miércoles, 27 de junio de 2018

EL PATRIARCA NIKON


El patriarca Nikon, destacado reformador de la Iglesia ortodoxa, apareció en el escenario político del siglo XVII en una época que determinó en mucho el desarrollo posterior de la sociedad y el Estado ruso. Su figura es comparable a la del cardenal Richelieu en Francia. Sus principales aspiraciones eran simplificar el culto ortodoxo cuanto fuera posible acercándolo a la comprensión de los feligreses rusos; inspirar una devoción verdadera y no solo formal; y lograr una sólida autonomía de la Iglesia respecto al Estado, en un tiempo de fortalecimiento del absolutismo en Rusia.

El patriarca Nikon, nació en mayo de 1605 en la población de Veldemánovo, provincia de Nizhni Nóvgorod. Su padre era campesino y pertenecía a la minoría étnica de los maris. A los 12 años de edad Nikita huyó a un monasterio local tras un conflicto con su madrastra. Allí aprendió el alfabeto, las bases de la vida monacal y obtuvo cierta afición a la lectura. Más tarde, al parecer tras la muerte de su padre, los parientes le instaron a volver a la vida secular para sustentar a su familia y le obligaron a casarse. Al apreciar sus conocimientos, los parroquianos de una aldea vecina le invitaron a servir de cura cuando tenía 21 años de edad.

Con su mujer tuvo tres hijos pero todos ellos murieron a temprana edad. Fue entonces cuando Nikita Minin decidió alejarse de la vida secular. Se trasladó a la ermita de Anzerski, situada en una de las islas Solovetskie, en el mar Blanco, donde adoptó el nombre de Nikon. Tres años después fue a Moscú para recaudar dinero para el monasterio y fue allí donde conoció al joven zar Alejo I. El monarca quedó impresionado por el nivel intelectual del monje, por su idealismo y por su determinación de reformar la Iglesia ortodoxa rusa. Nikon convenció al zar de la necesidad de corregir los libros litúrgicos de acuerdo con los auténticos textos de las comunidades cristianas griegas. El zar dispuso que tal trabajo se llevara a cabo en Moscú y además encomendó a Nikon que encabezara el monasterio del Salvador en la capital rusa.

Además de ser plenipotenciario en los asuntos espirituales, Alejo otorgó al religioso poderes para administrar justicia y le concedió el derecho de liberar presos de los calabozos siempre que lo considerara oportuno. Nikon elaboró durante su estadía en Nóvgorod el programa de modificaciones en las costumbres y las prácticas religiosas que deberían, a su juicio, devolver la calma y el bienestar al pueblo ruso. El punto clave de la reforma comprendía la unificación de los ritos para todos los creyentes ortodoxos a partir del patrón de la tradición litúrgica griega.

Todos los libros deberían ser corregidos tras una comparación detallada con los textos sagrados en hebreo y en griego. La misa debería ser, ante todo, ritual y solemne y en vez de recitar las oraciones y los textos litúrgicos en varias voces simultáneas, los parroquianos deberían seguir una voz única e inteligible, la del sacerdote, a lo largo de todo el servicio. Después de la muerte del patriarca José (Iósif), el zar Alejo pidió públicamente a Nikon que “no dejara la Iglesia sin custodia”, lo que obligó a los participantes del concilio convocado en junio de 1652 a nombrar al hombre de confianza del zar cabeza de la Iglesia rusa. Esta elección y dos concilios más convocados ya por el propio patriarca en 1654 y 1656 le permitieron emprender todos los puntos de su reforma.

Durante la época de Nikon se produjo un cisma dentro de la Iglesia ortodoxa rusa. Mientras la mayor parte de la población aceptó las reformas del patriarca, hubo un sector encabezado por el arcipreste Avvakum, que se opuso a los cambios, que denunciaban como el signo del advenimiento del Anticristo. Avvakum, que había nacido en una aldea vecina a la de Nikon, fue desterrado y sus seguidores cruelmente perseguidos. Muchos de ellos optaron por esconderse en ermitas en lugares de difícil acceso de Siberia. Los historiadores consideran que el principal error que cometió Nikon durante su patriarcado fue la excomunión de los que se persignaban con dos dedos en vez de realizar la señal de la cruz con tres dedos impuesta por los textos litúrgicos griegos.

Como consecuencia del excesivo celo de la reforma, el pequeño detalle de la práctica religiosa se transformó en el símbolo máximo del cisma entre los ortodoxos. Otra muestra de intolerancia que provocó grandes protestas de los viejos creyentes fue la destrucción y quema los iconos que a juicio del patriarca y de sus asistentes no cumplían con los cánones. Nikon centró entonces sus actividades en los tres monasterios que fundó y que consideraba su propiedad (algo que también se salía de los límites del derecho canónico). Vivió cerca de Moscú en el monasterio de la Resurrección, que denominaba Nueva Jerusalén y que se edificó como la casa de campo del patriarca. En 1664 Nikon intentó volver a ejercer sus poderes como cabeza de la Iglesia, y para ello fue a Moscú para oficiar misa. Sin embargo, Alejo ya había enviado emisarios a los patriarcas de Constantinopla, Antioquía, Alejandría y Jerusalén y a los arzobispos de los pueblos ortodoxos de los Balcanes para consultarles y convocar un concilio universal para deshacerse del patriarca. En noviembre de 1666 se reunieron en Moscú los jerarcas de la Iglesia ortodoxa.

De acuerdo con la decisión unánime del concilio, Nikon fue privado no solo del pontificado, sino también del título de obispo y desterrado. Hasta el año 1681 vivió es estricta clausura como un monje común en el monasterio Kirilo-Belozerski en el norte de Rusia. Con la mayoría de edad del zar Teodoro III, hijo y sucesor de Alejo I, se permitió que el patriarca abandonara el monasterio y en 1681 fue invitado a volver a Moscú. El anciano jerarca partió del monasterio en el que estaba recluido pero falleció en el camino hacia la capital. Fue sepultado en el monasterio de Nueva Jerusalén, cerca de Moscú, y en 1682 le fue devuelto póstumamente el título de patriarca de toda Rusia.

SAN CIRILO Y SAN METODIO


En el mundo se llamaban Constanino y Miguel. Recibieron sus nombres de Cirilo y Metodio al entrar a la vida religiosa. Son los dos grandes apóstoles de los países eslavos, como por ejemplo: Yugoslavia, Checoslovaquia, Bulgaria, Serbia, Croacia, etc. Nacieron en Tesalónica, Grecia. Su padre era un importante funcionario gubernamental. En su ciudad se hablaban varios idiomas, y entre ellos el eslavo. Fueron siete hermanos. Metodio era el mayor y Cirilo el menor de todos.

Cirilo y Metodio ejercieron su misión evangelizadora en el imperio de la Gran Moravia. Este Estado surgió a comienzos del siglo noveno. Su centro se hallaba en Moravia, en la actualidad parte oriental de la República Checa. También pertenecían a la Gran Moravia territorios eslovacos y su influencia se extendía hasta
Bohemia.

En la Gran Moravia propagaban el cristianismo misioneros de Italia Septentrional y principalmente de la vecina Baviera. A mediados del siglo noveno Moravia ya era cristiana, mas el príncipe Rostislav, deseando obtener plena independencia con respecto al imperio franco oriental - la posterior Alemania-, solicitó al emperador de Bizancio, Miguel III, de Constantinopla, el envío de sacerdotes cultos que afianzasen el cristianismo en la Gran Moravia y estableciesen una organización eclesiástica independiente de Baviera. El emperador de Bizancio encargó la misión a dos cultos hermanos, Cirilo y Metodio, oriundos de Salónica, que dominaban la lengua eslava.

Cirilo y Metodio llegaron al imperio de la Gran Moravia en el año 863 y desarrollaron aquí una extraordinaria labor religiosa y cultural. Los hermanos Cirilo y Metodio nacieron en el seno de una familia griega radicada en Salónica. Cirilo cuya labor misionera en la Gran Moravia se extendiera durante cuatro años, aportó grande y fundamentalmente la cultura granmorava, así por ejemplo, el alfabeto compuesto de 38 letras, el que reflejaba la gran riqueza sonora del eslavo antiguo. La escritura eslava de Cirilo recibió el nombre de glagólica.

Cirilo es también el fundador de la literatura eslava. Elaborada la escritura eslava, de inmediato se enfrascó en la traducción de libros religiosos al eslavo antiguo. El primer libro traducido por Cirilo fue el evangeliario, elemento indispensable para celebrar las misas y para la catequesis. Con ayuda de sus discípulos vertió al eslavo antiguo también el misal, el apostolario y otros libros litúrgicos.

