijo mayor, ella mandó llamar a Jacob, su hijo menor y le dijo: "Tu hermano te quiere matar para vengarse de ti. Ahora, hijo mío, obedéceme. Huye inmediatamente a Jarán, a casa de mi hermano Labán, y quédate con él algún tiempo, hasta que tu hermano se tranquilice, hasta que se calme su ira contra ti y olvide lo que le has hecho. Después yo te mandaré a buscar. ¿Por qué voy a perderlos a los dos en un solo día?". Rebeca dijo a Isaac: "¡Esas mujeres hititas me han quitado hasta las ganas de vivir! Si también Jacob se casa con una de esas hititas, con una nativa de ese país, ¿qué me importa ya de la vida?".” (Génesis, 27, 42-46).
Y a partir de aquí nada más de sabe de Rebeca. Podemos imaginar que le dolería la ausencia de Jacob, quien tuvo que pasarse mucho tiempo en casa de su tío Labán, aunque ésa es otra historia. El propio Isaac da la autorización para la partida.
A Rebeca no se le pueden hacer sólo alabanzas; eso está claro, pero acaso sea ése su mayor encanto puesto que se muestra como una mujer con aspectos negativos y positivos, una mujer de carne y hueso, que a veces decide bien y otras decide mal.
Rebeca supo mostrarse como una mujer caritativa y eso gustó a Dios, quien la escogió como esposa de Isaac. Rebeca fue también buena esposa y buena madre hasta cierto punto, ya que demostró un favoritismo sin motivo hacia su hijo pequeño, quizá porque el mayor presentó aún mayor voluntad que ella al casarse con paganas, quizá por otras razones que desconocemos. El caso es que Rebeca cambió el destino y al hacerlo sembró el odio y el rencor en el corazón de su hijo mayor, a la vez que desataba problemas en su propia familia.
Y ella misma sufrió la condena al verse privada del hijo al que más amaba. Pero no vamos a juzgar a Rebeca, no somos quiénes para hacerlo, acaso estaba jugando un papel mucho más importante en la historia del pueblo escogido, mucho más importante de lo que ella misma hubiese podido imaginar nunca. Acaso ella misma no fue quien eligió hacer lo que hizo.
“Abraham ya era un anciano de edad avanzada, y el Señor lo había bendecido en todo. Entonces dijo al servidor más antiguo de su casa, el que le administraba todos los bienes: "Coloca tu mano debajo de mi muslo, y júrame por el Señor, Dios del Cielo y de la tierra, que no buscarás una esposa para mi hijo entre las hijas de los cananeos, con los que estoy viviendo, sino que irás a mi país natal, y de allí traerás una esposa para Isaac". (Génesis, 24, 1-4).
El siervo, lógicamente, le presenta una serie de objeciones porque no le parece tarea fácil ésa:
El servidor le dijo: "Si la mujer no quiere venir conmigo a esta tierra, ¿debo hacer que tu hijo regrese al país de donde saliste?". "Cuídate muy bien de llevar allí a mi hijo", replicó Abraham. "El Señor, Dios del cielo, que me sacó de mi casa paterna y de mi país natal, y me prometió solemnemente dar esta tierra a mis descendientes, enviará su Angel delante de ti, a fin de que puedas traer de allí una esposa para mi hijo. Si la mujer no quiere seguirte, quedarás libre del juramento que me haces; pero no lleves allí a mi hijo". (Génesis, 24, 5-8).
El pobre siervo, desorientado, parte para la tierra de su señor y allí hace lo que él considera más lógico: le pide una señal a Dios:
“Luego tomó diez de los camellos de su señor, y llevando consigo toda clase de regalos, partió hacia Arám Naharaim, hacia la ciudad de Najor. Allí hizo arrodillar a los camellos junto a la fuente, en las afueras de la ciudad. Era el atardecer, la hora en que las mujeres salen a buscar agua. Entonces dijo: "Señor, Dios de Abraham, dame hoy una señal favorable, y muéstrate bondadoso con mi patrón Abraham. Yo me quedaré parado junto a la fuente, mientras las hijas de los pobladores de la ciudad vienen a sacar agua. La joven a la que yo diga: "Por favor, inclina tu cántaro para que pueda beber", y que me responda: "Toma, y también daré de beber a tus camellos", esa será la mujer que has destinado para tu servidor Isaac. Así reconoceré que has sido bondadoso con mi patrón”. (Génesis, 24, 10-14).
