jueves, 25 de junio de 2015
miércoles, 24 de junio de 2015
¿ES VERDAD QUE LA VIRGEN BAJA A LIBRAR A LAS ALMAS DEL PURGATORIO?
Antes de responder a la pregunta específica, hay que recordar que la dimensión del Purgatorio es doctrina común de la Iglesia, que no lo interpreta necesariamente como un lugar sino más bien como una oportunidad de purificación post mortem y por tanto como un don de la misericordia divina. Para que esto quede claro hay que recordar que el Purgatorio no es una doctrina tardo medieval: tenemos testimonios muy antiguos de oración en sufragio y para la purificación de los difuntos que atestiguan esta creencia. Por ejemplo, algunas inscripciones tumbales, desde el siglo III-IV, piden oraciones por el difunto e invocan su purificación, así como las liturgias fúnebres de sufragio y las oraciones privadas por los difuntos son atestiguadas por los Padres de la Iglesia desde el siglo III (por ejemplo Tertuliano).
El primer texto que ofrece una doctrina del Purgatorio más elaborada fue el Prognosticon futuri saeculi de san Juliano de Toledo (escrito entre el 687 y el 688), el cual, con la expresión ignis purgatorius (lib. II, cc. 20-23) describe una perspectiva “purgante mediante fuego”. Se trata de una descripción que da pie a pensar en el Purgatorio como en un lugar, pero esto sucede por la limitación de nuestro lenguaje. En realidad lo que es esencial en el texto es la obra de purificación de las almas que, tras sobrevivir a la muerte del cuerpo, esperan tanto la purificación como la resurrección al final de los tiempos. Obviamente la idea del fuego proviene de la Biblia: de Sb 3,6 (los ha probado como oro al crisol) y Ecl 2,5 (porque con el fuego se prueba el oro, y a los hombres justos en el crisol del dolor).
Sobre el Purgatorio como lugar, los cristianos no católicos tendrían mucho que decir. En realidad, si lo consideramos como una dimensión de purificación misericordiosa, encontramos un mayor consenso por parte de las diversas confesiones cristianas, sobre todo con los ortodoxos. En todo caso, desde san Juliano en adelante, la Iglesia ha hablado al menos dos veces y oficialmente sobre el Purgatorio. La primera vez con la constitución Benedictus Deus del Papa Benedicto XII (29 enero 1336); la segunda, con la Carta sobre algunas cuestiones relativas a la escatología de la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1979.
Por tanto, la Iglesia sostiene con certeza la supervivencia del alma a la muerte del cuerpo, como también un acto misericordioso de purificación ofrecido a las almas que la necesitaran antes de la visión beatífica. Esto no sucede necesariamente en un lugar: el espacio y el tiempo son categorías humanas que no sabemos si son pertinentes para hablar de la realidad consiguiente a la muerte. Sostener el descendimiento de la Virgen al Purgatorio para “liberar” las almas y llevarlas al Paraíso es contrario a un aspecto del segundo texto citado, en cuanto que la purificación se vería como prisión y castigo, cuando el Purgatorio es algo totalmente distinto. La purificación no tiene característica de castigo, aunque su experiencia comporte la pena del no acceso a la visión de Dios, pero no debemos pensar que constituya un sufrimiento, por tanto su conclusión no debe ser consecuencia de una liberación, sino más bien de una fiesta: in primis la fiesta del encuentro con Cristo. Por tanto: no siempre nuestras creencias devocionales reflejan plenamente la enseñanza de la Iglesia; en este caso, si consideramos la purificación como un castigo, acabamos por oscurecer el aspecto misericordioso de la oferta de una ocasión de purificación de las almas por parte de Dios.
Implicar a la Virgen en esta obra de misericordia enclavada directamente en el misterio de Cristo muerto, resucitado, ascendido al cielo y glorificado no sería estrictamente necesario sino en la medida en que se la considere oportunamente asociada a la suerte de su Hijo. Sin quitar nada a la Virgen, esta devoción popular corre el riesgo de sobre exaltarla con resultados contraproducentes: en este caso se podría oscurecerla presencia de Cristo en la misericordia de la purificación, centrada en el Misterio Pascual del Señor, y además pasaría a segundo plano la dinámica trinitaria en la que consiste el acceso a la plena comunión con Dios Trino, Padre, Hijo, Espíritu.
Fuente:
www.aleteia.org/es
El primer texto que ofrece una doctrina del Purgatorio más elaborada fue el Prognosticon futuri saeculi de san Juliano de Toledo (escrito entre el 687 y el 688), el cual, con la expresión ignis purgatorius (lib. II, cc. 20-23) describe una perspectiva “purgante mediante fuego”. Se trata de una descripción que da pie a pensar en el Purgatorio como en un lugar, pero esto sucede por la limitación de nuestro lenguaje. En realidad lo que es esencial en el texto es la obra de purificación de las almas que, tras sobrevivir a la muerte del cuerpo, esperan tanto la purificación como la resurrección al final de los tiempos. Obviamente la idea del fuego proviene de la Biblia: de Sb 3,6 (los ha probado como oro al crisol) y Ecl 2,5 (porque con el fuego se prueba el oro, y a los hombres justos en el crisol del dolor).
Sobre el Purgatorio como lugar, los cristianos no católicos tendrían mucho que decir. En realidad, si lo consideramos como una dimensión de purificación misericordiosa, encontramos un mayor consenso por parte de las diversas confesiones cristianas, sobre todo con los ortodoxos. En todo caso, desde san Juliano en adelante, la Iglesia ha hablado al menos dos veces y oficialmente sobre el Purgatorio. La primera vez con la constitución Benedictus Deus del Papa Benedicto XII (29 enero 1336); la segunda, con la Carta sobre algunas cuestiones relativas a la escatología de la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1979.
