En este episodio, MUSANTE y GUZMÁN se encuentran grabando el programa de radio EL ALFA Y LA OMEGA en la calurosa selva misionera, allí bajo un sol abrasador, serpientes que pululan por doquier, el pájaro tildado que los acompaña en todos los episodios, se encuentran con un personaje que más adelante se transformará en su mascota oficial, hablamos de EL POMBERO que nada tiene que ver con el de la leyenda del litoral... pero esto no termina allí, en medio de la selva encuentran a una... ¡mujer! nada más y nada menos, nada menos y nada más que... "LA COCA SARLI" . Todo es posible en el "MULTIVERSO DE MUSANTE y GUZMÁN"
domingo, 29 de enero de 2023
¿CÓMO FUE LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO?-Primera Parte
La conversión más famosa de la historia es, sin duda, la de san Pablo. Cómo fueron los detalles de aquél hecho lo sabemos gracias a san Lucas, que lo inmortalizó en un conmovedor relato conservado en Los Hechos de los Apóstoles. Cuenta este libro que Pablo era un joven y fogoso judío, llamado entonces Saúl, y que observaba con preocupación cómo se expandía en Jerusalén el cristianismo, que él consideraba una secta peligrosa. Resolvió, por lo tanto, combatirlo y no descansar hasta aniquilarlo por completo. Cierto día decidió viajar a Damasco con una autorización especial para encarcelar a todos los cristianos que encontrara en esa ciudad. Damasco distaba unos 230 kilómetros de Jerusalén y era una de las ciudades más antiguas del mundo, en la que habitaba una importante comunidad cristiana. El viaje debió de haberle llevado a Pablo y a sus compañeros alrededor de una semana.
De pronto, y casi ya en las puertas de la ciudad, una poderosa luz lo envolvió y lo tiró por tierra. (Conviene aquí recordar que los viajes en esa época se hacían a pie, por lo que la famosa imagen de Pablo cayendo “del caballo” que tanto hemos visto en cuadros y pinturas, no corresponde a la realidad). Entonces oyó una voz que le decía: “Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?” Pablo respondió: “¿Quién eres, Señor?” La voz le contestó: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate y entra en la ciudad. Allí se te indicará lo que tienes que hacer”. Pablo se levantó, y comprobó que no veía nada. Entonces con la ayuda de sus compañeros pudo ingresar en la ciudad. Así, aquél que había querido entrar en Damasco hecho una furia, arrasando y acabando con cuantos cristianos encontrara, debió entrar llevado de la mano, ciego e impotente como un niño.
En Damasco se alojó en la casa de un tal Judas, y permaneció allí tres días ciego, sin comer y sin beber. Hasta que se presentó en la casa un hombre llamado Ananías y le dijo: “Saúl, hermano, el Señor Jesús que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recuperes la vista y quedes lleno del Espíritu Santo”. Entonces le impuso las manos, y al instante cayeron de sus ojos una especie de escamas y recuperó la vista. A partir de ese momento Pablo fue otra persona. Un cambio impresionante sucedió en él. Ananías lo bautizó, le explicó quién era Jesús, lo introdujo en la comunidad local, lo instruyó en la doctrina cristiana y lo mandó a predicar el evangelio. De este modo Pablo conoció el cristianismo, y llegó a ser miembro de la Iglesia a la que en un principio combatía.
Ahora bien, resulta curioso que este relato tan detallado del libro de los Hechos no coincida con la versión que el propio Pablo da en sus cartas. En primer lugar, en ninguna escrito suyo Pablo cuenta a nadie lo que experimentó aquél día camino a Damasco. Ni siquiera a los Gálatas, los cuales habían puesto en duda su apostolado, y para los que hubiera sido un excelente argumento contarles ese suceso extraordinario. Sólo menciona su conversión de pasada (Gal 1,15). Y cuando en otras partes cuenta sus visiones y revelaciones lo hace en tercera persona (“Sé de un hombre...”; 2 Cor 12,2), como si no le gustara hablar de ese tema ni a sus más íntimos. En cambio en los Hechos Pablo aparece divulgándolo varias veces, con toda libertad, y una vez nada menos que ante una verdadera multitud de gente desconocida (Hch 22). ¿Es éste el mismo Pablo de las cartas?
En segundo lugar, los Hechos no dicen que Pablo haya visto a Jesús. Cuentan que sólo “vio una luz venida del cielo” y “oyó una voz” que le hablaba (9,3-4). En cambio Pablo en sus cartas asegura, aunque sin entrar en detalles, haber visto ese día personalmente a Jesús. A los corintios les advierte: “¿Acaso no he visto yo a Jesús, Señor nuestro?” (1 Cor 9,1). Y también: “Se le apareció a Cefas y a los Doce... y finalmente se me apareció también a mí” (1 Cor 15,8). En tercer lugar, Pablo asegura haber recibido tanto su vocación como el evangelio que predicaba, directamente de Dios, sin intermediario alguno. En sus cartas afirma: “Pablo, apóstol, no de parte de los hombres ni por medio de hombre alguno, sino por Jesucristo” (Gal 1,1). Y dice: “Les cuento, hermanos, que el evangelio que les anuncio no es cosa de hombres; pues yo no lo recibí ni aprendí de hombre alguno sino por revelación de Jesucristo” (1,11). En cambio en Hechos se dice que fue Ananías quien explicó a Pablo el significado de la luz que lo envolvió, y quien le enseñó la doctrina cristiana (9,6-19).
Hay otras diferencias entre la versión de Los Hechos de los Apóstoles y la de Pablo. Por ejemplo, Hechos presenta la experiencia de Damasco como una “conversión”; en cambio Pablo nunca dice que se haya convertido, sino que habla de su “vocación” (Gal 1,15). Hechos dice que su conversión estuvo acompañada de fenómenos externos (una luz celestial, una voz misteriosa, la caída al suelo, la ceguera); en cambio Pablo nunca menciona tales fenómenos exteriores fantásticos, sino más bien sostiene que la revelación que él tuvo fue una experiencia interior (Gal 1,16). ¿Cómo se explican estas diferencias? ¿Por qué Lucas parece no ajustarse a lo que Pablo señala en sus cartas? Para responder a esto debemos tener en cuenta la intención de los Hechos de los Apóstoles. Lucas, al momento de componer su libro, conocía una tradición que contaba que Pablo, camino a Damasco, había vivido cierta experiencia especial, y que un tal Ananías había desempeñado un papel importante en ella. Y con estos datos compuso un relato siguiendo el esquema de las llamadas “LEYENDAS DE CONVERSIÓN”.
¿Qué eran las “LEYENDAS DE CONVERSIÓN”?. Eran narraciones estereotipadas en las que se mostraba cómo a algún personaje, enemigo de Dios, se le manifestaba éste con señales extraordinarias y terminaba convirtiéndolo. Un ejemplo de ellas es la conversión de Heliodoro, relatada en el 2º libro de los Macabeos. Cuenta esta leyenda que Heliodoro, ministro del rey Seleuco IV de Siria, en su persecución contra los judíos intentó saquear el tesoro del Templo de Jerusalén. Cuando estaba a punto de lograrlo, Dios se le apareció en una impresionante manifestación. Heliodoro cayó al suelo envuelto en una ceguera total, mientras sus compañeros presentían lo sucedido sin poder reaccionar. Al final Heliodoro, que había entrado al Templo con tanta soberbia, debió ser sacado en una camilla mudo e impedido. Luego de varios días, y gracias a la intervención de un judío, el ministro recuperó sus fuerzas, se convirtió y recibió la misión de anunciar en todas partes la grandeza de Dios (2 Mac 3).
Ariel Álvarez Valdez
Biblista
Ariel Álvarez Valdez
Biblista
en
20:04


MIRADA DE DIOS
Hoy por la mañana al abrir mis ojos quise sentirme visto y amado por Dios, al mismo tiempo admirar sus obras y ver su creación ¿Sería posible experimentar algo así?, De esta forma inicia la siguiente reflexión, donde el sentido de la vista me “habla” del amor de Dios. Todo sucedió al amanecer, abro los ojos, para ver más y mejor. Es mirar todo lo que me rodea, porque ahí también está el Señor.
Miro a mi alrededor, la casa donde vivo, la oficina, la calle que cruzo, los coches que pasan, el teléfono que suena, la lluvia que cae, la luz que me ilumina y descubro que todas las cosas tienen tu huella Señor. Al mirarlas con tus ojos me devuelven el destello, la novedad, la sorpresa, el saber que están ahí, porque alguien las puso para mí. Mirar así, significa amar, observar con el corazón, con cuidado, con paciencia, mirar lenta y largamente la creación, un paisaje, un ser humano. “Tú eres el Dios que me ve”. También dijo: “¿De verdad he visto a Aquel que me ve?” (Génesis 16, 13).
Y alguna vez te has preguntado: ¿Cómo me ve Dios? Es inspirador pensar que Dios nos ve de una forma tan distinta a como nosotros nos vemos y como otras personas nos ven, que realmente no se puede hacer ninguna comparación. Estoy seguro que se abrirían más nuestros ojos, veríamos mucho más tan solo al pensar que Dios nos mira con ese amor de padre y con esa misericordia propia de Él, será una mirada que representaría el embelesamiento por cada uno de nosotros,
supongo que así sería la mirada de Dios. Indudablemente a veces la realidad se vuelve violenta y deseamos cerrar los ojos y dejar de mirar. “Pero Yahvé dijo a Samuel: «No mires su apariencia ni su gran estatura, porque lo he descartado. Pues la mirada de Dios no es la del hombre; el hombre mira las apariencias, pero Yahvé mira el corazón” (1 Samuel 16).