Al concluir en Moravia la traducción de los cuatro evangelios, Cirilo escribió el prólogo de esta obra, llamado Proglas. Se trata de una composición poética, escrita en versos, según los cánones griegos, considerada una obra fundamental de la literatura eslava. Terminados sus cuatro años misioneros en la Gran Moravia, Cirilo viajó a Roma e ingresó en un convento de monjes griegos. Falleció a los 50 días de su estancia en la Ciudad Eterna, el 14 de febrero del 869. Al morir, el primer educador y maestro de los eslavos tenía tan sólo 42 años.

Metodio, hermano de Cirilo y colaborador en la misión en la Gran Moravia, nació alrededor del año 815, también en Salónica. El padre lo destinó a la carrera militar para la cual Metodio tenía notables dotes. Disgustado por violentos sucesos en la corte bizantina, Metodio renunció al puesto de comandante militar e ingresó en un convento ubicado al pie del Olimpo. Metodio se desempeñó cómo archidiácono del templo de Hagia Sofia, de Constantinopla,y como profesor de filosofía. Metodio fue el arzobispo metropolitano de los granmoravos, aunque no siempre encontró la comprensión y el respaldo del príncipe de la Gran Moravia, Svatopluk.

Bajo la dirección de Metodio se desarrolló la escuela literaria morava de la cual salieron las traducciones al eslavo antiguo de todos los libros del Viejo y del Nuevo Testamento. La traducción de las Sagradas Escrituras fue realizada en la Gran Moravia en ocho meses. Metodio la dictó a los escribanos que utilizaban una especie de taquigrafía. San Metodio murió el 6 de abril del año 885 y fue enterrado en su templo metropolitano en Moravia. La tradición sitúa el lugar de su sepultura en Velehrad, Moravia del Sur. Sin embargo, el desmoronamiento del imperio de la Gran Moravia como consecuencia de las incursiones de los magiares ocasionó la destrucción de los asentamientos.

miércoles, 20 de junio de 2018

RUSIA EN EL OJO DE LA CRISIS CLIMÁTICA


La huella ecológica de la guerra en el medio ambiente: Habitualmente cuando se mencionan catástrofes ecológicas se citan sobre todo las causadas por la explotación indebida y abusiva de los recursos naturales del planeta, los accidentes de tipo nuclear o las fugas químicas, olas grandes catástrofes naturales como erupciones volcánicas y terremotos. No se citan en cambio, por lo general, las agresiones medioambientales causadas por el impacto de las guerras, por ejemplo en la guerra de Irán e Irak, (1980-1988, sedieron 545 escapes producidos por los bombardeos a refinerías de petróleo y los viaductos. Sin embargo, la opinión pública no se concienció realmente del impacto de la guerra sobre el medio ambiente hasta 1991, durante la Guerra del Golfo Pérsico, con el vertido de crudo al mar y la quema de pozos de petróleo practicada por Sadam Husein como una eficaz táctica bélica, que causó daños ecológicos irreversibles.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el Bloque Occidental liderado por los Estados Unidos, y el Bloque del Este, compuesto por la entonces Unión Soviética y los países políticamente afines (en particular los de la Europa Oriental), mantuvieron una tensa relación política y económica. El liderazgo político en la URSS por Mijail Gorbachov desarrolló una apertura política y económica, denominada Perestroika (1986), dejó patente que la llamada “guerra fría” estaba tocando a su fin. También en 1986 la cumbre entre Estados Unidos y la URSS (sin lugar a dudas un hito en la historia del siglo XX) y el incuestionable acercamiento político entre ambos estados abrieron la esperanza de un futuro desarme internacional con la firma de un tratado para el control de armamentos y la firma en 1987 de un tratado de desmantelamiento de todos los misiles de alcance medio en suelo europeo. Así, tras la caída del Muro de Berlín en 1989, considerado un símbolo de la existencia de dos bloques políticos en el mundo, la unificación de Alemania (1990) y la desmembración de la URSS (1991) empezó a perfilarse una clara política de desarme atómico.

En este sentido fue también un hito importantísimo el tratado START II (1993), firmado en una cumbre ruso-estadounidense, y que suponía la reducción, en diez años, de dos tercios de los arsenales estratégicos de ambas potencias. También en abril del mismo año, el demócrata Bill Clinton, poco después de acceder a la presidencia de Estados Unidos, sorprendió anunciando, en el marco de la celebración del Día de la Tierra, un cambio radical en la política del país, encaminada a convertirse en una potencia ecológica. La apertura política en la antigua Unión Soviética puso de manifiesto públicamente que la URSS, durante décadas, no había aplicado ningún tipo de política ecológica, tanto en el campo industrial como en el agrícola. Occidente constató que las centrales nucleares soviéticas y de países afines no reunían las condiciones requeridas de mantenimiento y seguridad. El accidente en Chernobil (Ucrania) en 1986, no solo alertó al mundo del peligro, en general, de las centrales nucleares, sino que además fue el primer accidente que tuvo un impacto real en la opinión pública.

El mundo empezaba por primera vez a ser consciente del peligro de las centrales nucleares. Pocos meses después y en los años siguientes, los efectos de la fuga radiactiva de la central de Chernobil quedaron patentes dramáticamente con el nacimiento de niños y animales con terribles deformaciones y mutilaciones así como por el vertiginoso incremento de enfermedades entre la población adulta. Así mismo y debido a los problemas de contaminación medioambiental procedente de los envejecidos y caducos complejos industriales de la península de Kola (Rusia), que afecta sobre todo a las extensas llanuras de Laponia, se constituyó en enero de 1993 un Consejo Euro-Ártico firmado entre los países nórdicos y Rusia, destinado a regular la protección del medio ambiente. Luego de muchos años de luchas para salirse de ese huracán medio ambiental en que se encontraba, Rusia le apuesta a la defensa del medio ambiente, se perfila en ser cada vez más un país comprometido en la conservación y protección de los recursos naturales y la defensa de la salud pública.

Hoy Rusia es un país amigable con el medio ambiente, casado con la innovación y el desarrollo humano, apoyado en la tecnología y la suma de fuerzas comprometidas en evitar la contaminación y el agotamiento de la riqueza natural que nos cobija. Ambientalmente tuvo que pagar una factura muy cara, en vidas, con fuego y sangre, es una nación llena de héroes que dieron su vida por su país, por las libertades civiles y por la conservación del planeta. Acompáñenos en esta gira que estamos haciendo en estos días por este, que es el país más grande del planeta, con multiplicidad de razas, especies y climas. Realmente la nación Rusa es todo un paraíso terrenal.

Desde Costa Rica
Jorge Muñoz Somarribas
Coordinador

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EL ICONO DE LA VIRGEN DE VLADIMIR


La Virgen de Vladimir pertenece al tipo de iconos llamados por los griegos “Eleusa” y por los rusos “Umilenie” o sea de la ternura. También se llama Efesina y se le atribuye a San Lucas que la habría pintado en Efeso. Puede estar inspirada en un prototipo de Lucas. Las referencias históricas precisas empiezan en 1155, cuando el Patriarca de Constantinopla, Luc Chrysoberges, obsequió el ícono al príncipe Jorge Dolgorouky; el príncipe lo colocó en el convento de Vychgorod, cerca de Kiev. Más tarde, el príncipe Jorge confió el ícono a su hijo Andrés Bogolioubsky, quien se lo llevó a Vladimir y en 1160 lo colocó en la catedral de la Asunción, que había sido construida para este fin. El ícono fue llamado entonces Nuestra Señora de Vladimir. En 1164, en su marcha contra los búlgaros de Volga, el gran príncipe Andrés lo llevó a la cabeza de su ejército mientras los soldados cantaban: “Quien espera en Ti, madre de Dios, no perecerá jamás”. Recubrió el icono con oro, plata y piedras preciosas.

El 13 de abril de 1185 un violento incendio destruyó la catedral, pero el icono se salvó milagrosamente. Cuando los tártaros invadieron a Vladimir, robaron el precioso decorado, pero dejaron intacto el icono. En 1395, Tamerlán, jefe tártaro, se aproximaba a Moscú con su ejército después de hacer destruido muchas ciudades en el sur de Rusia. Animado de una fe viva, el gran duque Basilio I hizo transportar el icono de Vladimir a Moscú en la fiesta de la Anunciación y lo hizo colocar en la catedral del Kremlin, construida para honrar este misterio. Tamerlán retrocedió y la ciudad se salvó. Desde entonces, el icono milagroso permaneció en Moscú, que se había convertido en la nueva capital de Rusia. El 2 de septiembre de 1812, la víspera de la ocupación de Moscú por las tropas de Napoleón, el icono fue temporalmente llevado a Vladimir. El 20 de octubre era devuelto a Moscú, su ciudad habitual, a la catedral de la Asunción el corazón del Kremlin.