Por tanto, la Iglesia sostiene con certeza la supervivencia del alma a la muerte del cuerpo, como también un acto misericordioso de purificación ofrecido a las almas que la necesitaran antes de la visión beatífica. Esto no sucede necesariamente en un lugar: el espacio y el tiempo son categorías humanas que no sabemos si son pertinentes para hablar de la realidad consiguiente a la muerte. Sostener el descendimiento de la Virgen al Purgatorio para “liberar” las almas y llevarlas al Paraíso es contrario a un aspecto del segundo texto citado, en cuanto que la purificación se vería como prisión y castigo, cuando el Purgatorio es algo totalmente distinto. La purificación no tiene característica de castigo, aunque su experiencia comporte la pena del no acceso a la visión de Dios, pero no debemos pensar que constituya un sufrimiento, por tanto su conclusión no debe ser consecuencia de una liberación, sino más bien de una fiesta: in primis la fiesta del encuentro con Cristo. Por tanto: no siempre nuestras creencias devocionales reflejan plenamente la enseñanza de la Iglesia; en este caso, si consideramos la purificación como un castigo, acabamos por oscurecer el aspecto misericordioso de la oferta de una ocasión de purificación de las almas por parte de Dios.
Implicar a la Virgen en esta obra de misericordia enclavada directamente en el misterio de Cristo muerto, resucitado, ascendido al cielo y glorificado no sería estrictamente necesario sino en la medida en que se la considere oportunamente asociada a la suerte de su Hijo. Sin quitar nada a la Virgen, esta devoción popular corre el riesgo de sobre exaltarla con resultados contraproducentes: en este caso se podría oscurecerla presencia de Cristo en la misericordia de la purificación, centrada en el Misterio Pascual del Señor, y además pasaría a segundo plano la dinámica trinitaria en la que consiste el acceso a la plena comunión con Dios Trino, Padre, Hijo, Espíritu.
Fuente:
www.aleteia.org/es
en
0:28


martes, 23 de junio de 2015
RESUMEN DE LA ENCÍCLICA LAUDATO SI - Primera Parte
La Encíclica toma su nombre de la invocación de san Francisco, «Laudato
si’, mi’ Signore», que en el Cántico de las creaturas recuerda que la tierra,
nuestra casa común, «es también como una hermana con la que compartimos la
existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos » (1).
Nosotros mismos «somos tierra (cfr Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está formado
por elementos del planeta, su aire nos da el aliento y su agua nos vivifica y
restaura» (2).
El Papa Francisco se dirige, claro está, a los fieles católicos,
retomando las palabras de San Juan Pablo II: «los cristianos, en particular,
descubren que su cometido dentro de la creación, así como sus deberes con la
naturaleza y el Creador, forman parte de su fe» (64), pero se propone
«especialmente entrar en diálogo con todos sobre nuestra casa común» (3): el
diálogo aparece en todo el texto, y en el capítulo 5 se vuelve instrumento para
afrontar y resolver los problemas. Desde el principio el papa Francisco
recuerda que también «otras Iglesias y Comunidades cristianas –como también
otras religiones– han desarrollado una profunda preocupación y una valiosa
reflexión» sobre el tema de la ecología (7). Más aún, asume explícitamente su
contribución a partir de la del «querido Patriarca Ecuménico Bartolomé» (7),
ampliamente citado en los nn. 8-9. En varios momentos, además, el Pontífice
agradece a los protagonistas de este esfuerzo –tanto individuos como
asociaciones o instituciones–, reconociendo que «la reflexión de innumerables
científicos, filósofos, teólogos y organizaciones sociales [ha] enriquecido el
pensamiento de la Iglesia sobre estas cuestiones» (7) e invita a todos a
reconocer «la riqueza que las religiones pueden ofrecer para una ecología
integral y para el desarrollo pleno del género humano» (62).
El recorrido de la Encíclica está trazado en el n. 15 y se desarrolla en
seis capítulos. A partir de la escucha de la situación a partir de los mejores
conocimientos científicos disponibles hoy (cap. 1), recurre a la luz de la
Biblia y la tradición judeo-cristiana (cap. 2), detectando las raíces del
problema (cap. 3) en la tecnocracia y el excesivo repliegue autorreferencial
del ser humano. La propuesta de la Encíclica (cap. 4) es la de una «ecología
integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales» (137),
inseparablemente vinculadas con la situación ambiental. En esta perspectiva, el
Papa Francisco propone (cap. 5) emprender un diálogo honesto a todos los
niveles de la vida social, que facilite procesos de decisión transparentes. Y
recuerda (cap. 6) que ningún proyecto puede ser eficaz si no está animado por
una conciencia formada y responsable, sugiriendo principios para crecer en esta
dirección a nivel educativo, espiritual, eclesial, político y teológico. El
texto termina con dos oraciones, una que se ofrece para ser compartida con
todos los que creen en «un Dios creador omnipotente» (246), y la otra propuesta
a quienes profesan la fe en Jesucristo, rimada con el estribillo «Laudato si’»,
que abre y cierra la Encíclica.
El texto está atravesado por algunos ejes temáticos, vistos desde
variadas perspectivas, que le dan una fuerte coherencia interna: «la íntima
relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en
el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de
poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor
propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de
debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política
internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo
estilo de vida.» (16).
Capítulo 1 – «Lo que le está
pasando a nuestra casa»
El capítulo asume los descubrimientos científicos más recientes en
materia ambiental como manera de escuchar el clamor de la creación, para
«convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer
cuál es la contribución que cada uno puede aportar» (19). Se acometen así
«varios aspectos de la actual crisis ecológica» (15).
EI cambio climático: «El cambio climático es un problema global con
graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y
políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la
humanidad» (25). Si «el clima es un bien común, de todos y para todos» (23), el
impacto más grave de su alteración recae en los más pobres, pero muchos de los
que «tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse
sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas» (26): «La
falta de reacciones ante estos dramas de nuestros hermanos y hermanas es un
signo de la pérdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes
sobre el cual se funda toda sociedad civil» (25).