Hoy deseo con toda el alma abrir mis ojos para mirar sin prejuicios, mirar como un acto bondadoso para entender y admirar lo que Dios ha creado para todos nosotros. Ver para encontrar el mensaje, mirar con atención porque ahí también está el Señor. Cuando veo con atención descubro los diferentes rostros de Dios, los cuales son tan diversos que me sorprendo siempre que los reconozco. Abrir mis ojos y dejar que esas imágenes entren en mi corazón y de esta manera me hablen de Él, de su inmenso amor y de la vasta creación.
Nunca deberíamos olvidar la manera como Dios mira a sus hijos, sin duda lo hace de una forma única, mira a aquellos que le buscan y le aman perfectos, amados, perdonados, restaurados, salvos. Porque en Jesús, todos aquellos que se acercan a Dios reciben toda la gracia del Evangelio, esto representa toda clase de bendición y recompensa. Así que, mirarle a Dios y dejarnos mirar por Él es vivir una experiencia amorosa y única.
Rafael Salomón
Para ANUNCIAR Informa (AI)
en
20:03


LA BATALLA DE CHACABUCO
La batalla de Chacabuco
fue una decisiva contienda de la Independencia de Chile en la cual combatieron
el Ejército de los Andes, formado por tropas de las Provincias Unidas del Río
de la Plata y chilenas exiliadas en Mendoza, y el Ejército Realista, resultando
en una firme victoria para el bando independentista comandado por el general
José de San Martín. La batalla tuvo lugar el 12 de febrero de 1817, en la
hacienda de Chacabuco (Colina), a 55 km al norte de la ciudad de Santiago (contados
desde el centro de la antigua pequeña ciudad). Tras el desastre de
Rancagua, que causó el fin de la Patria Vieja, los exiliados chilenos se
trasladaron a Cuyo, donde se pusieron bajo las órdenes del general José de San
Martín, gobernador de la provincia, que había desarrollado un plan para
derrotar a los realistas atacando el Virreinato del Perú por mar desde Chile.
La ocupación realista de Chile le obligaba a liberar primeramente ese país. Los
chilenos Bernardo O'Higgins y Ramón Freire ayudaron a organizar y adiestrar al
llamado Ejército de los Andes. San Martín liberó a los
esclavos negros siempre que se enrolasen en las tropas, e incorporó en ellas a
los patriotas chilenos que seguían a O'Higgins (ya que no existía un ejército
propiamente chileno, pasando a formar parte íntegra del ejército libertador) y
aquellos soldados de Carrera que estuviesen dispuestos a servir bajo sus
banderas. Entre chilenos y argentinos el ejército llegó a contar con alrededor
de 4000 hombres perfectamente armados y disciplinados. Luego del Cruce de los
Andes las fuerzas patriotas dirigidas por San Martín marcharon por la ladera
poniente del macizo, llevando consigo las piezas de artillería, alimento y
ropajes.
Debido a la dispersión de
sus fuerzas (estimadas en abril de 1817 en 4317 hombres), a Francisco Casimiro
Marcó del Pont, se le hizo muy difícil reunir un ejército, el que finalmente
sería de 1500 hombres. La moral de éstos no era la mejor, pues estaban mal
pagos y no se les había reconocido los grados ganados en la campaña de
reconquista al mando de Mariano Osorio. Tras reunirse el 9 de febrero en el
Campamento de Curimón las columnas que cruzaron los Andes por "camino de
Los Patos" junto con las que cruzaron por el "camino de
Uspallata", se resolvió atacar en la madrugada del día 12. Con el fin de
emplear una táctica de pinzas por el frente y la retaguardia, se dividieron a
las tropas disponibles en dos:
La 1.ª División o ala
derecha al mando de Miguel Estanislao Soler que debía atacar por el oeste,
estaba compuesta por los batallones Nº1 de Cazadores y Nº11, las compañías de
Granaderos y Cazadores de los Batallones Nº7 y Nº8, el escuadrón Nº4 de
Granaderos, el escuadrón escolta del general en jefe y 7 piezas de artillería
de 4" con 80 artilleros de dotación. Ascendía el total de esta columna a
2000 hombres. La 2.ª División o ala
izquierda al mando de Bernardo O'Higgins debía atacar por el este; estaba
formada por las compañías de fusileros de los batallones 7 y 8, los escuadrones
restantes 1.º, 2.º y 3.º de Granaderos a caballo y 2 piezas de artillería (que
perderían en el desfiladero) de 4" con el resto del batallón de
artillería. Ascendía el total de esta columna a 1500 hombres. Mientras Soler rodeaba a
los realistas por el camino de Montenegro, más suave pero mucho más largo,
O'Higgins lo hacía por Cuesta Vieja, más corto pero en pendiente y mucho más
peligroso, dirigiéndose en dos columnas, y enfrentándose con los adelantados
realistas hasta encontrarse frente a frente con el grueso del ejército
realista, por lo que decidió avanzar hacia el cerro Los Halcones y desplegar
allí sus fuerzas, al tiempo que despachaba un mensajero para informar de la
situación al general San Martín.
Las fuerzas realistas, inferiores en número, estaban compuestas por el batallón Talavera, de soldados peninsulares, más otros dos provenientes principalmente de Chiloé y Valdivia. Inicialmente Maroto, consciente de la debilidad de sus tropas había conseguido que el gobernador apoyase la idea de retirarse al Maule y unir sus fuerzas a las de Concepción para presentar batalla a San Martín. Pero Marco del Pont cambio de opinión rápidamente y le ordenó impedir que los republicanos avanzaran sobre Santiago. El general realista escogió la cuesta de Chacabuco como una posición defensiva, esperando detener a los patriotas mientras llegaban los refuerzos desde el sur. Sin embargo, en un reconocimiento efectuado el día 12 Maroto notó que la cuesta estaba ocupada por los patriotas, e incapaz de tomarla tuvo que escoger entre retroceder a Colina o defender las posiciones donde estaba su ejército, delante del cerro de Victoria, cerca de la Hacienda de Chacabuco. Optó por esto último, lo que permitió a San Martín rodearlo con sus fuerzas más numerosas. El plan de San Martín era que O'Higgins atacara por el este, Soler por el oeste y San Martín de frente. Llegada la batalla O'Higgins se desespera al no recibir órdenes de San Martín e inicia el ataque; cuando San Martín se da cuenta de esto envía a un mensajero para que Soler comience el ataque. No había tiempo hasta que Soler ataque y San Martín decide ir él por el frente junto a O'Higgins, hasta que luego una división de adelantados de Soler arribó produciéndose el envolvimiento completo del flanco izquierdo y de la espalda, y destrozando la retaguardia realista, consolidándose así una aplastante victoria a favor de los patriotas. La batalla concluyó a las 14:00 horas.
El sorpresivo avance de Maroto cambiaba por completo el panorama. Ahora O'Higgins, sin ayuda de Soler, tendría que batirse con la totalidad de las fuerzas realistas o retroceder a una catástrofe segura. O'Higgins al no recibir respuesta ante esta situación a las 11:45 y contraviniendo las órdenes de San Martín de no comprometer fuego, aconsejado por Crámer, (ex oficial de Napoleón), ordenó a la infantería cargar a la bayoneta, organizando dos columnas de ataque, siguiendo el modelo napoleónico y lanzándolas sobre el ala derecha enemiga (Batallón Talavera) apoyada por la caballería del coronel José Matías Zapiola, pero los granaderos tropezaron con el profundo cauce de Las Margaritas, que no habían visto, no pudiendo pasar en formación de ataque y retrocedieron tras una andanada de fuego enemigo, sin sufrir muchas bajas, hasta el cerro de los Halcones, donde se reorganizaron. De nuevo O'Higgins y Cramer las lanzaron al asalto, dirigiendo ahora la caballería contra el flanco derecho y la infantería contra el centro. Un pelotón de caballería rompía la línea realista entre la extrema izquierda del Talavera y la derecha del grueso del batallón Chiloé, arrollando a los artilleros. La infantería ya casi vencedora, acudió en auxilio de la caballería. Zapiola, después de romper el cuadro formado por los talaveras, rebasó el ala derecha realista y una segunda carga sobre la infantería y la caballería enemigas produjo la dispersión. Los restos del ejército realista huyeron a la desbandada hacia las casas de Chacabuco distante a pocos kilómetros, y dejando en el campo la tercera parte de sus efectivos. En medio de la batalla San Martín llama a Osorio, el General Realista, para que saque a sus heridos de la batalla, dando así San Martín un ejemplo de hacer una campaña con el menor costo de sangre posible. Poco después de finalizar la batalla el general San Martín dirigió al Director Supremo argentino Juan Martín de Pueyrredón el parte oficial:
Excelentísimo Señor:
Una división de mil ochocientos hombres del ejército
de Chile acaba de ser destrozada en los llanos de Chacabuco por el ejército de
mi mando en la tarde de hoy. Seiscientos prisioneros entre ellos treinta
oficiales, cuatrocientos cincuenta muertos y una bandera que tengo el honor de
dirigir es el resultado de esta jornada feliz con más de mil fusiles y dos
cañones. La premura del tiempo no me permite extenderme en detalles, que
remitiré lo más breve que me sea posible: en el entretanto, debo decir a V. E.,
que no hay expresiones como ponderar la bravura de estas tropas: nuestra
pérdida no alcanza a cien hombres. Estoy sumamente reconocido a la brillante
conducta, valor y conocimientos de los señores brigadieres don Miguel Soler y
don Bernardo O’Higgins.
Dios guarde a V. E. muchos años. Cuartel general de
Chacabuco en el campo de batalla, y febrero 12 de 1817.