El icono de Vladimir. El icono de Vladimir se fue ligando tan profundamente a la vida religiosa del pueblo ruso que poco a poco se establece la costumbre de coronar delante de él los zares de Rusia. En 1917 comenzó la revolución. En 1919, los comunistas, ya en el poder, sacaron el precioso decorado y llevaron el icono de la catedral de la Asunción a la galería de Tetriakov, museo de pintura rusa, situado muy cerca del Kremlin. Poco después la catedral de la Asunción fue cerrada y transformada en museo. El icono representa los principales misterios cristianos: la Santísima Trinidad, la Encarnación y Pasión del Verbo, la Pasión de su Cuerpo Místico, la Resurrección y la Ascensión; se puede decir que está simbolizada toda las historia de la Iglesia. El fondo dorado del Icono se llama luz y simboliza la “Luz Divina” el Padre mismo. La gloria divina que no depende de ninguna fuente natural. El Hijo de Dios Jesucristo está en brazos de su madre. El cuello desmesuradamente grande contiene “el soplo” o sea el Espíritu Santo.

La Madre de Dios y de la Iglesia, María, está con un vestido oscuro, “El Mophorion”. Sobre la cabeza, el manto se redondea sobre una vasta cúpula que simboliza la bóveda celeste, el más allá que cubre a María, quien representa a toda la humanidad. Las tres estrellas sobre el Mophorion significan la virginidad antes, durante y después del parto; la tercer estrella está cubierta y sustituida por el Niño. El color oscuro del manto hace que resalte el tono brillante del “Imation”, vestido del Niño que representa la dignidad Divina. Las vestimentas de ambos –Madre e Hijo- representan las dos naturalezas del Hijo, divina y humana y la participación de la Virgen María.

La Virgen de ojos grandes abiertos y dilatados y boca y orejas pequeñas –que significa que está sumida en la contemplación- dirige su mirada dulce y triste al cristiano que está frente al icono y a través de él a toda la historia de la Iglesia donde ve la pasión de los pueblos cristianos que será crucificados con su Hijo a través del tiempo. El Hijo abraza fuertemente a su Madre, como figura de la Iglesia, con una expresión de niño de 6 años pues es la Sabiduría Encarnada y parece decirle con su mirada enérgica y decidida: “Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” y también “Estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos.” El pie derecho de Jesús, dirigido hacia abajo, representa la Encarnación del Verbo, mientras que el pie izquierdo dirigido hacia arriba significa la Ascensión al Cielo. Mientras que maría con la mano izquierda señala a Cristo indicando: “Esté es el Camino, la Verdad y la Vida”; y también “hagan todo lo que Él les diga”. María está triste por lo que va a pasar pero también está serena porque por la Redención de su Hijo los hombres se librarán del Mal.

DANIEL DE MOSCÚ


San Daniel de Moscú para la iglesia ortodoxa (1261 - 4 de marzo de 1303), fue el primer príncipe de Moscú. Era el hijo menor de Alejandro Nevski y de la Gran Duquesa Vassa. La participación de Daniel en la lucha por conseguir la gobernación de Nóvgorod en 1296 demuestra que Moscú ganó influencia política durante su reinado. En 1300 encarceló al príncipe de Riazán por su intención de conquistar las tierras de Moscú en alianza con los tártaros. Para conseguir la libertad, el preso cedió a Daniel su fortaleza en Kolomna, posesión muy importante ya que garantizaba el control a lo largo del río Moscova. En 1302 su primo y aliado, Iván de Pereslavl, legó a Daniel todas sus tierras, incluyendo sus posesiones en Pereslavl-Zaleski.

Daniel de Moscú es conocido como un soberano sabio por su política de hacer paz entre los gobernantes de las tierras vecinas y adquisición pacífico de nuevas tierras para su propio principado. Fundó los primeros monasterios de Moscú: de San Daniel y de la Epifanía del Señor. En uno de ellos llevó el resto de su vida, al tomar los hábitos. Reposó en paz en su celda el 4 de marzo de 1303. Sus reliquias fueron recuperadas incorruptas el 30 de agosto de 1652. El mismo año fue canonizado por la Iglesia Ortodoxa Rusa.

LEÓN TOLSTÓI


Escritor y ruso. Hijo del noble propietario y de la acaudalada princesa María Volkonski, Tolstói viviría siempre escindido entre esos dos espacios simbólicos que son la gran urbe y el campo, pues si el primero representaba para él el deleite, el derroche y el lujo de quienes ambicionaban brillar en sociedad, el segundo, por el que sintió devoción, era el lugar del laborioso alumbramiento de sus preclaros sueños literarios. El muchacho quedó precozmente huérfano, porque su madre falleció a los dos años de haberlo concebido y su padre murió en 1837. Pero el hecho de que después pasara a vivir con dos tías suyas no influyó en su educación, que estuvo durante todo este tiempo al cuidado de varios preceptores masculinos no demasiado exigentes con el joven aristócrata.

En 1843 pasó a la Universidad de Kazán, donde se matriculó en la Facultad de Letras, carrera que abandonó para cursar derecho. Estos cambios, no obstante, hicieron que mejorasen muy poco sus pésimos rendimientos académicos, y probablemente no hubiera coronado nunca con éxito su instrucción de no haber atendido sus examinadores al alto rango de su familia. Además, según cuenta el propio Tolstoi en Adolescencia, a los dieciséis años carecía de toda convicción moral y religiosa, se entregaba sin remordimiento a la ociosidad, era disoluto, resistía asombrosamente las bebidas alcohólicas, jugaba a las cartas sin descanso y obtenía con envidiable facilidad los favores de las mujeres. Regalado por esa existencia de estudiante rico y con completa despreocupación de sus obligaciones, vivió algún tiempo tanto en la bulliciosa Kazán como en la corrompida y deslumbrante ciudad de San Petersburgo.

Al salir de la universidad, en 1847, escapó de las populosas urbes y se refugió entre los campesinos de su Yasnaia Poliana natal, sufriendo su conciencia una profunda sacudida ante el espectáculo del dolor y la miseria de sus siervos. A raíz de esta descorazonadora experiencia, concibió la noble idea de consagrarse al mejoramiento y enmienda de las opresivas condiciones de los pobres, pero aún no sabía por dónde empezar. De momento, para dar rienda suelta al vigor desbordante de su espíritu joven, decidió abrazar la carrera militar e ingresó en el ejército a instancias de su amado hermano Nicolás. Pasó el examen reglamentario en Tiflis y fue nombrado oficial de artillería. El enfrentamiento contra las guerrillas tártaras en las fronteras del Cáucaso tuvo para él la doble consecuencia de descubrirle la propia temeridad y desprecio de la muerte y de darle a conocer un paisaje impresionante que guardará para siempre en su memoria. Enamorado desde niño de la naturaleza, aquellos monumentales lugares grabaron en su ánimo una nueva fe panteísta y un indeleble y singular misticismo.

Al estallar la guerra de Crimea en 1853, pidió ser destinado al frente, donde dio muestras de gran arrojo y ganó cierta reputación por su intrepidez, pero su sensibilidad exacerbada toleró con impaciencia la ineptitud de los generales y el a menudo baldío heroísmo de los soldados, de modo que pidió su retiro y, tras descansar una breve temporada en el campo, decidió consagrarse por entero a la tarea de escribir. Lampiño en su época de estudiante, mostachudo en el ejército y barbado en la década de los sesenta, la estampa que se hizo más célebre de Tolstoi es la que lo retrata ya anciano, con las luengas y pobladas barbas blancas reposando en el pecho, el enérgico rostro hendido por una miríada de arrugas y los ojos alucinados. Pero esta emblemática imagen de patriarca terminó por adoptarla en su excéntrica vejez tras arduas batallas para reformar la vida social de su patria, empresa ésta jalonada en demasiadas ocasiones por inapelables derrotas. Durante algún tiempo viajó por Francia, Alemania, Suiza..., y de allí se trajo las revolucionarias ideas pedagógicas que le moverían a abrir una escuela para pobres y fundar un periódico sobre temas didácticos al que puso por nombre Yasnaia Poliana. La enseñanza en su institución era completamente gratuita, los alumnos podían entrar y salir de clase a su antojo y jamás, por ningún motivo, se procedía al más mínimo castigo. La escuela estaba ubicada en una casa próxima a la que habitaba Tolstoi y la base de la enseñanza era el Antiguo Testamento.