La cuestión del agua: El Papa afirma sin ambages que «el acceso al agua
potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque
determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el
ejercicio de los demás derechos humanos». Privar a los pobres del acceso al
agua significa «negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad
inalienable» (30).
La pérdida de la biodiversidad: «Cada año desaparecen miles de especies
vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no
podrán ver, perdidas para siempre» (33). No son sólo eventuales “recursos”
explotables, sino que tienen un valor en sí mismos. En esta perspectiva «son
loables y a veces admirables los esfuerzos de científicos y técnicos que tratan
de aportar soluciones a los problemas creados por el ser humano», pero esa
intervención humana, cuando se pone al servicio de las finanzas y el
consumismo, «hace que la tierra en que vivimos se vuelva menos rica y bella,
cada vez más limitada y gris » (34).
La deuda ecológica: en el marco de una ética de las relaciones
internacionales, la Encíclica indica que existe «una auténtica deuda ecológica»
(51), sobre todo del Norte en relación con el Sur del mundo. Frente al cambio
climático hay «responsabilidades diversificadas» (52), y son mayores las de los
países desarrollados.
Conociendo las profundas divergencias que existen respecto a estas
problemáticas, el Papa Francisco se muestra profundamente impresionado por la
«debilidad de las reacciones» frente a los dramas de tantas personas y
poblaciones. Aunque no faltan ejemplos positivos (58), señala «un cierto
adormecimiento y una alegre irresponsabilidad» (59). Faltan una cultura adecuada (53) y la disposición a cambiar de
estilo de vida, producción y consumo (59), a la vez que urge «crear un sistema
normativo que [...] asegure la protección de los ecosistemas» (53).
Capítulo segundo – El
Evangelio de la creación
Para afrontar la problemática ilustrada en el capítulo anterior, el Papa
Francisco relee los relatos de la Biblia, ofrece una visión general que
proviene de la tradición judeo-cristiana y articula la «tremenda
responsabilidad» (90) del ser humano respecto a la creación, el lazo íntimo que
existe entre todas las creaturas, y el hecho de que «el ambiente es un bien
colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos» (95).
En la Biblia, «el Dios que libera y salva es el mismo que creó el
universo», y «en Él se conjugan el cariño y el vigor» (73). El relato de la
creación es central para reflexionar sobre la relación entre el ser humano y
las demás criaturas, y sobre cómo el pecado rompe el equilibrio de toda la
creación en su conjunto. «Estas narraciones sugieren que la existencia humana
se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas: la relación
con Dios, con el prójimo y con la tierra. Según la Biblia, las tres relaciones
vitales se han roto, no sólo externamente, sino también dentro de nosotros.
Esta ruptura es el pecado» (66).
Por ello, aunque «si es verdad que algunas veces los cristianos hemos
interpretado incorrectamente las Escrituras, hoy debemos rechazar con fuerza
que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la
tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas» (67). Al ser
humano le corresponde «“labrar y cuidar” el jardín del mundo (cf. Gn 2,15)»
(67), sabiendo que «el fin último de las demás criaturas no somos nosotros.
Pero todas avanzan, junto con nosotros y a través de nosotros, hacia el término
común, que es Dios» (83).
Que el ser humano no sea patrón del universo «no significa igualar a
todos los seres vivos y quitarle al ser humano ese valor peculiar» que lo
caracteriza ni «tampoco supone una divinización de la tierra que nos privaría
del llamado a colaborar con ella y a proteger su fragilidad» (90). En esta
perspectiva «todo ensañamiento con cualquier criatura “es contrario a la
dignidad humana”» (92), pero «no puede ser real un sentimiento de íntima unión
con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay
ternura, compasión y preocupación por los seres humanos» (91). Es necesaria la
conciencia de una comunión universal: «creados por el mismo Padre, todos los
seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una
especie de familia universal, [...] que nos mueve a un respeto sagrado,
cariñoso y humilde» (89).
Concluye el capítulo con el corazón de la revelación cristiana: el
«Jesús terreno» con su «relación tan concreta y amable con las cosas» está
«resucitado y glorioso, presente en toda la creación con su señorío universal»
(100).
en
23:56


¿CÓMO MURIÓ JUAN EL BAUTSTA? - Primera Parte
La muerte de Juan el Bautista, ocurrida en el
transcurso de una trágica fiesta de cumpleaños, es una de las muertes más
conocidas de la historia. Únicamente la cuentan los evangelios de Mateo y
Marcos. Lucas y Juan la omiten. Marcos trae el relato más completo y original,
sobre el que se basa Mateo. De los libros bíblicos, Marcos es quien proporciona
la información mejor y más precisa sobre el hecho. Ahora bien, ¿es histórico el
relato de la muerte de Juan el Bautista narrado por san Marcos? ¿Podemos
aceptarlo así como está, con todos sus detalles? El problema se plantea porque
existe una versión distinta, contada por un historiador judío llamado Flavio
Josefo, del siglo I. Este escritor compuso, alrededor del año 93, una obra
titulada Antigüedades Judías, en la que presenta el episodio de un modo
diferente.
Veamos primero el relato de Marcos: “Herodes
había hecho arrestar a Juan y lo había encadenado en la cárcel, por causa de
Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado.
Porque Juan le decía: «No te es lícito vivir con la mujer de tu hermano». Por
eso Herodías odiaba a Juan, y quería matarlo. Pero no podía, porque Herodes
admiraba a Juan; y como sabía que era un hombre justo y santo, le tenía
respeto. Por eso lo protegía. Y al oírlo, quedaba asombrado y lo escuchaba con
gusto”. “Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, con motivo de su cumpleaños,
dio un banquete para los nobles, los oficiales y la gente importante de
Galilea. Entonces entró la hija de Herodías a bailar. Y le gustó tanto a
Herodes y a sus invitados, que el rey dijo a la muchacha: «Pídeme lo que
quieras y te lo daré». Y le juró: «Lo que me pidas te daré, aunque sea la mitad
de mi reino». Ella salió y le consultó a su madre: «¿Qué le pido?» La madre le
respondió: «Pídele la cabeza de Juan el Bautista». Inmediatamente la muchacha
corrió adonde estaba el rey y le dijo: «Quiero que ahora mismo me des la cabeza
de Juan el Bautista en una bandeja». El rey se puso muy triste, pero no quiso
negárselo porque se lo había jurado delante de los invitados”.