Excelentísimo supremo director del Estado.
José de San Martín
Gracias a la Batalla de
Chacabuco, en la que los patriotas salieron victoriosos, pudieron recuperar a
Chile y de ese modo finalizó el período de la Reconquista o
"Restauración" y comenzó el período de la Patria Nueva.
en
20:02


¿QUÉ ES EL HAJJ?
El hajj, el
quinto de los pilares del islam, estipula que cada musulmán debe peregrinar, al
menos una vez en la vida, a la ciudad de La Meca, siempre y cuando tenga los
medios económicos y las condiciones de salud necesarias. El hajj es importante
en la religión musulmana porque despoja a los creyentes de todo símbolo de
riqueza y estatus igualándolos. La peregrinación recuerda a cada musulmán que
todo el mundo es igual ante los ojos de dios (Allah para los musulmanes). La fiesta del
Sacrificio o Eid al-Adha tiene lugar durante el hajj, se celebrada el décimo
día del mes de du l-hiyya y rememora la voluntad de Abraham (Ibrahim) de
sacrificar a su hijo como un acto de obediencia a Dios.
El primer día
El peregrinaje
comienza en Miqat donde debe despojarse de sus vestimentas para portar el
ihrām, túnica blanca, así el peregrino entra en estado de sacralización.
Entonces, se declara la intención (niyya) de hacer la peregrinación mediante una
fórmula repetida tres veces. Se dan siete vueltas alrededor de la Kaaba (tawaf)
pasando entre dos lugares llamados Safā y Marwa (separados por 420m) en
recuerdo de la errancia de Agar cuando buscaba agua para su hijo Ismael. Se
besa la Piedra Negra (matāf). Después, se bebe agua del pozo Zamzam. El Corán
dice que la Kaaba fue construida por Abraham (Ibrahim) y su hijo Ismael
(Ismail), y en una de sus esquinas contiene una reliquia, un meteorito de
origen indeterminado, o una piedra negra. Seguidamente, se acude al lugar
llamado Mina, a 4 km de la la Meca, y se hacen las oraciones del mediodía, de
la puesta de sol y del alba
El segundo día
Por la mañana
se acude al monte Arafat, a unos 20 km de Mina, allí se ora al mediodía y por
la tarde hasta la puesta de sol, momento en el que Mahoma pronunció su discurso
de despedida o wuqūf. Acto seguido, los fieles se dirigen a otro sitio conocido
como Muzdalifa donde buscan piedras que usarán al día siguiente. En Muzdalifa
se realizan oraciones durante la noche.
El tercer día
Tras la oración
de la mañana, los fieles regresan a Mina, durante el camino el peregrino se
topa con tres pilares que simbolizan el recorrido que realizó Iblís, el
demonio, al intentar disuadir a Abraham. Los fieles lapidan esos pilares con
las piedras recogidas en Muzdalifa, es lo que se conoce como Lapidación del
diablo o Jamrat al-‘Aqaba. También se celebra el “Eid” o sacrificio del cordero
en recuerdo del que Abraham sacrificó en lugar de su hijo. Una vez de vuelta a
la mezquita de la Meca, los fieles repiten las vueltas alrededor de la Kaaba y
los recorridos entre Safā y Marwa. Los fieles acuden otra vez de la Meca a Mina
donde permanecen dos o tres noches.
Del cuarto al sexto día
Los fieles
vuelven a lapidar los pilares y retornan a la meca para realizar la última
circunvalación (tawaf), la del adiós. Los fieles salen del estado de ihrām: los
hombres se rapan la cabeza y las mujeres se cortan unos pequeños mechones. Todos los
musulmanes deben ir a esta peregrinación por lo menos una vez en su vida, salvo
en casos exceptuados como la falta de dinero o el impedimento por enfermedad.
Sin embargo, hay ocasiones en las que se ayuda económicamente a los que no
posean los recursos, ya que es uno de los eventos más importantes para el
Islam, porque afirma el lugar en el mundo de los musulmanes al eliminar los
símbolos de riqueza y estatus. El Hajj sirve para recordar que todos son
iguales ante la mirada de Dios.
El Hajj también
pretende reunir a todos los musulmanes de diversas nacionalidades en un solo
lugar, absolviéndolos del pecado y acercándolos a Alá. Este viaje hacia La Meca
recrea la travesía emprendida en el año 632 por Mahoma, fundador del Islam y
que para sus seguidores fue el último profeta enviado a la Tierra para difundir
el mensaje divino. La ceremonia más relevante que se lleva a cabo en su marco
es el Eid al-Adha o Celebración del Sacrificio. Este
peregrinaje, que atrae la atención mundial año tras año debido a su exponencial
movilización, se puede realizar sólamente por seguidores del Islam, y está
prohibido el ingreso a La Meca y a Medina de no creyentes, por lo que muy pocas
personas no pertenecientes a la fe han podido presenciar este acontecimiento en
carne propia. Hay gente que logró formar parte, pero es ilegal. La penalidad si
alguien es descubierto tratando de colarse a la peregrinación es la
deportación. Se lleva a cabo un chequeo de documentación a la entrada, y se
prohibe el ingreso de toda persona que no logre demostrar que es musulmana.
El gobierno de
Arabia Saudita expide visas especiales -se otorga un número de documentos a
cada país de acuerdo a la cantidad aproximada de creyentes que habite allí-
para aquellos musulmanes que formen parte del peregrinaje, y hay agencias de
viaje y tours diseñados particularmente para este evento. En línea con los
principios de esta religión, las mujeres no pueden viajar solas, sino que deben
movilizarse sí o sí con un hombre -un guardián llamado Mahram- a menos que
tengan más de 45 años y viajen con un grupo o cuenten con una autorización escrita
y firmada por el guardián. Una vez en la peregrinación, la vestimenta también
es fundamental. La gente debe ataviarse con túnicas simples y de color blanco
conocidas como Ihram, que simbolizan igualdad y modestidad. Intentan ocultar
las diferencias de estatus, poder y dinero, para que todos sean iguales.
en
20:01


LA FIEBRE AMARILLA EN BUENOS AIRES
Hubo un aviso,
pero claro, los muertos eran pobres, de los barrios bajos, de las marismas, y
la epidemia de cólera de 1867, con sus casi 600 fallecidos, fue tomada como una
comprobación de las leyes malthusianas que invitaban a los ricos a sentir cierto alivio cuando morían tantos
pobres. Se venían denunciado las pésimas condiciones de vida de la mayoría de
la población que carecía de agua potable y servicios cloacales. El nombre dado
a la “reina del Plata” no dejaba de asombrar a los visitantes extranjeros que
apenas se alejaban de los ricos y elegantes salones podían percibir que no eran
justamente buenos aires los que se respiraban en aquella ciudad que crecía
desordenadamente y que según el censo de 1869 tenía casi doscientos mil
habitantes.
No había
recolección de residuos y los basurales abundaban particularmente en los
“barrios bajos” que tenían el raro privilegio de acumular desechos propios y
extraños. El método para achicar los volúmenes de basura era absolutamente
insalubre y consistía en pasar por encima de los desperdicios de una gran
piedra aplanadora que reducía el tamaño de estos pero no los eliminaba sino que
los dispersaba y los preparada para ser usados como relleno de terrenos bajos y
desniveles sobre los que, en el mejor de los casos se ponían adoquines. Los
saladeros arrojaban displicentemente sus desperdicios orgánicos a las aguas del
Riachuelo que ya por entonces distaba mucho de oler a extracto francés. A todo
este insalubre panorama se sumaba la falta de reglamentación sobre el entierro
de los fallecidos que eran inhumados prácticamente al ras del suelo y bastaba
una lluvia regular para que los restos cadavéricos se incorporaran a los riachos
que confluían al Riachuelo.
Todas estas
fuentes infecciosas convivían sin ser molestadas en la gran urbe del Sur. El
Estado estaba ausente con aviso y sólo faltaba que una epidemia pusiera a
prueba la eficiencia de las leyes del mercado. Y la peste llegó en enero de
1871. Todo parece indicar que los vectores de la enfermedad llegaron en un
barco procedente de Asunción del Paraguay y encontraron muchos sitios propicios
para reproducirse en los innumerables charcos y pantanos de las zonas cercanas
al puerto ensañándose particularmente con las barriadas populares de San Telmo
y Monserrat. Los primeros casos se dieron en las casas de inquilinato ubicadas
en Bolívar 300 y Cochabamba 100 y casi inmediatamente el episodio dejó de ser
una rareza para generalizarse. Faltaban diez años para que el Dr. Carlos Finlay
expusiera su tesis en un Congreso médico en La Habana que demostraría que el
causante de la enfermedad era un mosquito llamado Aedes aegypti y queel mal no
se propagaba por contagio.
Pero por aquellos
días de 1871, frente a la ignorancia, cundió la histeria y la histórica
culpabilización de la pobreza por parte de los miembros del poder, es decir de
sus propios causantes. “Fueron los
conventillos los que padecieron este tipo peculiar de requisa. Los desdichados
inmigrantes, desarraigados, perdidos en medio de la locura en que se hallaban
sumergidos, contemplaban entre desolados y temerosos a esos señores que les
impartían órdenes incomprensibles. Recién comenzaban a entenderse cuando a
empujones los echaban a la calle, muchas veces
sin dejarles recoger sus pertenencias. Es natural que se resistieran,
que gritaran su desvalimiento, que intentaran salvar lo poco que tenían. Pero
todo cuanto había en la casa estaba condenado. Policías y comisionados recogían
las míseras camas, los tristes muebles, los pobres enseres e incluso la ropa de
los inquilinos, los apilaban en el patio y encendían una estupenda hoguera,
verdadero auto de fe. El conventillo era encalado, desinfectado y cerrado. Los
comisionados y la policía se iban y quedaban los inmigrantes en la calle
librados a su suerte”.