Pronto fue imitada por otras, pero su peligrosa novedad, junto a los ataques del escritor contra la censura y a su reivindicación de la libertad de palabra para todos, incluso para los disidentes políticos, despertó las iras del gobierno, que a los pocos años mandó cerrarla. Era uno de los primeros reveses de su proyecto reformador y uno de los primeros encontronazos con las fuerzas vivas de Rusia, aunque no sería el único. Sus discrepancias con la Iglesia Ortodoxa también se hicieron notorias al negar abiertamente su parafernalia litúrgica, denunciar la inútil profusión de iconos, los enrarecidos ambientes con olor a incienso y la hipocresía y superficialidad de los popes. Además, cargó contra el ejército basándose en el Sermón de la Montaña y recordando que toda forma de violencia era contraria a las enseñanzas de Jesucristo, con lo que se ganó la enemistad juramentada no sólo de los militares sino del propio zar. Incluso sus propios siervos, a los que concedió la emancipación tras el decreto de febrero de 1861, miraron siempre a Tostoi, hombre tan bondadoso como de temperamento tornadizo, con insuperable suspicacia.

A pesar de ser persona acostumbrada a meditar sobre la muerte, el trágico fallecimiento de su hermano Nicolás, acaecido el 20 de septiembre de 1860, le produjo una extraordinaria conmoción y, al año siguiente, se estableció definitivamente en Yasnaia Poliana. Allá trasladará en 1862 a su flamante esposa Sofía Behrs, hija de un médico de Moscú con quien compartió toda su vida y cuya abnegación y sentido práctico fue el complemento ideal para un hombre abismado en sus propias fantasías. Sofía era entonces una inocente muchacha de dieciocho años, deslumbrada por aquel experimentado joven de treinta y cuatro que tenía a sus espaldas un pasado aventurero y que además, con imprudente sinceridad, quiso que conociese al detalle sus anteriores locuras y le entregó el diario de su juventud donde daba cuenta de sus escandalosos desafueros y flirteos. Con todo, aquella doncella (que le daría trece hijos) no titubeó ni un momento y aceptó enamorada la proposición de unir sus vidas, contrato que, salvando períodos tormentosos, habría de durar casi medio siglo.

Merced a los cuidados que le prodigaba Sofía en los primeros y felices años de matrimonio, Tolstoi gozó de condiciones óptimas para escribir su asombroso fresco histórico titulado Guerra y paz, la epopeya de la invasión de Rusia por Napoleón en 1812, en la que se recrean nada menos que las vidas de quinientos personajes. El abultado manuscrito fue pacientemente copiado siete veces por la esposa a medida que el escritor corregía; también era ella quien se ocupaba de la educación de los hijos, de presentar a las niñas en sociedad y de cuidar del patrimonio familiar. La construcción de este monumento literario le reportó inmediatamente fama en Rusia y en Europa, porque fue traducido enseguida a todas las lenguas cultas e influyó notablemente en la narrativa posterior, pero el místico patriarca juzgó siempre que gozar halagadamente de esta celebridad era una nueva forma de pecado, una manera indigna de complacerse en la vanidad y en la soberbia.

Si La Guerra y la Paz había comenzado a publicarse por entregas en la revista El Mensajero Ruso en 1864 y se concluyó en 1869, muchas fueron después las novelas notables que salieron de su prolífica pluma; sus obras completas pueden llenar casi un centenar de volúmenes. La principal de ellas es Ana Karenina (1875-1876), donde se relata una febril pasión adúltera, pero también son impresionantes La sonata a Kreutzer (1890), curiosa condenación del matrimonio, y la que es acaso más patética de todas: La muerte de Iván Ilich (1885). Al igual que algunos de sus personajes, el final de Tolstoi tampoco estuvo exento de dramatismo y el escritor expiró en condiciones bastante extrañas. Había vivido los últimos años compartiendo casi todo su tiempo con depauperados campesinos, predicando con el ejemplo su doctrina de la pobreza, trabajando como zapatero durante varias horas al día y repartiendo limosna. Muy distanciado de su familia, que no podía comprender estas extravagancias, se abstenía de fumar y de beber alcohol, se alimentaba de vegetales y dormía en un duro catre.
Por último, concibió la idea de terminar sus días en un retiro humilde y el octogenario abandonó su hogar subrepticiamente en la sola compañía de su acólito el doctor Marivetski, que había dejado su rica clientela de la ciudad para seguir los pasos del íntegro novelista.

Tras explicar sus razones en una carta a su esposa, partió en la madrugada del 10 de noviembre de 1910 con un pequeño baúl en el que metió su ropa blanca y unos pocos libros. Durante algunos días nada se supo de los fugitivos, pero el 14 de noviembre Tolstoi fue víctima de un grave ataque pulmonar que lo obligó a detenerse y a buscar refugio en la casa del jefe de estación de Astapovo, donde recibió los cuidados solícitos de la familia de éste. Sofía llegó antes de que falleciera, pero no quiso turbar la paz del moribundo y no entró en la alcoba hasta después del final. Le dijeron, aunque no sabemos si la anciana pudo encontrar consuelo en esa filantropía tan injusta para con ella, que su últimas palabras habían sido: "Amo a muchos."

En cierto modo, la biografía de León Tolstoi constituye una infatigable exploración de las claves de esa sociedad plural y a menudo cruel que lo rodeaba, por lo que consagró toda su vida a la búsqueda dramática del compromiso más sincero y honesto que podía establecer con ella. Aristócrata refinado y opulento, acabó por definirse paradójicamante como anarquista cristiano, provocando el desconcierto entre los de su clase; creyente convencido de la verdad de los evangelios, mantuvo abiertos enfrentamientos con la Iglesia Ortodoxa y fue excomulgado; promotor de bienintencionadas reformas sociales, no obtuvo el reconocimiento ni la admiración de los radicales ni de los revolucionarios; héroe en la guerra de Crimea, enarboló después la bandera de la mansedumbre y la piedad como las más altas virtudes; y, en fin, discutible y discutido pensador social, nadie le niega hoy haber dado a la imprenta una obra literaria inmensa, una de las mayores de todos los tiempos, donde la epopeya y el lirismo se entreveran y donde la guerra y la paz de los pueblos cobran realidad plásticamente en los lujosos salones y en los campos de batalla, en las ilusiones irreductibles y en los furiosos tormentos del asendereado corazón humano.

HISTORIA DE LA IGLESIA ORTODOXA RUSA


La Iglesia Ortodoxa Rusa, liderada por el Patriarcado de Moscú, es una Iglesia cristiana autocéfala integrada en la comunión ortodoxa. Su cabeza es el Patriarca de Moscú y de toda Rusia, que a su vez está en comunión con los otros 14 patriarcas y primados de las otras Iglesias ortodoxas orientales. Es la mayor de las Iglesias ortodoxas orientales del mundo. Incluyendo todas las iglesias autocéfalas bajo su supervisión, su número de seguidores es superior a los 150 millones en todo el mundo, cerca de la mitad de los 300 millones de fieles estimados de la Iglesia ortodoxa oriental. Entre las Iglesias cristianas, la Iglesia ortodoxa rusa es la segunda tras la Iglesia católica en cuanto al número de seguidores.

El cristianismo penetró en la Rus de Kiev, según el relato de Néstor el Cronista, desde el siglo I, siendo San Andrés el primer evangelizador del país. Este santo recorrió la región situada al norte del mar Negro, llegando hasta el río Dniéper, lugar donde se encuentra la ciudad de Kiev, la actual capital de Ucrania. En el siglo IV existían varias diócesis en la Rusia meridional. La expansión definitiva del cristianismo por todo el país tuvo lugar en el siglo IX, cuando los pueblos bajo el mandato de Kiev iniciaron relaciones con las autoridades de Constantinopla. Además en esta fecha comenzó el comercio entre el pueblo Rus y los griegos.

Fue en el año 988 que Vladimir I de Kiev, al contraer matrimonio con la hermana del emperador Basilio II, se bautizó, adoptando oficialmente la confesión religiosa del Imperio bizantino como religión estatal para el reino de Rus de Kiev. Por ello, en 1988, la Iglesia ortodoxa rusa celebró su milenario. Esta Iglesia en sus inicios era dependiente del Patriarcado ecuménico de Constantinopla. Los metropolitanos o metropolitas de la ciudad de Kiev, capital de la Rus de Kiev en aquel tiempo, recibían su consagración del Patriarca Ecuménico; todos ellos eran griegos. El primer metropolita ruso nombrado para la ciudad de Kiev fue Hilarión de Kiev (1051).