Parece que el viejo criado pide mucho, no sólo busca a una mujer caritativa, que le haga la merced de darle de beber a él, un extranjero, sino que además pide que sea capaz de sacar ella misma el agua necesaria para los camellos. La mujer que haga eso bien puede ser la esposa de Isaac:
“Aún no había terminado de hablar, cuando Rebeca, la hija de Betuel - el cual era a su vez hijo de Milcá, la esposa de Najor, el hermano de Abraham - apareció con un cántaro sobre el hombro. Era una joven virgen, de aspecto muy hermoso, que nunca había tenido relaciones con ningún hombre. Ella bajó a la fuente, llenó su cántaro, y cuando se disponía a regresar, el servidor corrió a su encuentro y le dijo: "Por favor, dame un trago de esa agua que llevas en el cántaro". "Bebe, señor", respondió ella, y bajando el cántaro de su hombro, se apresuró a darle de beber”. (Génesis, 15-19).
Muy contento con su suerte, el viejo siervo aún quiere saber más y le pregunta de quién es hija. No sale de su asombro cuando Rebeca le contesta quién es, es la sobrina nieta del propio Abraham: “Ella respondió: "Soy la hija de Betuel, el hijo que Milcá dio a Najor” (Génesis, 24, 24).
Y no sólo eso, sino que le invita a ir a casa de su padre a pasar la noche, dando muestras de tener un corazón limpio y puro. El siervo entiende que era la señal que esperaba y da las gracias, ante el asombro de Rebeca:
“El hombre se inclinó y adoró al Señor, diciendo: "Bendito sea el Señor, Dios de mi patrón Abraham, que nunca dejó de manifestarle su amor y su fidelidad. El ha guiado mis pasos hasta la casa de sus parientes". Entretanto, la joven corrió a llevar la noticia a la casa de su madre” (Génesis, 24, 26-28).
A continuación nos enteramos de que a Labán, el hermano de Rebeca, le llaman la atención el anillo y los brazaletes que el siervo le ha dado a la joven y acude a la fuente para rogarle al hombre que vaya a su casa y ofrecerle la hospitalidad, que era sagrada en la época.
El propio Labán atiende a los camellos y le sirve de comer al siervo, aunque éste primero quiere contar su misión. Le cuenta, de una manera muy sencilla, pero didáctica para el lector, toda la historia que ya sabemos. El viejo siervo de confianza de Abraham está inquieto y quiere saber si ha concluido su búsqueda o no. Todos se apresuran a contestar que la voluntad de Dios es lo primero:
“Labán y Betuel dijeron: "Todo esto viene del Señor. Nosotros no podemos responderte ni sí ni no. Ahí tienes a Rebeca: llévala contigo, y que sea la esposa de tu patrón, como el Señor lo ha dispuesto. Cuando el servidor de Abraham oyó estas palabras, se postró en tierra delante del Señor. Luego sacó unos objetos de oro y plata y algunos vestidos, y se los obsequió a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre.” (Génesis, 50-53).
La historia prosigue con elementos de carácter práctico. A la mañana siguiente, el siervo pretende llevarse ya a Raquel, pero, para su familia, la noticia ha sido precipitada y se resisten a dejarla ir tan pronto. Rebeca soluciona el conflicto diciendo que quiere partir. Parece intuir que la misión que la aguarda es de suma importancia y no puede demorarse. Su familia le bendice con estas sencillas palabras:
“…y la bendijeron, diciendo: "Hermana nuestra, que nazcan de ti millares y decenas de millares; y que tus descendientes conquisten las ciudades de sus enemigos".” (Génesis, 24, 60).
Rebeca no parte sola, como era natural en una joven de casa adinerada. La acompañan sus doncellas y su nodriza. Y aquí la historia cambia de escenario y vuelve de nuevo a Isaac quien, hasta ahora, había permanecido ajeno a su propio futuro:
“Entretanto, Isaac había vuelto de las cercanías del pozo de Lajai Roí, porque estaba radicado en la región del Négueb. Al atardecer salió a caminar por el campo, y vio venir unos camellos. Cuando Rebeca vio a Isaac, bajó del camello y preguntó al servidor: "¿Quién es ese hombre que viene hacia nosotros por el campo?". "Es mi señor", respondió el servidor. Entonces ella tomó su velo y se cubrió. El servidor contó a Isaac todas las cosas que había hecho, y este hizo entrar a Rebeca en su carpa. Isaac se casó con ella y la amó. Así encontró un consuelo después de la muerte de su madre.” (Génesis, 24, 62-67).
En la época era costumbre que el marido no viera la cara de su esposa hasta la noche de bodas, así no es de extrañar que Rebeca se cubra la cara con premura al ver a Isaac. Nada más se dice de la impresión que tuvieron el uno del otro, pero queda claro que Isaac se consoló con Rebeca de la muerte de su madre, Sara.
A todo eso, Abraham volvió a tomar mujer y tuvo varios hijos más, aunque los envió a oriente, lejos de su hijo primogénito, Isaac. Abraham murió a los 175 años. Tras su muerte, Isaac fue bendecido por el Señor y siguió viviendo junto al pozo de Lajai Roi.