Creció
exponencialmente la xenofobia y la persecución contra los italianos, en
particular y contra los habitantes de los conventillos en general. La fiebre,
llamada amarilla por la ictericia que viraba el color de los enfermos, se
extendió rápidamente por los barrios más populares de la Capital. El número de
muertos se fue incrementando día a día hasta llegarse el 10 de abril al récord
de 563 muertos en un solo día. Los hospitales colapsaron y hubo que fundar un
nuevo cementerio que se creó en la Chacarita de los Colegiales, aquel escenario
de la Juvenilia de Cané, y como explicaba Borges: Porque la entraña del
Cementerio del Sur/fue saciada por la fiebre amarilla hasta decir basta;/porque
los conventillos hondos del sur/mandaron muerte sobre la cara de Buenos Aires y
porque Buenos Aires no pudo mirar esa muerte,/ a paladas te abrieron /en la
punta perdida del oeste, detrás de las tormentas de tierra /y del barrial
pesado y primitivo que hizo a los cuarteadores. Las víctimas eran transportadas
en el llamado “tren de la muerte” que tenía como locomotora a la legendaria
“Porteña”. Partía en un claro ejemplo de viaje de ida, de la actual esquina de
Jean Jaurés y Corrientes y llegaba con sus tres vagones cargados de muerte
hasta la flamante necrópolis.
El presidente
Sarmiento y el vice Alsina abandonaban la ciudad y a sus habitantes a la buena
de Dios, mientras “La Prensa” decía: “Hay ciertos rasgos de cobardía que dan la
medida de lo que es un magistrado y de lo que podrá dar de sí en adelante, en
el alto ejercicio que le confiaron los pueblos”. La ciudadanía se movilizó a la
Plaza de la Victoria (hoy Plaza de Mayo) y allí unas 8.000 personas decidieron
conformar una Comisión Popular presidida por el Dr. Roque Pérez, que con
notable decisión y con acciones de notable heroísmo en medio de las cuales
falleció, entre otros, el Dr. Francisco Javier Muñiz, trató de llenar el vacío
dejado por el gobierno ausente y ocuparse de la situación de emergencia. La
cifra oficial de muertos fue de 13.614. La mitad eran niños. Solo después de la
tragedia comenzaron a ser debativos los proyectos para emprender la tareas
tendientes a que los habitantes de Buenos Aires tuvieran agua potable y
cloacas.
Pero en cuanto
comenzaron a quedar atrás los ecos de la Fiebre amarilla, los proyectos se
fueron cajoneados y sólo se encararon los que correspondían al Barrio Norte y
Recoleta, donde moraban ahora los poderosos de Buenos Aires que habían
abandonado tras la epidemia sus casonas de San Telmo y Monserrat para
convertirlas en rentables e insalubres conventillos. La peste había pasado, las
condiciones que la habían hecho posible seguían prácticamente inalteradas.
Fuente:
en
20:00


domingo, 22 de enero de 2023
Vacaciones en la Sierra - Parte III - Encuentro con el Lagarto Juancho, El Oso y Luis Palau
en
20:12


VIRGEN DE LA CANDELARIA
Virgen de la Candelaria o Nuestra Señora de Candelaria es una advocación mariana de la religión católica que tiene su origen en Tenerife (España). Su etimología deriva de candelero o candela que se refiere a la luz: la luz santa que guía hacia el buen camino y la redención y aviva la fe en Dios. Su festividad es celebrada según el calendario litúrgico el 2 de febrero, donde se recuerda la presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén después de su nacimiento y la purificación de María. La Virgen de la Candelaria es, en su lugar de origen la patrona de las Islas Canarias y se la clasifica como una Virgen negra. Su devoción tiene mucho arraigo en otras partes de España, y en países como Bolivia, Chile, Colombia, México, Perú, Venezuela, Cuba y otros. Asimismo, su patronazgo se extiende a varias ciudades y países de América y de otros continentes. La Virgen de la Candelaria toma su nombre de la fiesta de la Candelaria o de la Luz, que tuvo su origen en el Oriente con el nombre del "Encuentro", y después se extendió al Occidente en el siglo VI, y llegó a celebrarse en Roma con un carácter penitencial. En Jerusalén se celebraba con una procesión con velas encendidas hasta la Basílica de la Resurrección (Santo Sepulcro), la cuál había sido mandada construir por órdenes del Emperador Constantino. Simeón recibe a Jesús cuando éste es presentado por sus padres en el Templo de Jerusalén. La iconografía de la Virgen de la Candelaria se basa en este pasaje bíblico de la Presentación del niño Jesús en el Templo.
Su fiesta se celebra, según el calendario o santoral católico, el 2 de febrero, después de que el papa Gelasio I prohibió y condenó, en el año 494, las fiestas lupercales, considerada una celebración pagana, y la sustituyó por la fiesta de la presentación, en recuerdo del pasaje bíblico de la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén (Lc 2;22-39) y la purificación de la Virgen María después del parto, para cumplir la prescripción de la Ley del Antiguo Testamento (Lev 12;1-8). La Fiesta de la Candelaria se conoce y se celebra con diversos nombres: la Presentación del Señor, la Purificación de María, la fiesta de la Luz y la fiesta de las Candelas; todos estos nombres expresan el significado de la fiesta. Cristo la Luz del mundo presentada por su Madre en el Templo viene a iluminar a todos como la vela o las candelas, de donde se deriva la advocación de la Virgen de la "Candelaria". Siglos después, en torno al año 1392 o 1400, una imagen de la Virgen María que representaba esta advocación, fue encontrada a la orilla del mar por dos pastores guanches de la isla canaria de Tenerife (lo que es actualmente España). En 1526, se construyó el primer templo de la Candelaria junto a la cueva en donde fue venerada originalmente. A partir de aquí, la Fiesta de la Candelaria asume un carácter mariano entorno al relato de la aparición de esa imagen a aquellos guanches.
Dicho relato sería escrito por el fraile dominico Fray Alonso de Espinosa en sus obras "Historia de Nuestra Señora de Candelaria" y "Del origen y milagros de la Santa Imagen de nuestra Señora de Candelaria, que apareció en la Isla de Tenerife con la descripción de esta Isla". Desde las Islas Canarias el culto a la Virgen de la Candelaria se ha extendido a través de los siglos por diferentes ciudades y países sobre todo en Latinoamérica, donde ha adoptado rasgos de las diferentes naciones donde se encuentra un templo suyo. La iconografía de la Virgen de la Candelaria se basa en el pasaje bíblico de la Presentación del niño Jesús en el Templo de Jerusalén (Lucas 2,22-40). La virgen sostiene la candela o vela de la que toma nombre y lleva una canasta con un par de tórtolas. El niño Jesús fue llevado al Templo de Jerusalén, según Ley de Moisés, para ser presentado al Señor, y además para cumplir con el rito de la purificación de la Virgen María (Cf. Lev. 12, 6-8). Según fuentes más heterodoxas, el culto a la Virgen de la Candelaria surgió a partir de la incorporación en el siglo XVI al catolicismo de la devoción a la estrella Canopo, por parte de la cultura de los antiguos canarios o guanches, preexistente a la llegada de los europeos. La Virgen de la Candelaria sería fruto de un sincretismo entre la devoción a la Purificación de la Virgen María y la diosa nativa guanche Chaxiraxi, cuyo nombre significa 'la que carga o sostiene el firmamento'. Para algunos investigadores Chaxiraxi era una divinidad femenina relacionada con la luna y la fertilidad, mientras que para otros estaría vinculada al sol (Magec).
Así, era una de las diosas principales de la mitología guanche emparentada con la diosa Juno del entorno mediterráneo-norteafricano y con el culto a la estrella Canopo. Otros sin embargo, afirman que sería una reminiscencia del culto a la diosa Tanit. Este tipo de sincretismo entre la Virgen María cristiana y deidades locales es palpable en otros lugares del mundo, tal es el caso de la Virgen de Guadalupe y la diosa azteca Tonantzin en México. En algunos países latinoaméricanos, la Virgen de la Candelaria es igualmente identificada con deidades nativas, tales como la Pachamama en Perú, Oyá en la Santería cubana o Coatlicue en el México colonial, según escribió Fray Bernardino de Sahagún.
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20:04


SAN FRANCISCO DE SALES
Los años convulsionados en Francia, después de la Reforma Protestante, formaron el fondo de la vida de Francisco de Sales. Nació el 21 de agosto de 1567 de una familia noble, en el reino de Saboya, situado entre Francia, Italia y Suiza.-- Estudió en el Colegio de Clermont de los Jesuitas, en París, y en la Universidad de Padua, donde se doctoró en Derecho Canónico y Civil. Siendo estudiante en París, tuvo que atravesar la tempestad de una severa crisis espiritual, al sufrir la tentación de desesperación respecto a la predestinación. Para su padre, fue una gran decepción que Francisco no aceptara una carrera espléndida en el mundo, sino que prefiriera el sacerdocio. Después de la ordenación, su obispo lo envió como joven misionero a Chaláis, región de Saboya, por cuatro años. Allá adquirió una gran fama por sus folletos en defensa de la fe pero también apenas escapó de un atentado contra su vida. Sus escritos de esa época fueron publicados con el título de Controversias y la Defensa del Estandarte de la Santa Cruz. Al finalizar su apostolado de misionero, había persuadido aproximadamente a 72.000 Calvinistas para que volvieran a la Iglesia Católica.