Cuando la capital fue trasladada a Moscú, en 1328, a causa de la invasión mongola de Rusia y destrucción de Kiev, su metropolita usó el título de "Metropolita de Kiev y Moscú", hasta que, en 1461, se convirtió en el jefe supremo de la iglesia rusa con el título de "Metropolita de Moscú y toda Rus" Durante el siglo XIV, la Iglesia ortodoxa tuvo un papel capital en la supervivencia de la nación rusa. Destacadas figuras, como Sergio de Rádonezh o el metropolita Alejo de Moscú, ayudaron al país a soportar los años de la opresión mongola y a crecer tanto espiritual como económicamente.

Durante el siglo XVII tuvo lugar un acontecimiento trascendental para la historia y cultura de Rusia: un cisma en la Iglesia ortodoxa de aquel país. En 1652 el patriarca Nikon reformó la liturgia y ritos de la Iglesia ortodoxa rusa para adecuarlos a la Iglesia ortodoxa griega contemporánea. Esta reforma supuso también una subordinación mayor del estamento eclesiástico al Estado, lo que impulsó una fuerte y tenaz resistencia por la parte del pueblo que fue más tarde denominada Viejos creyentes, autores del cisma religioso. Desde los tiempos de Pedro el Grande hasta Nicolás II, tras la supresión de la institución del Patriarcado por Pedro, la Iglesia ortodoxa rusa fue administrada por el Santísimo Sínodo Gobernante bajo la estricta supervisión de la administración del Imperio ruso.

A pesar de este manejo secular de la Iglesia, en el siglo XIX hubo un fuerte resurgimiento teológico, de la espiritualidad y de la vida monástica en toda Rusia. Después de la Revolución bolchevique de 1917, aproximadamente un millón de rusos tuvieron que marchar al exilio, disgregándose en varios países. Aún más tuvieron que huir de Rusia después de la derrota del Ejército Blanco (pro-zarista) en su intento por destruir al nuevo régimen, junto a ellos debieron abandonar el país numerosos clérigos. En 1917, el gobierno soviético, en aras de la separación de la Iglesia del Estado, suprimió el Santo Sínodo Gobernante y restituyo la institución del Patriarcado.

La persecución religiosa en la Unión Soviética tomó formas diferentes en períodos diferentes; virtualmente, todos los teólogos y demás líderes de la Iglesia ortodoxa rusa fueron exiliados durante la década de 1920 o ejecutados en la década de 1930. Para dar una idea cabal de la situación vivida por esta Iglesia, basta mencionar que, entre 1917 y 1937, fueron detenidos 136.000 clérigos de los cuales 95.000 fueron asesinados. En el período comprendido entre 1917 y 1939 de 80 a 85% de los clérigos de la época pre-revolucionaria desaparecieron. Los templos como la Catedral de San Basilio y las catedrales del Kremlin de Moscú fueron convertidos en museos. Algunos fueron demolidos como la Catedral de Cristo Salvador (erigida en el siglo XIX en señal de gratitud por la victoria sobre Napoleón) y la Catedral de Nuestra Señora de Kazán, del siglo XVII.

Las cosas mejorarían un poco durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial: en efecto, la invasión alemana del 22 de junio de 1941 hizo que el gobierno soviético "olvidara" por un tiempo el ateísmo del Partido Comunista de la Unión Soviética, cancelando la propaganda ateísta. Stalin autorizó a los obispos y sacerdotes a bendecir en ceremonias públicas las banderas de los regimientos que partían al frente; para que ellos sirvieran como capellanes en las Fuerzas Armadas y les administraran los sacramentos a los combatientes. Los templos fueron reabiertos. Muchos obispos y sacerdotes fueron liberados de los gulágs.

El 4 de septiembre de 1943 hubo una reunión de Stalin con los metropolitas, en el Kremlin para restablecer el Santo Sínodo de Moscú y el patriarcado; la Iglesia colaboró con el gobierno soviético haciendo colectas de dinero para la fabricación de armas, tanques, cañones, etcétera. Muchos clérigos combatieron contra el enemigo. Toda esta situación duró hasta la muerte de Stalin, ya que su sucesor Nikita Jrushchov comenzó nuevamente a intensificar la persecución. Sin embargo, el 29 de abril de 1988 hubo una reunión de metropolitas con Mijaíl Gorbachov, en el Kremlin, para celebrar a inicios de junio de ese año el milenario de la cristianización de la Rus de Kiev.

Las conversaciones para la reunificación comenzaron tan pronto se desintegró la Unión Soviética el 25 de diciembre de 1991 y terminaron el jueves 17 de mayo de 2007 con la firma del "Acta de comunión canónica" entre el Patriarca Alexei II (Patriarcado de Moscú y toda Rusia) y el Metropolitano Laurus (Iglesia rusa en el exilio). Según esta Acta, el Patriarcado de Moscú reconoce la autonomía de la Iglesia ortodoxa rusa en el exterior en asuntos pastorales, administrativos, patrimoniales, pero en unidad canónica con toda la Iglesia ortodoxa rusa.

Eclesiásticamente, la Iglesia Ortodoxa Rusa se organiza en una estructura jerárquica. El nivel más alto de autoridad en la Iglesia ortodoxa rusa es ejercido por el Consejo Local, que comprende a todos los obispos, así como representantes de los clérigos y laicos. Otro órgano de poder es del Consejo Episcopal. En los períodos comprendidos entre los Consejos de las más altas facultades administrativas son ejercidas por el Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa, que incluye siete miembros permanentes y está presidida por el Patriarca de Moscú y toda Rusia, Primado del Patriarcado de Moscú. Aunque el Patriarca de Moscú disfruta de amplias facultades de administración, a diferencia del Papa, no tiene jurisdicción canónica directa fuera de la diócesis de Moscú, ni tiene autoridad en solitario sobre los asuntos relacionados con la fe, así como cuestiones relativas a toda la comunidad cristiana ortodoxa, tal como la división entre católicos y ortodoxos.

miércoles, 13 de junio de 2018

NUESTRA SEÑORA DE KAZÁN


La caída de la cortina de hierro, no sólo marcó el fin de una era, sino que también, cambió el panorama religioso de todo un país, país considerado antaño, como una nación extremadamente religiosa. Para el pueblo ruso, la Virgen de Kazán (conocida también como Nuestra Señora de Kazán) es sin lugar a dudas, una de las reliquias sagradas más importantes, pues ha tomado parte en los momentos más decisivos de la historia de aquella nación. La intercesión de la Santísima Virgen María y posterior intervención fue acreditada por 2 comandantes rusos: Dimitri Pozharsky y Mikhail Kutuzov, primero contra los polacos en la invasión de 1612 y posteriormente contra el ejército invasor de Napoleón en 1812.

El icono fue descubierto en 1579, un 8 de Julio en la ciudad de Kazán. Interesantemente, fue la mismísima Virgen María, quien en una aparición, revelase su ubicación exacta, a una pequeña niña de nombre Matrena. Según cuenta la tradición, el icono brilló como el sol y la Virgen instruyó a la niña a contarle a los monjes de una iglesia cercana lo ocurrido. Cuando cavaron en el lugar señalado, el icono fue encontrado. De esta imagen se hizo una copia, misma que fue enviada al Zar Iván el Terrible, quien luego de enterarse de la historia, mandó construir un claustro en el lugar del hallazgo. Matrena y su madre, se unieron poco después a la comunidad religiosa que se formó en aquel lugar.

Cuenta la historia que durante la invasión Polaca en el año 1612, que llevó a las fuerzas invasoras hasta la capital Rusa, San Sergei se le habría aparecido al Obispo Arseni. El santo (quien había fallecido en 1392) le dijo al Obispo que Nuestra Señora de Kazán intervendría en la batalla. Su icono, fue entonces llevado al frente de las tropas lideradas por el Príncipe Pozharsky. El 27 de Noviembre de ese mismo año, el Kremlin fue liberado. Nuestra Señora de Kazán fiel a su promesa, había ayudado a liberar la capital de manos del agresor polaco. Desde aquel entonces, cada vez que las fuerzas rusas entraban en batalla, el icono de la Virgen de Kazán era llevada delante de las tropas. Se hizo conocida como la Kazanskaya, la “Protectora de Rusia”. Se convirtió en el símbolo ruso de la victoria y la libertad. Conocida también como “La Liberadora y Protectora de la Santa Madre Rusia”, el icono fue utilizado en todas las crisis nacionales.