“Al instante mandó el rey a un verdugo para
que le trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel, y le cortó la
cabeza. Luego la puso en una bandeja y se la trajo a la muchacha. Y la muchacha
se la dio a su madre. Cuando se enteraron los discípulos de Juan, vinieron a
recoger el cadáver y lo llevaron a enterrar” (Mc 6,16-29). Al comienzo del relato ya encontramos un
error. Marcos afirma que Herodías (esposa de Herodes) había estado casada antes
con un hermano de éste llamado Filipo (6,17). Es cierto que Herodías había
estado casada antes con un medio-hermano de su marido, pero no se llamaba
Filipo, sino Herodes como su actual marido. Puede parecer raro que dos
medio-hermanos se llamen igual. Pero sabemos que la familia de Herodes era
sumamente complicada. El rey Herodes (su tronco central) estuvo casado con diez
esposas, algunas con el mismo nombre; y con ellas tuvo numerosos hijos, varios
de los cuales se llamaron Herodes (los historiadores suelen distinguirlos con
un sobrenombre). Por eso no es extraño que Marcos, que no era un minucioso
historiador, se haya confundido y haya puesto como primer marido de Herodías a
Filipo (que en realidad era otro hermano de su marido). Algunos comentaristas
de la Biblia, para salvar el error de Marcos, dicen que el primer marido de
Herodías se habría llamado “Herodes Filipo” (uniendo los dos nombres: el
correcto, “Herodes”, y el erróneo que le da Marcos, “Filipo”). Pero un
personaje llamado “Herodes Filipo” no existió jamás, fuera de la mente de esos
comentaristas.
Un segundo desliz que comete Marcos, es llamar
a Herodes “rey” (6,14). En efecto, hubo dos Herodes en la vida histórica de
Jesús. El primero es el famoso “rey Herodes”, que gobernaba el país cuando
Jesús nació. Es el cruel monarca que, según Mateo, luego de recibir en
Jerusalén a los Magos venidos de Oriente, ordenó matar a todos los niños de
Belén y sus alrededores buscando eliminar al Niño Dios. En cambio, durante la
vida adulta de Jesús, quien gobernaba el país era un hijo del rey Herodes,
llamado también Herodes, y con el sobrenombre de Antipas. Pero este Herodes no
era “rey” sino sólo “tetrarca” (es decir, un título inferior al de rey; viene
de “tetras” = cuatro, y “arqué” = gobernante; o sea, “el que gobierna la cuarta
parte de un territorio”). Este “tetrarca Herodes” es quien hizo matar a Juan
Bautista. Y más tarde participó en el juicio a Jesús (Lc 23,8-12). A este
segundo Herodes, Mateo y Lucas lo llaman correctamente, es decir, “tetrarca”
(Mt 14,1; Lc 3,1). En cambio Marcos lo llama “rey”, como su padre. Lo cual ha
llevado a muchos lectores a confundirse, y a pensar que este Herodes de la vida
adulta de Jesús es el mismo que el de la infancia.
Un tercer elemento dudoso del relato de Marcos
es el motivo del arresto de Juan. Según el evangelista, Herodes Antipas lo
arrestó porque el Bautista lo había criticado por su matrimonio irregular con
Herodías (6,17). En efecto, en un viaje que Herodes Antipas hizo a Roma hacia
el año 28, se alojó en casa de su medio hermano Herodes. Éste llevaba una vida
privada tranquila en la capital del Imperio, viviendo como ciudadano común.
Estaba casado con Herodías, mujer ambiciosa y de carácter, que no se resignaba
a la oscura existencia que llevaba. Cuando Herodías y el poderoso Antipas se
conocieron, se encendió la vanidad de ella y la pasión de él; y ambos se
pusieron de acuerdo en que ella abandonaría a su marido de Roma y se iría con
su cuñado; y que éste, apenas llegara a Galilea, despediría a su mujer. Este
segundo matrimonio del tetrarca debió de producir gran escándalo e indignación
en Galilea, ya que violaba abiertamente la Ley de Moisés (de Lv 20,21), que
prohibía el casamiento con dos hermanos. Ahora bien, según Marcos, Juan el
Bautista se atrevió a denunciar públicamente semejante inmoralidad, y por eso
terminó con sus huesos en la cárcel.
Sin embargo, por Flavio Josefo sabemos que el
motivo del encarcelamiento de Juan fue otro. El historiador judío escribe:
“Grandes muchedumbres acudían a escuchar a Juan (el Bautista), debido a la
enorme fuerza de atracción que ejercían sus palabras. Entonces Herodes tuvo
miedo de que Juan aprovechara esta extraordinaria influencia que tenía para
incitar a sus seguidores a una rebelión, pues parecía que todo el mundo hacía
caso a sus palabras. Y consideró que era mejor eliminarlo a tiempo, antes que
tener que lamentar más tarde las revueltas que este hombre peligroso pudiera
ocasionar. Y de ese modo Juan, a causa de esta sospecha, fue encadenado y conducido
a la fortaleza de Maqueronte, en donde fue ejecutado” (Antigüedades Judías,
18,5). Según Marcos, entonces, el motivo de la prisión del Bautista fueron sus
críticas al segundo matrimonio del gobernante. Según Flavio Josefo, fueron los
temores de Antipas a una rebelión.
La versión de Josefo parece más apropiada.
Porque si bien Juan pudo haber criticado a Herodes por su situación matrimonial
ilícita, como afirma Marcos, el tetrarca debió de haber tenido motivos mucho
más graves para hacer encarcelar a alguien tan popular y querido por el pueblo,
con el riesgo que eso significaba. Además, el mismo Marcos cuenta que Herodes
frecuentaba al prisionero para oírlo, y que lo escuchaba con agrado (Mc 6,20).