Fue consagrado obispo de Ginebra en 1602, pero residía en Annecy (ahora ubicada en Francia), ya que Ginebra estaba bajo el dominio de los Calvinistas y, por lo tanto, cerrada para él. Su diócesis se volvió muy conocida en Europa a causa de su eficiente organización, de su celoso clero y de sus laicos bien esclarecidos – realización monumental en aquella época. Su fama como director espiritual y escritor aumentaba. Lo convencieron para que reuniese, organizase y difundiese sus muchas cartas sobre asuntos espirituales y las publicase. Es lo que hizo en 1609, con el título de Introducción a la Vida Devota. Esta se volvió su obra más famosa y, todavía hoy, se considera una obra clásica que se encuentra en las librerías del mundo entero. Pero su proyecto esencial fue escribir El Tratado del Amor de Dios, fruto de años de oración y de trabajo. Éste también continúa siendo publicado en la actualidad. Quería escribir además una obra paralela al Tratado, o sea, sobre el Amor al Prójimo, pero su muerte el 28 de diciembre de 1622, a los 55 años de edad, frustró este proyecto. Además de las obras arriba mencionadas, sus cartas, predicaciones y coloquios ocupan cerca de 30 volúmenes. El valor permanente y la popularidad de sus escritos llevó a la Iglesia a concederle el título de Patrono de Escritores y Periodistas Católicos.
Francisco aceptó en su casa a un joven con dificultad de audición y creó un lenguaje de símbolos para posibilitar la comunicación. Esa obra de caridad condujo a la Iglesia a darle otro título, o sea, el de Patrono de los de Difícil Audición. Junto a Santa Francisca de Chantal fundó la Orden religiosa de las Hijas de la Visitación de Santa María, conocidas por la simplicidad de su regla y tradiciones y por su apertura especial a las viudas. Fue a través de la perseverante insistencia de una de estas hermanas, unos 250 años más tarde, la Madre María de Sales Chappuis, que un sacerdote de Troyes, en Francia, Luis Brisson, fundó a los Oblatos de San Francisco de Sales, una comunidad de sacerdotes y hermanos, dedicados a la vivencia y divulgación del espíritu y de las enseñanzas de San Francisco de Sales. Padre Brisson fundó también una comunidad de Hermanas con el mismo nombre, las Oblatas de San Francisco de Sales. El espíritu y la fama de Francisco y la influencia de sus escritos se extendieron rápidamente después de su muerte. En 1665 la Iglesia lo declaró santo y le dio el título excepcional de Doctor de la Iglesia en 1867 - un título otorgado sólo a unos 30 santos en la historia ---que son famosos por sus escritos. Se celebra su fiesta el día 24 de enero. A diferencia de muchos santos cuyas vidas, repletas de acontecimientos maravillosos, parecen estar fuera del alcance de cristianos comunes la vida de Francisco de Sales no presenta nada de extraordinario. Sus ideales de moderación y caridad, de gentileza y humildad, de alegría y entrega a la voluntad de Dios son expresados con una sensatez que anima a los débiles y alimenta a los fuertes, ocasionándole la reputación de "el Santo Caballero".
Para conmemorar el cuarto centenario de su nacimiento, el Papa Paulo VI escribió una Carta Apostólica, en 1967, en la cual destacó la conveniente actualidad de Francisco de Sales para nuestra época moderna. Él escribe: Ninguno de los Doctores de la Iglesia, más que San Francisco de Sales preparó las deliberaciones y decisiones del Concilio Vaticano II con una visión tan perspicaz y progresista. Él ofrece su contribución por el ejemplo de su vida, por la riqueza de su verdadera y sólida doctrina, por el hecho que él abrió y reforzó las sendas de la perfección cristiana para todos los estados y condiciones de vida. Proponemos que esas tres cosas sean imitadas, acogidas y seguidas.
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20:04


LA LITURGIA COMO FUENTE DE VIDA-Segunda Parte
¿Qué
significa que debemos dar culto a Dios “en Espíritu y Verdad”? Nos referimos al
diálogo de Jesús con la samaritana: Jn 4,23-24 donde viene la expresión “en
Espíritu y Verdad”. El contexto en que se desarrolla el relato: se trata de un
viejo problema entre los samaritanos y el resto de los judíos. Desde tiempos de
Jeroboam se prohibió a los samaritanos ir en peregrinación a Jerusalén (1 Re
12,25-33) y después del exilio de Babilonia no se les permitió participar en la
reconstrucción del templo de Jerusalén (Esd. 4,1-3). Era como excluirlos del
culto oficial. Este hecho provocó que ellos iniciaran su culto en otro lugar:
el monte Garizín. Ante
el problema planteado dónde dar culto a Dios, Jesús afirma que los verdaderos
adoradores de Dios no le adorarán ya en un lugar concreto (por tanto, ni en
Jerusalén ni en el monte Garizín) sino “en Espíritu y Verdad”. ¿Qué significa?
Esta expresión ha sido interpretada de diversas formas:
Algunos
entienden “en espíritu” en oposición a cuerpo. Por tanto, lo importante es la
rectitud interior; Otros lo interpretan desde una perspectiva más psicológica,
referido a la intimidad del alma, sería un culto espiritualista; En tiempos más
actuales se interpretó este espiritualismo matizándolo con el “en verdad” en
sentido subjetivo: culto sincero, auténtico, verdadero, real. Sin
embargo, la exégesis bíblica nos pone en la pista de una interpretación
teológica más correcta:
- “En
espíritu” se refiere al Espíritu Santo. Jesús hace depender la liturgia de la
acción del Espíritu. El culto verdadero es suscitado por el Espíritu no por la
iniciativa de alguien en privado o por su subjetividad.
- “En
verdad” se refiere a Cristo y marca el carácter trinitario de la expresión:
debe ser adorado el Padre. Esto es posible por el Espíritu que nos conduce a la
Verdad: Jesús, revelación del Padre.
Este
texto es importante para interpretar correctamente la liturgia cristiana:
adoramos al Padre, por medio de su Hijo Jesucristo, en el Espíritu Santo. Esto
es interesante y práctico: siempre que se realiza un acto de culto Cristo es el
centro. La liturgia no será el resultado de la satisfacción por lo bien que lo
hacemos en las celebraciones sino un auténtico encuentro con Cristo. Es este un
criterio de discernimiento para nuestra forma de vivir la liturgia. El
culto de la Iglesia tiene como centro a Cristo, claro. En la acción litúrgica,
la Iglesia evoca y presencializa la obra salvadora realizada por Dios en
Cristo. Un comentarista de la carta a los Hebreos, nos señala la novedad del
nuevo culto: La
percepción de esta diferencia profunda se mantiene en las expresiones
litúrgicas del culto cristiano. No se debe favorecer de ninguna manera el
retorno a un culto simplemente ritual, externo, convencional. El culto
cristiano no consiste en el cumplimiento exacto de ciertas ceremonias, sino en
la transformación de la existencia misma, por medio de la caridad divina.
En el
Nuevo Testamento se recurre a términos que señalan la visión de una nueva forma
de ver el culto, por ejemplo, la celebración de la Eucaristía jamás se denomina
sacrificio sino fracción del pan (Hch 2,42. 46; 20, 7-11; 1 Cor. 10, 16); cena
del Señor (1 Cor. 11,20), mesa del Señor (1 Cor 10,21), cáliz de la bendición o
cáliz del Señor (1 Cor 10, 16-21). Se ve clara la distancia con el Antiguo
Testamento. Otro
dato significativo del NT es la terminología cultual utilizada para designar
realidades de la comunidad cristiana o de la vida de los fieles. Así los mismos
cristianos son considerados elementos constitutivos del templo (piedras vivas)
y partes integrantes del sacerdocio (1 Pe 2,5; 1 Cor. 3,10-17; Ef 2,20ss). La
liturgia cristiana es la traducción y la expresión externa en formas
típicamente culturales de una vida consagrada en su totalidad al servicio de
Dios a imitación de la de Jesús, que aceptó fielmente la voluntad del Padre
como norma de existencia. Nos puede ayudar a pensar un poco este tema la
siguiente reflexión:
“Casi
obsesivamente nos preguntamos en nuestros días ¿para qué sirve la fe? ¿Qué
añade la fe a una vida humana plenamente vivida? Tales preguntas son el signo
de un debilitamiento de la vida de fe. El creyente auténtico no necesita tener
una respuesta a estas preguntas para creer. Creer
es algo gratuito. Es un don que se acepta libremente, que se recibe
gozosamente, por el valor absoluto que en él descubre el creyente. El culto,
cuyo parentesco con el juego ha sido resaltado por los liturgistas, expresa muy
vivamente esa gratuidad de la fe. Por eso es una actividad esencialmente
“desinteresada” y reviste como formas más frecuentes las de la acción de
gracias. Es
comprensible que el hombre pragmático, funcionalizado... de nuestros días haya
perdido sensibilidad para una actividad puramente “inútil”, totalmente gratuita.
Pero, por eso, es tanto más necesario para la vida religiosa recobrar el
sentido de la celebración si no se quiere que el pragmatismo y el materialismo
terminen por hacer imposible el ejercicio de la actitud creyente”.
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20:03


EL CHAMANISMO SIBERIANO-Segunda Parte
Los chamanes creían en tres mundos de la existencia conectados por el
Árbol del Mundo o Árbol de la Vida, ellos eran: el mundo inferior o inframundo,
habitado por los muertos que están esperando la reencarnación; el mundo intermedio
o Tierra Media, el plano material de la existencia en el cual los espíritus
humanos están encarnados. El mundo superior o Cielo, el lugar donde moran los
Dioses. El chamán puede tener acceso a estos otros mundos durante un trance,
por medio de un viaje espiritual. Su alma corporal sube por la columna de humo
desde el fuego y pasa por la abertura en el techo de la YURTA (una vivienda tradicional construida a partir de una
estructura de postes de madera cubiertos con pieles de animales, y con un
agujero central para la salida del humo en el techo, era un símbolo del
microcosmos o una representación del universo). Es interesante notar que en los
tiempos medievales se suponía que las brujas europeas volaban a su SABBATS
subiendo por la chimenea en sus palos de escoba.