En los días de la revolución Rusa (iniciada en 1917), la basílica que albergaba la imagen de la Madre de Dios, fue destruida (supuestamente como demostración de “que Dios no existía”). Luego de derribados los portones, los comunistas comenzaron la destrucción de la iglesia. Gritaban: “¡Ven, No existe ningún Dios, estamos destruyendo la iglesia de la protectora de Rusia y no pasa nada!” Esa fue la última vez que se supo del Icono de Nuestra Señora de Kazán. No fue sino hasta 1953 en que se tuvieron noticias de su paradero. Esta, se había convertido en parte de la colección de antigüedades de un excéntrico millonario llamado “Mike” Mitchell-Hedges, quien la habría adquirido como parte de un conjunto de obras de arte encontradas en Polonia, después de la Segunda Guerra Mundial. Se dice que la imagen, habría formado parte de la colección personal de Herman Goering, comandante de la Luftwaffe alemana.

En enero de 1970, el icono fue comprado por el Ejercito Azul de Fátima, organización norteamericana que defiende y difunde las revelaciones Marianas de Nuestra Señora en Fátima. El Ejército Azul hizo posible la veneración pública del icono ruso fue entonces llevado a Fátima y conservado en una capilla. Allí esperaría al cumplimiento de las palabras de Nuestra Señora sobre la conversión de Rusia, y solo entonces, sería regresada al pueblo Ruso como un gesto de fraternidad y buena voluntad. Por lo menos, ese era el plan original hasta que Juan Pablo II, decidió llevarlo consigo al Vaticano. Allí, la instaló en su estudio en donde la veneró durante 11 años, luego devolvió la imagen presentándola incondicionalmente a la Iglesia Rusa en el año 2004. El año siguiente, durante el día de su festividad (21 de Julio), el sagrado Icono de la Madre de Dios, fue instalado en la Catedral de la Anunciación del Kremlin de Kazán.

EL COMUNISMO


El comunismo plantea en su perspectiva teórica la construcción de una sociedad sin clases sociales, en la que el Estado se disuelve, siendo la sociedad misma mediante sus trabajadores quien asume el ejercicio del poder. Del mismo modo, la propiedad privada, considerada ilegítima, no existe, asegurando una verdadera igualdad social y económica. Sus orígenes se encuentran en la Francia de la Revolución de 1789. Aunque con diferentes vertientes luego, la esencia de su doctrina nace del descontento de la clase trabajadora (o proletariado) que queda al margen del triunfo del Tercer Estado o burguesía. Así como la nobleza puso trabas a la clase pujante de entonces para no perder sus privilegios cortesanos, los burgueses intentaron poner freno a un sector que iba en aumento y que, a diferencia de los burgueses, no tenía poder económico, ni social y mucho menos político.

La consecución inmediata del triunfo de la burguesía fue la Revolución Industrial en sus dos etapas (algunos historiadores hablan de dos revoluciones: la primera, en la industria textil con Inglaterra como pionera y la segunda, con la industria de base o pesada). El término “revolución” indica un cambio tajante en los métodos de producción; ello permitió la producción a grandes escalas menores costos, caída en la demanda de mano de obra y/o abaratamiento de ésta y, en consecuencia, un empeoramiento en las condiciones de los trabajadores. Surge el “Socialismo Utópico” del inglés Robert Owen, quien propone llevar a la práctica sus ideas acerca de la división del trabajo y la distribución de la riqueza a través de sociedades comunitarias. Otros seguidores de esta corriente fueron Saint-Simon y Charles Fourier.

Posteriormente, en el siglo XIX, el comunismo se desarrolló a través de las Internacionales Comunistas y por razón de las ideas filosóficas de Carl Marx mediante el Socialismo Científico y el Comunismo. Para Marx, el comunismo constituye el estado natural del hombre. En este sentido, la propiedad privada es el resultante de la producción masiva a gran escala. Creador del Manifiesto Comunista (en colaboración con Engels, 1848) afirma que, en definitiva, sólo existe y ha existido la lucha de clases. En tanto que, en su origen, el comunismo se presenta como una sociedad basada en la propiedad común, que hasta puede rastrear sus primeros pasos en la filosofía platónica, para Marx y Engels, surge del enfrentamiento antagónico entre la burguesía y la clase trabajadora.

Las Internacionales Comunista fueron cuatro en total: la Primera Internacional reunió sindicatos y partidos representantes del proletariado. Con gran cantidad de adherentes, tuvo su primera sede en Londres, luego se trasladó a Nueva York y realizó su primer congreso en Ginebra en el año 1866. Surge la primera división entre la corriente marxista y anarquista. Si bien ambas proponían la disolución del Estado y una revolución social (una inversión en las relaciones sociales de un grupo humano dentro de un ámbito determinado), los marxistas hablaban de un proceso, mientras que los anarquistas tenían una postura del todo radical.

Asimismo, se plantea la legitimidad de la propiedad privada. Surge la figura de Pierre Joseph Proudhon, quien se propone demostrar que la propiedad privada constituye un robo y que la verdadera clase productora de la riqueza es la clase obrera, explotada por la burguesía. Decía Proudhon que, si la propiedad es un bien que por derecho le corresponde a todos los individuos, la concepción de renta es ilegítima y arbitraria, responsabilizando al Estado por su obligación jurídica como forma de legalización. La Primera Internacional se disolvió en el 1876. La Segunda Internacional no tuvo mayor trascendencia y la Tercera , disuelta al poco tiempo de comenzar la Primera Guerra Mundial, giró hacia la socialdemocracia.

La Cuarta Internacional, liderada por León Trotsky desde Francia, sufrió varias y constantes persecuciones por su enfrentamiento con Stalin. Mientras que Stalin habla de socialismo y revolución permanente por etapas, León Trotsky, en cambio, se opone a la burocracia que, según él, operaba dentro del Partido Comunista en la Unión Soviética. Creador de los planes quinquenales, posteriormente aplicados por Stalin, formó la “Oposición de Izquierda Internacional”, perseguida por el estalinismo. El trotskismo, considerado ilegítimo por la Unión Soviética, es la continuación de la Cuarta Internacional. Asimismo, en con Stalin en la Unión Soviética cuando triunfa verdaderamente el comunismo y llega al ejercicio del poder. Más tarde, China sigue esta corriente a través del Maoísmo.

La oposición natural del comunismo es el capitalismo, nacido a comienzos del siglo XVI, que basa su capital industrial en la propiedad privada. Entre sus variantes, se encuentra el Mercantilismo, las Democracias Liberales y el Estado de Bienestar. Las diferencias se hacen visibles por la forma en la que interviene, o no, el Estado: en el primero asume un papel fundamental en la conducción de la economía (régimen típico de la Francia absolutista), en el segundo, se apunta la libre regulación de los mercados y en tercero (programa puesto en marcha por Roosevelt tras la Gran Depresión de 1929 en Estados Unidos), el Fisco asume un papel paternalista, asegurando derechos básicos como seguridad social, educación, pensiones, etc. Los comunistas acusaron ésta última por considerarla solamente un paliativo contra la desigualdad social y económica de los pueblos.

STALIN


Dirigente soviético que gobernó férreamente la Unión Soviética desde 1929 (año en que se erigió como sucesor de Lenin tras el exilio de Trotsky) hasta su fallecimiento en 1953. Al precio de una represión sanguinaria y de inmensos sacrificios impuestos a la población, Stalin logró convertir la Rusia semifeudal en una potencia económica y militar capaz de contribuir decisivamente a la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En el nuevo orden de la posguerra, los Estados Unidos y la URSS se repartieron áreas de influencia; Stalin extendió su poder instaurando regímenes comunistas en la Europa del Este y alentándolos en otros países. El choque de intereses e ideologías dio lugar a la «guerra fría» entre ambas superpotencias, que continuó tras la muerte de Stalin; de hecho, el clima de tensión entre los bloques capitalista y comunista definiría el escenario internacional hasta la disolución de la URSS en 1991.

El nombre Stalin («hecho de acero») era hijo de un zapatero pobre y alcohólico de la región caucásica de Georgia, sometida a la Rusia de los zares. Quedó huérfano muy temprano y estudió en un seminario eclesiástico, de donde fue expulsado por sus ideas revolucionarias (1899). Se unió entonces a la lucha clandestina de los socialistas rusos contra el régimen zarista; cuando en 1903 se escindió el Partido Socialdemócrata, siguió a la facción bolchevique que encabezaba Lenin. Fue un militante activo y perseguido hasta el triunfo de la Revolución bolchevique de 1917. La lealtad a Lenin y la falta de ideas propias le permitieron ascender en la burocracia del partido (rebautizado como Partido Comunista), hasta llegar a secretario general en 1922.