¿Cómo Herodes podía escuchar con agrado a alguien que lo trataba de inmoral y
pervertido? ¿Y cómo Juan accedía a platicar apaciblemente con él? Un cuarto
elemento dudoso del relato evangélico es el extraño proceder de Herodes. En
efecto, en el versículo 17 leemos que el tetrarca mandó a encerrar al Bautista sin
consideración alguna; y que no sólo lo encarceló, sino que lo tenía
“encadenado”. Pero a partir del versículo 19 el cuadro cambia. Ahora dice que
era Herodías la que perseguía a Juan y quería matarlo. En cambio Herodes lo
“admiraba”, lo consideraba “justo y santo”, lo “respetaba”. Incluso lo
“protegía” y defendía de las asechanzas de su mujer (el verbo “synetêrei”
significa literalmente “defender a alguien de daños y muerte”); la misma cárcel
parece más una custodia protectora para Juan, que un suplicio.
Un quinto detalle problemático del evangelio
es el lugar de la muerte de Juan. Marcos no dice dónde ocurrió; sólo señala que
fue durante la fiesta de cumpleaños de Herodes Antipas. Pero por el contexto de
su relato podemos deducir que fue en Galilea. En efecto, el evangelio dice que
Antipas organizó su fiesta de cumpleaños “para los nobles, los oficiales y la
gente importante de Galilea” (6,21). Lo cual resulta lógico, pues la ciudad de
Tiberíades, en Galilea, era la capital donde vivía Antipas, donde tenía su
palacio, y por lo tanto el lugar más adecuado para imaginar el festejo de su
aniversario. Sin embargo, Flavio Josefo cuenta que Juan el Bautista no murió en
la provincia de Galilea sino en la provincia de Perea, en una fortaleza llamada
Maqueronte. Es que Herodes Antipas gobernaba sobre dos provincias: una era
Galilea, al norte del país (en donde estaba la capital, Tiberíades), y la otra
era Perea, al sudeste (en donde estaba la fortaleza de Maqueronte). Su
jurisdicción era, pues, bastante incómoda, ya que gobernaba dos provincias
separadas entre sí.
Ariel Álvarez Valdés
Biblista
en
23:32


UN SANTO EN EL TITANIC
El Titanic no sólo albergaba a ricos, sino a un futuro santo. Esto será así si sigue adelante la campaña para beatificar al padre Byles, el sacerdote inglés que viajaba en el buque y que cuando éste empezó a hundirse se negó dos veces a ser rescatado para poder seguir estando con la gente. Rezó y estuvo con las víctimas hasta el final. El 14 de abril se han cumplido 103 años del hundimiento del Titanic en el que fallecieron 1.500 personas. El padre estaba en este barco porque iba a Nueva York a la boda de su hermano William.
En el barco había mayoritariamente cristianos (protestantes y católicos) y judíos, y el padre Byles prefirió asistirles espiritualmente –se le recuerda rezando el Rosario- a ser salvado. Es otro sacerdote inglés, el padre Graham Smith, de Saint Helen, en Chipping Ongar, condado inglés de Essex, quién está detrás de la petición para que Byles suba a los altares. Por ahora, el padre Smith pide a los fieles que invoquen al padre y en el caso que ocurra un milagro, se incoaría la causa de beatificación.
Una página web www.fatherbyles.com recoge la vida del padre Byles, así como sus escritos y los textos de su última misa, celebrada el día del hundimiento, el segundo domingo de Pascua del año 1912. La homilía es particularmente estremecedora: diserta sobre necesidad de un rescate espiritual mediante la oración y los sacramentos en caso de que se produzca un naufragio (físico o espiritual). Al cabo de pocas horas, el Titanic se hundió.
El padre Byles era hijo de un pastor congregacionalista y se convirtió al catolicismo en Oxford. Fue a estudiar a Roma y al regresar fue destinado a Saint Helen.
Fuente:
www.aleteia.org/es
En el barco había mayoritariamente cristianos (protestantes y católicos) y judíos, y el padre Byles prefirió asistirles espiritualmente –se le recuerda rezando el Rosario- a ser salvado. Es otro sacerdote inglés, el padre Graham Smith, de Saint Helen, en Chipping Ongar, condado inglés de Essex, quién está detrás de la petición para que Byles suba a los altares. Por ahora, el padre Smith pide a los fieles que invoquen al padre y en el caso que ocurra un milagro, se incoaría la causa de beatificación.
Una página web www.fatherbyles.com recoge la vida del padre Byles, así como sus escritos y los textos de su última misa, celebrada el día del hundimiento, el segundo domingo de Pascua del año 1912. La homilía es particularmente estremecedora: diserta sobre necesidad de un rescate espiritual mediante la oración y los sacramentos en caso de que se produzca un naufragio (físico o espiritual). Al cabo de pocas horas, el Titanic se hundió.
El padre Byles era hijo de un pastor congregacionalista y se convirtió al catolicismo en Oxford. Fue a estudiar a Roma y al regresar fue destinado a Saint Helen.
Fuente:
www.aleteia.org/es
en
23:13


TOMÁS MORO
Nació en Londres (Inglaterra) el 7 de febrero de 1478, hijo de John More, mayordomo del Lincoln's Inn, jurista y posteriormente nombrado caballero y juez de la curia real. En 1486, tras cinco años de enseñanza primaria en el Saint Anthony School, considerada la mejor escuela de gramática de Londres, además de la única gratuita, fue conducido según la costumbre entre las buenas familias al Palacio de Lambeth, donde sirvió como paje del cardenal John Morton, arzobispo de Canterbury y lord canciller de Inglaterra. Con catorce años, Tomás Moro ingresa en 1492 en el Canterbury College de la Universidad de Oxford, donde pasa dos años estudiando la doctrina escolástica que allí se impartía y perfeccionando su retórica. Sin embargo, Moro se marchó de Oxford dos años después sin graduarse y en 1494 se dedicó a estudiar leyes en el New Inn de Londres y posteriormente en el Lincoln's Inn, institución en la que había trabajado su padre. Posiblemente durante esta época aprendió el francés, necesario tanto para las cortes de justicia inglesas como para el trabajo diplomático, uniéndose este idioma al inglés y latín ya aprendidos durante sus estudios primarios.