Los chamanes también pueden volar por el aire cuando ellos viajan con el
espíritu, ya sea metamorfoseándose en forma de aves (como gansos) o montados en
la espalda de un ciervo o caballo volador o algún otro animal grande.
Nuevamente, hay muchos grabados en madera que datan de la Edad Media
representando a brujas cabalgando por el cielo nocturno en las espaldas de
cabras y carneros. A veces el chamán visitaba el mundo de los espíritus
subiendo al Árbol del Mundo mismo o viajando a lo largo de un arco iris. Éste es
otro símbolo que se encuentra en la Mitología Nórdica de Europa del Norte,
donde un puente de arco iris conecta al MIDGARD (la Tierra Media) con ASGARD,
el reino de los Dioses. Uno de los métodos usados por los chamanes siberianos para lograr el
trance y los viajes espirituales era la ingestión del hongo alucinógeno AMANITA MUSCARIA. Este hongo venenoso
rojo con manchas blancas tiene una relación simbiótica tanto con los abedules
como con los abetos, que crecen profusamente en los climas del Norte y árticos.
El hongo está reputado como capaz de abrir la
"grieta entre los mundos". En común con las creencias populares
autóctonas en Occidente, era aceptado en el chamanismo que el mundo espiritual
no estaba completamente separado del mundo material. Éstos pueden ser una
montaña sagrada o una colina, una piedra, un río, un lago, un bosque o
cualquier señal natural en el campo.
Los lugares fantasmagóricos, ya sean sitios naturales en el paisaje o
edificios, asociados en el folklore con fenómenos paranormales y lugares
embrujados, son por lo general portales de acceso de los espíritus. En la
creencia chamanística, todos los objetos inanimados estaban habitados o
poseídos por una energía o fuerza espiritual que controlaba su entorno. Algunos
chamanes enseñaban que los seres vivientes, sobre todo los humanos, podían
tener más de un espíritu habitando en su cuerpo físico. Muchos aceptaban que
los humanos tenía un DOBLE ETÉRICO,
ASTRAL O ESPIRITUAL, y que éste podía ser proyectado en un trance o viaje
del espíritu para vagar sobre la Tierra y también entrar en el Otro Mundo. Los
chamanes creían que el alma de un ser humano residía en un campo de energía
esférico u ovoideo que rodea a cada uno de nosotros. Es probablemente lo que
los ocultistas occidentales denominaban como el CAMPO ÁURICO O AURA. Era este campo de energía el que era atacado
por los demonios o por los CHAMANES
NEGROS cuando ellos atacaban psíquicamente a sus víctimas, y de esa manera
ellos podían causar la enfermedad o la muerte.
Era la tarea del CHAMÁN BLANCO
reparar el equilibrio curando el aura dañada y, de ser posible, llevar a la
víctima de vuelta a la salud plena. Antes vimos cómo los animales eran
importantes tótems del clan y guías espirituales para el chamán. Antes del
siglo XX y del aumento de la producción de comida a escala industrial, la caza
estaba extendida en las estepas y en los bosques siberianos. A diferencia de la
creencia cristiana, se aceptaba sin cuestionar que los animales tenían alma, y
que cuando se los perseguía y mataba era esencial que sus espíritus fueran
respetados y apaciguados. Si esto no se hacía, el desastre y la desgracia
podrían acontecer al cazador, a su familia y a su tribu. Cuando un cazador
mataba a su presa, siempre ésta era despachada rápidamente, de manera limpia y
sin crueldad.
A pesar de la temprana llegada de los comerciantes de pieles y
mercaderes a Siberia y Mongolia, el chamanismo sobrevivió. En el siglo XVI, sin
embargo, un gobernante mongol llamado ALTAN
JAN invitó a una misión budista tibetana al país. Sus motivos eran
políticos, por cuanto él quería consolidar su propia posición como el líder
tribal supremo, afirmando ser la reencarnación de GRAN KUBLAI JAN. Los budistas estuvieron de acuerdo en reconocer su
reclamación, y a cambio el JAN dio
al jefe de la orden budista el título espiritual de DALAI LAMA, el que por supuesto existe hoy aunque su portador
actual esté en el exilio en India. Como resultado de la conversión del JAN, él aprobó leyes que prohibían los
rituales chamánicos y concedió al clero budista un status especial en la
sociedad y privilegios que no fueron concedidos a los chamanes.
La hermandad de CHAMANES NEGROS
rechazó someterse a la nueva religión y muchos fueron asesinados. Algunos CHAMANES BLANCOS llegaron a un acomodo
con ella. Esto condujo a la creación de un tercer camino llamado el "CHAMANISMO AMARILLO" que se
sometió al control de los lamas y combinó las creencias y prácticas chamánicas
con el budismo tibetano. Durante el siglo XVIII en Siberia, misioneros
budistas, cristianos Ortodoxos y musulmanes intentaron convertir a la población
nativa y se opusieron a la práctica de todas las religiones rivales.
Considerando su moderna imagen pacífica y pacifista, los monjes budistas fueron
los más severos a este respecto, y ellos persiguieron a los chamanes, los
golpearon y destruyeron sus sitios sagrados sustituyéndolos por sus propios
santuarios llenos de imágenes. La Iglesia Ortodoxa rusa también obligó a las
tribus paganas a aceptar el bautismo a punta de espadas y ellos azotaron o encarcelaron
a cualquiera que se atreviera a practicar ritos chamánicos como la adivinación
y el sacrificio de animales. A pesar de esta persecución religiosa, el
chamanismo sobrevivió a las conversiones forzadas y continuó de manera
clandestina en remotas áreas rurales. A veces eran incorporados elementos
chamánicos a una forma poco ortodoxa de cristianismo popular que prosperó a
pesar de la censura de los sacerdotes.
Algunos chamanes aceptaron a los santos patronos de Rusia, Jorge y
Miguel, como sus deidades. Dieron incluso a Miguel el título honorario de "MAESTRO DE LOS CHAMANES", y
se hacían sacrificios de sangre a sus iconos. Después de la Revolución
bolchevique en 1917, el chamanismo tuvo un breve renacimiento dado que el poder
y la influencia de la Iglesia Ortodoxa Rusa y el budismo en Siberia se
desvanecieron. Sin embargo, con el comienzo del sangriento régimen estalinista
en los años '20, la nueva política del colectivismo agrícola causó cambios
drásticos en la sociedad siberiana. Los comunistas soviéticos consideraban a
los chamanes como un ejemplo de superstición primitiva y de desigualdad social,
y ellos fueron condenados como enemigos del Estado.
Con el colapso del comunismo soviético a fines de los años '80 y
principios de los '90, hubo un renacimiento de la cultura tradicional entre los
pueblos étnicos de la antigua URSS. En los años '90 un movimiento neo-chamánico
conocido como TENGRIANISMO surgió en
Asia Central y en la nueva Federación Rusa. Éste rápidamente se organizó y
ahora afirma disponer de una membresía bastante inflada de 500.000 personas. A
diferencia del chamanismo de los antiguos tiempos, el TENGRIANISMO es una forma monoteísta de religión con una cosmología
que es adecuada para el mundo moderno. Está firmemente basado en las preocupaciones
"VERDES O AMBIENTALES
MODERNAS" y cree que la Humanidad debería vivir en armonía con el
mundo natural. Olvidando o ignorando la persecución del pasado, también predica
la tolerancia hacia otras religiones y procura coexistir con ellas en un
espíritu inter-religioso. Extrañamente es también una religión sin dogmas,
oraciones o un clero.
El renacimiento del chamanismo en su moderna forma TENGRIANISTA parecería remontarse a un pasado romántico que
probablemente nunca existió en realidad. Un deseo interior de unirse de nuevo
con el mundo natural y seguir valores espirituales en una tecnocrática sociedad
de consumo, una visión romántica del pasado y una urgencia por "salvar el planeta", son
también la fuerza impulsora detrás del llamado "CHAMANISMO URBANO" en Occidente. Sin embargo, los
chamanes siberianos y sus hermanos mongoles no estaban tanto interesados en la
conservación del medioambiente como en la supervivencia del día a día
apaciguando los espíritus que ellos creían que habitaban en él.
en
20:00


¿MARIOLOGÍA O ESPERANZA DEL PUEBLO QUE SUFRE? SEGUNDA PARTE
Por qué la Mujer aparece en medio de los dolores de parto: porque así se denominaban los sufrimientos de los primeros discípulos frente a la muerte de Jesús. En efecto, en la última cena, viendo Él la tristeza en sus rostros, les dijo: “La mujer, cuando va a dar a luz, está triste porque le ha llegado la hora; pero cuando nace la criatura se olvida de los dolores de parto por la alegría de que un niño ha nacido en el mundo. También ustedes están tristes ahora, pero volveré a verlos y se alegrarán con una alegría que nadie les podrá quitar” (Jn 16:21-22). Jesús, pues, compara el dolor que sus discípulos sienten ante su muerte con los de una mujer ante el parto; y la alegría de su resurrección, con la del nacimiento de un niño. Exactamente la imagen que emplea aquí el Apocalipsis.