Stalin emprendió entonces una pugna con Trotsky por la sucesión de Lenin, que, ya muy enfermo, moriría en 1924. Aunque el líder de la Revolución había indicado su preferencia por Trotsky (pues consideraba a Stalin «demasiado cruel»), Stalin maniobró aprovechando su control sobre la información y sobre el aparato del Partido, aliándose con Zinoviev y Kámenev hasta imponerse a Trotsky. La lucha por el poder se disfrazó de argumentos ideológicos, defendiendo cada bando una estrategia para consolidar el régimen comunista: la construcción del socialismo en un solo país (Stalin) contra la revolución permanente a escala mundial (Trotsky). Pero el verdadero móvil de Stalin era la ambición de poder: una vez apartado Trotsky (al que mandó al exilio en 1929 y luego hizo asesinar en 1940), se desembarazó también del ala «izquierda» del partido (Zinoviev y Kámenev, ejecutados en 1936) y del ala «derecha» (Bujarin y Rikov, ejecutados en 1938) e instauró una sangrienta dictadura personal, apropiándose de las ideas políticas que habían sostenido sus rivales. Stalin gobernó la Unión Soviética de forma tiránica desde los años treinta hasta su muerte, implantando el régimen más totalitario que haya existido jamás; pero también hay que atribuirle a él la realización del proyecto socioeconómico comunista en Rusia, la extensión de su modelo a otros países vecinos y la conversión de la URSS en una gran potencia.

Radicalizando las tendencias autoritarias presentes entre los bolcheviques desde la Revolución, acabó de eliminar del proyecto marxista-leninista todo rastro de ideas democráticas o emancipadoras: anuló todas las libertades, negó el más mínimo pluralismo y aterrorizó a la población instaurando un régimen policial. Dispuesto a eliminar no sólo a los discrepantes o sospechosos, sino a todo aquel que pudiera poseer algún prestigio o influencia propia, lanzó contra sus compañeros comunistas sucesivas purgas que diezmaron el partido, eliminando a la plana mayor de la Revolución. Con la misma violencia impuso la colectivización forzosa de la agricultura, hizo exterminar o trasladar a pueblos enteros como castigo o para solucionar problemas de minorías nacionales, y sometió todo el sistema productivo a la estricta disciplina de una planificación central obligatoria. Con inmensas pérdidas humanas consiguió, sin embargo, un crecimiento económico espectacular, mediante los planes quinquenales: en ellos se daba prioridad a una industrialización acelerada, basada en el desarrollo de los sectores energéticos y la industria pesada, a costa de sacrificar el bienestar de la población, sometida a durísimas condiciones de trabajo y a grandes privaciones en materia de consumo.

Stalin fue un político ambicioso y realista, movido por consideraciones de poder y no por ideales revolucionarios. Este maquiavelismo fue más palpable en su política exterior, donde la causa del socialismo quedó sistemáticamente postergada a los intereses nacionales de Rusia (convirtiendo a los partidos comunistas extranjeros en meros instrumentos de la política exterior soviética). En los días previos a la Segunda Guerra Mundial, no tuvo reparos en firmar un pacto de no agresión con la Alemania nazi para asegurarse la tranquilidad en sus fronteras, el reparto de Polonia y la anexión de Estonia, Letonia y Lituania (Pacto Germano-Soviético de 1939). A pesar de todo, Adolf Hitler invadió la URSS, arrastrando a Stalin a la guerra en 1941. Stalin movilizó eficazmente las energías del país apelando a sus sentimientos nacionalistas (proclamó la Gran Guerra Patriótica): organizó la evacuación de la industria de las regiones occidentales hacia los Urales, adoptando una estrategia de «tierra quemada». Con ayuda del clima, de las grandes distancias y de la lucha guerrillera de los partisanos, debilitó a los alemanes hasta recuperarse y pasar a la contraofensiva a partir de la batalla de Stalingrado (1942-1943). Después el avance ruso sería arrollador hasta llegar más allá de Berlín.

Después de una victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, participó en las conferencias de Yalta y de Potsdam en 1945 y apoyó la implantación de los regímenes comunistas en la Europa del este. Viendo que los Estados Unidos cerraban filas junto con los países occidentales, Stalin creó el Kominform en 1947 y reforzó los vínculos con los partidos comunistas de todo el mundo. Fue un periodo en el que, al tiempo que crecía el respeto y la admiración hacia su persona, se acentuaba la represión contra sus oponentes. Los historiadores no están de acuerdo en la cantidad de bajas que hubo en los campos de trabajo de Siberia, exterminios y hambrunas, pero estiman que fueron entre 20 y 40 millones de personas las que perecieron. Aún con todo lo que había hecho en el país, su muerte el 5 de marzo de 1953 fue llorada por comunistas de todo el mundo, quienes convirtieron a Stalin en un símbolo del triunfo del comunismo. No obstante, el informe de Nikita Jruschov al XX congreso del PCUS en 1956 sería el primer elemento de lo que constituiría un movimiento de distanciación respecto de la URSS de los partidos comunistas del resto del mundo, llamado “desestalinización”. El análisis de la historia de la URSS le revelaría como uno de los dictadores más sangrientos y despiadados de la Historia de la humanidad.

El cuerpo embalsamado de Iósif Stalin permaneció junto al de Lenin en el mausoleo de este desde su muerte en 1953 hasta el 31 de octubre de 1961, cuando fue retirado durante la campaña de desestalinización promovida por Nikita Jruschov y enterrado en la parte exterior de la Necrópolis de la Muralla del Kremlin, detrás del mausoleo. Su tumba se encuentra entre las de Súslov y Mijaíl Kalinin. La estatua que la corona es de un blanco algo más claro que la del resto de líderes del mausoleo y por su ubicación resulta visible la parte de la Plaza Roja más próxima a la catedral de San Basilio.

SAN VLADIMIR EL GRANDE


Gran Duque de Kieff y toda Rusia, nieto de Santa Olga, y primer gobernante ruso en abrazar el Cristianismo, nació en 956; murió en Berestova el 15 de julio del 1015. Santa Olga no pudo convertir a su hijo y sucesor, Sviatoslav, pues vivió y murió pagano, educó a su hijo Vladimir como un jefe pagano. Sviatoslav tuvo dos hijos legítimos, Yaropolk y Oleg, y un tercer hijo, Vladimir, nacido de su favorita corte Olga Malusha. Poco antes de su muerte (972) otorgó a Yaropolk el Gran Ducado de Kieff y dio a Oleg la tierra del Drevlani (ahora Galicia).

La antigua capital Rusa de Novgorod amenazó rebelión y, como ambos príncipes se negaron a ir allá, Sviatoslav confirió su soberanía sobre el joven Vladimir. Mientras tanto estalló la guerra entre Yaropolk y Oleg, y el primero conquistó el territorio de Drevlanian y destronó a Oleg. Cuando llegaron estas nuevas a Vladimir temió una suerte similar y huyó hacia los Varangianos (Variags) de Escandinavia en busca de ayuda, mientras Yaropolk conquistaba Novgorod y unía Rusia bajo su cetro. Pocos años más tarde Vladimir regresó con una gran fuerza y retomó Novgorod.

Llegando a ser más atrevido, hizo la guerra contra su hermano hacia el sur, tomó la ciudad de Polotzk, mató a su príncipe, Ragvald, y se casó con su hija Ragnilda, la novia prometida de Yaropolk. Luego presionó sobre Kieff y la sitió. Yaropolk huyó a Rodno, pero no pudo permanecer allí, y finalmente murió a su rendición al victorioso Vladimir; el último, por consiguiente, se hizo soberano de Kieff y toda Rusia en 980. Como un príncipe pagano Vladimir tuvo cuatro esposas, además de Ragnilda, y por ellas tuvo diez hijos y dos hijas.

Desde los días de Santa Olga, la Cristiandad, que originalmente fue establecida entre los Eslavos del este por Santos Cirilo y Metodio, había estado haciendo progreso silencioso en todas partes del suelo de Rusia (ahora Austria oriental y Rusia) y había comenzado a cambiar considerablemente las ideas paganas. Fue un período similar a la era de la conversión de Constantino. No obstante este transfondo de ideas Cristianas, Vladimir erigió en Kieff muchas estatuas y santuarios (trebishcha) a los dioses paganos Eslavos, Perun, Dazhdbog, Simorgl, Mokosh, Striborg, y otros.