En torno a 1497, comienza a escribir poesías, con una ironía que le valió cierta fama y reconocimiento. En esta época tiene sus primeros encuentros con los precursores del Renacimiento, conociendo a Erasmo de Rotterdam, con quien entablaría amistad, y a John Skelton. Hacia 1501 ingresó en la Tercera orden de San Francisco, viviendo como laico en un convento cartujo hasta 1504. Allí se dedicaría al estudio religioso y alrededor de 1501 traduciría epigramas griegos al latín y comentaría De civitate Dei, de San Agustín. A través de los humanistas ingleses tiene contacto con Italia. Tras realizar una traducción (publicada en 1510) de una biografía de Giovanni Pico della Mirandola escrita por su sobrino Gianfrancesco, quedó prendado del sentimiento de la obra que adoptó para sí, y que marcaría definitivamente el curso de su vida.
Al abandonar la Orden de los Cartujos, en 1505, contrae matrimonio con Jane Colt y ese mismo año nace su hija Margaret, quien sería su discípula. Habiendo abandonado la Orden de los Cartujos, recibido en leyes, ejerce como abogado con éxito, en parte gracias a su preocupación por la justicia y la equidad; más tarde sería juez de pleitos civiles y profesor de Derecho. En 1506 nace su segunda hija, Elizabeth. Ese año traduce al latín Luciano en compañía de Erasmo. Un año más tarde nace Cecily, su tercera hija. Tomás Moro es pensionado y mayordomo en el Lincoln's Inn, donde realiza conferencias entre 1511 y 1516. En 1509 nace su hijo John. Moro participa en gestiones entre grandes compañías de Londres y Amberes. Ese mismo año escribe poemas para la coronación de Enrique VIII. En 1510 es nombrado miembro del parlamento y vicesheriff de Londres. Un año más tarde muere su esposa Jane y se casa con Alice Middleton, viuda siete años mayor que Moro y con una hija, Alice.
En 1513 escribe History of King Richard III, libro que inspirará al personaje de William Shakespeare. En 1515 es enviado a una embajada comercial en Flandes. Ese año escribe el libro segundo de Utopía. Un año más tarde escribe el libro primero de Utopía y la obra completa es publicada en Lovaina. En 1517 es enviado a Calais para resolver problemas mercantiles. En 1524 es nombrado Administrador de la Universidad de Oxford; en 1525 Administrador de la Universidad de Cambridge y Canciller de Lancaster. En 1528 el obispo de Londres le permite leer libros heréticos para refutarlos. En 1530 no firma la carta de nobles y prelados que solicita del papa la anulación del matrimonio real. En 1532 renuncia a su cargo de canciller. En 1534 se niega a firmar el Acta de Supremacía que representa repudio a la supremacía papal. El Acta establece condena a quienes no la acepten y el 17 de abril del mismo año es encarcelado. Un año más tarde es decapitado, el 6 de julio de 1535.
Tomás Moro fue beatificado junto a otros 53 mártires (entre ellos John Fisher) por el papa León XIII en 1886, y finalmente proclamado santo por la Iglesia Católica el 19 de mayo de 1935 (junto a John Fisher), por el Papa Pío XI. Juan Pablo II, el 31 de octubre del año 2000, lo proclamó patrón de los políticos y los gobernantes, respondiendo así a la demanda que, en 1985, le presentó el Presidente de la República Italiana, Francesco Cossiga, y que recogió centenares de firmas de jefes de Gobierno y de Estado, parlamentarios y políticos. Mantuvo hasta el final su sentido del humor, confiando plenamente en el Dios misericordioso que le recibiría al cruzar el umbral de la muerte. Mientras subía al cadalso se dirigió al verdugo en estos términos: “¿Puede ayudarme a subir?, porque para bajar, ya sabré valérmelas por mí mismo”. Luego, al arrodillarse dijo: “Fíjese que mi barba ha crecido en la cárcel; es decir, ella no ha sido desobediente al rey, por lo tanto no hay por qué cortarla. Permítame que la aparte”. Finalmente, ya apartando su ironía, se dirigió a los presentes: “Muero siendo el buen siervo del Rey, pero primero de Dios”.
En torno a 1497, comienza a escribir poesías, con una ironía que le valió cierta fama y reconocimiento. En esta época tiene sus primeros encuentros con los precursores del Renacimiento, conociendo a Erasmo de Rotterdam, con quien entablaría amistad, y a John Skelton. Hacia 1501 ingresó en la Tercera orden de San Francisco, viviendo como laico en un convento cartujo hasta 1504. Allí se dedicaría al estudio religioso y alrededor de 1501 traduciría epigramas griegos al latín y comentaría De civitate Dei, de San Agustín. A través de los humanistas ingleses tiene contacto con Italia. Tras realizar una traducción (publicada en 1510) de una biografía de Giovanni Pico della Mirandola escrita por su sobrino Gianfrancesco, quedó prendado del sentimiento de la obra que adoptó para sí, y que marcaría definitivamente el curso de su vida.