Entendemos, por los datos que nos da la historia, que Rebeca era mucho más joven que Isaac, cuando se desposaron. Isaac tenía 40 años. Al principio Rebeca tardó en quedarse embarazada y las malas lenguas decían que era estéril. Cuando, por fin, concibió, tuvo un embarazo difícil:
“Como los niños se chocaban el uno contra el otro dentro de su seno, ella exclamó: "Si las cosas tienen que ser así, ¿vale la pena seguir viviendo?". Entonces fue a consultar al Señor, y él le respondió: "En tu seno hay dos naciones, dos pueblos se separan desde tus entrañas: uno será mas fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor". (Génesis, 25, 22-23).
Estas palabras la indican que los dos hermanos serán el origen de dos pueblos que siempre tendrán problemas para convivir, como son los edomitas (descendientes de Esaú) y los israelitas (descendientes de Jacob).
Finalmente dio a luz dos gemelos, el mayor Esaú y el menos Jacob. Sabido es que los nombres no se ponían en balde, sino que significaban algo. Así Esaú vendría a significar “el velludo o peludo” y Jacob parece ser que significa “Dios proteja”, aunque la etimología popular relaciona su nombre con el hecho de su curioso nacimiento. Isaac tenía entonces 60 años:
“El que salió primero era rubio, y estaba todo cubierto de vello, como si tuviera un manto de piel. A este lo llamaron Esaú. Después salió su hermano, que con su mano tenía agarrado el talón de Esaú. Por ello lo llamaron Jacob. Cuando nacieron, Isaac tenía sesenta años.” (Génesis, 25, 25-26).
Estos muchachos crecen y se dedican a labores distintas, a Esaú le atrae la caza porque es fiero y fuerte; a Jacob le atrae más la vida tranquila y el hogar. Los padres estaban divididos, aunque Rebeca muestra claramente sus inclinaciones hacia el pequeño. Se narra el episodio conocido de la venta de la primogenitura por un plato de lentejas como podemos leer:
“En cierta ocasión, Esaú volvió exhausto del campo, mientras Jacob estaba preparando un guiso. Esaú dijo a Jacob: "Déjame comer un poco de esa comida rojiza, porque estoy extenuado". Fue por eso que se dio a Esaú el nombre de Edóm. Pero Jacob le respondió: "Dame antes tu derecho de hijo primogénito". "Me estoy muriendo", dijo Esaú. "¿De qué me servirá ese derecho?". Pero Jacob insistió: "Júramelo antes". El se lo juró y le vendió su derecho de hijo primogénito. Jacob le dio entonces pan y guiso de lentejas. Esaú comió y bebió; después se levantó y se fue. Así menospreció Esaú el derecho que le correspondía por ser el hijo primogénito.” (Génesis, 25, 29-34).
A todo esto, hay un inciso en la historia y Rebeca vuelve a cobrar protagonismo. Se declara un episodio de hambre y se dirigen a Guetar por indicación del Señor, que no quiere que vuelvan a Egipto. En ese momento el Señor hace la promesa a Isaac igual que la hubiera hecho a su padre:
“...Ahora residirás por un tiempo en este país extranjero, pero yo estaré contigo y te bendeciré. Porque te daré todas estas tierras, a ti y a tu descendencia, para cumplir el juramento que hice a tu padre Abraham. Yo multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y le daré todos estos territorios, de manera que por ella se bendecirán todas las naciones de la tierra. Haré esto en premio a la obediencia de Abraham, que observó mis órdenes y mis mandamientos, mis preceptos y mis instrucciones"....” (Génesis, 26, 3-5).
El rey de Guetar es Abimelec, rey de los filisteos quien, en el pasado, se encaprichó de Sara por un episodio similar al que vamos a referir. Isaac no quiere decir que Rebeca es su esposa por miedo a que lo maten, ya que Rebeca es muy hermosa.
Abimelec, que ya está escarmentado de la otra vez, observa en secreto a Isaac y Rebeca y ve que él la acaricia, con lo cual deduce que no es su mujer y lo hace llamar para pedirle explicaciones. Finalmente, el rey ordena que nadie los toque y que los dejen vivir en paz.
Tanto es así que su hacienda se engrandece en demasía y sufre la envidia de los filisteos quienes le ciegan continuamente los pozos para impedir que abreven sus animales. La tensión va en aumento, pero Isaac porfía una y otra vez, abriendo nuevos pozos. Al final, el propio rey pacta con él, dadas sus riquezas, y han de aprender a vivir en paz.
En la propia familia hay también problemas, porque Esaú contrae matrimonio con mujeres del país que no gustan a sus padres, antes al contrario, “Ellas fueron una fuente de amargura para Isaac y Rebeca.” (Génesis, 26, 35).