En 981 sometió las ciudades de Chervensk (ahora Galicia), en 983 venció a los indómitos Yatviags en la costas del Mar Báltico, en 985 peleó con los Búlgaros en el bajo Volga, y en 987 planeó una campaña contra el imperio Greco-Romano, en el curso de la cual llegó a interesarse en la Cristiandad. La Crónica de Néstor relata que él mandó enviados a los países vecinos por información concerniente a sus religiones. Los enviados informaron desfavorablemente con respecto a las que seguían los Búlgaros (Mahometanos), los Judíos de Kazar, y los Alemanes con sus sencillas iglesias Latinas misioneras, pero estaban encantados con el solemne ritual Griego de la Iglesia Griega (Santa Sofía) de Constantinopla, y recordaron a Vladimir que su abuela Olga había abrazado esa Fe.

El año siguiente (988) sitió Kherson en la Crimea, una ciudad dentro de las fronteras del Imperio Romano oriental, y finalmente la tomó cortando su suministro de agua. Entonces mandó enviados al Emperador Basilio II en Constantinopla para pedir a su hermana Ana en matrimonio, agregando una amenaza de marchar sobre Constantinopla en caso de rechazo. El emperador contestó que una Cristiana no se podría casar con un pagano, pero que si Vladimir fuese un príncipe Cristiano, él aprobaría la alianza. A esto Vladimir contestó que él ya había examinado las doctrinas de los Cristianos, estaba inclinado hacia ellas, y estaba listo para ser bautizado.

Basilio II envió a su hermana con un séquito de oficiales y clérigos a Kherson, y allí Vladimir fue bautizado, en el mismo año, por el Metropolitano Miguel y tomó también el nombre bautismal de Basilio. Una leyenda común cuenta que Vladimir había sido atacado de ceguera antes de la llegada de Ana y su séquito y había recuperado su vista al ser bautizado. Entonces se casó con la Princesa Ana, y de allí en adelante apartó a sus esposas paganas. Cedió la ciudad de Kherson a los Griegos y regresó a Kieff con su novia.

El historiador Ruso Karamsin sugiere que Vladimir pudo haber sido bautizado mucho antes en Kieff, puesto que los Cristianos y sus sacerdotes ya estaban allí; pero tal acto habría humillado al orgulloso jefe a los ojos de su pueblo, pues él habría aceptado humildemente un rito poco llamativo de manos de una secta secreta y despreciada. Por lo tanto, él prefirió hacerlo venir de los enviados del Emperador Romano de Constantinopla, como medio de impresionar a su pueblo.

Cuando Vladimir regresó a Kieff se hizo cargo de la conversión de sus súbditos. Ordenó que las estatuas de los dioses fueran derribadas, cortadas en pedazos y algunas de ellas quemadas; el dios principal, Perun, fue arrastrado a través del fango y arrojado en el Río Dnieper. Estos actos impresionaron al pueblo con la impotencia de sus dioses, y cuando se les pidió que siguieran el ejemplo de Vladimir y se convirtieran en Cristianos fueron voluntariamente bautizados, aún chapoteando en el río para ser los primeros en ser bautizados por el sacerdote. Vladimir exhortó a todos sus súbditos a convertirse en Cristianos, estableció iglesias y monasterios no solo en Kieff, sino en Pereyaslav, Chernigoff, Bielegorod, Vladimir en Volhynia, y muchas otras ciudades. En 989 erigió la gran Iglesia de Santa María siempre Virgen (usualmente llamada Desiatinny Sobor, la Catedral de los Diezmos), y en 906 la Iglesia de la Transfiguración, ambas en la ciudad de Kieff.

Abandonó su carrera como guerrero y se dedicó principalmente al gobierno de su pueblo; estableció escuelas, introdujo tribunales de justicia eclesiásticos, y llegó a ser conocido por su mansedumbre y su celo en la difusión de la fe Cristiana. Su esposa murió en 1011, habiéndole dado dos hijos, Boris y Glib (también conocidos como Santos Roman y David, por sus nombres de bautizo). Después de esto su vida llegó a perturbarse por la conducta de sus hijos mayores. Siguiendo la costumbre de sus abuelos, él había repartido su reino entre sus hijos, dando la ciudad de Novgorod en feudo a su hijo mayor Yaroslav; éste se rebeló contra él y se negó a dar servicio o tributo.

En 1014 Vladimir se preparaba para marchar hacia el norte a Novgorod y quitársela a su desobediente hijo, mientras Yaroslav invocaba la ayuda de los Varangianos contra su padre. Vladimir cayó enfermo y murió en el camino. Su fiesta se celebra el 15 de julio en los calendarios Católicos Ortodoxo Ruso y Griego Ruteniano, y él ha recibido el nombre de Ravnoapostol (igual a los Apóstoles) en el título de la fiesta y el troparion de la liturgia. Los Rusos han adicionado en sus libros de servicios palabras referentes a su conversión e intercesión para el Imperio Ruso actual (rossiiskaya zemlya), pero los Rutenianos nunca han permitido estas interpolaciones.

LA BATALLA DE KULIKOVO EL COMBATE QUE FORJÓ A RUSIA COMO NACIÓN


En 1380 rusos de diferentes territorios, comandados por el príncipe Dimitri de Moscú derrotaron a las tropas de kan Mamái. Se tratada de un poderoso comandante y un aspirante al trono de la Horda de Oro, un gigantesco estado creado por los mongoles en el siglo XIII. Durante 150 años los mongoles habían reinado sobre los principados rusos, que tenían que pagar tributos y una soberanía limitada. La brutal invasión mongola del siglo XIII devastó los territorios de Rusia. Sin embargo, tal y como señala el historiador Vasili Kliuchevski, para 1380 la memoria del terror se había desvanecido. Dos generaciones habían crecido sin experimentar el miedo de  una posible invasión.

Tal y como ocurre con numerosos eventos de un pasado remoto hay pocas certezas sobre la batalla de Kulikovo. Los historiadores siguen debatiendo lo que ocurrió y su importancia. La opinión dominante afirma que en Kulikovo los rusos lucharon contra los invasores mongoles por primera vez en 150 años y que marcó el inicio de un proceso de liberación nacional. El historiador Serguéi Soloviev cree que fue todavía más importante que eso. Afirma que fue “una señal del triunfo de Europa sobre Asia” y la compara a la épica batalla de los Campos Cataláunicos, cuando una coalición romana y visigoda se impuso a los hunos comandados por Atila.

Otros creen que el príncipe Dimitri no quería enfrentarse a la autoridad que los mongoles tenían sobre los principados rusos. Su objetivo principal no era derrocar al Yugo mongol - que es como se percibe tradicionalmente y que no se consiguió porque Rusia estuvo bajo la Horda durante cien años más. Quería llevar el título de Gran Príncipe de Vladímir (lo que le daba a la ciudad es estatus de ser el principado ruso más importante) a Moscú de manera permanente. Antes del que reinara Dimitri era la Horda la que elegía quién era el principado de mayor importancia.

Es en este contexto en el que Dimitri luchó contra Mamái, que no quería entregar este título al mandatario moscovita. Su victoria hizo que este título se hiciera hereditario para los futuros príncipes de Moscú, lo que lo convirtió en la entidad de mayor relevancia en territorio ruso. El lugar exacto en el que se celebró la contienda y su desarrollo sigue siendo motivo de debate. Habitualmente se dice que Dimitri le ganó la partida a su enemigo en Kulikovo porque imposibilitó que los aliados de Mamái – el príncipe de Lituania y el jefe de Riazán – unieran sus fuerzas con los mongoles.

Le siguió así, una feroz batalla, con cientos de miles de soldados en cada lado. Los mongoles estaban asistidos por infantería genovesa procedente de Crimea. Mamái consiguió romper las filas rusas por la izquierda y comenzó un ataque por detrás contra el conjunto general. En el momento en el que los mongoles pensaban que estaban a punto de conseguir una victoria histórica, un regimiento de reserva se abalanzó contra los mongoles por sorpresa y obligó a Mamái a retroceder asustado. El propio Dimitri había participado en la batalla con una armadura de sus hombres nobles y se hizo llamar Donskói (del Don) tras la victoria. La batalla de Kulikovo fue más que una lucha por conquistar territorio y tuvo que ver con proteger una cultura y sus tradiciones. Mamai encarnaba para el historiador ruso tanto la amenaza islámica (mongola) como católica (genoveses y lituanos).

La victoria en Kulikovo proporcionó a Rusia un fundamento para unificarse a lo largo de los siglos. Fue una batalla que cambio a Rusia. Por este acto de valor y sacrificio propio, Moscú se levantó contra Horda y sus aliados, la batalla cambió el modo de pensar del pueblo, que comenzó a verse a sí mismo como una entidad, como Rusia. Un siglo después, en 1480, Iván III, un descendiente de Dimitri, considerado como el creador del estado centralizado en Rusia, acabó con la dominación mongola. Tal y como señalan las crónicas lo hizo con la Batalla de Kulikovo en la memoria.