Al abandonar la Orden de los Cartujos, en 1505, contrae matrimonio con Jane Colt y ese mismo año nace su hija Margaret, quien sería su discípula. Habiendo abandonado la Orden de los Cartujos, recibido en leyes, ejerce como abogado con éxito, en parte gracias a su preocupación por la justicia y la equidad; más tarde sería juez de pleitos civiles y profesor de Derecho. En 1506 nace su segunda hija, Elizabeth. Ese año traduce al latín Luciano en compañía de Erasmo. Un año más tarde nace Cecily, su tercera hija. Tomás Moro es pensionado y mayordomo en el Lincoln's Inn, donde realiza conferencias entre 1511 y 1516. En 1509 nace su hijo John. Moro participa en gestiones entre grandes compañías de Londres y Amberes. Ese mismo año escribe poemas para la coronación de Enrique VIII. En 1510 es nombrado miembro del parlamento y vicesheriff de Londres. Un año más tarde muere su esposa Jane y se casa con Alice Middleton, viuda siete años mayor que Moro y con una hija, Alice.
En 1513 escribe History of King Richard III, libro que inspirará al personaje de William Shakespeare. En 1515 es enviado a una embajada comercial en Flandes. Ese año escribe el libro segundo de Utopía. Un año más tarde escribe el libro primero de Utopía y la obra completa es publicada en Lovaina. En 1517 es enviado a Calais para resolver problemas mercantiles. En 1524 es nombrado Administrador de la Universidad de Oxford; en 1525 Administrador de la Universidad de Cambridge y Canciller de Lancaster. En 1528 el obispo de Londres le permite leer libros heréticos para refutarlos. En 1530 no firma la carta de nobles y prelados que solicita del papa la anulación del matrimonio real. En 1532 renuncia a su cargo de canciller. En 1534 se niega a firmar el Acta de Supremacía que representa repudio a la supremacía papal. El Acta establece condena a quienes no la acepten y el 17 de abril del mismo año es encarcelado. Un año más tarde es decapitado, el 6 de julio de 1535.
Tomás Moro fue beatificado junto a otros 53 mártires (entre ellos John Fisher) por el papa León XIII en 1886, y finalmente proclamado santo por la Iglesia Católica el 19 de mayo de 1935 (junto a John Fisher), por el Papa Pío XI. Juan Pablo II, el 31 de octubre del año 2000, lo proclamó patrón de los políticos y los gobernantes, respondiendo así a la demanda que, en 1985, le presentó el Presidente de la República Italiana, Francesco Cossiga, y que recogió centenares de firmas de jefes de Gobierno y de Estado, parlamentarios y políticos. Mantuvo hasta el final su sentido del humor, confiando plenamente en el Dios misericordioso que le recibiría al cruzar el umbral de la muerte. Mientras subía al cadalso se dirigió al verdugo en estos términos: “¿Puede ayudarme a subir?, porque para bajar, ya sabré valérmelas por mí mismo”. Luego, al arrodillarse dijo: “Fíjese que mi barba ha crecido en la cárcel; es decir, ella no ha sido desobediente al rey, por lo tanto no hay por qué cortarla. Permítame que la aparte”. Finalmente, ya apartando su ironía, se dirigió a los presentes: “Muero siendo el buen siervo del Rey, pero primero de Dios”.
en
23:09


martes, 16 de junio de 2015
IL VOLO SANREMO GRANDE AMORE
El álbum elegido para el programa de esta semana es: Il Volo con Grande amore
Il Volo con Grande amore ha sido el gran triunfador del 65º Festival Della Canzone Italiana, el popularmente conocido como Sanremo, y representarán a Italia en Eurovisión 2015. El trio se impuso en la súper final a Nek, multipremiado en las numerosas categorías del certamen, y a Malika Ayane, la gran sorpresa de la noche. El ganador de Sanremo 2015 tenía, por primera vez en 49 años, el derecho a representar a Italia en Eurovisión si aceptaba la invitación de la RAI. La gala ha estado formada por 16 participantes entre los que se encontraba Nina Zilli (Italia 2012) siendo la única eurovisiva en competición tras la eliminación en semifinales de Lara Fabian (Luxemburgo 1988) y Raf (Italia 1987). Un sistema mixto de puntuación de televoto (40%), jurado experto (30%) y jurado demoscópico (30%) ha sido el encargado de decidir el ganador en dos rondas de votación, la primera para elegir a los tres superfinalistas, y la segunda para seleccionar el vencedor.
Malika Ayane fue la opción favorita de los jueces expertos y Nek la propuesta preferida del panel demoscópico mientas que Il Volo arrasaron entre los espectadores con el 56.2% de los votos lo que determinó su victoria. Sanremo 2015 ha barrido en audiencia con un seguimiento medio en sus cinco galas de 10.829.000 espectadores y un 48.5% de share y un espectacular 54,2% y 11.843.000 en su gran final. El 65º Festival Della Canzone Italiana ha recibido numerosos elogios por la calidad de sus candidaturas, la mejor cosecha de los últimos años, así como a sus medios audiovisuales y técnicos, especialmente a su sobresaliente orquesta, lo cual lo convierte en uno de los grandes espectáculos musicales del mundo. Las críticas se centraron, una vez más, en la duración y el ritmo de la gala aunque Sanremo, sin su maratoniana escaleta, no sería Sanremo.
La gran final de Sanremo 2015 ha sido presentada por Carlo Conti, Arisa, Emma Marrone (Italia 2014) y Rocío Muñoz desde el Teatro Ariston de Sanremo a partir de las 20:50 CET. Nek e Il Volo partían como grandes favoritos al trofeo en las encuestas seguidos por otros artistas como Annalisa, Chiara, Dear Jack, Lorenzo Fragola o Nesli que aspiraban a dar la sorpresa. Italia, como miembro del Big 5, participará directamente en la gran final de Eurovisión el próximo sábado 23 de mayo en Viena, Austria.