Por último, llegamos al episodio crucial del relato que es cuando Isaac, ya anciano, sin apenas vista, decide bendecir a su hijo mayor antes de morir. Ruega a Esaú que salga al campo y le prepare un buen guiso antes. Rebeca que ha estado muy antena corre a decírselo a Jacob y no sólo eso, interviene y cambia el destino. Ordena a su hijo Jacob que le traiga dos cabritos para que ella misma haga el guiso:
“Ahora, hijo mío, escucha bien lo que voy a ordenar. Ve al corral y tráeme de allí dos cabritos bien cebados. Yo prepararé con ellos una buena comida para tu padre, de esas que le agradan a él, y tú se la llevarás para que la coma. Así él te bendecirá antes de morir".” (Génesis, 27, 8-10).
Jacob pone obstáculo porque él es lampiño y su hermano velludo y su padre lo reconocerá al tacto; pero Rebeca se muestra con una voluntad indomable, dispuesta a beneficiar a su hijo pequeño a toda costa:
“Que esa maldición caiga sobre mí, hijo mío", le respondió su madre. "Tú obedéceme, y tráeme los cabritos". (Génesis, 27, 13).
Sigue Rebeca siendo la protagonista de este momento decisivo:
“Después Rebeca tomó una ropa de su hijo mayor Esaú, la mejor que había en la casa, y se la puso a Jacob, su hijo menor; y con el cuero de los cabritos le cubrió las manos y la parte lampiña del cuello. Luego le entregó la comida y el pan que había preparado....” (Génesis, 27, 15-17).
Isaac sospecha al principio, pero acaba por bendecir a su hijo pequeño, como si fuera el primogénito. Cuando ha acabado su bendición llega Esaú, pero ya no se puede dar marcha atrás porque las palabras han sido pronunciadas. Esaú se desconsuela y ruega una bendición, la que sea, porque ya se sabe sin nada y le duele. Isaac entonces pronuncia estas palabras que más que bendición parecen una maldición:
“Isaac le respondió, diciéndole: "Tu morada estará lejos de los campos fértiles y del rocío que cae del cielo. Vivirás de tu espada y servirás a tu hermano. Pero cuando te rebeles, lograrás sacudir su yugo de tu cuello".” (Génesis, 27, 39-40).
Es comprensible, desde un punto de vista humano, que Esaú comience a odiar visceralmente a su hermano, aunque no se priva de decirlo e incluso de advertir que lo matará algún día. Rebeca, en ese momento, vuelve a intervenir para torcer el curso de los acontecimientos y le ordena que parta a su tierra, a casa de su hermano Labán con la pretensión de que tome mujer allá:
“Cuando contaron a Rebeca las palabras de Esaú, su hijo mayor, ella mandó llamar a Jacob, su hijo menor y le dijo: "Tu hermano te quiere matar para vengarse de ti. Ahora, hijo mío, obedéceme. Huye inmediatamente a Jarán, a casa de mi hermano Labán, y quédate con él algún tiempo, hasta que tu hermano se tranquilice, hasta que se calme su ira contra ti y olvide lo que le has hecho. Después yo te mandaré a buscar. ¿Por qué voy a perderlos a los dos en un solo día?". Rebeca dijo a Isaac: "¡Esas mujeres hititas me han quitado hasta las ganas de vivir! Si también Jacob se casa con una de esas hititas, con una nativa de ese país, ¿qué me importa ya de la vida?".” (Génesis, 27, 42-46).
Y a partir de aquí nada más de sabe de Rebeca. Podemos imaginar que le dolería la ausencia de Jacob, quien tuvo que pasarse mucho tiempo en casa de su tío Labán, aunque ésa es otra historia. El propio Isaac da la autorización para la partida.
A Rebeca no se le pueden hacer sólo alabanzas; eso está claro, pero acaso sea ése su mayor encanto puesto que se muestra como una mujer con aspectos negativos y positivos, una mujer de carne y hueso, que a veces decide bien y otras decide mal.
Rebeca supo mostrarse como una mujer caritativa y eso gustó a Dios, quien la escogió como esposa de Isaac. Rebeca fue también buena esposa y buena madre hasta cierto punto, ya que demostró un favoritismo sin motivo hacia su hijo pequeño, quizá porque el mayor presentó aún mayor voluntad que ella al casarse con paganas, quizá por otras razones que desconocemos. El caso es que Rebeca cambió el destino y al hacerlo sembró el odio y el rencor en el corazón de su hijo mayor, a la vez que desataba problemas en su propia familia.
Y ella misma sufrió la condena al verse privada del hijo al que más amaba. Pero no vamos a juzgar a Rebeca, no somos quiénes para hacerlo, acaso estaba jugando un papel mucho más importante en la historia del pueblo escogido, mucho más importante de lo que ella misma hubiese podido imaginar nunca. Acaso ella misma no fue quien eligió hacer lo que hizo.
en
22:54


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