Así, se clarifica el detalle de las alas de águila dadas a la Mujer para huir al desierto. Porque en el Antiguo Testamento las alas de águila simbolizan la protección y la seguridad que Dios daba a su pueblo para salvarlo en los momentos difíciles. Por ejemplo, cuando lo sacó de la esclavitud de Egipto y lo llevó hasta el monte Sinaí, Dios dijo: “Ya han visto lo que hice con los egipcios, y cómo a ustedes los llevé sobre alas de águila para traerlos hacia mí” (Ex 19:4). Y cuando llegaron a la tierra prometida, luego de sortear innumerables dificultades, Dios les recordó: “Como el águila que vuela sobre sus polluelos, así el Señor extendió sus alas, los tomó y los llevó a cuestas” (Dt 32:11). El libro, pues, quiere decirnos que también ahora Dios sacará a su pueblo de todas las dificultades.
Otro rasgo que se aclara de esta Mujer, y que no se entendía cuando la identificábamos con María, es el de su huida al desierto. Tratándose del pueblo de Dios, todo está más claro. Como en el Antiguo Testamento Dios había llevado a su pueblo al desierto para ponerlo a salvo y protegerlo, tradicionalmente el desierto se convirtió en la imagen del cuidado y la protección de Dios. Por eso ahora la Mujer aparece llevada al desierto, para decirnos que Dios no ha dejado de cuidar a su pueblo. Y se entiende, además, por qué la Mujer aparece alimentada por Dios en el desierto (v.6). Porque así como Dios había alimentado a su pueblo durante cuarenta años con el maná caído del cielo, también ahora su pueblo tiene un nuevo pan que lo fortalece en medio de las dificultades: la eucaristía.
Nos falta, por último, dilucidar quién es, qué simboliza otro personaje de la visión: el gran Dragón Rojo de siete cabezas, siete coronas y diez cuernos, que busca devorar al niño y persigue a la mujer. El color rojo simboliza en la Biblia la muerte, el dolor, la sangre derramada. El “gran” tamaño subraya su vigor. Las siete cabezas demuestran su inteligencia. Y las coronas significan la autoridad que aparenta tener. Los cuernos representan su enorme Fuerza, ya que en el Apocalipsis el cuerno es símbolo de fortaleza. Pero el autor anota a propósito que sus cuernos eran diez. Y para el Apocalipsis el número diez significa algo humano, terrestre. Así Juan quiso decirnos que aunque la fuerza representada en los cuernos de este Dragón parece colosal, en realidad es solo una fuerza humana (diez). En cambio, pinta a Jesús en el capítulo 5 con siete cuernos (5:6), tres menos que el Dragón, porque el número siete simboliza lo divino, lo sobrenatural. Por lo tanto, el autor quiere advertirnos que a veces las apariencias engañan. Y que el poder de Jesucristo es superior al de cualquier otro personaje del mundo, aunque a veces las apariencias nos engañen.
Así, se clarifica el detalle de las alas de águila dadas a la Mujer para huir al desierto. Porque en el Antiguo Testamento las alas de águila simbolizan la protección y la seguridad que Dios daba a su pueblo para salvarlo en los momentos difíciles. Por ejemplo, cuando lo sacó de la esclavitud de Egipto y lo llevó hasta el monte Sinaí, Dios dijo: “Ya han visto lo que hice con los egipcios, y cómo a ustedes los llevé sobre alas de águila para traerlos hacia mí” (Ex 19:4). Y cuando llegaron a la tierra prometida, luego de sortear innumerables dificultades, Dios les recordó: “Como el águila que vuela sobre sus polluelos, así el Señor extendió sus alas, los tomó y los llevó a cuestas” (Dt 32:11). El libro, pues, quiere decirnos que también ahora Dios sacará a su pueblo de todas las dificultades.
Otro rasgo que se aclara de esta Mujer, y que no se entendía cuando la identificábamos con María, es el de su huida al desierto. Tratándose del pueblo de Dios, todo está más claro. Como en el Antiguo Testamento Dios había llevado a su pueblo al desierto para ponerlo a salvo y protegerlo, tradicionalmente el desierto se convirtió en la imagen del cuidado y la protección de Dios. Por eso ahora la Mujer aparece llevada al desierto, para decirnos que Dios no ha dejado de cuidar a su pueblo. Y se entiende, además, por qué la Mujer aparece alimentada por Dios en el desierto (v.6). Porque así como Dios había alimentado a su pueblo durante cuarenta años con el maná caído del cielo, también ahora su pueblo tiene un nuevo pan que lo fortalece en medio de las dificultades: la eucaristía.
Nos falta, por último, dilucidar quién es, qué simboliza otro personaje de la visión: el gran Dragón Rojo de siete cabezas, siete coronas y diez cuernos, que busca devorar al niño y persigue a la mujer. El color rojo simboliza en la Biblia la muerte, el dolor, la sangre derramada. El “gran” tamaño subraya su vigor. Las siete cabezas demuestran su inteligencia. Y las coronas significan la autoridad que aparenta tener. Los cuernos representan su enorme Fuerza, ya que en el Apocalipsis el cuerno es símbolo de fortaleza. Pero el autor anota a propósito que sus cuernos eran diez. Y para el Apocalipsis el número diez significa algo humano, terrestre. Así Juan quiso decirnos que aunque la fuerza representada en los cuernos de este Dragón parece colosal, en realidad es solo una fuerza humana (diez). En cambio, pinta a Jesús en el capítulo 5 con siete cuernos (5:6), tres menos que el Dragón, porque el número siete simboliza lo divino, lo sobrenatural. Por lo tanto, el autor quiere advertirnos que a veces las apariencias engañan. Y que el poder de Jesucristo es superior al de cualquier otro personaje del mundo, aunque a veces las apariencias nos engañen.
Pero ¿quién es este Dragón Rojo? El texto no lo dice abiertamente. En el versículo 9, el autor nos da una pista, pues le da tres nombres: “la Serpiente antigua, el Diablo, y Satanás” (12:9). Ahora bien, en el Antiguo Testamento ni la Serpiente antigua del paraíso, ni el Diablo, ni Satanás son personajes históricos reales, sino que representan los males que padeció el pueblo de Israel. Por lo tanto, el Dragón Rojo tampoco simboliza a ningún personaje histórico real, ni rey, ni emperador, ni persona alguna que haya perseguido a los cristianos, sino que representa el mal en general, todos los males, el conjunto de las desgracias y padecimientos que el pueblo de Dios sufre a lo largo de su historia.
El libro del Apocalipsis fue escrito en una época de mucho sufrimiento para la Iglesia cristiana. Persecuciones de toda clase, torturas, expulsiones de sus comunidades, rupturas familiares, discriminaciones sociales eran algunos de los muchos suplicios que debían atravesar los recién convertidos, si querían mantenerse fieles a Jesucristo. Y se preguntaban: ¿hasta cuándo aguantaremos? ¿Dios no hará nada para defendernos? ¿Es posible seguir viviendo las enseñanzas de Jesús en una sociedad en la que el amor no vale nada y que privilegia el odio, la violencia y los intereses personales?
Juan les responde con esta maravillosa visión del capítulo 12: la Mujer vestida de sol, de luna y estrellas —es decir, el pueblo de Dios— ha dado a luz al Mesías y salvador Jesucristo. Un gran Dragón Rojo —el mundo del mal— ha intentado devorarlo, matándolo, pero no ha podido, porque Dios ha rescatado a su Mesías y lo ha llevado hasta Él, mediante la resurrección. Por esto ahora el Dragón, al verse fracasado, se ha vuelto contra la Mujer para perseguirla. Pero Dios ya ha dado a la Mujer alas de águila —le aseguró la protección— y la llevó al desierto garantizando su triunfo final. Allí la alimentará con la eucaristía, la fuerza de los cristianos, durante 1.260 días, es decir mientras dure el peligro.
Los lectores del Apocalipsis, torturados y diezmados, se sentían llenos de fuerza y de esperanzas, aun en medio de su dolor, al saberse identificados con esta magnífica Mujer. Pero con el paso de los siglos los cristianos, por su gran devoción a la Virgen, vieron en esta Mujer a María como una manera de homenajearla. Con lo cual se ha empobrecido el mensaje que Juan quería transmitir, ya que María, por estar en el Cielo, no necesita ninguna protección especial de Dios. La nueva interpretación descubierta nos permite recuperar la buena noticia con toda su fuerza: Dios jamás abandonará a la Mujer —la comunidad cristiana— que sufre y padece los dolores de parto de cada día, en la dura tarea de dar luz un mundo mejor.
Ariel Alvarez Valdez
Biblista
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20:00


domingo, 15 de enero de 2023
Vacaciones en la Sierra - Parte II - El Retorno del Oso
LAS LOCAS Y ABSURDAS AVENTURAS DE MUSANTE Y GUZMÁN · #Vacaciones en la Sierra - Parte III - Encuentro con el Lagarto Juancho, El
Nuevamente en este episodio MUSANTE y GUZMÁN, siguen en las Sierras Cordobesas y esta vez se encuentran con el cocinero LUIGGI GRECO que les viene a cocinar rabas, su operador "El Mago" les ha montado bien la carpa para grabar el programa EL ALFA Y LA OMEGA; aún siguen preocupados por EL OSO que les robo la caja de las sales efervescentes (UVASAL) y para su sorpresa nuevamente el OVNI los viene a visitar y desciende, entre otros "La Morocha" y el guardaparque la recibe a los tiros de escopeta, un caos... Todo es posible en el MULTIVERSO DE MUSANTE y GUZMÁN
en
20:11


¿BAUTIZÓ JUAN EL BAUTISTA A JESÚS? - SEGUNDA PARTE
Según el relato de Marcos, sólo Jesús vio cómo se rasgaban los cielos y descendía el Espíritu, pues escribe: “Vio (en singular) que los cielos se rasgaban, y que el Espíritu bajaba” (Mc 1,10). Y sólo Jesús oyó la voz del Padre, puesto que la voz dice “Tú eres...” Para Marcos, pues, la verdadera identidad de Jesús, el Hijo de Dios venido del cielo desgarrado, el que inauguraba los últimos tiempos, es un secreto sólo conocido por Jesús. Ni el Bautista, ni los que estaban presentes aquel día en el Jordán se enteraron de nada. A pesar de lo hermoso de este relato, el episodio fue motivo de escándalo en la Iglesia primitiva. ¿Por qué Jesús se hizo bautizar por el hijo de Zacarías? Normalmente la persona que recibe, es inferior a la que da. Por lo tanto el bautismo debería haber sido al revés: alguien superior, como Jesús, tendría que haber bautizado a otro de menor dignidad, como Juan. Pero ¿por qué ocurrió al revés y Juan bautizó a Jesús?