Il Volo con Grande amore ha sido el gran triunfador del 65º Festival Della Canzone Italiana, el popularmente conocido como Sanremo, y representarán a Italia en Eurovisión 2015. El trio se impuso en la súper final a Nek, multipremiado en las numerosas categorías del certamen, y a Malika Ayane, la gran sorpresa de la noche. El ganador de Sanremo 2015 tenía, por primera vez en 49 años, el derecho a representar a Italia en Eurovisión si aceptaba la invitación de la RAI. La gala ha estado formada por 16 participantes entre los que se encontraba Nina Zilli (Italia 2012) siendo la única eurovisiva en competición tras la eliminación en semifinales de Lara Fabian (Luxemburgo 1988) y Raf (Italia 1987). Un sistema mixto de puntuación de televoto (40%), jurado experto (30%) y jurado demoscópico (30%) ha sido el encargado de decidir el ganador en dos rondas de votación, la primera para elegir a los tres superfinalistas, y la segunda para seleccionar el vencedor.
Malika Ayane fue la opción favorita de los jueces expertos y Nek la propuesta preferida del panel demoscópico mientas que Il Volo arrasaron entre los espectadores con el 56.2% de los votos lo que determinó su victoria. Sanremo 2015 ha barrido en audiencia con un seguimiento medio en sus cinco galas de 10.829.000 espectadores y un 48.5% de share y un espectacular 54,2% y 11.843.000 en su gran final. El 65º Festival Della Canzone Italiana ha recibido numerosos elogios por la calidad de sus candidaturas, la mejor cosecha de los últimos años, así como a sus medios audiovisuales y técnicos, especialmente a su sobresaliente orquesta, lo cual lo convierte en uno de los grandes espectáculos musicales del mundo. Las críticas se centraron, una vez más, en la duración y el ritmo de la gala aunque Sanremo, sin su maratoniana escaleta, no sería Sanremo.
La gran final de Sanremo 2015 ha sido presentada por Carlo Conti, Arisa, Emma Marrone (Italia 2014) y Rocío Muñoz desde el Teatro Ariston de Sanremo a partir de las 20:50 CET. Nek e Il Volo partían como grandes favoritos al trofeo en las encuestas seguidos por otros artistas como Annalisa, Chiara, Dear Jack, Lorenzo Fragola o Nesli que aspiraban a dar la sorpresa. Italia, como miembro del Big 5, participará directamente en la gran final de Eurovisión el próximo sábado 23 de mayo en Viena, Austria.
en
23:07


TRES BESOS IMPORTANTES...
La
Biblia habla de tres tipos de besos: el beso de lealtad, el beso de amistad y
el beso de amor. Examinaremos cada uno brevemente.
EL BESO DE LEALTAD
Este
tipo de beso indica el respeto hacia una figura de autoridad, como un rey o un
gobernante. Después de ungir al rey Saúl de Israel, el profeta Samuel “lo besó” como signo de respeto (1
Samuel 10-1).
El
beso de lealtad lo encontramos también en la práctica de la idolatría. Hablando
de esta práctica pecaminosa, Oseas escribió: “Ahora siguen pecando: se
fabrican estatuas de metal fundido, hacen con su plata ídolos de su invención.
¡Obra de artesanos es todo eso! Luego dicen: «Ofrézcanles sacrificios».
¡Hombres besan a terneros!” (Oseas 13-2).
Después
de haber observado a gente besando a ídolos —ya que todo lo ve (Job 34:21) —,
Dios le dijo a Elías (quién creía que era el único que servía a Dios): “Pero
yo preservaré en Israel un resto de siete mil hombres: todas las rodillas que
no se doblaron ante Baal y todas las bocas que no lo besaron” (1 Reyes
19-18).
De
todos los tipos de besos mencionados en la Biblia, el beso de lealtad es, sin
duda alguna, el más importante de todos. Al resumir las instrucciones de Dios
en dos mandamientos grandes: “Jesús respondió: «El primero es: Escucha,
Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios,
con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus
fuerzas” (Marcos 12-29,30).
Si
damos nuestra lealtad a Dios, Sus instrucciones guiarán las decisiones que
tomamos acerca de los otros tipos de besos.
EL BESO DE AMISTAD
En
el Antiguo Testamento, el beso era una forma común de demostrar amistad. Los padres besaban a sus hijos
(Génesis 27-27) y hay numerosos ejemplos de parientes que se saludaban o se
despedían con un beso (Génesis 29-10,15; 31-55; 33-4; 45-15; Éxodo 18-7; Ruth
1-9). Este tipo de beso no romántico se ofrecía a todos los miembros de la
familia extendida.
Además
de los parientes que se besaban, también era costumbre besarse entre amigos
(véase el ejemplo de David y Jonatán en 1 Samuel 20-41). “Cuando el servidor partió, David
subió del lado del sur y se postró tres veces con el rostro en tierra. Después,
uno y otro se abrazaron llorando, hasta que la pena de David creció más
todavía” Siguiendo esta tradición de dar un beso como signo de amistad,
Pablo alentaba a los hermanos cristianos del Nuevo Testamento a saludarse con
un beso santo (Romanos 16-16; 1 Corintios 16-20). Por supuesto, esto no era
solamente una tradición; era el seguimiento de la enseñanza de Cristo según el
cual los hermanos espirituales deben amarse los unos a los otros (Juan 13-34, 35).
Era un signo del amor de Cristo mutuamente compartido y de la paz y armonía que
aportó a su vida.
EL BESO DE AMOR
El
beso de amor es una experiencia apasionada que, muchas veces, estimula el deseo
de tener más intimidad. En vez de un beso en la mejilla como uno lo daría a un
amigo o a una amiga, este tipo de beso se da habitualmente en los labios. Como
la novia del Cantar de los Cantares proclama: “¡Que me bese ardientemente con
su boca! Porque tus amores son más deliciosos que el vino” (Cantar 1,2).
Debido
a que este tipo de besos a menudo da lugar a una actividad sexual (Proverbios
7), este tipo de besos se debe reservar para el matrimonio. Como lo aconseja el
Cantar de los Cantares 2:7, “¡Júrenme, hijas de Jerusalén, por las
gacelas y las ciervas del campo, que no despertarán ni desvelarán a mi amor,
hasta que ella quiera!” El mejor momento para aprender a besar de esta
forma es estando casados. Como acabamos de ver, besar es un asunto bastante
importante.
en
22:00


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