La pregunta se extendió por todas partes. Se la hacían los cristianos, la gente, y cuantos conocían el episodio del bautismo. Cuando algunos años más tarde le tocó escribir su evangelio a Mateo, la cuestión era urticante y se había convertido en un serio problema teológico. En muchos ambientes de Palestina se había comenzado ya a considerar a Juan el Bautista superior a Jesús. Se lo tenía por verdadero Mesías, y se habían formado grupos que veneraban su figura y le rendían culto. Eran las comunidades llamadas “juaninas”. Por eso Mateo al escribir su versión no pudo eludir el tema escandaloso del bautismo de Jesús. Y trató de encontrar una solución a tan ríspido problema creando un espacio literario donde Jesús mismo pudiera dar una explicación. Para ello ambientó una escena en la que Juan trata de impedir el bautismo preguntando: “¿Por qué vienes tú a mí, si soy yo el que necesita ser bautizado por ti?” (Mt 3,14). Era la angustiosa pregunta, que en realidad no había hecho Juan a Jesús el día del bautismo, sino que se la hacía toda la gente. Y la respuesta de Jesús, que era la respuesta de Mateo a la gente preocupada de su comunidad, fue: “Déjalo así, porque conviene que se cumpla toda justicia”.
Con esto Mateo explicaba que el bautismo era voluntad de Dios. Aun cuando Jesús no tenía pecado, se presentó como un penitente cualquiera en medio del pueblo, a fin de identificarse con los hombres. Cargaba con los pecados de todos ellos, y fueron éstos los que fue a lavar con su bautismo. ¿Acaso no había profetizado Isaías que él “sería contado entre los malhechores”? (Is 53,12). Cristo era así el representante de la humanidad pecadora. El propósito de su bautismo, pues, quedaba aclarado por el mismo Jesús: quiso hacerse uno más entre los pecadores. Mateo hizo además una segunda modificación. Según Marcos, los tres sucesos acontecidos (la visión del cielo abierto, la visión del Espíritu y la audición de la voz) habían sido percibidos sólo por Jesús. En cambio según Mateo el primer elemento fue percibido por todos los presentes, pues dice que “se abrieron los cielos”, en vez de que “vio (Jesús) que los cielos se rasgaban” como ponía Marcos. También el tercer elemento, la voz de Dios, fue escuchada por todos, pues ella dice: “Éste es mi Hijo”, como dirigiéndose a todos, y no “Tú eres mi Hijo”, como en Marcos. Así, para Mateo todos fueron testigos de la superioridad de Jesús sobre Juan. Sólo el segundo elemento, la visión del Espíritu, sigue siendo exclusiva de Jesús, pues escribe que “vio (en singular) al espíritu de Dios que bajaba”.
El evangelio de Mateo no terminó de convencer. Si de todos modos Jesús había sido bautizado por Juan, entonces éste era superior. No había nada que hacerle. Y la competencia sobre la preeminencia de Jesús o del Bautista se agudizó. Los evangelios traen los ecos de estas disputas. Un día, por ejemplo, el pueblo comentaba que el Bautista era la persona más grande nacida de mujer. Jesús lo confirmó: “Les aseguro que entre los nacidos de mujer ninguno es mayor que Juan”. Pero luego agregó: “Sin embargo el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él” (Lc 7,28). ¿Y quién era “el” más pequeño en el Reino de Dios? ¿Quién era el que no había venido a ser servido, sino a servir a todos? No era otro que Jesús. Así, él mismo, delicadamente, se declaraba superior a Juan. En otra oportunidad, los círculos juaninos enseñaban que su maestro era la Luz que vino a iluminar este mundo. Entonces el cuarto evangelista tuvo que aclarar que en realidad “él no era la luz, sino que vino a dar testimonio de la Luz. El Verbo (o sea Jesús) era la Luz verdadera” (Jn 1,8-9).
También circulaban en estos grupos narraciones maravillosas sobre el nacimiento milagroso de Juan, y cómo un ángel había hablado con su padre Zacarías, curando la esterilidad de su madre Isabel. Lucas recogió estos relatos al comienzo de su evangelio, pero puso a continuación los de Jesús, para recordar cómo éste eran tan superior a Juan que ni siquiera había necesitado un padre humano para nacer (Lc 1-2). Ante esta perspectiva de confrontación entre los cristianos y los juaninos, el bautismo de Jesús por Juan resultaba cada vez más embarazoso para la iglesia primitiva. Fue en ese momento cuando le tocó escribir a san Lucas, el tercer evangelista. Y no queriendo eliminar este hecho, por la importancia que tenía, optó por eliminar a Juan. Y escribe simplemente: “Cuando todo el pueblo se estaba bautizando, se bautizó también Jesús” (Lc 3,21). ¿Quién lo bautizó? No lo menciona. Pero quiso insinuar que no fue Juan, ya que un versículo antes de contar el bautismo de Jesús, dice que Juan estaba preso en la cárcel por orden del rey Herodes (Lc 3,20).
Luego Lucas añade una nueva modificación: que Jesús estaba “en oración” cuando ocurrieron las tres manifestaciones de Dios. Con este detalle quiso desviar la atención del hecho mismo del bautismo para centrarla en la figura majestuosamente orante de Jesús. Por último, Lucas completa el proceso iniciado por Mateo, ya que el pueblo presente aquel día no sólo ve los cielos abiertos y oye la voz, sino incluso ve al Espíritu Santo descender sobre Jesús “en forma corporal de paloma”. Ahora los tres acontecimientos son públicamente conocidos. Ahora ante todo el mundo está claro que sólo Jesús es el centro y la cumbre de la escena. Pero el movimiento juanino siguió adquiriendo auge y expansión, y llegó hasta Alejandría (Egipto). El libro de los Hechos de los Apóstoles relata que uno de los oradores más brillantes de la antigüedad, un tal Apolo, oriundo de esta ciudad, pertenecía a ese grupo (Hch 18,24-25). Luego alcanzó el Asia Menor, en donde ganó adeptos entre los judíos. Los Hechos cuentan que en Efeso, al oeste del Asia Menor, Pablo encontró discípulos de Juan el Bautista (Hch 19,1-3). La secta llegó a competir de tal manera con los cristianos, que se convirtió en una verdadera amenaza para ellos. Esto lo vemos en el Cuarto Evangelio, donde el autor se ve obligado a afirmar que el Bautista no era la luz (Jn 1,8), ni el Mesías, ni Elías, ni el profeta esperado (Jn 1,19-24), ni hizo milagros (10,41); lo cual muestra claramente que en esta época había gente que pensaba todo esto de Juan.
Por otra parte, las respuestas del nuevo evangelio de Lucas tampoco satisfacían del todo a la gente, que seguían cuestionando la actitud de Jesús de hacerse bautizar. Por eso cuando se compuso el cuarto y último evangelio, precisamente en Efeso, donde las comunidades juaninas eran fuertes, su autor decidió cortar por lo sano, e hizo lo que ningún otro evangelista se había atrevido: suprimió el relato del bautismo de Jesús. Por eso es el único que no lo menciona. Solamente lo supone, cuando cuenta que un día Juan el Bautista vio venir de lejos a Jesús, y dijo a la multitud: “Ese que viene ahí es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. He visto al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se quedaba sobre él” (Jn 1,29.32). Pero ¿cuándo vio al Espíritu descender sobre él? El evangelista calla. Sobre este conflictivo problema del bautismo prefiere guardar un prudente silencio. Así es como un hecho histórico, realmente sucedido en la vida de Jesús fue contado de modos distintos por los cuatro evangelistas, según los problemas que las comunidades destinatarias tenían. Sin distorsionar la verdad, sin cambiar el mensaje ni modificar lo esencial, cada autor supo acomodarlo para que los lectores pudieran entenderlo y aprovechar al máximo la riqueza escondida en este acontecimiento vivido por Jesús. Conservando el relato primigenio cada uno le dio forma distinta, lo retocó y amoldó, no según su propio parecer, sino según el mismo Espíritu Santo los inspiraba. No lo adaptaron porque les resultaba más cómodo ni por el afán de alterar la realidad, sino porque Dios los movía para que su palabra fuera comprendida mejor por la gente.
Es la forma como predicaron los primeros evangelistas. Es la forma como debemos hacerlo nosotros. Tomar los hechos que leemos en las Sagradas Escrituras, y si para los demás, los que están alejados de la fe, resultan incomprensibles, no salir a repetirlos como están, sino más bien hacerlos carne, amoldarlos a nuestra vida, asimilarlos, y sólo después difundirlos, convertidos en gestos comprensibles por todos los miembros de la comunidad.
Ariel Álvarez Valdez
Biblista
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20:10


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